HACE 30 AÑOS EL NEW YORK TIMES REPORTÓ “EL MARXISMO COMO CORRIENTE PRINCIPAL EN LAS UNIVERSIDADES DE ESTADOS UNIDOS.” HOY VEMOS LOS RESULTADOS

Por Jon Miltimore & Dan Sanchez
Fundación para la Educación Económica
Jueves 10 de setiembre del 2020


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, con letras en rojo y entre paréntesis, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/the-new-yor...e-the-results/

La lección de 1989 es que la cultura y las ideas de hoy son la política y las políticas del mañana.

En agosto de 1989, el parlamento de Polonia hizo lo impensable. El estado satélite soviético eligió un anticomunista (elected an anti-communist) como su primer ministro.

El mundo esperó y contuvo el aliento para ver que sucedería luego. Y luego sucedió: nada.

Al no haber tanques soviéticos desplazados a Polonia para aplastar a los rebeldes, los movimientos políticos en otras naciones -primero Hungría, seguida de Alemania del Este, Bulgaria, Checoeslovaquia y Rumanía- pronto le siguieron en lo que se llegó a conocer como las Revoluciones de 1989 (the Revolutions of 1989).

Había empezado el colapso del comunismo.

“LOS HEREDEROS IDEOLÓGICOS DE MARX”

El 25 de octubre de 1989, sólo dos meses después de la elección decisiva de Polonia, el New York Times publicó un artículo bajo el encabezado “The Mainstreaming of Marxism in US Colleges” (“Convertir al Marxismo en la Corriente Principal en las Universidades de Estados Unidos”), que describe un fenómeno extraño y en apariencia paradójico. Aun cuando el gran experimento mundial del marxismo en el mudo estaba colapsando ante los ojos de todos, las ideas marxistas estaban siendo sembradas y convertidas en la corriente principal en las aulas de las universidades estadounidenses.

“En tanto que los herederos ideológicos de Marx en las naciones comunistas luchaban por transformar su legado ideológico, sus herederos intelectuales en las ciudades universitarias de Estados Unidos virtualmente habían completado su propia transformación, desde personas externas temerarias y atribuladas, a académicos internos asimilados,” escribió Felicity Barringer.

No obstante, había diferencias notables. El contraste claro e inconfundible entre la pobreza aplastante de las naciones comunistas y la prosperidad de las economías occidentales, había borrado el alegato comunista de la superioridad económica.

Como resultado, el marxismo ortodoxo, con su énfasis en la economía, ya no más estaba de moda. El marxismo tradicional estaba “retrocediendo” y se había quedado “pasado de moda,” reportó el Times.

“Hay mucha agente que no quiere que se le llame marxista,” le dijo al Times Eugene D. Genovese, un eminente académico marxista. (Genovese, quien murió en el 2012, había abandonado al socialismo y abrazado (embraced) al conservadurismo tradicional y redescubierto el catolicismo.)

A pesar de lo anterior, el marxismo no estaba verdaderamente retrocediendo. Simplemente se estaba adaptando para sobrevivir.

Al ver el levantamiento en Polonia y otras naciones del bloque oriental, había convencido incluso a los marxistas de que el capitalismo “no daría lugar al socialismo” en ningún momento cercano. Pero, eso ocasionaría una evolución en las ideas marxistas, no su abandono.

“Marx ha llegado a ser relativizado,” le dijo al Times Loren Graham, un historiador del Instituto Tecnológico de Massachusetts.

Graham era sólo uno de una docena de académicos con quienes conversó el Times, una mezcla de economistas, juristas, historiadores, sociólogos y críticos literarios. La mayoría de ellos parecía llegar a la misma conclusión que Graham.

El marxismo no estaba muriendo; estaba mutando.

“Marxismo y feminismo, marxismo y deconstrucción, marxismo y raza ̶ es allí en donde están los debates excitantes,” le dijo al periódico Jonathan M. Wiener, profesor de historia de la Universidad de California en Irvine.

