SÁLVESE A SÍ MISMO: DEJE DE CREER EN CUARENTENAS

Por Stacey Rudin

American Institute for Economic Research
23 de agosto del 2020


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede verlo en Stacey Rudin, Save Yourself: Stop Believing in Lockdown.

Mentes legendarias han afirmado que un fallo en examinar críticamente nuestras creencias, nos hacen culpables de resultados adversos. Las creencias conducen a acciones, lo que impacta a otras personas.

Como escribiera Voltaire durante la Ilustración -cuando todavía la sociedad tenía tiempo disponible lejos de la pantalla, para reflexionar acerca de filosofía, moral y de la verdad fundamental- “aquellos quienes pueden hacer que usted crea absurdos, pueden hacer que usted cometa atrocidades.”

Esto nunca ha sido más cierto que en la época de los medios sociales, en que la información y las opiniones constantemente nos bombardean desde todos los flancos, aislándonos de nuestros propios pensamientos y valores. Tenemos un deber moral de examinar críticamente a nuestras creencias ̶ en especial, su creencia en la “cuarentena,” la política pública más opresiva y universalmente destructiva puesta en marcha en nuestras vidas.

¿Es ese el medio menos restrictivo para minimizar las víctimas en esta pandemia?

Nuestra creencia en ella se formó cuando sentimos un temor legítimo -eso puede conducir a la irracionalidad- así que, en realidad, en buena consciencia no podemos responder esta pregunta, a menos y hasta que tomemos el tiempo para hacer un examen apropiado y honesto, con el beneficio que da la experiencia.

Cualquier número de atrocidades puede suceder cuando los seres humanos actúan con base en creencias infundadas, no examinadas.

Considere el ejemplo del propietario del barco, en el ensayo de 1876 de William Kingdon Clifford, “The Ethics of Belief” [“La ética de creer”]. Preocupado por la condición de su barco envejecido, acerca del cual otros han sugerido que no fue bien construido y que necesita de reparaciones, al final de cuenta, se pacifica a sí mismo con estos pensamientos reconfortantes: “Ella había pasado con seguridad a través de tantos viajes y sorteando tantas tormentas, que era ocioso suponer que ella también de este viaje no regresaría a casa” ( “She had gone safely through so many voyages and weathered so many storms that it was idle to suppose she would not come home from this trip also.”) El propietario del barco desarrolla una convicción sincera de que la nave no se hundirá y actúa con base en esta creencia.

“El observó con agrado la salida [del barco] y con deseos benévolos para el éxito de los exiliados en lo que sería su extraño nuevo hogar; y recuperó el dinero del seguro cuando él se hundió en medio del océano y no contó historias.

¿Qué diremos de él? Ciertamente esto, que él era sumamente culpable por la muerte de aquellos hombres. Se admite que él creyó sinceramente en la solidez de su barco; pero, la sinceridad de su convicción de ninguna forma puede ayudarle, pues él no tenía el derecho de creer en tal evidencia, la cual estaba frente a él. Él había adquirido esta creencia no ganándola honestamente por una investigación paciente, sino al reprimir sus dudas.”

La creencia del dueño del barco estaba edificada sobre la arena ̶ él sabía que tenía preguntas que responder, pero, en vez de ello, tomó el rumbo cómodo y, por eso, otra gente tuvo que pagar con sus vidas. Si bien puede parecer que personalmente salió bien del apuro, su reputación, confianza y consciencia sufrieron en verdad.

Gente que abriga creencias falsas e ignora rutinariamente señales de advertencias tiende a ser afectada fuertemente: considere a los inversionistas en la estafa de Theranos de Elizabet Holmes o el esquema de Ponzi de Bernie Madoff, o los padres de las pequeñas gimnastas de Larry Nassar. Estos ejemplos prueban exactamente qué tan fácilmente la confianza y la credulidad de gente muy inteligente es explotada con facilidad. Sucede como si fuera magia, a plena luz del sol -millones se pierden o se ganan, se toman acciones irreparables- con la víctima creyendo todo el tiempo que él o ella está escogiendo participar en una relación o situación beneficiosa.

