EL 1984 DE LOS ESTADOS UNIDOS: BIENVENIDO A EL ODIO

Por Caroline Breashears

American Institute for Economic Research
10 de setiembre del 2020


¿Es hora de El Odio?

Es una pregunta que, nosotros, como el protagonista de la distopia de George Orwell, 1984, podemos estar haciéndonosla ahora a nosotros mismos, al sintonizar un programa de noticias o darle un clic a nuestro sitio favorito en la red.

Para Winston Smith, del libro de Orwell, los Dos Minutos de Odio sucedían a las 11 a.m., cuando los compañeros de trabajo se reunían frente a una pantalla de televisión. Juntos escuchaban a Emmanuel Goldstein, enemigo designado del Partido, demandando libertad de expresión y un final a la guerra. Y juntos todos gritaban, pateaban sus sillas y lanzaban libros a la imagen de Goldstein.

La escena revela los efectos devastadores de un odio sostenido. Después de treinta segundos, la mitad de los espectadores está enfurecido. Para el segundo minuto, se encuentran en un frenesí. Como reflexiona Smith,

“Lo horrible de los Dos Minutos de Odio no era que cada uno tuviera que desempeñar allí un papel sino, al contrario, que era absolutamente imposible evitar la participación, porque era uno arrastrado irremisiblemente. A los treinta segundos no hacía falta fingir. Un éxtasis de miedo y venganza… parecía recorrer a todos los presentes como una corriente eléctrica, convirtiéndole a uno, incluso contra su voluntad, en un loco gesticulador y vociferante.”

Es la Oceanía de 1984. Pero, también, está llegando a ser los Estados Unidos, tal como lo confirmará cualquier programa de noticias o fuentes de los medios sociales.

Si no es interrumpido, el odio actual podría empezar un fuego que bien puede que nunca se extinga. Pero, ¿cómo vamos a detenerlo?

“LA DESTRUCCIÓN DE LAS PALABRAS ES ALGO DE GRAN HERMOSURA”

Empiece por el lenguaje. En 1984, un editor del diccionario de la Neolengua canta loas a la destrucción de las palabras. Al eliminar frases, el Partido destruye la habilidad de la gente no sólo para expresar ideas, sino para pensarlas: “al final de cuentas lo haremos literalmente impensable pues el pensamiento depende de las palabras.”

¿Cuáles palabras han dejado de existir en esta distopia? Honor, Justicia y Moral, para citar unas pocas. Uno no puede demandar algo que no puede expresar.

Hoy, podemos hacer nuestra propia lista, empezando con civilidad. Es elitista, se nos ha dicho, insistir en tratar a los individuos con dignidad y cortesía. Usarla en algunos contextos, particularmente en universidades, es incitar un frenesí similar a El Odio.

Para estar a salvo, uno debe usar eslóganes aceptados, tales como aquellos en 1984: “La Guerra es la Paz,” “La Libertad es la Esclavitud,” “La Ignorancia es la Fuerza.”

Y, ahora, estamos al borde de crear nuevos eslóganes, tales como “Los Disturbios son Protestas Pacíficas,” “Un Trato Desigual es Equidad,” “El Saqueo es Justicia.” Después de todo, el saqueo es “un modo de acción política” que “ataca la idea de propiedad” y la forma en que ella es “injusta (“unjust.”)

Tal vez, la gente cree estos mantras. O, tal vez, sabe que el Gran Hermano de hoy nos está mirando, listo para cancelarlas tan rápidamente como el Partido vaporiza a sus oponentes.

EXTINGUIR… LA POSIBILIDAD DE TODA LIBERTAD DE PENSAMIENTO”

Pero, tenemos que resistir, pues, cuando nuestro lenguaje se encoge y retuerce, igual lo hace nuestra habilidad para pensar. Este es uno de los dos objetivos del Partido en 1984: conquistar la tierra y “extinguir, de una vez para siempre, la posibilidad de toda libertad de pensamiento.”

