Veo con agrado que, por fin, haya un mayor proceso de apertura de nuestra economía por parte de las autoridades de gobierno. Sin duda que llegar a esas decisiones nos ha costado y que nos costará mucho, pero, habrían sido mayores costos si se hubiera seguido con aquellas estrategias basadas en la imposición de órdenes gubernamentales, pues ahora que se descansará más en incentivar un comportamiento deseable de parte de personas y negocios. Ese paso es conveniente, pero no es más que uno en la dirección correcta y queda aún un amplio pendiente. Ojalá que se siga avanzando en ese proceso de volver a poder tomar nuestras decisiones normales usuales. Este artículo, si bien se publicó hace más de 4 meses y es para el caso de la economía estadounidense, sin duda que tiene muchos paralelos de lo que se podría esperar en nuestra economía.

EL GOBIERNO NO PUEDE PLANIFICAR LA REAPERTURA DE LA ECONOMÍA

Por Benjamin Powell

The Independent Institute
18 de abril del 2020


El presidente Trump y los gobernadores alrededor del país están entrando en conflicto acerca de quién tiene la autoridad para decidir cuándo y cómo “reabrir” la economía. Aun así, los funcionarios gubernamentales no pueden saber cómo planear esa reapertura, precisamente por las mismas razones por las que no pueden saber cómo planificar una economía que ya está abierta.

Las economías planificadas centralmente tienen una historia de 100 años de estancamiento, ineficiencia y escaseces de bienes de consumo. No se requirió de una crisis global para vaciar los estantes en los comercios de alimentos de Cuba o Venezuela. Los errores cometidos por los planificadores centrales, quienes tienen el poder monopólico sobre las decisiones económicos, hicieron todo eso por cuenta propia.

El futuro necesariamente es incierto. Así que, cualquiera que haga predicciones acerca de la oferta y la demanda está destinado a cometer errores. Pero, las economías de mercado descentralizan la toma de decisiones. Los errores de algunos empresarios usualmente son compensados por las acciones correctas de otros, mientras que las señales de pérdidas y ganancias guían a los empresarios equivocados a ajustar su comportamiento.

El milagro del mercado consiste de esto: permitir a los empresarios, guiados por los precios, que hagan sus propias decisiones de producción para garantizar que los estantes de nuestros comercios estarán confiablemente llenos de un conjunto masivo de productos. Es así como ha sido hasta recientemente.

Las escaseces recientes son el resultado de un pico en la demanda: los consumidores se apuraron para comprar los suministros de semanas de algunos bienes todos al mismo tiempo. Las leyes anti manipulación de precios agravaron la situación, pero la mayoría de los mercados está funcionando, y los empresarios están rellenando los estantes.

Para mala suerte, el sector del cuido de la salud es uno de los sectores más regulados de la economía estadounidense. Los planificadores gubernamentales limitan la habilidad de todos los empresarios para descubrir mejores formas de suplir el cuido de la salud ̶ con resultados predeciblemente sombríos.

Cuando la pandemia del COVID-19 empezó en Estados Unidos, los Centros para el Control de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) ejercitó su poder monopólico para producir pruebas y, después, echó a perder su desarrollo. Numerosos empresarios de la salud han desarrollado nuevos y más efectivos exámenes desde que el gobierno relajó el monopolio de la CDC.

Similarmente, cuando los requisitos de seguridad y eficacia de la Administración de Alimentos y Medicinas (FDA por sus siglas en inglés), impidió que los empresarios llevaran nuevas medicinas al mercado. Pero, la FDA no tiene el monopolio del conocimiento de qué es lo que funciona. Médicos, pacientes y empresas de medicinas necesitan del “derecho a probar” para aprender rápidamente los mejores tratamientos. Por fortuna, los tratamientos y vacunas para el COVID-19 están obteniendo aprobaciones mediante vías rápidas especiales, pero la necesidad de una aprobación especial ilustra el problema.

A los hospitales se les ha ordenado la cancelación de cirugías y citas no esenciales. A pesar de ello, los hospitales en la mayoría de los Estados Unidos no se han visto saturados de pacientes con COVID-19, y prohibir a los hospitales que realicen sus actividades normales ha secado sus ingresos y resultado en el despido de trabajadores en medio de una crisis de salud.

Claramente, el sector del cuido de la salud necesita ser liberado de la planificación central.

En cuanto al resto de la economía, los funcionarios federales, estatales y locales saldrán con sus propios planes de cuándo, cómo y cuáles negocios pueden abrir en las semanas venideras. Cada nivel gubernamental ejercerá autoridad monopólica en su jurisdicción. Pero, ninguno de ellos conoce cómo estructurar la reapertura.

Los planificadores en todos los niveles necesitan dejar de darnos órdenes acerca de cómo manejar nuestras vidas económicas y personales. Los individuos necesitan ser libres para escoger cómo interactuar con otros, incluyendo empresas. Esto, sin embargo, no significa un regreso a la “normalidad” que existió antes de la pandemia del COVID-19.

Es menos posible que ahora los clientes frecuenten los negocios, y es menos posible que los empleados lleguen a trabajar a los negocios, en donde los riesgos de salud son mayores. Como resultado, los propios incentivos de pérdidas y ganancias de los dueños de los negocios, les obligarán a absorber el costo de prevenir una expansión potencial del COVID-19 en sus establecimientos.

Los empresarios balancearán estos riesgos contra los deseos de la gente de llevar a cabo intercambios mutuamente beneficiosos. En resumen, los empresarios se verán incentivados a descubrir las mejores formas de reducir el riesgo de infección en sus negocios, para estimular que la gente haga transacciones con ellos.

Regresar a los aviones y entrar a las tiendas y restaurantes ya no será lo mismo. Sin embargo, las mejores soluciones en cada una de estas situaciones no serán uniformes en todas partes. De tal forma, ningún planificador gubernamental puede saber cómo volver a abrir mejor la economía. Cómo responden los consumidores y los empleados necesita ser descubierto mediante el proceso empresarial del mercado. Eso sólo puede pasar si los planificadores gubernamentales nos liberan para que escojamos por nosotros mismos.

También se publicó en The Orange County Register el viernes 17 de abril del 2020.

Benjamin Powell es compañero sénior del Independent Institute y director del Free Market Institute en Texas Tech University.