EL “GOBIERNO DE LOS EXPERTOS” ES TIRANÍA ENVUELTA EN EL TRAJE DE CIENCIA

Por Tabitha Alloway

Fundación para la Educación Económica
Martes 8 de setiembre del 2020


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, con letras en azul y entre paréntesis, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/rule-by-exp...ed-in-science/

¿Apoya la crisis del COVID-19 el llamado en favor de “Racionalia” de Neil deGrasse Tyson, un mundo en donde la “ciencia” reina suprema? He aquí como C.S. Lewis le habría respondido.

“Usted no necesita una mascarilla.”

“Todo mundo necesita usar una mascarilla.”

“Los diseminadores asintomáticos con el verdadero problema.”

“No, espere, no parece que los portadores asintomáticos lo están diseminando.”

“El coronavirus se expandirá ante las protestas… a menos que sean protestas por la muerte de George Floyd.”

El consejo experto ha hecho un ping-pong acerca del COVID-19, tal como una bolita en una máquina de pinball. Aún la propia literatura médica ha estado plagada de contradicciones y retractaciones. Los hacedores de leyes han tropezado entre sí tratando de superar al otro en la creación de más leyes y regulaciones durante las cuarentenas, en respuesta a la nebulosa (y siempre cambiante) “ciencia” del coronavirus.

Entre tanto, han estado aumentado los suicidios, la violencia doméstica, el hambre y la inanición (suicides, domestic violence, hunger and starvation), y la dificultad económica (economic difficulty). Lo ha dicho el ganador del Premio Nobel Michael Levitt (Michael Levitt has said,) “No hay duda en mi mente que, cuando volvamos a ver este asunto, el daño hecho por la cuarentena excederá por un factor enorme a cualquier salvamento de vidas.” Stacey Lennox, escribiendo para PJ Media dijo (said), “El COVID-19 pasará a la historia como el ejemplo más devastador de la arrogancia de los expertos y del fraude de los medios.”

Una pieza de febrero del New York Times que se tituló "How Fear Distorts Our Thinking About the Coronavirus" [“Cómo el Temor Distorsiona Nuestro Pensamiento acerca del Coronavirus”] tenía como lema, “La solución no es tratar de pensar con más cuidado. Es confíe en los expertos.”

“CONFÍE EN LOS EXPERTOS”

Hace unos pocos años Neil deGrasse Tyson causó sensación con su propuesta de un gobierno de “Racionalia”: Crear un mundo en donde todas las políticas estarían basadas en el “peso de la evidencia.” Dejen que la ciencia nos gobierne.

Esta propuesta utópica fue rápidamente criticada por numerosas voces. Ciencia Popular (Popular Science) alegó que esa idea tan errada conduciría a un “vasto sufrimiento humano,” y señaló algunos de los problemas evidentes:

“Los científicos estudian lo que ellos quieren, y estudian lo que se le pagará para que lo estudien, así que el trabajo de la ciencia no está libre de las presiones monetarias, ni de la interacción como el mundo empresarial… En un mundo hipotético en donde una persona única (llamémosle ‘Neil’) decide la política, con base en medir exactamente el peso de la evidencia, importa mucho cómo esa persona selecciona la evidencia y de cómo posiblemente llegue a hacer las valoraciones.”

Pero, es obvio.

La idea de que la ciencia podría aplicarse totalmente de forma objetiva, libre de sesgos, valores personales, y conocimiento limitado del experto que legisla (o que lo propone), es una fantasía infantil. Si bien Tyson sueña con un principio científico inequívoco, formulado como una regla para la sociedad, su propuesta de Racionalia no considera el error humano, pasión y prejuicio. Nuestra aplicación de la ciencia está necesariamente limitada por nuestro entendimiento de ella siempre cambiante. Y, si bien la ciencia puede decirnos qué sucede cuando X se encuentra con Y, no nos puede decir si es moral y bueno que X se encuentre con Y.

Tenemos más que una poca evidencia de la historia, de que la ciencia (o lo que era aceptado en esa época como ciencia) ciertamente ha causado un “vasto sufrimiento humano” cuando fue empuñada por hombres inescrupulosos y dictadores fascistas. Desde el asesinato de aborígenes australianos hasta las esterilizaciones forzadas en Estados Unidos, la eugenesia, el genocidio y el racismo han derivado (o encontrado una justificación) en el darwinismo social (social Darwinism), Como lo hizo ver (noted) Robert F. Graboyes en la revista U.S. News & World Report, “El Führer Adjunto Rudolf Hess afirmó -tal vez sinceramente- que el ‘nacional socialismo no es nada más que biología aplicada.’”

También, los balbuceantes benefactores y sus víctimas no son inmunes a las consecuencias no previstas, como lo hemos visto últimamente.

“MOLDEAR AL HOMBRE” Y LA CLASE ALTA DEL SACERDOCIO

La idea de que el mundo sería mejor si fuera manejado por una clase de élites intelectuales y “expertos” difícilmente es novedosa u original. El filósofo griego Platón teorizó que, hasta que los filósofos fueran reyes, las ciudades nunca descansarían de sus males. Él creía que esos hombres, por sí solos, eran inmunes a la corrupción del poder y el dinero que venía junto a la política, y, por tanto, el único grupo capaz de dirigir a los hombres hacia la virtud y, en última instancia, “la buena vida.”

Su ideal utópico descansaba en élites autoritarias que “sabrían mejor” que cualquier otro y quienes usarían su sabiduría “especial” para dictar las vidas de otros.

