YO FUI UN AMBIENTALISTA PESIMISTA EN LOS OCHENTA. PERO, LA INGENUIDAD HUMANA ME DEMOSTRÓ QUE ESTABA EQUIVOCADO

Por Matt Ridley

Fundación para la Educación Económica
Domingo 26 de julio del 2020


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, con letras en rojo y entre paréntesis, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/i-was-an-en...oved-me-wrong/

Enseñarle a gente joven que pierda la esperanza acerca del final inminente del planeta no es tan sólo cruel. Es disparatadamente inexacto.

En 1980, el año en que se fundó el Centro de Investigación de la Propiedad y el Ambiente (PERC por sus siglas en inglés), pasé tres meses en los Himalayas trabajando en un proyecto de conservación de la vida salvaje. El propósito era hacer censos de la vida salvaje en nombre del gobierno indio, en los valles asombrosamente bellos de la región Kullu en el norte de India, entre bosques de cedro deodara y de encinas siempre verdes. Una especie de interés particular era un ave llamada tragopán occidental, un faisán selvático grande, con manchones grises, con un plumaje rojo alrededor del cuello y una piel de azul brillante en la garganta del macho. El ave solo se hallaba en unos pocos lugares y se pensó que se tambaleaba al borde la extinción.

Aunque vimos otras especies de faisanes, ese año nunca vimos un tragopán, pero algunas personas que encontramos sabían del ave y una hasta me dio los restos de un tragopán, al que se le había disparado para servir de alimento. Me temí que pudiera ser el último. Quise volver en la primavera, cuando los llamados para aparearse de las aves pudieran delatarlas en las profundas espesuras de bambú que ellos preferían, pero el trabajo me lo impidió.

Si usted me hubiera pedido en 1980 que predijera qué le pasaría a esa ave en su ecosistema boscoso, habría sido muy pesimista. Yo podía ver los efectos sobre los bosques de poblaciones humanas crecientes, con sus armas y rebaños de ovejas. Con mayor generalidad, estaba marinado en el pesimismo por casi todo lo que leí acerca del ambiente (environment). La explosión de la población humana era imparable; miles de millones iban a morir de hambruna; la malaria y otras enfermedades iban a aumentar; el petróleo, gas y metales pronto se acabarían, obligándonos a volver a quemar madera; entonces, la mayoría de los bosques sería talada; los desiertos se estaban expandiendo; la mitad de las especies iban directo a la extinción; las grandes ballenas pronto desaparecerían de los océanos impregnados de petróleo; ciudades en expansión y granjas modernas iban a absorber los últimos lugares salvajes; y la contaminación del aire, ríos, mar y tierra estaba empezando a amenazar con una ruptura ecológica planetaria. No recuerdo haber leído algo que fuera remotamente optimista acerca del futuro del planeta.

Hoy, los valles en los que trabajamos son parte del Parque Nacional del Gran Himalaya (Great Himalayan National Park), un área protegida que ganó el estatus de la prestigiosa Herencia Mundial en el 2014. El logo del parque es una imagen del tragopán occidental, ave que ahora usted puede ira verla en una vacación específica de senderismo (a trekking holiday). No se ha extinguido y, aun cuando es todavía rara y difícil de observar, la última estimación de su población es considerablemente mayor de la que cualquier esperó en aquel entonces. El área permanece siendo principalmente un sitio salvaje, accesible principalmente a pie, y parcialmente las praderas alpinas y las selvas se han recuperado de mucho pastoreo, cacería y corta de madera. El ecoturismo está floreciendo.

Este es sólo un pequeño ejemplo de las cosas que van bien en el ambiente. Permítanme darles unos más grandes. Lejos de morir de hambre, los siete miles de millones de personas que ahora habitan el planeta, están mucho mejor alimentados que los cuatro miles de millones de 1980. En mucho la hambruna se ha extinguido en décadas recientes. En la de los años sesenta, alrededor de dos millones de personas murió de hambre; en la década que acaba de terminar, murieron decenas de miles ̶ y fueron en países manejados por tiranos crueles. Paul Ehrlich, el ecólogo y autor exitoso de libros, quien declaró en 1968 que “[l]a batalla por alimentar la humanidad se acabó” y predijo que “cientos de millones pasarán hambre hasta morir” -y le dieron una condecoración de genio por ello- mostró no ser el mejor consejo (very badly wrong).

