AHORA SUECIA TIENE UNA MENOR TASA DE MORTALIDAD QUE ESTADOS UNIDOS POR EL COVID-19. HE AQUÍ POR QUÉ IMPORTA

Por Jon Miltimore

Fundación para la Educación Económica
Viernes 4 de setiembre del 2020

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, con letras en azul y entre paréntesis, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/sweden-now-...hy-it-matters/

La estrategia del “toque moderado” de Suecia ante el COVID-19 luce más fuerte con cada semana que pasa.

Durante meses, Suecia fue el saco de boxeo para medios y políticos del mundo.

Por dejar de imponer una cuarentena, Suecia fue declarado por el New York Times “cuento con una moraleja” (cautionary tale).
“Suecia lo está pagando caro por su decisión de no imponer una cuarentena,” tuiteó (tweeted) el presidente Trump.

“Nos están conduciendo hacia una catástrofe,” dijo (said) The Guardian en marzo, citando un investigador de inmunología viral.

Todos los expertos y medios de todo el mundo parecían estar de acuerdo, con pocas excepciones notables (notable exceptions), en que las cuarentenas eran un enfoque correcto para la pandemia del COVID-19.

Últimamente, ha habido mucho menos hablada acerca de Suecia. La razón, parecería ser, es que la estrategia de Suecia parece que ha moderado al virus. Mientras que países alrededor del mundo están experimentando un resurgimiento de brotes del COVID-19, las muertes en Suecia por el COVID-19 se han reducido a un paso lento.

Como resultado, muchas naciones están acercándose a Suecia en muertes per cápita y algunas la están sobrepasando. Recientemente, Italia apareció de nuevo adelante de Suecia. Luego, Chile sobrepasó a los suecos. Después vino Brasil, que el miércoles pasado sobrepasó a Suecia en muertes per cápita.

Finalmente, el jueves anterior, Estados Unidos se unió al grupo. Actualmente Estados Unidos tiene 578 muertes por el COVID-19 por cada millón, en comparación con 577 por millón de Suecia, según (according to) el sitio en la red de estadísticas globales Worlodometers.

Es posible que muchas más naciones le sigan en las semanas y meses próximos.

Entre tanto, el hombre detrás de la estrategia de inmunidad de rebaño en Suecia, Johan Giesecke, acaba de ser promovido (promoted) por la Organización Mundial de la Salud.

LA LECCIÓN DE LA CUARENTENA

Las cuarentenas impuestas por el estado han arrasado tanto con las economías como con los humanos. Las órdenes de quedarse en casa causaron una declinación masiva del producto económico y ocasionaron serias alteraciones en la cadena global de suministros. Se perdieron decenas de millones de empleos (of millions of jobs), millones de negocios fueron cerrados y, por primera vez en más de dos décadas, aumentó la pobreza global extrema (of millions of jobs). Entre tanto, los países vieron aumentos en las sobredosis de drogas (drug overdoses), suicidos (suicide), violencia doméstica (domestic violence), y depresión (depression).

Por meses, medios, expertos en políticas y políticos afirmaron que esas consecuencias no previstas eran un daño colateral necesario en la guerra contra el COVID-19 (cuando apenas las reconocieron).

“Científicos dicen que es posible que las cuarentenas hayan impedido cientos de millones de infecciones alrededor del mundo,” reportó (reported) CNN en junio. “Un estudio basado en un modelo publicado en la revista científica Nature el mes pasado, estimó que, para principios de abril, las políticas de cuarentena habían salvado de infección a 285 millones de personas en China, 49 millones en Italia y 60 millones en los Estados Unidos.”

El profesor Solomon Hsiang, director del Laboratorio de Política Global en Berkeley, llamó a las cuarentenas uno de los emprendimientos más grandiosos jamás llevado a cabo por los humanos.

“No creo que ningún otro emprendimiento humano alguna vez haya salvado tantas vidas en un período tan corto,” dijo Hsiang. “Ha habido enormes costos personales al quedarse en casa y cancelar actividades, pero los datos muestras que cada día hizo una profunda diferencia.”
Investigación publicada recientemente parece abrir un hoyo en esta tesis.

En un nuevo artículo en el Wall Street Journal, titulado “The Failed Lockdown Experiment” [El Fallido Experimento de la Cuarentena], Donald L. Luskin, el funcionario principal de inversiones de TrendMacro, una firma consultora de estrategias globales de inversión, dice ( says) que los datos muestran que, en realidad, las cuarentenas están correlacionadas con una mayor diseminación del virus.

