La importancia de que, en vez de poner restricciones a la economía, se eliminen todas las distorsiones y regulaciones que impiden un proceso eficiente y expedito para lograr producir más: algo esencial en esta pandemia.

LA LIBERTAD ECONÓMICA ES ESENCIAL PARA EL MANEJO DE PANDEMIAS

Por Vincent Geloso

American Institute for Economic Research
7 de agosto del 2020


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede verlo en https://www.aier.org/article/economi...ing-pandemics/

La pandemia actual tiene pocos paralelos históricos en términos de su magnitud. La medición de muertes es menor que en esos episodios previos, gracias a los avances en el conocimiento médico y al crecimiento económico, que nos han permitido invertir en bienes y servicios de salud en un grado mayor que en el pasado.

En efecto, las peores respuestas de políticas observadas fallaron al generar resultados que son casi tan malos demográficamente como aquellos de pandemias previas. Es más, la misma tendencia de disminución se observa con respecto a los costos económicos de las pandemias. Esas tendencias provocan motivo para el optimismo (These trends give us cause for optimism) ̶ algo que, en la actualidad, dolorosamente hace falta.

A pesar de lo anterior, ¿hay formas de reducir aún más estos costos? Acontecimientos extremos como una pandemia van suceder aquí y allá, tal como lo han sido en el pasado. Por tanto, es bastante razonable que me pregunte cómo mantener las tendencias arriba mencionadas.

Para ver cómo, considere el siguiente marco analítico para poder entender la habilidad para tratar con impactos (de pandemias u otros). Antes que una crisis golpee, los actores económicos organizan sus decisiones de producción y consumo según sus restricciones, de forma que logren lo máximo de lo que pueden adquirir. Cuando la crisis golpea, las formas previas de hacer las cosas ya no son más las mejores maneras. Los recursos tienen que reasignarse a nuevos propósitos, para producir bienes y servicios que antes de la crisis no eran tan valorados. Por ejemplo, las mascarillas no eran elevadamente demandadas en el pasado y las firmas que las produjeron no las hacían grandes cantidades. Con la crisis, la demanda de mascarillas aumentó y las empresas tenían que buscar formas de contratar más trabajadores y obtener más capital para elevar la producción. Entre más fácil sea reorganizar la actividad económica alrededor de las nuevas necesidades, menores son los daños económicos y más bajas las mediciones de muertes.

En esencia, esta forma simple de interpretar la respuesta a los impactos se reduce a lo que podemos llamar “rigidez económica” (en ausencia de un término mejor). Algo de esa rigidez puede deberse a factores naturales (por ejemplo, clima, geografía, características demográficas de la población). También, algo de eso puede ser determinado por instituciones.

Por ejemplo, si una regulación aumenta los costos de reasignar los recursos a nuevos propósitos, entonces, eso crea rigidez. En la crisis actual abundan ejemplos de ello. Por ejemplo, las regulaciones federales de salud en Canadá requieren meses de evaluación para aprobar una licencia para producir desinfectante de manos (months of evaluation for the approval of a license to produce hand disinfectant). Eso, a pesar del hecho de que las empresas que estaban tratando de cambiar su producción hacia este desinfectante de manos, ya estaban produciendo productos similares (destilerías y cervecerías) y poseían la experticia técnica (laboratorios químicos y de pruebas). Este es sólo un obstáculo más en la maquinaria, pero multiplíquelos y la máquina se atrofia lo suficiente como para notarlo.

Por tanto, para ofrecer una mayor flexibilidad, deberíamos esperar que las instituciones impongan menos costos y barreras regulatorias. Esas instituciones facilitan la reasignación de recursos y la adaptación ante la crisis.

Esta idea es lo que mi amiga Jamie Bologna Pavlik y yo nos propusimos examinar en un artículo recientemente publicado en Contemporary Economic Policy (a recently published article in Contemporary Economic Policy). Nos basamos en la pandemia de influenza de 1918 para ver si la flexibilidad institucional mitigó los daños de la peor pandemia del siglo XX. Usamos a la libertad económica como nuestra principal variable de interés. Debido a que las variables de libertad económica producidas por historiadores económicos incluían medidas regulatorias, barreras al comercio internacional, protección de los derechos de propiedad y una moneda sólida, asumimos que era un indicador confiable de esta flexibilidad.

Encontramos que la libertad económica mitigó fuertemente los daños (medidas por tasas de mortalidad mayores) de la pandemia de 1918. En otras palabras, un país económicamente libre encaraba menores costos económicos, que países menos libres con las mismas tasas de mortalidad. Cuando descompusimos los efectos entre los diferentes componentes de la medida de libertad económica, los niveles de regulación dieron resultados consistentes: más barreras y cargas regulatorias significaron mayores daños económicos por la pandemia.

Para algunos, esos resultados pueden ser una sorpresa por múltiples razones. Sin embargo, no es algo que del todo sorprenda. Ya existen artículos que muestran que las economías más libres lidian mejor con las crisis económicas (that freer economies deal better with economic crises). También, hay artículos que muestran (articles showing) que recuperaciones de huracanes y de otros desastres (and other disasters) están fuertemente modulados por el nivel de flexibilidad institucional, dado a los empresarios.

Intuitivamente, los resultados también tienen sentido. Crisis como una pandemia están plagadas de incertidumbre. El conocimiento sólo se genera al tratar nuevas soluciones. Limitar la capacidad para tratar intentar nuevas soluciones implica que menos conocimiento se genera para resolver la incertidumbre. Esto extiende y profundiza el impacto de las crisis.

Así que, hay una lección importante para el futuro. Si uno desea que continúen las tendencias hacia abajo en los costos humanos y económicos observados en el curso del siglo XX, uno debe presionar por un grado mayor de flexibilidad institucional. Esa flexibilidad es la que hace que funcione el proceso de descubrimiento del mercado y lo que nos hace más resilientes a los impactos futuros.

Vincent Geloso, un compañero sénior en el American Institute for Economic Research (AIER), es profesor asistente de economía en King’s University College. Él obtuvo su PhD en Historia Económica en la Escuela de Economía de Londres.