Notablemente, esta alimentación de siete miles de millones de personas ha sucedido sin requerir mucha tierra nueva bajo el arado y la vaca. En vez de ello, en muchos lugares, las tierras agrícolas han vuelto a la naturaleza. En el 2009, Jesse Ausubel de la Universidad Rockefeller, calculó (calculated) que, gracias a más agricultores con acceso a mejores fertilizantes, pesticidas y biotecnología, el área de tierra necesaria para producir una cantidad dada de comida -promediada para todas las cosechas- fue un 65 por ciento menor que la de 1961. Como resultado, un área del tamaño de India será liberada dentro de medio siglo. Este es un impulso enorme para la vida salvaje. También, se han expandido constantemente los parques nacionales y otras áreas protegidas.

Tampoco, por lo general, las mejoras agrícolas trajeron como resultado nuevos problemas de contaminación. Por el contrario. El reemplazo de pesticidas como el DDT por otros menos dañinos que no persisten en el ambiente y acumulan en la cadena alimentaria, además de avances en biotecnología, han permitido que la vida salvaje empiece a recuperarse. En la parte norte de Inglaterra en donde yo vivo, las nutrias han regresado a los ríos, y los halcones, azores, águilas y gerifaltes a los cielos, en mucho gracias a la eliminación de pesticidas organoclorados. En donde crecen cosechas genéticamente modificadas -no en la Unión Europea- ha habido una reducción del 37 por ciento en el uso de insecticidas, como lo muestra un estudio (study ) hecho en la Universidad de Göttingen.

Una de las características extraordinarias de los pasados 40 años, ha sido la reaparición de una vida salvaje que, en cierto momento, parecía dirigida hacia la extinción. Las águilas calvas han vuelto tan espectacularmente, que han sido sacadas de la lista de especies en peligro de extinción. Los venados y los castores se han expandido a los suburbios de las ciudades, seguidos de coyotes, osos e incluso lobos. El lobo ahora ha recolonizado (recolonized) gran parte de Alemania, Francia e incluso parte de la Holanda fuertemente poblada. Los estuarios han sido limpiados, de forma que peces y aves han recolonizado ríos como el Támesis.

REVERDECER GLOBAL

He aquí una pregunta que les hago a los niños cuando tengo la oportunidad: ¿Por qué está la población de lobos creciendo, la del león creciendo y la del tigre manteniéndose? La respuesta es sencilla; Los lobos viven en países ricos, los leones en países pobres y los tigres en naciones de ingresos medios. Resulta que nosotros, los conservacionistas, estaban equivocados allá en los ochentas al temer al desarrollo económico. La prosperidad es la mejor cosa que puede pasar para la vida salvaje de un país. Al enriquecerse la gente, puede pagar la electricidad en vez de cortar madera, compra gallinas en vez de cazar animales salvajes para comer u obtiene un empleo en un pueblo, en vez de tratar de buscar el sustento a partir de un pedazo de tierra. También, pueden dejar de preocuparse de que sus hijos sufran hambre y empiezan a preocuparse por el medio ambiente. País tras país, primero en Asia, luego en América Latina y ahora, crecientemente, en África, ese proceso de desarrollo conducente a ganancias ambientales rápidamente ha logrado una inflexión en las vicisitudes de los ecosistemas salvajes.

Una forma de medir ese progreso es mirar los bosques. Los bosques siguen todavía siendo cortados en países pobres, pero, se están expandiendo en los ricos. Resulta que, cuando un país llega a un cierto nivel de ingreso, alrededor de $5.000 por persona por año (around $5,000 per person per year), empieza a reforestar. Esto se debe a que la gente se enriquece lo suficiente como para dejar de descansar en la quema de madera para cocinar, y a usar electricidad o gas en vez de ella. Por ejemplo, Bangladesh era desesperadamente pobre en 1980, pero, no lo suficientemente rica como para estar aumentando hoy crecientemente su cobertura boscosa.

En general, así, el número de árboles en el mundo está creciendo constantemente. Un estudio (study) publicado por la NASA y la Universidad de Maryland en el 2018, examinó datos satelitales y encontró que los incrementos globales en la cobertura arbórea, más que ha compensado las pérdidas de árboles en los últimos 35 años. Esto no se debe sólo a un crecimiento en las cosechas madereras; la mayor parte es por regeneración natural. Tampoco esto está sucediendo solo en los fríos bosques del Norte; asimismo, los países tropicales están reforestando. Si usted me hubiera dicho en los ochentas que esto pasaría, no le habría creído.

