Debemos detener esa táctica de atemorizar a las personas con cada ocurrencia que les llega a la mente de algunos.

SÍ, EL 2021 PODRÍA SER PEOR

Por Robert E. Wright

American Institute for Economic Research
16 de setiembre del 2020


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede verlo en https://www.aier.org/article/yes-2021-could-be-worse/

Me doy cuenta que mucha gente está anhelando algo para el 2021. No mate al mensajero, pero el 2021 podría ser peor que el 2020.

LAS RESTRICCIONES POR EL CORONAVIRUS PODRÍAN EMPEORAR.

Pero, ¿cómo? El Covid-19 estuvo a punto de causar una crisis legítima sólo en el área de la Ciudad de Nueva York y ahí tan sólo por la “ayuda” de la política del gobernador Cuomo de matar gente en asilos de ancianos. No es que requirieran mucha ayuda dado que el virus ha matado a la mayoría de los frágiles y ancianos y, según un estudio, gente que normalmente habría muerto de la gripe hace uno o dos años, si no hubiera sido porque las dos últimas estaciones de la gripe fueron relativamente moderadas (had not the last two flu seasons been relatively light). Aún más, las mediciones de muertes han sido confusas, con casos documentados de personas muriendo en accidentes de motocicletas y de cáncer terminal, siendo contadas como fatalidades del Covid-19.

Las tasas de mortalidad en Estados Unidos están siendo un 109% de las esperadas, pero, analizar todo es difícil ( parsing everything out is difficult), pues las cuarentenas ocasionaron muertes adicionales por suicidio y abusos, a la vez que han descendido las muertes por accidentes de vehículos automotores y otros. Puede que nunca estén disponibles las estadísticas definitivas acerca del número de muertes por las cuarentenas, en oposición al virus, en contraste con la ancianidad y otras comorbilidades.

Aún hasta discernir el número de “casos” de Covid-19 es problemático, pues mucha gente que tuvo el virus, en especial al inicio, no fue formalmente objeto de pruebas para ello. Por otra parte, las pruebas, reporta el anteriormente venerable (report the formerly venerable ) New York Times, ahora pueden estar volviendo con falsos positivos, pues aquellas son super sensibles y brindan sólo una respuesta binaria de “sí” o “no,” aún cuando estar infectado con un virus es algo muy diferente a estar embarazado. Las magnitudes importan cuando se trata de diseminar el pequeño bribón.

Otro problema, como señalé previamente (as I pointed out previously), es que la diseminación viral usualmente no es sobresaliente, de forma que “los” científicos que se supone que nosotros estamos siguiendo (so “the” scientists we are supposed to be following) en realidad nunca antes ha tratado de seguir tan de cerca una masa políglota que evoluciona, y claramente ellos están bastante perdidos en torno a todo esto. Pero, esa no es una razón para entrar en pánico acerca del virus; es una razón para tener pánico acerca de la sanidad o intenciones de nuestros líderes, quienes necesitan pagar por la destrucción de nuestras libertades civiles en la esperanza de tener éxito sin debidamente estar lo suficientemente preparados para ello (destroying our civil liberties on a wing and a prayer).

En resumen, aunque el virus es menos mortal de que lo que se pensó al inicio, y los tratamientos han mejorado (por ejemplo, al no poner la gente en esos ventiladores que tan desesperadamente pensamos que se necesitaban allá en marzo con suma urgencia), y que la enfermedad parece haber corrido su curso en gran parte del país (disease appears to have run its course in much of the country), los políticos y los medios continúan atizando la incertidumbre, que la usan para alimentar el temor en el público, y que continúe el acatamiento de los dictados del gobierno, cierres de escuelas y cosas como esas. Usted, amable lector, puede estar convencido de que, en este punto, es en mucho una tontera, pero eso no le va a ayudar, si la mayoría de sus vecinos aún insiste en mascarillas y distanciamiento social, talismanes y jugar papeles, aunque ellos lo son.

Aunque parezcan poco posibles más restricciones por el coronavirus, vean lo que ha estado pasando en Australia, que está creando un estado de tecno-policía (techno-police state), en un esfuerzo presunto de salvar a la gente de algo que no dañará a la mayoría de ella, en efecto, que no puede.

