Después de los daños económicos por el mal manejo de la pandemia, los políticos de turno atribuyen los problemas financieros al Covid-19 y salen huyendo de reconocer su responsabilidad por haber puesto en marcha decisiones económicas que han causado la ruina de sus ciudadanos y de los países como un todo.

QUÉ NO SE RECUPERARÁ: EL GOBIERNO

Por Jeffrey A. Tucker

American Institute for Economic Research
15 de agosto del 2020


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede verlo en https://www.aier.org/article/what-wi...er-government/

¿Qué pasará con la credibilidad del gobierno en el período post cuarentena? Existen miles de políticos en este país para quienes esta es una pregunta escalofriante, incluso un tópico tabú.

Ya antes de la cuarentena, la reputación del gobierno estaba en los niveles más bajos desde la Segunda Guerra Mundial, con sólo un 17% del público estadounidense indicando que ellos confiaron en que el gobierno haría lo correcto. Eso fue antes que el gobierno federal y 43 gobernadores estatales decidieron convertir un virus en un pretexto para cierres totalitarios, cuarentenas, restricciones a viajar y cuarentenas en sus hogares para la mayoría de la gente.

Las cuarentenas y las imposiciones al azar de políticas por el gobierno con seguridad contribuirán a llevar el grado de confianza a que toque fondo. Ya la pérdida de confianza ha devastado (devastated) el sentimiento del consumidor. No importa cuántos encabezados mediáticos culpen al virus por toda la carnicería, la realidad está alrededor nuestro: es la respuesta del gobierno la que tiene la responsabilidad.

En el 2006, el gran epidemiólogo Donald Henderson advirtió (warned) que, si el gobierno proseguía medidas coercitivas para controlar un virus, el resultado sería una “pérdida de confianza en el gobierno para administrar la crisis.” La razón es que las medidas no funcionan. Es más, el intento de hacer que ellas funcionen convierte una crisis manejable en una catástrofe.

Profético.

De hecho, tanto es así que esto puede explicar por qué los “14 Días para Aplastar la Curva” (14 Days to Flatten the Curve) se han expandido a cinco meses, en los cuales la Carta de Derechos de los Estados Unidos se ha convertido en letra muerta, muchos todavía están alejados de los gimnasios, no podemos ir al cine y somos obligados a bailar alrededor de otros en espacios públicos, como si cada persona pudiera estar transportando un patógeno mortal.

Ninguna sociedad puede funcionar así, no si lo que se desea es prosperidad y paz.

¿Por qué todavía duran las cuarentenas y restricciones? Los gobiernos alrededor del país nunca tuvieron una estrategia de salida. Ellos clausuraron sin un sentido de qué pasaría luego, ya fuera en relación con la política como con el virus. Si las infecciones se reducen, lo acreditan a la cuarentena, en cuyo caso ellos no pueden reabrir. Si las infecciones aún son altas, esa es también razón para los cierres. Si el virus no está allí, ese es aún otro caso a favor del cierre.

Si la rigurosidad coercitiva es la forma de controlar y de, por fin, suprimir al virus (imposible), no hay una estrategia de salida, acepto por la llegada de una vacuna, que en sí no promete una inmunidad duradera, si es que alguna vez obtenemos una que sea segura.

Estamos tremendamente enamorados con esas autoridades de salud pública y funcionarios de gobierno que cometieron un error terrible, destructor de vidas. Ellos no pueden admitirlo pues la devastación ha sido tan completa. No es más fácil volver a llamar al pasado, que lo fue que el gobierno de los Estados Unidos admitiera los terribles errores en Irak y Afganistán. Siguen teniendo que hacer la cosa estúpida -ya sea mantener tropas por 20 años o mantener restricciones a viajar y ordenar el uso de mascarillas en el caso presente- para pretender como si todo el tiempo ellos estuvieron en lo correcto.

Requirió casi 20 años después de la invasión a Irak para que emergiera la sabiduría convencional reconociendo que fue un error. En verdad, no tomará ese largo tiempo para que la gente se dé cuenta de qué desastre han causado los gobiernos en esta ocasión.

Así que, ¿cuál es la posición actual del público acerca de las cuarentenas? No es fácil encontrar encuestas confiables. Sabemos que 3 de cada 4 estadounidenses están dispuestos a decirle a los encuestadores ( tell pollsters ) que el país va en la dirección equivocada. Además, una encuesta (one poll) registra que la mitad del público evalúa como pobre al gobierno federal en su respuesta, mientras que gobernadores estatales no lo hacen mejor, con la mitad del público dando la respuesta de entre regular y pobre.