En el 2013, me enteré de un interesante estudio que estaba siendo realizado por la NASA, en conjunto con las Universidades de Boston y de Beijing. El equipo de investigadores había encontrado una forma de medir la cantidad de vegetación verde sobre la superficie del planeta, usando datos satelitales. Estaba aumentando: Cada año había más hojas verdes. Yo publiqué un artículo (article) acerca de este fenómeno de “reverdecer global” e inmediatamente fui vilipendiado por mi impertinencia al diferir del guion pesimista. Pero, de hecho, había quedado claro desde varios años antes que los niveles de dióxido de carbono medidos en la parte alta de una montaña de Hawái, aunque crecían año tras año, también estaban aumentando y disminuyendo con las estaciones en más de lo previamente acaecido, implicando que había mayor crecimiento de las hojas verdes en los veranos del hemisferio norte.

En el 2016, el mismo equipo publicó un artículo (paper) confirmando que el reverdecer global estaba ocurriendo y especula acerca de la causa. Aunque el informe de prensa (press release) me amonestó -¡por mi nombre!- por sentirme cómodo con este hecho, citó al autor principal, Zaichin Zhu de la Universidad de Beijing, diciendo que el reverdecer durante los últimos 30 años era equivalente a agregar un nuevo continente cubierto de vegetación del doble del tamaño de Estados Unidos. El reverdecer global está sucediendo en todos los ecosistemas, incluyendo bosques lluviosos, tundras y áreas de siembra, y es particularmente fuerte en las zonas áridas del planeta.

Al analizar los patrones del reverdecer, Zhu y sus colegas estuvieron en capacidad de desentrañar por qué eso estaba pasando. Algo de ello se debía al uso de fertilizante, algo a aumentos en lluvias causadas por un leve calentamiento de los océanos, y algo por la reforestación. Pero, la causa mayor, responsable del 70 por ciento del reverdecer, fue el aumento en el dióxido de carbono en la atmósfera, resultado de la quema de combustibles fósiles. El dióxido de carbono es el alimento crudo que usan las plantas, con el agua, para hacer carbohidratos y, de ahí, proteínas y grasas.

Este efecto de fertilización por el CO2 era bien conocido en principio, gracias a los miles de experimentos de muchos años en laboratorios, invernaderos y aire libre. En efecto, los invernaderos comerciales compran dióxido de carbono para bombear las matas de tomate, para estimularlas a que crezcan más rápidamente. Otro estudio (study) publicado este año confirmó “la concentración creciente de CO2 atmosférico como el motor dominante” de un aumento del 31 por ciento en la producción global primaria bruta terrestre desde 1900.

El reverdecer global significa que cada año hay más alimentos para las orugas, antílopes, pájaros carpinteros, y un número incontable de otras especies. También, significa que necesitamos menos tierra para alimentarnos, que lo que ahora, de otra manera, habríamos necesitado. Entre todas las cosas que no esperaba en 1980, ciertamente, esta es la más notable.

MÁS CON MENOS

En el océano, también, aunque todavía hay mucho que está mal, mi joven yo en 1980 estaría asombrado por lo que ha pasado. La cantidad de petróleo derramada en los mares ha caído (has fallen ) en un 80 por ciento desde 1980. Esto se debe a que los propietarios de barcos se reunieron y pusieron de acuerdo en usar tanqueros con doble casco, y la navegación por el CPS pronto logró que los naufragios fueran menos posibles. Al mismo tiempo, las poblaciones de ballenas han aumentado en un estilo espectacular. Por ejemplo, las ballenas jorobadas eran menos de 5.000 en los sesentas. Hoy existen, al menos, 80,000.

La isla subantártica de Georgia del Sur, que tuve la suerte de visitar en el 2016, ahora está llenando sus playas con millones de pingüinos reales, millones de focas de pelo fino y casi un millón de elefantes marinos. Estas especies raras se estaban desvaneciendo a mediados del siglo XX, después que balleneros y cazadores de focas habían devastado la vida salvaje de la isla. En el Ártico, el número de morsas u osos polares también ha rebotado a niveles altos. Esto en parte se debe a regulación protectora, pero, también, en parte, se debe a un cambio en los incentivos económicos. Al igual que un agricultor de subsistencia en África, quien obtiene un empleo en un pueblo y empieza a comprar gallinas en el comercio, en vez de depender de la cacería de animales salvajes, así, nosotros en Occidente, hemos decidido que matar focas y ballenas por su carne o su grasa, ahora tiene menos sentido económico que criar pollos, plantar colza o perforar en busca de petróleo.