La decisión reciente de una corte del Distrito Federal echándose abajo la cuarentena de Pennsylvania es esperanzadora (is heartening), pero, ¿por qué tomó tanto tiempo? Yo advertí acerca de la constitucionalidad de las cuarentenas basado en el debido proceso (la 5ª y la 14ª Enmiendas) allá a mediados de abril (back in mid-April), pero sólo la Corte Suprema de Wisconsin respondió apropiada y rápidamente en mayo (in May). El alfa Lobo de Pennsylvania, hambriento de poder, quiere que el fallo de la corte no se aplique ¡hasta que él la pueda apelar! (court’s ruling not to hold until he can appeal it). La audacia de esa movida debería preocupar a cualquiera que piense que las cosas no pueden empeorar.

Y no es claro que las mascarillas y otras órdenes de distanciamiento social sufran la misma suerte que las órdenes de quedarse en casa y otras medidas de cuarentena esenciales, al menos antes que llegue el año 2021. Como lo hizo ver John Tamny recientemente en estas páginas (John Tamny recently noted on these pages), “la reverencia al coronavirus es mucho más política, que lo que los creyentes se habían sentido cómodos previamente admitiéndolo.”

LAS PROTESTAS PRINCIPALMENTE PACÍFICAS SE PODRÍAN HACER MENOS PRINCIPALMENTE PACÍFICAS.

Los Estados Unidos tienen una larga historia de disturbios que incluso hace que los negocios al menudeo saqueados, edificios incendiados, y precintos policiales tomados, en comparación, parezcan ser un paseo por el parque. Con tanto en juego en la elección presidencial debido a nuestra incapacidad y falta de voluntad de frenar el poder del gobierno federal, ambos lados tienen incentivos para sacar de quicio a sus bases, cuando uno u otro lado pierda las elecciones este noviembre. En dónde termina, nadie lo sabe, pero los precedentes históricos asustan.

Muchos disturbios de la época temprana de Estados Unidos fueron asuntos mortales, repletos de verdaderas bombas y de cañoneo, lanzando metralla y plomo por aquí y allá. En 1837, por ejemplo, los demócratas radicales, llamados Fuegos Locos, agitaron la masa para beneficio partidario, pero, después de que el alcalde de la Ciudad de Nueva York fue asaltado con palos, ladrillos y pedazos de hielo (¿creyó usted que Antifa inventó eso?), la violencia escaló y se volvió crecientemente irracional.

Manifestantes enardecidos rompieron las defensas del mayorista de harina Eli Hart y destruyeron mucha de sus existencias porque creían que los precios del pan eran demasiado altos. De igual forma irracional, ellos se comprometieron a aceptar solo moneda fuerte (monedas de oro y plata) en vez de billetes (billetes de banco y depósitos), cuando la primera era necesitada para adquirir más harina de sitios no arrasados por el mosquito hessiano [Nota del traductor: mosquito de la cebada], el cólera y un incendio gigantesco, uno que no fue causado por el calentamiento global, sino por dejar que mucha madera seca se acumulara en un lugar (Manhattan). ¿Qué es ese viejo dicho de que la historia de nuevo se repite?

AHORA, IMAGÍNESE PARA EL 2020, AVISPAS ASESINAS, CUARENTENAS POR EL COVID-19, LEVANTAMIENTOS URBANOS ALBOROTADORES, ETCÉTERA, PERO CON AVIONES ENEMIGOS POR ENCIMA Y MISILES INGRESANDO PUES TAMBIÉN ESTAMOS EN GUERRA CON IRÁN. O CHINA. O RUSIA. O COREA DEL NORTE. O CON TODOS ELLOS

Normalmente, los países no quieren pelearse con Estados Unidos, quien ha mostrado su disposición y habilidad para invadir, ocupar y, por lo general, arruinar a países, sin importar cuántos millones de millones de dólares toma eso. Pero, no es claro que ya Estados Unidos no dispone de más millones de millones para gastar, en especial si ahora va a entrar en el Club de la Pelea consigo mismo. Y, claramente, es vulnerable en una era en que la táctica japonesa de la Segunda Guerra Mundial, de tratar de incendiar sus bosques al occidente del país, se ha convertido en algo abrumadoramente fácil.