Los pasajeros confiaron en el dueño del barco. Los inversionistas confiaron en los empresarios. Los padres confiaron en el médico. ¿Deberíamos NOSOTROS estar confiando en el gobierno. Quizás, en vez de tomar el camino fácil de una fe ciega, deberíamos desafiar las aseveraciones de nuestro gobierno acerca del COVID-19 y cómo tratarlo. Después de todo, los gobiernos ya han admitido por escrito (writing) que nos manipula:

“Amenaza percibida: Todavía un número sustancial de personas no se siente en lo personal lo suficientemente amenazadas; podría ser que ellas se sientan tranquilizadas por la baja tasa de mortalidad de su grupo demográfico… El nivel percibido de amenaza personal necesita ser aumentado entre aquellos que son complacientes, usando mensajes emocionales que golpean fuerte.”

Con todo respeto se los digo: cualquiera que esté dispuesto a adoptar esta táctica turbia no merece su confianza plena. Los gobiernos saben que la gente emocional es fácil de manipular. Como escribió Robert Green en el tomo autoritativo acerca de la naturaleza humana ( human nature) [Las leyes sobre la naturaleza humana], “Te gusta imaginar que tienes el control de tu destino, que planeas conscientemente el curso de tu vida. Pero ignoras que tus emociones te dominan en alto grado. Hacen que adoptes ideas que satisfacen tu ego, que busques evidencias confirmatorias de lo que quieres creer, que veas lo que tu estado de ánimo desea ver…”

Lógicamente, gente aterrorizada quiere creer en la existencia de una línea de vida estable. Quieren esa línea de vida aún más si asiéndose a ella les convierte en “buenas personas,” y convierte a aquellos que prefieren nadar contra corriente en “criminales.” Sabiendo lo que se sabe acerca de la naturaleza humana, podemos estar seguros de que nuestro gobierno sabía que, si en ese momento en particular proponía una cuarentena para nosotros, prácticamente se garantizaba que tendría éxito.

Sería inteligente poner en su sitio al gobierno ahora que nos hemos calmado. ¿En qué fue que nos pidieron que creyéramos, por qué nos han pedido que lo creyéramos y cuáles son las bases para la duda?

CREENCIA #1: “LA CUARENTENA SALVA VIDAS.”

Rápidamente, como fuego en un pajar, en marzo del 2020 se afianzó la creencia ciega en una cuarentena. La chispa que lo inició fue el terror, encendido por el reportaje sensacionalista de medios que reportaron el “desastre” en el norte de Italia, seguido rápidamente de las predicciones del día del juicio final de elegantes modeladores (“¡Colegio Imperial! ¡Londres!”). Esos mismos modeladores ofrecieron una línea de vida: ̶ la cuarentena, la por mucho tiempo esperada oportunidad en la vida real de poner a prueba una teoría favorita (long awaited real-life opportunity to test a pet theory). Lástima que nunca nos detuvimos a cuestionar su credibilidad (“¡ellos sonaban tan sofisticados!”) y sus motivos (“¡hemos estado esperando este momento!”) antes de tomar acción alguna ̶ en particular, una acción drástica que alteraba la vida.

“Todo hombre quien haya aceptado la declaración de alguien más, sin ponerla a prueba y verificarla por sí mismo, mueve a risa; su palabra del todo no vale nada. Deben hacerse dos preguntas serias en consideración a quien primero lo hizo: ¿estaba él equivocado en pensar que sabía de este asunto, o estaba mintiendo?” ~ William Kingdon Clifford

Un segundo tema, de incluso mayor credibilidad, se encuentra cuando consideramos la primera lección que aprendimos acerca de la “cuarentena.” Esa lección vino de China. Ninguno de nosotros -e incluso nuestros padres- había escuchado en vez alguna acerca de una cuarentena a toda una población, hasta que el gobierno chino puso en práctica la idea de una altamente publicitada “cuarentena” propia.