Aun así, rara vez estas encuestas hacen la pregunta correcta. Lo que queremos saber es cómo la gente se siente acerca de tener sus derechos violados. Hice una encuesta en Twitter en relación con las opiniones de la gente acerca del escepticismo con las cuarentenas. ¿Qué porcentaje de estadounidenses ya no más cree en las medidas coercitivas para eliminar la enfermedad? Los resultados estuvieron igualmente divididos: 20%, 40%, 60% y 80%.

Sabemos anecdóticamente que cada vez más gente está ignorando los límites a reuniones y medidas de separación obligada. Allysia Finley del Wall Street Journal llegó tan lejos como decir (to say) que todo el país ha llegado a convertirse en un Speakeasy [Nota del traductor: lugar de venta ilegal de bebidas alcohólicas durante el período conocido en Estados Unidos y Canadá como la Prohibición, básicamente de 1920 a 1932], con una desobediencia descarada siempre que eso fuera posible.

Entre tanto, no encuentro un político en Estados Unidos quien respaldó la cuarentena, que haya tenido el valor de ponerse de pie y decir: “Estaba completamente equivocado. Entré en pánico. Violé sus derechos. Lo siento profundamente. No merezco permanecer en el cargo ni siquiera un día más. Yo renuncio.”

En el largo plazo, los gobiernos necesitan buscar el consentimiento de los gobernados. Pueden gobernar por medio de poderes policiales solo en el caso de pánico. Eso funciona por un rato. Pero, cuando la gente empieza de nuevo a pensar normalmente, la escala de lo que ha sucedido llegará hasta la gente. Entonces, aquellos pagarán caro.

Si las cuarentenas en realidad hubieran durado sólo 14 días, habría pasado a la historia estadounidense como un desastre legendario. Pero, ¿cinco meses completos de esa tontería? ¿Qué significado tiene eso para el futuro? El retroceso (blowback) será el tema dominante en la vida estadounidense durante muchos años por venir. Si alguna vez tenemos una nueva cosecha de líderes quienes estén firmemente comprometidos contra las cuarentenas, traído por un nuevo movimiento anti cuarentena (new anti-lockdown movement), ellos podría iniciar investigaciones y audiencias serias. Habrá comisiones y reportes precisamente acerca de cómo esto pudo pasar y por qué duró tanto tiempo.

Aún así, podría pasar una o dos generaciones antes que regrese la credibilidad en el gobierno y la autoridad de salud pública. Y, como lo advierte (warns) el profesor de enfermedades infecciosas Martin Kulldorf, “Cuando la neblina se aclare, una de las consecuencias de la pandemia será la desconfianza del público en la ciencia y los científicos.”

Y con razón. El profesor Kulldorf se ha distinguido por su posición valiente contra la cuarentena. Lo mismo no puede decirse de muchos otros. Muchos, en su posición, se han decantado a favor de medidas coercitivas, sin la más mínima preocupación de lo que eso podía significar para la gente común y corriente y con cero conocimientos actuales acerca de si sus planes que recomendaron tenían alguna esperanza de que funcionarían en la realidad. Este es el colmo de la irresponsabilidad intelectual.

Todavía, aún si hombres de medicina ignorantes como Anthony Fauci y sus amigos lanzan la opinión de que hay que cerrar la sociedad, al final de cuentas son los gobiernos quienes asumen esa responsabilidad de haber puesto en práctica sus recomendaciones. Son ellos, y no los científicos, quienes merecen el peso de la furia pública que se desatará en los días, meses y años por venir.

En los primeros días de la pandemia, Henry Kissinger indirectamente advirtió de esto en un artículo para el Wall Street Journal. “Cuando haya pasado la pandemia del Covid.19,” escribió (he wrote) el 3 de abril, “las instituciones de muchos países serán percibidas como que han fracasado. Es irrelevante que este juicio sea objetivamente justo. La realidad es que el mundo nunca será el mismo después del coronavirus.”
Esperemos que la lección se imparta. Sin importar la crisis, la acción gubernamental está destinada a empeorarla.

Jeffrey A. Tucker es director editorial del American Institute for Economic Research. Es autor de muchos miles de artículos en la prensa académica y popular y de ocho libros en 5 idiomas, siendo el más reciente The Market Loves You. También es editor de The Best of Mises. Es conferenciante habitual en temas de economía, tecnología, filosofía social y cultura.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.