Léalo para que se dé cuenta de lo absurdo del uso de modelos matemáticos, que se usaron para condenar a la humanidad a mayor miseria ante una pandemia, mediante todo tipo de cuarentenas.

LA PROFESORA SUNETRA GUPTA ACERCA DE LOS PELIGROS DE MODELAR ENFERMEDADES

Por el Equipo de AIER

American Institute for Economic Research
9 de octubre del 2020


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede verlo en https://www.aier.org/article/profess...ase-modelling/

La Dra. Sunetra Gupta, profesora en Oxford de Epidemiología Teórica, y coautora de la Gran Declaración de Barrington (Great Barrington Declaration), por más de 20 años ha venido advirtiendo acerca de los peligros de un modelado de enfermedades basado en computadoras. El artículo, que se presenta más abajo, originalmente apareció (originally ran) en la revista Nature, Volumen 412, de 9 de agosto del 2001. Se escribió unos cinco años antes que los modeladores hicieron dramáticas incursiones en el mapeo de planes de contingencia de salud público en el caso de una pandemia.

“Aunque ahora tenemos a nuestra disposición métodos bastante sofisticados para caracterizar la incertidumbre,” advirtió ella, “en realidad ellos no nos permiten controlar, y ni siquiera predecir, el alcance del desastre. Usados imprudentemente en estas circunstancias, la matemática -en especial el modelado matemático- puede servir para ofuscar en vez de aclarar o, en el mejor de los casos, agregar del todo nada a la situación, excepto la ilusión del control.”

Aún más: “Ningún ave fénix es posible que surja de las cenizas de un modelo matemático equivocado.”

Lo que es extraordinario es considerar cómo los principios que ella aquí presenta se emplean igualmente a la economía, sociología, historia y teoría política. Gupta escribe aquí como el F.A. Hayek de la epidemiología. Pero, el tópico del día es la salud pública y aquí están sus observaciones extraordinarias, que concluyen en una advertencia seria.

EVITANDO LA AMBIGÜEDAD

Algunas veces los científicos usan las matemáticas para dar la ilusión de certeza.


Por Sunetra Gupta

Lo que las palabras ocultan es tan importante como lo que revelan. Aunque la esencia de la comunicación pura puede ser la claridad, en la literatura es lo inexacto y lo impreciso lo que nos permite llevar hacia adelante los límites de la experiencia y la cognición humana. Esto es mas obvio en poesía, que descansa en la flexibilidad del significado para registrar y analizar la amplitud y profundidad de la emoción humana. Por ejemplo, la riqueza de ternura en este extracto del poema de Seamus Heaney, “Luz de sol” deviene de su alianza mística entre el amor y un objeto desgastado:

Y es que el amor es esto
como la pala de hojalata
hundida más allá de su destello
en la masa de harina.

No obstante, también cuestiona nuestra definición de amor. Esa poesía no sólo destaca las ambigüedades en las relaciones entre las palabras que usa, sino que, también, hace que uno haga una pausa y reflexione acerca de la relación que hay entre la palabra y el objeto o idea a la que se refiere. Y no es sólo el lector quien está sujeto a este estado de perplejidad, pues la teoría literaria postmoderna le otorga al autor la prerrogativa de no darse cuenta igualmente de las capas de significado contenido dentro de su creación.

La explotación de la ambigüedad parece ocupar un lugar mucho más pequeño en la búsqueda del conocimiento científico. Notoriamente, el lenguaje de las matemáticas -que ha mostrado ser una herramienta indispensable en la investigación científica- se distingue a sí mismo por la ausencia de ambigüedad en sus términos. Las metáforas matemáticas son herramientas analíticas poderosas precisamente por las relaciones inequívocas entre sus componentes, mientras que el poder de la metáfora literaria se deriva de la incertidumbre en las conexiones entre sus partes.

Así, por su propia naturaleza, las metáforas matemáticas sólo pueden aplicarse a un rango muy estrecho de problemas: aquellos que se prestan a sí mismos para la reducción a elementos muy precisos, y para quienes se puede declarar explícitamente la relación entre esos elementos. De más importancia, este ejercicio totalmente artificial tiene que ser capaz de comentar acerca de algún aspecto del problema que, de otra forma, no habría sido evidente.