“TrendMacro, mi empresa analítica, contabilizó el número acumulado de casos reportados de Covid-19 en cada estado y en el Distrito de Columbia, como porcentaje de la población, con base en datos de departamentos de salud estatales y locales, agregados por el Proyecto de Seguimiento del Covid. Luego, los comparamos con el momento y la intensidad de la cuarentena en cada jurisdicción. Eso es medido, no por las órdenes dispuestas por funcionarios gubernamentales, sino, más bien, observando lo que, en realidad, hizo la gente en cada jurisdicción, junto con su comportamiento de referencia antes de las cuarentenas. Eso se captura en un seguimiento de datos detallados y anónimos de teléfonos celulares, brindados por Google y otros, y tabulados en un “Índice de Distanciamiento Social” del Instituto del Transporte de la Universidad de Maryland.

Midiendo desde el inicio del año hasta el punto de cuarentena máxima para cada estado -que va del 5 de abril al 18 de abril- resulta que las cuarentenas se correlacionan con brotes más grandes del Covid. Los cinco lugares con las cuarentenas más estrictas -el Distrito de Columbia, Nueva York, Michigan, Nueva Jersey y Massachusetts- tuvieron el mayor número de casos.

Podría ser que las cuarentenas estrictas fueron impuestas como una respuesta a unos brotes ya severos. Pero, la sorprendente correlación negativa, si bien estadísticamente débil, persiste aún cuando se excluyen estados con los mayores números de casos. Y no hace diferencia alguna si el análisis incluye otros factores explicativos, como densidad de la población, edad, etnicidad, prevalencia de asilos de ancianos, salud en general o temperatura. El único factor que parece hacer una diferencia demostrable es la intensidad en el uso de tránsito en masa.”

La eficacia de las cuarentenas (o de su ausencia) posiblemente será sujeto de debate durante años.

Lo que es claro es que el COVID-19 no es tan mortal (not as deadly) como los investigadores pensaron inicialmente, y las naciones y estados que no impusieron cuarentenas no sufrieron una explosión en muertes y en casos de contagio (pero sufrieron una destrucción económica mucho menor (far less economic destruction)).

El hecho de que Suecia no impuso cuarentena y que ahora tiene menos muertes per cápita que Estados Unidos, los que experimentaron cuarentenas económicas en la mayor parte del país, no prueba que las cuarentenas no funcionan. Al igual que el hecho de que Suecia tuvo más muertes que sus vecinos escandinavos, como Finlandia y Noruega, no es prueba de que las cuarentenas salvaron vidas.

Es simplemente más evidencia de que la correlación entre cuarentenas y muertes por el COVID-19 es extremamente débil. Y, en el grado en que existe una correlación, es en realidad negativa.

En efecto, si usted excluye de los totales de Estados Unidos a tres estados que practicaron cuarentena -Nueva Jersey, Nueva York y Massachussets, los que dan cuenta del 31 por ciento de todas las muertes por COVID-19 en Estados Unidos- los números de Estados Unidos súbitamente se desploman a 399 por cada millón, por debajo de Bolivia y ligeramente por encima de Colombia.

El año 2020 pasará a la historia como una calamidad económica. Pero, eso no se debió a que el COVID-19 golpeó (los virus respiratorios mortales han existido tanto tiempo como los humanos), sino porque los planificadores centrales creyeron que, la mejor forma de proteger a la humanidad de un virus respiratorio invisible, era ordenando que gente sana permaneciera en sus casas bajo casi todas las condiciones, en muchos casos bajo la amenaza de una multa o de prisión.

Los planificadores cometieron el error fatal de ignorar el famoso consejo (famous advice) de F.A. Hayek, ofrecido en su discurso de 1974, al recibir el Premio Nobel, de actuar humildemente con su enorme poder.

“El curioso cometido de la economía es enseñar a los hombres lo poco que realmente saben sobre aquello que imaginan que pueden diseñar,” escribió después en The Fatal Conceit (La Fatal Arrogancia]. “Para la mente ingenua, que sólo es capaz de concebir el orden como resultado de un arreglo deliberado, quizá parezca absurdo que, ante condiciones especialmente complejas, tanto el orden como su adaptación a lo desconocido, puedan garantizarse más eficazmente a través de la decisión descentralizada; y también que la pluralidad de centros decisorios aumenta las posibilidades del orden en general. Pero es innegable que la descentralización permite, de hecho, hacer uso de superiores cuotas de información.”

En efecto, los resultados de las cuarentenas han sido fatales. Pero, no es demasiado tarde para aprender la verdad de la importante lección de Hayek.

Jonathan Miltimore es editor administrativo de la FEE.org. Sus reportajes y artículos han aparecido en la revista TIME, el Wall Street Journal, CNN, Forbes, Fox News y el Star Tribune.

Otros: El Washington Times, MSN.com, El Washington Examiner, el Daily Caller, el Federalist, el Epoch Times.