Esto hizo que este concepto se considerara algo normal, preparando nuestras mentes para aceptarlo como una medida apoyada científicamente para administrar las enfermedades infecciosas. Luego, después de bombardearnos con imágenes de los sacrificios de sus ciudadanos, predeciblemente China declaró, “¡Funcionó! ¡Derrotamos al virus! ¡Se terminó la enfermedad!”

La línea de vida. La isla para el escape ( island of escape). Gracias, China ̶ debido a usted no nos moriremos.

Poco sabíamos que décadas de trabajo en salud pública inequívocamente establecieron lo opuesto: “No existe base alguna [en la ciencia] que recomiende la cuarentena, ya sea de grupos o de individuos.” ( “There is no basis [in science] for recommending quarantine either of groups or individuals.”)

Proveniente del Centro Europeo para el Control y la Prevención de la Enfermedad:

“Es difícil imaginar que medidas como esas dentro de la categoría del distanciamiento social no tendrían algún impacto positivo en reducir la transmisión de una infección respiratoria humana, que pasa de humano a humano por vía de gotitas y contacto indirecto. Sin embargo, la evidencia básica que apoya cada medida individual es a menudo débil.” ( the evidence base supporting each individual measure is often weak.)

Proveniente de las Directrices Interinas del 2007 para la Planificación de Pandemia del Centro para los Estados Unidos de Control de Enfermedades ( United States Center for Disease Control’s 2007 Interim Pandemic Planning Guidelines) (p. 25):

“[L]os modelos matemáticos que exploraron estrategias de mitigación de fuentes potenciales que hacen uso de… medidas de control de infección y de distanciamiento social para ser usadas en un brote de gripe, identificó umbrales de tiempo críticos para tener éxito… la efectividad de las estrategias de mitigación de la pandemia se erosionará rápidamente cuando la tasa acumulada de enfermedad, previa a la puesta en práctica, supera al 1 por ciento de la población en un área afectada.”

Hasta el Washington Post, a fines de enero del 2020, publicó un artículo condenando fuertemente la cuarentena china ( the Washington Post, in late January 2020, published an article soundly condemning the Chinese lockdown):

“Esto es alucinante: Esta es la madre de todas las cuarentenas. Nunca me lo podría haber imaginado.” ~ Howard Markel, historiador médico de la Universidad de Michigan

“La verdad es que estos tipos de cuarentenas son muy raros y nunca son efectivos… Ellos lo están haciendo porque la gente que está en el liderazgo político siempre piensa que, si usted hace algo dramático y visible, ganará apoyo popular. Ellos no pudieron tener algún consejo sólido de salud pública.” ~ Lawrence O. Gostin, profesor de derecho global de salud en la Universidad Georgetown

Ahora podemos confirmar la exactitud de estas declaraciones, con datos vivos acerca de nuestro experimento con cuarentena. Incluso tenemos el patrón oro científico -un grupo de control- Suecia. La tasa de mortalidad de Suecia prueba no sólo que la cuarentena no “salva vidas,” sino que conduce a un aumento en la mortalidad. Suecia tiene mucho menos “exceso” (por encima del promedio) en mortalidad por todas las causas en el 2020 ( Sweden has far less “excess” (above-average) all-cause mortality in 2020, que áreas fuertemente puestas en cuarentena, como Nueva Jersey, Michigan, España, Italia, Bélgica y el Reino Unido. La mortalidad de este año por todas las causas en Suecia es similar a aquella de sus vecinos Escandinavos: cada uno de ellos tiene una mortalidad exceso moderada, en línea con promedios históricos ( New Jersey, Michigan, Spain, Italy, Belgium, and the U.K. Sweden’s all-cause mortality this year is similar to that of its Scandinavian neighbors: they each have moderate excess mortality, in line with historical averages).

