¿QUIÉN VA A CONFIAR EN UN GOBIERNO ASÍ?

Por Jorge Corrales Quesada


Los ciudadanos somos conscientes de la seria situación de déficit fiscal. No sólo vimos un aumento fuerte de impuestos con el paquete tributario aprobado a fines del año pasado, sino, también, que la reducción esperada del gasto gubernamental excesivo, causa del enorme déficit, ni siquiera se redujo, sino que, tal vez, sólo creció casi imperceptiblemente un poco menos.

También hemos visto cómo el gobierno ha señalado ahora que el empeoramiento del déficit se debe al aumento de gastos para lidiar con la pandemia del coronavirus. Pero, lo cierto es que ese mismo gobierno acudió a medidas draconianas al inicio de la pandemia (y hoy, todavía, insiste en limitaciones serias a la actividad económica), que dieron lugar a una significativa reducción de la economía, que, entre otras cosas, se reflejó en una caída sustancial en los ingresos por impuestos. Y, por supuesto, a una duplicación de la tasa de desocupación que llega a límites históricos, a una caída en los ingresos de las familias, a cierres de muchísimas empresas, principalmente pequeñas y medianas, a un aumento de la economía subterránea, a una disminución de la tasa neta de participación laboral, indicándonos que la gente que había estado buscando empleo, al no haberlo encontrado, ya han desistido de ello, y no duden que a un empeoramiento en el índice de distribución, pues la situación económica ha afectado relativamente más a los más pobres y productivos (recuerden que este gobierno optó por enfrentar al coronavirus, reduciendo el empleo en la actividad productiva privada, en vez del empleo público).

La realidad es que el gobierno ahora está buscando cargarnos de más impuestos, en vez de reducir el gasto gubernamental, como debería ser para seguir evitando la dañina situación fiscal actual. Uno esperaría que, al igual que en los hogares se han tomado medidas de prudencia en el gasto ante las dificultades económicas, este gobierno no aplica esa regla y, más bien, hoy se opone a reducirlo, como si estuviéramos en bonanza.

En la Asamblea Legislativa se discute, afortunadamente, un presupuesto ordinario para el 2021 que le remitió el gobierno central. Digo afortunadamente, porque ese presupuesto asciende a la bicoca de ¢11.4 millones de millones, y debe disminuirse ya. Se ha estimado que en el 2021 el déficit (faltante) sea de ¢3.5 millones de millones; o sea, casi un 10% del PIB proyectado. Y que la deuda pública, una forma de financiar aquel hueco, que simplemente son impuestos futuros a generaciones venideras, ascendería a un 80% del PIB; o sea, a alrededor de ¢28.8 millones de millones.

Los diputados (no todos obviamente), han asumido con toda seriedad el reto de frenar el exceso del gasto gubernamental contenido en ese proyecto de presupuesto ordinario y, al menos, diputados de Liberación han propuesto una reducción de ¢255.300 millones (equivalente a sólo un 2.2% del presupuesto ordinario enviado por el Poder Ejecutivo), mientras que la Unidad plantea reducciones de ¢150.000 millones, equivalentes a apenas un 1.3% de ese presupuesto.

Ante estas reducciones planteadas, el gobierno ha reaccionado con todo su arsenal político para impedirlas a toda costa. Simplemente, el ministerio de la Presidencia estableció contactos con las entidades públicas involucradas en propuestas de reducción, para que las frenaran. En síntesis, es una señal clara de que a este gobierno no le interesa reducir su gastadera, sino que o nos endeudará más (algo cada vez más difícil, pues claramente en la situación actual no hay mucha disposición para prestarle al gobierno) o bien propondrá mayores impuestos en la inevitable negociación con el Fondo Monetario.

Así el gobierno está exhibiendo sus verdaderas intenciones ante la crisis fiscal: no entrarle al gasto y sí a más impuestos. Probablemente saldrá prometiendo, jurando que, ante la poca credibilidad de que hoy goza, en un futuro presupuesto extraordinario hará reducciones al excesivo gasto, pero difícilmente uno le cree. Uno no entiende por qué, si como han dicho que disminuirán el excesivo gasto público en el futuro, no lo hagan desde ahora, brinquen los que brinquen, quienes siguen creyendo que la economía del país es tan fructífera como lo fue en el pasado.

O el gobierno se ordena a sí mismo, o nos quiebra a todos los ciudadanos.

Publicado en mis sitios de Facebook, Jorge Corrales Quesada y Jcorralesq Libertad, el 20 de octubre del 2020.