Todavía más, ahora los gobernantes estadounidenses pueden estar interesados en fomentar una guerra para distraernos de las dificultades domésticas. Ellas son posibles bajo la idea equivocada de que la guerra es “buena para la economía.” Eso suena como una locura, y lo es, pero estamos hablando acerca de los mismos cerebritos ¡que cedieron el consenso del libre comercio que induce el crecimiento, a cambio de aranceles, políticas industriales y leyes contra la manipulación de los precios!

El escenario de la guerra me impactó recientemente mientras leía de Robert Nisbet Twilight of Authority (New York: Oxford University Press, 1975, también disponible en Liberty Fund). Un sociólogo de la historia, quien enseñó en varias universidades importantes y fue investigador del American Enterprise Institute (1913-1996), aseveró que la civilización occidental podría colapsar pronto en una nueva era de oscuridad. Su trabajo fue fácil de descartar cuando las fortunas socioeconómicas de Estados Unidos mejoraron en las décadas de los ochenta y los noventa, gracias a la desregulación, políticas comerciales más racionales y aumentos en la productividad ligados a la revolución de las telecomunicaciones. Pero, visto desde la perspectiva de setiembre del 2020, su libro parece profético. Considere el impactante párrafo inicial:

“Periódicamente, en la historia Occidental hacen sus apariciones edades penumbrosas. Se hacen más evidentes procesos de declinación y erosión de instituciones que aquellos de génesis y desarrollo. Se presenta algo así como una aspiradora en el orden moral en grandes números de personas. Las lealtades humanas, arrancadas de un suelo habituado, pueden verse dando volteretas a través del paisaje, sin un esquema o propósito mayor por arreglarlas. El individualismo se revela a sí mismo, menos como un logro y una empresa, que como egoísmo y simple desempeño. Es frecuente un retroceso desde lo grandioso hacia lo pequeño, desde lo noble hacia lo trivial, de lo comunal a lo personal y de lo objetivo a lo subjetivo. Existe un sentimiento ampliamente expresado de degradación de los valores y de corrupción de la cultura. El sentimiento de alejamiento de la comunidad es fuerte.”

El principal “estigma,” como llama Nisbet a los signos del ocaso, conduce a una era oscura de militarismo pues la guerra atrae a números crecientes de gente, como una forma de salir de “crisis económicas, la división política y la intolerable desintegración social.” Los horrores de la guerra pasan desapercibidos en la era del ocaso, pues “una ola expansiva de irracionalidad” envuelve tanto al “escrito popular como al filosófico.”

Y UNA GEMA FINAL.

Si bien un año se define por la cantidad de tiempo que le toma a la tierra dar una vuelta alrededor del sol, cuándo es que empieza un año nuevo es arbitrario y varía entre culturas (por ejemplo, los años nuevos chinos o judíos) y con el paso del tiempo. De hecho, el año nuevo en el mundo Occidental cristiano solía empezar en marzo, razón por la que los nombres de nuestros meses no correspondían a su número actual: septiembre = 7, pero actualmente es el noveno mes del año; octubre = 8, pero es el décimo mes; noviembre = 9 y diciembre, por supuesto = 10.

Así que anímense, vaqueros, porque el 2021 de todas maneras es sólo un constructo cultural. El mundo mejorará no en un día arbitrario, sino cuando todos decidamos hacerlo un lugar mejor.

Robert E. Wright es (co) autor o (co) editor de más de dos docenas de libros importantes, series de libros y colecciones editadas, incluyendo Financial Institutions publicado por el AIER (2019). Robert ha enseñado cursos de negocios, economía y de política en la Universidad Augustana, la Escuela Stern de Negocios de la Universidad de Nueva York, la Universidad de Virginia y en otras partes desde que obtuvo su PhD. Historia de la Universidad del Estado de Nueva York en Buffalo, en 1997.

Traducido por Jorge Corrales Quesada