También, Suecia prueba que el impacto verdadero en la mortalidad del COVID -cuando vidas adicionales no se pierden debido a propaganda aterradora y acciones draconianas del gobierno que conducen al temor, desaliento y la destrucción de los sistemas sociales y médicos- es aquel de una gripe severa. Durante las semanas 1 a 32 del 2018, Suecia tuvo 56.770 muertes. Para las mismas semanas en el 2020, tiene 59.346 muertes ̶ una diferencia de 2.576 o, más o menos, un 4%, y disminuyendo de eso, pues la mortalidad actualmente está siendo inferior al promedio. ( For weeks 1–32 of 2018, Sweden had 56,770 deaths. For the same weeks of 2020, it has 59,346 deaths — a difference of 2,576 or ~4%, and going down from there since mortality is now running below average.)

En resumen, muchos de los ciudadanos más débiles de Suecia tristemente murieron unos pocos meses antes. Si bien toda vida perdida es lamentable, es poco posible que una persona de 86 años de edad quien está muriendo, propondría, para ampliar su propia vida entre 5 y 9 meses ( in order to extend his own life by 5–9 months) (la esperanza de vida restante del 70% de las muertes por el COVID en Suecia), que un padre de 36 años de edad sea sentenciado a perder su negocio y colgarse a sí mismo.

A pesar de lo anterior, eso es exactamente lo que sucedió en países que impusieron una cuarentena (Yet that’s exactly what happened in countries that did lock down). Los ancianos que supuestamente deberíamos estar “salvando” no tuvieron oportunidad de expresarse en torno al asunto ̶ en vez de ello, se contagiaron con el COVID enviado secretamente de forma directa a sus sitios de residencia o asilo ( instead, they got COVID secretly sent straight into their places of residence), como un zorro al gallinero. Según los funcionarios gubernamentales que emitieron tales órdenes y sus medios alineados ideológicamente, Suecia es el muchacho malo. Aceptamos este alegato perverso y abiertamente sesgado y la atrocidad resultante, tan sólo porque creemos firmemente en los efectos de las cuarentenas. De otra forma, estaríamos manifestándonos en las calles, reconociendo que la misma gente que creó el problema nos vendió el remedio. Su remedio.

“Todos sufrimos severamente con el mantenimiento y apoyo de esas creencias falsas y las acciones fatalmente equivocadas a que ellas conducen, y el mal que nace cuando una de esas creencias tiene una consideración grande y amplia.” ~ William Kingdon Clifford

CREENCIA #2: ES IMPERATIVO PARA TODO MUNDO EVITAR LA INFECCIÓN CON EL COVID-19.

Algunas personas, en particular las muy ancianas con comorbilidades serias, deberían, en efecto, evitar la infección. Pero, para los miles de personas con bajo riesgo, el COVID debería tratarse igual que la influenza. Deberían circular normalmente, sirviendo a la humanidad al exponerse al virus sin histeria, tal como lo hicieron los suecos. Esto minimizará la mortalidad general, al reducir la duración de la epidemia, liberando más antes del confinamiento a los ancianos de alto riesgo ( This will minimize overall mortality by reducing the duration of the epidemic, freeing the high-risk elderly from confinement earlier), y evitando todas las muertes por la cuarentena y otros traumas. Es un hecho científico que cada epidemia termina en el umbral de la inmunidad grupal” ̶ no antes. ( It is a scientific fact that every epidemic ends at the threshold of “herd immunity” — not before)

La alternativa que hemos escogido -una epidemia idéntica en tamaño, pero de mayor duración, con personas estadísticamente de riego cero escondidas en sus hogares, estresándose, engordándose y enfermándose más- es una locura extrema. La parte más trágica nos la explica el Colegio Imperial el 16 de marzo, y que fue puesta en línea para que todo mundo la viera:

“Una vez que las intervenciones se relajan… las infecciones empiezan a aumentar, resultando más tarde en el año en un pico epidémico predecible. Entre más exitosa sea la estrategia de una supresión temporal, mayor se predice que será la epidemia posterior en ausencia de una vacuna, debido a una menor construcción de la inmunidad de rebaño.” (“Once interventions are relaxed . . . infections begin to rise, resulting in a predicted peak epidemic later in the year. The more successful a strategy is at temporary suppression, the larger the later epidemic is predicted to be in the absence of vaccination, due to lesser build-up of herd immunity.”)

