Tengámoslas hoy muy presentes cuando se viene la oleada de impuestos, mientras que el gobierno y grupos afines no le entran en serio a la disminución del exagerado gasto gubernamental. Por más que lo adoben de “diálogo nacional,” es claro el sesgo de los participantes elegidos a dedo en la operación embarre. Manifiéstese sin violencia en contra de más impuestos.

6 LECCIONES DE HISTORIA Y ECONOMÍA DE LOS IMPUESTOS

Por Lawrence W. Reed

Fundación para la Educación Económica
Jueves 8 de octubre del 2020


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, con letras en rojo y entre paréntesis, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/6-lessons-o...s-of-taxation/

He aquí seis observaciones derivadas tanto de la historia como de la economía de los impuestos.

En el primer siglo d. de C., el emperador romano Nerón se frotó las manos cuando proclamó (proclaimed), “Pongamos impuestos una y otra vez. Pongamos impuestos hasta que nadie sea dueño de algo.”

Obviamente, Nerón amaba tasas de impuestos altas. En esa pasión, disfruta de mucha compañía histórica. Por suerte, no todo político como él se va impune. Algunas veces la gente les hace saber que ellos ya han tenido suficientes impuestos. Muchos siglos después de Nerón, el ministro de finanzas de Luis XIV de Francia, Jean-Baptiste Colbert, sabía que los gobiernos deberían andar con cuidado en sus imposiciones. Famosamente dijo, “El arte de los impuestos consiste en desplumar al ganso de forma tal que se obtenga la mayor cantidad de plumas con el menor ruido.”

La oposición a impuestos opresores o injustos ha desatado luchas en cada esquina del mundo y sucede aún hoy. A la gente no le gusta verse demasiado desplumada. Y, ¿por qué habrían de pensar de otra manera? ¡Es su dinero! Entre menos tengan de él, más difícil es que paguen sus gastos, hagan crecer sus empresas o que vivan sus sueños.

He aquí seis observaciones derivadas tanto de la historia como de la economía de los impuestos.

1. Los impuestos son tan viejos como el mismo gobierno

De hecho, es una de las cosas que distingue al gobierno de cualquier otra cosa. El gobierno (y aquellos que él autoriza o les da el poder) es la única entidad que legalmente puede apoderarse de su dinero. Usted puede decir “No, gracias” a cualquier otro que quiera hacer algo con su dinero, pero, usted no le puede decir eso al gobierno sin temer por su libertad o su propiedad. Eso debería poner una carga especial de responsabilidad sobre el gobierno para que gaste sabiamente el dinero de las personas, pero, el incentivo para desperdiciarlo o llenar su propio bolsillo usualmente es más poderoso, pues sus “clientes” no tienen otra opción más que pagar, sí o sí.

2. Los impuestos asumen muchas formas

Los más obvios son los impuestos directos a los ingresos, ventas, productos, servicios y la propiedad. Pero, también somos gravados de otras maneras menos evidentes. A través de la regulación (tanto la buena como la mala), el gobierno eleva los costos de hacer negocios. ¿Quién paga eso? Algunas veces los consumidores. En otras, son los accionistas quienes pagan la cuenta. También, los trabajadores pagan el precio, por medio de aumentos salariales menores e incluso perdiendo sus empleos (lo que, de hecho, es un impuesto del 100 por ciento).

3. Los impuestos afectan el comportamiento

Los seres humanos son criaturas que reaccionan ante incentivos y desincentivos. Por lo general, si usted estimula algo, la gente hará más de ese algo; si usted desestimula algo, la gente hará menos de aquello. La gente que aboga por más impuestos a los cigarrillos usualmente lo hace pues quiere reducir el fumado, pero falla en hacer la conexión entre impuestos al trabajo y menos trabajo; o impuestos más altos a la inversión y menor inversión; o impuestos sobre las empresas y reducción en el número de empresas.

4. Los impuestos están relacionados directamente con el gasto gubernamental

Entre más gasta el gobierno, más debe poner impuestos ̶ ahora o más tarde, de una u otra forma. Es importante es recordar que el gobierno no tiene nada para dárselo a alguien, excepto lo que antes le quitó a alguien. Si el gobierno es lo suficientemente grande como para darle a usted todo lo que usted quiere, también es lo suficientemente grande como para quitarle todo lo que usted tiene.

5. Los impuestos frenan el crecimiento económico

Si la carga impositiva es pequeña y los ingresos se gastan eficientemente en cosas que benefician a todos (como protección ante el robo y la violencia), una economía puede crecer. Winston Churchill lo explicó bien al decir: “Para una nación, imponerse impuestos a sí misma para lograr la prosperidad es como un hombre que está dentro de un cubo intentando levantarse a sí mismo por el asa.”

6. Los impuestos afectan a todos, no sólo a quienes son directamente gravados

Algunas personas favorecen más impuestos sobre otras personas, pues erradamente creen que ellos no se verán afectados. Raramente ese es el caso. Si el ingreso o la riqueza de una persona es gravada más fuertemente, esa persona muy posiblemente comprará menos bienes y servicios; o hará menos inversiones que podrían desarrollar una empresa; o asumirá menos riesgos como un empresario creador de riqueza.

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Los impuestos son un asunto serio. Aumentarlos o reducirlos tendrá fuertes implicaciones sobre el comportamiento y la actividad económica. Pero, más importante para todos nosotros quienes valoramos la libertad, impuestos siempre crecientes significan que, como personas, somos menos y menos libres de disfrutar de los frutos de nuestros esfuerzos. Este es un hecho tan cierto en Estados Unidos como en cualquier otra parte.

(La versión en portugués de este artículo (The Portuguese version of this article) se publicó el 5 de octubre en Portal Reforma Tributaria, un proyecto de la organización brasileña Observatorio do Empreendedor, basada en Florianópolis).

Lawrence W. Reed es presidente emérito y compañero senior Familia Humphreys de la Foundation for Economic Education (FEE), habiendo servido por casi 11 años como presidente de la FEE (2008-2019), Es autor del libro del 2020, Was Jesus a Socialist? así como de Real Heroes: Incredible True Stories of Courage, Character, and Conviction y Excuse Me, Professor: Challenging the Myths of Progressivism.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.