Pero, algo acerca de la rigidez confortable del proceso, su notación seductora, si no, tal vez, principalmente sus connotaciones de privilegio intelectual, ha llevado a una selección diversa de disciplinas hacia el altar del razonamiento matemático. De hecho, la apropiación indebida generalizada del leguaje de las matemáticas en las ciencias sociales y biológicas, tiene que se una de las grandes tragedias de nuestra época.

Nada puede ser más triste que la escena de ecuaciones arrastrándose allá abajo en una página de teoría literaria, nada más estridente que la invasión de las simples reglas de causa y efecto en el lenguaje del psicoanálisis. Mucho menos obvia en su pobreza de razonamiento es la aplicación inapropiada de métodos matemáticos al análisis de ciertos problemas científicos para los cuales no tenemos soluciones obvias. Estos proyectos usualmente se guían por nuestra incapacidad de lidiar con lo impredecible -desplomes de mercados accionarios, huracanes, terremotos y epidemias. Aunque ahora tenemos a nuestra disposición algunos métodos bastante sofisticados para caracterizar la incertidumbre, en realidad ellos no nos permiten controlar, y ni siquiera predecir, el alcance del desastre. Usados imprudentemente en estas circunstancias, la matemática -en especial el modelado matemático- puede servir para ofuscar en vez de aclarar o, en el mejor de los casos, agregar del todo nada a la situación, excepto la ilusión del control.

Hay un número de razones de por qué el lenguaje de las matemáticas puede no siempre permitirle a uno comprender mucho de una realidad compleja. En un nivel muy sencillo, muchos de los procesos fundamentales involucrados, tales como la elección del consumidor o el movimiento del ganado, pueden no ser susceptibles de formulación matemática. De mayor preocupación es que, cuando uno intenta formalizar un conjunto de interacciones complicadas, los supuestos pueden entrar sigilosamente. Esto es particularmente cierto cuando un modelo matemático previamente útil se readapta para que calce en una nueva crisis. Es relativamente fácil en estas circunstancias, verse atrapado, e incluso confortado, por un paradigma prevaleciente. Es desafortunado que los supuestos incorporados en las estructuras matemáticas empleadas no siempre sean obvios para el público en general.

Aquí se presenta el peligro de que las matemáticas estén siendo usadas como un significante de poder, tal como el inglés actualmente se usa en varias culturas post imperialistas. Al menos, su gran flexibilidad le permite al inglés escapar algunas veces del destino del lenguaje el opresor, al mutar en un híbrido poético, como en algunos ejemplos de la literatura post colonial. A pesar de lo anterior, la matemática, en virtud de su inflexibilidad, está sujeta a ser menos tolerante a un uso indebido. Ningún ave fénix es posible que surja de las cenizas de un modelo matemático equivocado.

Somos afortunados al tener a nuestra disposición al menos dos modos de investigación: uno que depende de la fidelidad de la palabra con su referente, y otro que, a la inversa, hace uso de la brecha entre una palabra y su referente, así como entre las mismas palabras. Pero, ambos pueden fallar, como de hecho ha pasado una y otra vez, ante el desastre humano. Es cuando sucede una catástrofe que nos damos cuenta plena de las limitaciones del lenguaje, y buscamos escondernos detrás de una cortina de polémica o de un conjunto abstruso de ecuaciones. Es en estas situaciones cuando la palabra se divorcia plenamente de su referente y, así, niega tanto a la lógica poética, como a la política.

El lenguaje del razonamiento matemático no es menos bello por la carencia de un ocultamiento de significado. Al tratar de capturar la esencia de un sistema por medio de un mínimo de signos inequívocos, científicos y artistas se ven impulsados por un interés similar hacia la belleza y la simetría, hacia una sed de luz similar. Lo que hace especial a las matemáticas es su promesa de profecía, la promesa de que nos ayudará a entender todos los misterios y todo conocimiento. Sin una conciencia humilde acerca de sus limitaciones, tales profecías pueden sonar muy vacías.

El Institute for Economic Research (AIER), fundado en 1933, es una de las más antiguas y más respetadas organizaciones en el país, dedicadas a la investigación y promoción económica no partisana. Con un alcance e influencia global, AIER se dedica a desarrollar y promover las ideas de libertad pura y gobernabilidad privada, al combinar la investigación económica avanzada con una difusión mediática accesible y programas educativos, para cultivar un mejor y más amplio entendimiento de los principios fundamentales que permiten la paz y prosperidad alrededor del mundo.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.