La cepa del idealismo se ha manifestado en muchas formas a través de la historia humana, pero, en su esencia, se basa en la creencia de que una clase especial de hombres (los intelectuales, los científicos, los filósofos, etcétera) podría funcionar como los “sumos sacerdotes” de la sociedad, dictando las vidas de todos aquellos que estaban “debajo” de ellos, quienes son demasiado ignorantes para saber qué es lo mejor para ellos, o sin “persuasión” carecerían de la fibra moral para hacer lo correcto.

Para alguien que no pertenezca a esta clase de élites, pensar, entonces, se convertiría en un lujo -potencialmente incluso un pasivo- pero, ciertamente, no en una necesidad. La obediencia es todo lo que importa en tal estado; un hombre se convierte en el condicionante; el otro en el condicionado.

Si bien los peligros de tal estado son obvios, aumentan por el panorama moral y filosófico de la sociedad moderna. Lo que hoy vemos es compartimentos estancos de los diferentes aspectos del pensamiento y la vida humana. Lo ciencia, como muchas otras cosas, está divorciada del contexto más amplio de la historia, filosofía, ética y religión. La ciencia de las relaciones se ha olvidado. En ocasiones, los juicios de valor son dictados por un principio truncado, sin alma, a menudo vacío de ética.

Siempre existe la tentación para la clase gobernante, no sólo de controlar los cuerpos de los hombres (la acción humana), sin también sus mentes y consciencias.

C.S. Lewis escribió acerca de este “moldear al hombre” en The Abolition of Man [La Abolición del Hombre]. Él observó que los innovadores y condicionantes que intentan reformar la sociedad lo estaban haciendo mediante el ataque de los valores y costumbres tradicionales.

“La mayoría de quienes menoscaban los valores tradicionales o (como suelen llamarlos) ‘sentimentales’, tienen sus propios valores que parecen ser inmunes a tal proceso de descrédito. Proclaman estar cortando el desarrollo ‘parasitario’ del sentimiento, la aquiescencia religiosa y los tabúes heredados, con el fin de que los valores ‘reales’ o ‘fundamentales’ puedan salir a flote.”

Lewis se refirió como “Tao” o Naturaleza (y Ley Natural) a los valores y costumbres universales que el hombre ha mantenido desde el inicio del tiempo. Es lo bello y lo bueno, todas las cosas inherentemente verdaderas y correctas. Cosas como “No matarás,” “No robarás,” “Dirás la verdad” ̶ estas son leyes universales que Dios ha impreso en la consciencia del hombre, independientemente de la cultura, edad en la historia o etnicidad. Aun así, Lewis advirtió que los acondicionadores estaban tratando de producir sus propias consciencias en la humanidad.

El poder del Hombre para hacer de sí mismo lo que le plazca significa, como hemos visto, el poder de algunos hombres para hacer de otros lo que les place… Pero quienes moldeen al hombre en esta nueva era estarán armados con los poderes omnicompetentes de un estado y una irresistible tecnología científica: se obtendrá finalmente una raza de manipuladores que podrán, verdaderamente, moldear la posteridad a su antojo.”

A partir de estados niñeras extremos hasta el genocidio brutal, podemos ver que poner a “expertos” o la “ciencia” al frente de experimentos autoritarios no ha conducido a utopías. Y, mientras que la consolidación del poder en las manos de unos pocos de la clase alta del sacerdocio es siempre una idea peligrosa, en una sociedad que continúa abrazando el relativismo moral y rechaza la moralidad y verdad objetiva tradicional, es incluso un concepto más aterrador.

Lewis correctamente nos advirtió acerca de la abolición del hombre.

AUTOGOBIERNO

Al apelar a las “Leyes de la Naturaleza y al Dios de la Naturaleza,” los Padres Fundadores de los Estados Unidos establecieron una forma de gobierno que reconoció y defendió los derechos humanos. Al formar una república en donde los funcionarios deben ser electos por el pueblo, estaban eliminando la noción de que una clase alta del sacerdocio era necesaria para gobernar a los hombres.

Fue una declaración audaz: el hombre podía autogobernarse. Él era una criatura capaz, racional. Y tenía la responsabilidad de autogobernarse responsablemente: él debe pensar, debe razonar, debe ser moral. Ellos reconocieron que sólo un pueblo así podría permanecer siendo un pueblo libre.

La Racionalia que propuso Tyson puede haber sido objeto de burla, pero se está aclarando que nuestros propios líderes se han complacido más que un poco con este tipo de fantasía. Con gobiernos que tratan crecientemente a sus ciudadanos en formas condescendientes, como si fueran niños incompetentes que deben ser moldeados y cuidados por “expertos” y la “ciencia” como si fueran niñeras, podemos ya ver el “vasto sufrimiento humano” que eso ha causado ̶ y está causando.

En vez de codificar en leyes gubernamentales a la sabiduría y conocimiento “especial” de unos pocos humanos falibles, debemos basar la política en la protección de los derechos de todos los hombres. Necesitamos más pensamiento crítico, menos confianza impensada; más responsabilidad de la educación propia y del autogobierno, menos abdicación de esa responsabilidad en los “expertos;” más toma de decisiones individuales e informadas, menos aceptación de órdenes de tipo talla única.

No somos robots sin mentes; nuestros políticos y sus consejeros no son dictadores infalibles. Es hora de que nosotros les enviemos ese mensaje en voz alta y clara.

Tabitha Alloway es una esposa que ama la libertad, madre de tres y una electricista que disfruta escribir y estudiar filosofía política.