En efecto, en áreas en que están declinando las poblaciones de vida salvaje, eso ahora es, a menudo, ocasionado por la competencia de especies en recuperación. Los rorcuales comunes se están reuniendo en agregados tan grandes en las afueras de la Isla Elefante, cerca de la Península Antártica, que se están comiendo el kril del que dependen los pingüinos barbijo, ocasionando una disminución en el número de estos últimos. Las ballenas jorobadas se están comiendo las presas de los frailecillos fuera de la costa de Islandia, contribuyendo a problemas de reproducción. Las ballenas asesinas han alejado al gran tiburón blanco en África del Sur. Los erizos han desaparecido de gran parte de los campos británicos, debido a la depredación de los castores, cuyas poblaciones han florecido.

Si dejáramos de descansar en el pescado fresco capturado en las aguas, también ellos podrían recuperarse para llenar de nuevo los mares. Por suerte, también aquí estamos progresando. Hoy en día, cerca de la mitad (about half) de nuestros alimentos marinos proviene de pescados y camarones cultivados. Pero, para alimentar a estos animales cultivados, todavía necesitamos cazar el pescado salvaje y, si podemos alterar eso, tal vez con cosechas biotecnológicas, entonces, tal vez, podríamos regresar a la época en que vastas escuelas de atunes y peces espadas enormes vagaban por los océanos.

A algunos les preocupa que reportar buenas noticias acerca del ambiente hace complaciente a la gente. Estoy en desacuerdo. Hace que la gente se dé cuenta de que las declinaciones no son inevitables, que las mejores son posibles y que vale la pena intentarlo. Tome el caso de la determinación de Nueva Zelandia, de deshacerse por sí misma de todos los depredadores de mamíferos para el 2050. (Aparte de los murciélagos y las focas, no hay mamíferos nativos de Nueva Zelandia y los mamíferos externos introducidos, como armiños y zorros han devastado la vida salvaje nativa). Este plan ridículamente ambicioso tan sólo está siendo contemplado por los logros notables de conservacionistas de Nueva Zelandia en las islas fuera de la costa, como la Isla Stewart y Georgia del Sur, en que la carnada de ratas envenenadas que se diseminó por helicópteros terminó totalmente con roedores en islas grandes y montañosas.

A pesar de esos esfuerzos, los riesgos presentados por especies ajenas son ejemplo de una tendencia que aún no va en la dirección correcta, y recordatorio de no ser panglosiano (Nota del traductor: palabra derivada del filósofo y tutor francés Panglosse de la obra Candide de Voltaire y expresa optimismo extremo, independientemente de las circunstancias). Especies invasivas son la causa principal de la extinción de mamíferos y aves en islas. Por ejemplo, la culebra arbórea café ha causado la extinción de 12 especies de aves (12 bird species) en Guam. Una innovación que podría ayudar en esta lucha es la deriva genética, tecnología en que la secuencia genética que disemina toda la descendencia masculina en una población durante un número establecido de generaciones, extinga una población local. Por ejemplo, podría usarse para eliminar los mosquitos forasteros que han diseminado la malaria aviar que ha causado la declinación los mieleros nativos en Hawái, de los cuales muchas especies se han extinguido.

Por tanto, me aventuro a predecir que, usando la biotecnología, en 40 años lograremos deshacernos en las islas del mundo de muchas de las especies invasivas que han causado tal daño. En efecto, iremos más allá y reviviremos varias especies extintas. Bajo el lema Revive y Restaura (Revive and Restore), Ryan Phelan y Stewart Brand han empezado a explorar cómo podría lograrse esto. Primero, usted necesita leer el genoma completo de una especie extinta, proveniente de un espécimen de museo. En algunos casos ya esto se ha hecho. La paloma migratoria, que se extinguió en 1914, y el alca gigante, que se extinguió en 1844, han sido secuenciados de esa forma. Segundo, usted necesita hacer ediciones precisas al genoma de una especie cercanamente relacionada. Las nuevas técnicas de edición de la base y edición de calidad que están siendo desarrolladas, prometen que eso sea posible muy pronto. Tercero, usted necesita introducir este genoma en los embriones, para crecer una población de individuos y, luego, necesita reintroducirlos a la naturaleza. Espero que esto pase en vida de mis hijos.