Si bien el Imperial College diseñó la cuarentena como una estrategia de administración de la capacidad de las UCIs, en apariencia no previó la dificultad de persuadir, dos semanas más tarde, a la gente aterrorizada por la cuarentena para que volviera a salir y vivir. “¡Todo bien! ¡Tenemos miles de camas en las UCIs equipadas y listas para usted! ¡Buena suerte!”

Buena suerte, por cierto.

Por suerte, ahora sabemos que el COVID es mucho menos mortal que lo que nos hicieron creer el Imperial College, la OMS y los medios de la corriente principal. La mayoría de nosotros no conoce a nadie que haya muerto ̶ al fin de cuentas, sólo lo ha sido el .05% de la población. En efecto, tenemos todo claro, y deberíamos sentirnos perfectamente bien conduciéndonos exactamente como un sueco ̶ y agradeciendo a otros por hacer exactamente eso, en vez de intimidarlos con mandatos autoritarios mortíferos.

CREENCIA #3: SI ELLA NO USA UNA MÁSCARA, YO NO ESTARÉ SEGURO.

Ver arriba. Si ella adquiere la infección y se recupera, usted estará más seguro que antes. A menos que rutinariamente extraños se abalancen o estornuden al frente suyo, usted puede usar su propia mascarilla y mantener su distancia. Usted no necesita ayuda alguna de nadie más. De todos modos, la ciencia establecida dice que las mascarillas y el distanciamiento no funcionan ̶ espontáneamente el COVID-19 se presenta en barcos de la marina que han estado 49 días en aislamiento ( Established science says that masks and distancing don’t work, anyway — COVID-19 spontaneously shows up on naval ships 49 days into isolation), y virus similares han aparecido durante la semana 17 de cuarentenas perfectas en la Antártica ( similar viruses have appeared during the 17th week of perfect Antarctic quarantines). Pero, al menos, usted siente que está haciendo algo.

CREENCIA #4: SI YO ME EQUIVOQUÉ ACERCA DE LA CUARENTENA, ME HACE ESO UN INGENUO Y FALTO DE INTELIGENCIA

No, lo hace humano. Errar es humano. Admitir eso es noble y altruista, mientras que, persistir en el curso a pesar de luces rojas, es patológico y dañino. Todos deberíamos aspirar ser como Sócrates, quien entendió las falibilidades humanas: “Sé que soy inteligente porque sé que no sé nada.”

No hay por qué avergonzarse por caer ante un esquema sofisticado de propaganda. La mayoría de la gente lo hizo. Unas pocas estrellas brillantes han surgido desde ese entonces para admitir su error, adoptando quietamente el enfoque sueco ( admit their mistake, quietly adopting the Swedish approach). Usted sería sabio en unirse a ellos, evitando la suerte de Don Quijote:

“Mientras luchaba contra gigantes imaginarios, don Quijote simplemente actuaba, pero una vez que haya matado a alguien, se aferrará con todas sus fuerzas a sus fantasías, porque serán lo único que dará sentido a su terrible crimen. Paradójicamente, cuantos más sacrificios hacemos para construir un relato imaginario, tanto más fuerte se vuelve el relato, porque deseamos con desesperación dar sentido a esos sacrificios y al sufrimiento que hemos causado.” ~Yuval Noah Harari, Homo Deus