En efecto, en ese mundo difícilmente importa el individuo. Sólo somos miembros de una tribu, piezas de un cuerpo: “¿No comprendes,” como le dice a Winston un miembro del Partido, “que el individuo es sólo una célula?”

Una célula no reflexiona o juzga. Esta es la razón por la que escala el Odio. Y, debido a que nuestra cultura, como la de Orwell en 1984, se inclina a reescribir o cancelar la historia (history), estamos perdiendo las fuentes que nos permiten luchar contra esta tendencia, tanto moral como políticamente.

Considere la advertencia de Adam Smith, en The Theory of Moral Sentiments [La Teoría de los Sentimientos Morales], que en una nación distraída por las facciones, da lugar a un “espíritu de sistema”, que inflama al público “hasta la locura del fanatismo.” “Intoxicados” por la belleza de un nuevo sistema, sus proponentes se enamoran de su propio sofisma. Sólo unos pocos individuos “conservan su juicio intacto del contagio general.”

Y, así, disminuye nuestra habilidad de consultar nuestra consciencia, nuestro espectador imparcial, el semidiós interno. En vez de ello, nos convertimos en la masa.

“PODEMOS TENER COSAS GRATIS”

Actualmente, políticos y activistas inflaman las masas con mentiras que confirman la ortodoxia, que en 1984 significa “no pensar, no necesitar el pensamiento. Nuestra ortodoxia es la inconsciencia.”

Y las mentiras más populares tienen que ver con la propiedad (property). Considere la justificación de Vicky Osterweil para el saqueo:

“Él también ataca la misma forma en que se distribuyen los alimentos y las cosas. Ataca la idea de propiedad, y el saqueo ataca la idea de que, para que alguien tenga un techo sobre su cabeza o un tiquete para una comida, ellos tienen que trabajar para un patrón, para poder comprar cosas personas como ellas en cualquier lugar del mundo, tienen que hacerlo bajo las mismas condiciones. Señala el camino en que eso es injusto. Y, obviamente, la razón de que el mundo esté organizado de esa forma, es para las ganancias de las personas dueñas de esas tiendas y fábricas. Así que, usted llega al meollo de esa relación de propiedad, y demuestra que, sin policía y sin la opresión del estado, podemos tener las cosas gratis.”

No importa el proceso de intercambio. No importa la innovación del individuo que crea los productos que se intercambian. Simplemente, eliminen la policía y la “opresión del estado” y los empresarios, y podemos obtener gratis todas las cosas.

¿POR QUÉ ADAM SMITH NO PENSÓ EN ESO?

Si bien Osterweil no logra aplausos en economía, ella es brillante en Odio. El saqueo, dice ella entusiastamente, “le brinda a la gente un sentido imaginativo de libertad y placer y les ayuda a imaginar un mundo que podría ser.” Agrega, “los disturbios y los saqueos se experimentan como una especie de felicidad y liberación.”

Con la promesa de tales deleites, no es de extrañar que los activistas tengan seguidores. En efecto, parecen haber tomado como una guía a la propia descripción de Orwell de la Semana de Odio en 1984. En verdad, hemos visto ejemplos recientes de delirio y salvajismo a la par de una redacción orwelliana: CHAZ fue simplemente una fiesta de la cuadra, un “verano de amor” (summer of love.)

Es hora de interrumpir la corriente de Odio, hora de citar sus causas y efectos a largo plazo sobre el individualismo y la prosperidad. Al contrario de 1984, La Libertad no es La Esclavitud.

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Caroline Breashears, profesora en la Universidad St. Lawrence University, quien recibió su doctorado de la Universidad de Virginia, se especializa en literatura británica del siglo XVIII. Sus publicaciones recientes incluyen Eighteenth-Century Women's Writing and the "Scandalous Memoir" (Palgrave Macmillan, 2017) y artículos en Aphra Behn Online y en el International Journal of Pluralistic and Economics Education. Recientemente fue Académica Adam Smith en el Liberty Fund, y su investigación actual se enfoca en Adam Smith y en la literatura. Enseña cursos acerca de cuentos de hadas, Literatura Británicas del siglo XVIII y Jane Austen.