LOS SIGUIENTES CUARENTA

¿Qué más podremos lograr para el año 2060, cuando yo tendré 102? Aunque habrá más de nueve mil millones de personas, es casi seguro que habrá bosques más extensos, más vida salvaje, ríos más limpios y mares más ricos, pues eso es lo que actualmente está pasando. La mayoría de la gente que niega esto, y que insiste en que las cosas están empeorando, simplemente está equivocada. El último ejemplo es el “apocalipsis de los insectos”,” temor (scare) que ha sido ampliamente reportado por los medios, pero que se basa en datos inadecuados y exageraciones ridículas de uno o dos estudios de pequeña escala, de dudoso valor.

No obstante, hay una cosa que me preocupa y es esta: Algunos ambientalistas, hoy tan impregnados de pesimismo como lo estaba yo hace 40 años, están determinados a impulsar políticas que, en realidad, dañan al medio ambiente. Ellos quieren que nuestra agricultura sea orgánica, aun cuando eso usa más tierra y causa más daño al suelo que la agricultura con químicos y biotecnología. Quieren que obtengamos toda la energía que necesitamos del sol o del viento, aun si eso significa cubrir el paisaje con estructuras industriales que tratan de extraer energía de fuentes de densidad extremamente baja. Quieren que convirtamos las cosechas en combustible, vía del etanol del maíz o diésel del aceite de palma africana, aunque eso signifique robarle tierra a la vida salvaje. Quieren que rechacemos la biotecnología y la energía nuclear, dos prácticas que reducen la huella ambiental de los humanos. Quieren que reciclemos el plástico, en vez de incinerarlo, lo que ha resultado en una industria de exportación del plástico a Asia, en que mucho de él termina siendo lanzado al océano. En resumen, sus políticas son, en muchos casos, en realidad peores para el ambiente.

Termino con una predicción adicional. Si bien el cambio climático es real y creado por el hombre, no causará una catástrofe para el 2060. La tasa actual de calentamiento durante las últimas tres décadas es alrededor de la mitad de lo que científicos predijeron en 1990 (predicted in 1990): 0.17°C por década en comparación con 0.30°C. Y, como se predijo, el calentamiento está dándose más de noche, áreas frías e invierno, que en el curso del día, en áreas cálidas y en verano. El efecto sobre la frecuencia e intensidad de las tormentas, sequías, inundaciones, nevadas y otros acontecimientos del clima, es aún tan pequeño que se hace difícil detectarlo. Por supuesto, estos continúan sucediendo. Probablemente ha habido una pequeña declinación en las sequías, pero un ligero aumento en las ondas de calor. Hay una capa de nieve menor en el hemisferio norte en la primavera, mayor en el otoño, y no hay cambio en el invierno. Los glaciares están retrocediendo, como ha sucedido desde mediados del siglo XIX. Más importante, las muertes por acontecimientos climáticos continuarán cayendo rápidamente, cuando más países tienen acceso a la tecnología, infraestructura e información necesarias para prevenir las pérdidas de vidas en gran escala en un huracán, sequía o inundación.

Aún más, si el calentamiento continúa como es este, para el 2060 todavía no habríamos llegado al tipo de temperaturas que fueron lo estándar en la parte temprana del actual período inter glacial, cuando con regularidad el Océano Ártico perdió todo su hielo durante el verano. Así que, no nos estamos dirigiendo hacia un territorio sin precedentes. Y me sospecho que, en última instancia, resolveremos el problema si sustituimos los combustibles fósiles por fusión nuclear, mucho antes que sus consecuencias lleguen a ser catastróficas.

Me equivoqué siendo pesimista acerca del ambiente en 1980, y, de nuevo, sería errado hoy darles a los jóvenes un consejo de desánimo. Desde aquel entonces, mucho ha mejorado y, como lo ha demostrado el trabajo del PERC durante cuatro décadas y que continúa, a partir de ahora no sólo es posible mucha mejoría, sino que es probable.

Este artículo se reimprime con el permiso de PERC. (This article was reprinted with permission from PERC. )

Matt Ridley es un periodista y escritor. Su libro más reciente es “The Evolution of Everything: How New Ideas Emerge (Fourth State).