CREENCIA #5: EL COVID-19 ES MUCHO MÁS PELIGROSO QUE LA GRIPE

No. Como se afirmó arriba, en términos del impacto sobre la mortalidad, Suecia ya demostró que el COVID-19 es, de hecho, muy similar a la gripe ( As stated above, in terms of mortality impact, Sweden already proved that COVID-19 is indeed similar to the flu). Las enfermedades son similares en otros aspectos ̶ ambas pueden tener efectos en la salud ( health effects) a largo plazo, ambos matan al azar a casos atípicos (la gripe incluso mata a maestros jóvenes ( even kills young teachers)), y ambos pueden ocasionar que los hospitales no den abasto, como tan recientemente lo hizo la gripe hace dos años ( can cause hospitals to overflow, as influenza did as recently as two years ago). Ellas tienen tasas de supervivencia similares: ~997 de cada 1.000 por el COVID (997 out of 1,000 for COVID), ~999 de cada 1.000 por la gripe. Más de un cincuenta por ciento de los estadounidenses ni siquiera se pone la vacuna antigripal; no obstante, hemos destruido al planeta para “parar” el COVID-19.

¿Por qué sucedió esto? Porque los medios escogieron presentar este virus como la Peste Negra ̶ y lo creímos. Ahora que sabemos que los medios pueden hacer eso, podemos entender por qué el primer ministro del Reino Unido -y otros en su posición- temía ante sus poderes. Se ha reportado que él impuso la cuarentena porque fue amenazado tal como sigue: “Si él no imponía la cuarentena, los periodistas le preguntarán en la televisión nacional si acepta la responsabilidad y si se disculpará con las familias de aquellos que han muerto como resultado del Covid-19, pues la retórica habría sido que fue su culpa por no imponer la cuarentena.” (If he didn’t lock down, journalists will ask him on national television to accept responsibility and apologise to the families of those who have died as a result of Covid-19, because the rhetoric would have been that it was his fault for not locking down.) En otras palabras, los medios tenían un plan de tres etapas: (1) convencernos de que los políticos tienen el poder de detener la muerte, (2) poner a los políticos en una posición en la que ellos necesitan hacer lo que los medios sugieren que “salvará nuestras vidas,” (3) mirar cuando nos conducimos hacia el fondo de un precipicio.

Los medios no pueden hacer eso sin nuestra participación. Podemos detenerlos de inmediato si nos rehusamos a creer en su propuesta supersticiosa, pseudocientífica, de que esta es la única enfermedad de la historia que, para abatirla, hizo necesaria una cuarentena impuesta por políticos. Ellos no nos pueden engañar para que quememos nuestras propias casas, una vez que sencillamente dejamos de creer que los políticos tienen el poder de detener la muerte. Si nos plantamos firmes en este fundamento de verdad científica, finalmente estaremos en paz, al darnos cuenta que el COVID-19, al igual que cualquier otra enfermedad de este tipo en la historia, infectará cierto número de personas, matará un porcentaje ínfimo de gente y que luego continuemos, con o sin cuarentena.

En realidad, debemos dejar de creer lo contrario. Nuestra credulidad nos está destruyendo. Mientras que creamos en el mito, estamos evitando la responsabilidad de administrar este virus en la forma en que sociedades inteligentes lo han hecho siempre, al permitir a los profesionales de la medicina tratar a los enfermos como individuos, una enfermedad a la vez. Uno simplemente no puede desatar una condición total sobre toda la sociedad -incluso en casi todo el planeta entero- en un esfuerzo inútil por asustar al virus para que se aleje.

Ese es completamente un pensamiento místico, que desata la misma catástrofe que predijo quien erradicó la viruela, Donald Henderson, en su súplica del 2006 (his 2006 plea ) de nunca imponer cuarentenas.

“El peligro para la sociedad no es sólo que debería creer en cosas equivocadas, aunque eso ya es suficientemente importante; sino que debería convertirse en crédula, y perder el hábito de probar las cosas y hacer preguntas sobre ellas; pues en tal caso debe hundirse en el salvajismo.” ~ William Kingdon Clifford

Stacey Rudin es escritora, activista, líder comunitaria, voluntaria y previa litigante en movimientos de base para asegurarse que pandemias futuras sean administradas de acuerdo con las directrices establecidas de salud pública. Una ávida jugadora de tenis y lectora, Stacey vive en Short Hills, Nueva Jersey.