PARA VERDADES EL TIEMPO

Por Jorge Corrales Quesada


El 22 de mayo escribí un artículo titulado “¿De Dónde Salen los Recursos?,” en que enfaticé cómo, en el marco de la pandemia, era necesario mantener una economía sana, no cerrada en alto grado y frenada por las políticas tomadas por los gobernantes ante el COVID-19, y que era necesario buscar balances entre el control de la pandemia para evitar muertes y el normal comportamiento de la economía.

En un segundo párrafo escribí lo siguiente: “No existe tal cosa como una contraposición entre salud y economía. Como todo en la vida, cuando de elegir se trata, hay concesiones mutuas de por medio. La gente necesita tener salud, pero también necesita tener medios para ganarse la vida. Necesita tanto salvar vidas como salvar el sustento para poder vivir con su familia. Por eso, es indispensable no tomar una posición extrema como si una cosa excluyera la otra, tal como lo hace el ministro. Necesitamos una economía pujante para seguir salvando vidas.” Y de inmediato agregué lo siguiente, casi como un corolario: “Si se hunde la economía (más de lo que ya está), ¿de dónde saldrían los recursos necesarios para seguir cuidando nuestra salud? ¿De dónde provendrá la plata para poder financiar la Caja de Seguro Social o el ministerio de Salud? ¿De dónde vendrán los fondos para tener los médicos y personal adjunto indispensable en esta lucha contra la enfermedad? ¿De qué fuente vendrá el salario del ministro de Salud o del presidente ejecutivo de la Caja o del médico X o la enfermera Y? ¿Cuál es la fuente que generará los recursos necesarios para tener los hospitales equipados apropiadamente, las mascarillas, las camas, las unidades de cuidados intensivos, los ventiladores, las ambulancias, y un larguísimo etcétera?”

Ese artículo que puse en Facebook dio lugar a muchos comentarios amargos -no es que eso me importara mucho: el amargor puede gustar- pero, ante todo, algunos, casi que con furia apuntaban a mi desprecio por las vidas, lo que sí me molestó más, pues denotó la falta de inteligencia de los críticos a mi comentario. Pero, a eso se expone uno al escribir en redes y, por ello, lo que hice fue mandarlos al basurero de mi historia: los ignoré. Pero, que los haya mandado allí, no significa que quedaron enterrados por siempre, dado que ahora hay una razón para sacarlos a la luz y mostrar cómo mi inquietud, resumida en que una economía empobrecida por algunas de las decisiones tomadas en su momento para combatir el virus, posiblemente terminarían afectando la misma provisión de salud a la ciudadanía.

Leía hoy en La Nación que los ingresos del seguro de salud de la Caja caen en ¢52.000 millones tan sólo en el primer trimestre de este año, según estudio de la Contraloría General de la República, provocado ello tanto por una disminución de las transferencias corrientes del gobierno a la Caja, así como por una disminución de las contribuciones sociales.

En cuanto a lo primero, la reducción desde ¢146.000 millones a sólo ¢91.400 millones (una caída del 37%) en las transferencias del gobierno a la Caja se debe a los problemas fiscales del país, en mucho provocados por la llamada emergencia sanitaria: el cierre de la economía ha hecho que los ingresos por impuestos al gobierno se hayan desplomado. Y, en cuanto a la caída desde ¢953.000 millones a ¢946.000 millones (¢7.000 millones menos) en las contribuciones de trabajadores y patronos a la Caja, eso se debe al aumento en el desempleo al 24% de la fuerza de trabajo, a una disminución del 17.4% en la masa cotizante a la Caja en los primeros 5 meses del 2020, a una caída de trabajadores cotizantes de 83.737 trabajadores -un menos 8.4%. Todo por el freno a la economía.

En resumen, son esos resultados de una economía desplomada que han incidido en el financiamiento del sistema de salud del país, tal como me temía al advertirlo a fines de mayo. Ahora, ya se va viendo cómo la represión económica para combatir el virus tendría un efecto negativo, no sólo en los ingresos de las familias, sino en los del propio gobierno y, en lo específico, en el cuido de la salud. La jarana salió a la cara, lamentablemente. Y no es porque uno deseara que eso fuera así: simplemente son resultados esperables ante un casi desprecio de lo económico, en su momento, en comparación con el también deseable cuido de la salud. Eso era lo necesario en aquel instante de furia controlista, de casi de cierre a todo para prevenir el virus, pero el hecho es que eso no sólo no se logró, sino que las medidas traían enormes costos que algunos escogieron ignorar. Ahora empiezan las facturas de ello.

Espero que quienes en su momento ignoraron o criticaron mi posición, ya se hayan dado cuenta de cómo funciona una economía.
Lamentablemente, la curva de aprendizaje es muy costosa.

Publicado en mis sitios de Facebook, Jorge Corrales Quesada y Jcorralesq Libertad, el 17 de agosto del 2020.