El marxismo seguía pujante, concluyó Barringer, pero no en las ciencias sociales, “en donde existe una posibilidad de uso práctico,” sino en campos abstractos, como la crítica literaria.

UN CAMBIO ESTRATÉGICO

El marxismo no estaba derrotado. Simplemente los marxistas habían encontrado un nuevo territorio.

Y esa fue una movida altamente estratégica. El “uso práctico” del marxismo había demostrado ser desastroso. El comunismo se ha intentado como una filosofía de gobierno y ha fallado catastróficamente, conduciendo a hambrunas en masa, a la pobreza, persecución y asesinato. Pero, en la torre de marfil del sistema universitario estadounidense, los profesores podían inculcar ideas marxistas en las mentes de sus estudiantes, sin riesgo de ser refutados por la realidad.

Con todo y ello, no estaba pasando en los departamentos universitarios de economía, pues las credenciales del marxismo en esa disciplina estaban demasiado manchadas por su registro histórico “práctico.” Al contrario, el marxismo estaba floreciendo en departamentos de Inglés y de otras disciplinas más abstractas.

En estos estudios, la economía era minimizada y tomaron la delantera otros aspectos claves de la visión del mundo del marxismo. Todavía se enfatizaba la doctrina marxista de la lucha de clases. Pero, en vez de ser del capital versus el trabajo, fue del patriarcado versus las mujeres, de los racialmente privilegiados versus los marginalizados, etcétera. A los estudiantes se les enseñó que vieran toda relación social a través del lente de la opresión y el conflicto.

Después de absorber las ideas marxistas (aún cuando esas ideas no fueron llamadas “marxistas”), generaciones de graduados universitarios trasladaron esas ideas a otras instituciones estadounidenses importantes: las artes, medios, gobierno, escuelas públicas y, finalmente, departamentos de recursos humanos y juntas directivas de las empresas. (A esto se le conoce como la larga marcha a través de las instituciones,” como lo acuñó el teórico marxista de principios del siglo XX, Antonio Gramsci.)

De hecho, hace poco se reveló (recently revealed) que agencias federales de Estados Unidos han gastado millones de dólares de los contribuyentes en programas de entrenamiento de personal para que reconocieran su “privilegio blanco.” También, estos programas de entrenamiento se han encontrado en numerosas escuelas y corporaciones, y las personas que han cuestionado la conveniencia de estos programas se han encontrado sumariamente despedidos (summarily fired).

Una parte enorme de la cultura de hoy es consecuencia de ese movimiento. Un “despertar” generalizado, una política de identidad omnipresente, el victimismo, la cultura del cancelar, los alborotadores que santurronamente destruyen las vidas de la gente y amenazan a quien pasan a su lado: todo emana en grande de las presunciones marxistas (en especial, las fijaciones marxistas distorsionadas acerca de la opresión y el conflicto) que se han estado incubando en las universidades, en especial desde fines de los años ochenta.

Tal y como resultó, lo que estaba pasando en las universidades estadounidenses en 1989 fue tan central como lo que estaba pasando en los parlamentos europeos.

Especialmente en un año electoral, puede ser fácil obsesionarse con la lucha electoral. Pero, la lección de 1989 es que la cultura y las ideas de hoy son la política y las políticas del mañana.

Esta es la razón de porqué el destino de la libertad descansa en la educación.

Jonathan Miltimore es editor administrativo de la FEE.org. Sus reportajes y artículos han aparecido en la revista TIME, el Wall Street Journal, CNN, Forbes, Fox News y el Star Tribune.

Otros: El Washington Times, MSN.com, El Washington Examiner, el Daily Caller, el Federalist, el Epoch Times.

Dan Sanchez is the Director of Content at the Foundation for Economic Education (FEE) and the editor of FEE.org.

Traducido por Jorge Corrales Quesada