Como sociedad, debemos tener muy presentes los enormes costos de mantener cerradas las escuelas y los colegios, ante los riesgos que implica la pandemia sobre la población joven y a maestros y personal. En mi opinión, es hora de ir reabriendo nuestros centros educativos: las razones de ella pueden leerse aquí.

LOS PELIGROS DE MANTENER CERRADAS A LAS ESCUELAS
Por Ethan Yang
American Institute for Economic Research
13 de julio del 2020

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede verlo en https://www.aier.org/article/the-dan...chools-closed/

Al aproximarse en Estados Unidos el próximo año escolar este setiembre, hay mucho examen acerca de si se debe cerrar o no el sistema de clases de primaria y secundaria para ralentizar la diseminación del COVID-19. Estas inquietudes provienen de una amplia variedad de electores, desde padres a funcionarios públicos hasta maestros. No obstante, al igual que con mucha de la discusión relacionada con el COVID-19, esta propuesta está mal informada y, muy posiblemente, conducirá a consecuencias no previstas que serán mucho más severas que el problema que se busca resolver.

LOS CIERRES DE ESCUELAS SON UNA POLÍTICA SENSIBLE AL TIEMPO
Uno de los primeros puntos a considerar al aproximarse el tema de cerrar escuelas es el momento apropiado. El sociólogo de la Universidad Yale Nicholas Christakis, un proponente del cierre de escuelas, advierte que, aunque la política podría ser beneficiosa, debe hacerse tempranamente. Aún más, aunque el Dr. Christakis ciertamente apoya el cierre de escuelas si se lleva a cabo en el momento correcto, él reconoce que ahora,
“Es algo así como cerrar la puerta del establo cuando la vaca ya salió.”
Esta maniobra, incluso para quienes la apoyan, será increíblemente difícil de realizarla efectivamente y el momento apropiado para siquiera considerar esta política, podría haber sido en enero y no en julio.
También, en apariencia los proponentes del cierre escolar no parecen entender bien el objetivo de su propuesta. El epidemiólogo italiano Marco Ajelli le dice a la Radio Nacional (NPR) que,
“Cerrar las escueles puede ganar tiempo y retrasar el pico de una epidemia.”
Por desgracia, ese momento también ya pasó. En mucho, como pasa con cualquier cosa que tenga que ver con el COVID-19 y la epidemiología, no podemos estar seguros de que, en la realidad, cerrar las escuelas retrasará el pico de una pandemia. Aún si fuera una medida de política efectiva, los cierres de escuelas no tienen el simple propósito de reducir los casos entre los niños; son una forma de ganar tiempo para prepararse para el clímax de un brote.
Como lo esbozan los sentimientos del Dr. Christakis, el momento para esta conversación debió haber sido meses atrás. Podría haber sido una política efectiva para ganar tiempo para que los hospitales se reorganizaran y prepararse para el brote, pero, desde aquel entonces, eso ya se ha logrado, aunque de forma algo descuidada. Ya ha pasado el pico de la pandemia, las muertes relacionadas con el COVID han disminuido dramáticamente (COVID-related deaths have dramatically decreased), y los hospitales están mucho más preparados que como lo estaban meses atrás.

EL CIERRE ESCOLAR PUEDE DAÑAR MÁS A LOS NIÑOS QUE PROTEGERLOS ANTE EL COVID-19
Cuando se trata de proteger la salud de los niños, enviarlos a la escuela podría ser la opción más segura. Sonja Santelises, Gerente General de Baltimore Public Schools le dice al NPR que,
“Para un gran número de nuestros estudiantes, el lugar más seguro para ellos es, en la realidad, estar en la escuela.”
Las escuelas brindan una cantidad de cosas que serían ventajosas para el bienestar de un niño. Estar en escuelas ubica a los niños en un ambiente controlado que, en ciertos vecindarios, podría ser mejor para más problemas además del control de la infección.
Los niños son los menos vulnerables al COVID-19. El profesor Peter Collignon, un microbiólogo australiano y médico de enfermedades infecciosas, escribe en el Guardian que,
“Los datos que emergen de un abanico de naciones muestran que los niños raramente, y en muchos países nunca, han muerto por esta infección. Parece que los niños se infectan a una tasa mucho menor que aquella de quienes son mayores… no existe evidencia de que los niños sean importantes en la transmisión de la enfermedad.”
Más aún, un artículo (paper) publicado por expertos médicos de la Universidad del Estado de Colorado y de la Universidad Yale, dice que,
“Lo que sabemos acerca de las políticas de distanciamiento social se basa en mucho en modelos de influenza, en donde los niños son un grupo vulnerable. No obstante, datos preliminares acerca del COVID-19 sugieren que los niños son una pequeña fracción de los casos y que pueden ser menos vulnerables que adultos de mayor edad.”
The Atlantic ofrece una idea adicional de por qué los niños parecen estar en un riesgo menor de contraer el COVID-19, al reportar que,
“’Todo lo que un infante ve, o lo que mira un niño pequeño, es novedoso,’ dice Donna Farber, una inmunóloga de la Universidad de Columbia. Así, de distintas formas, su sistema inmune está preparado para luchar contra patógenos nuevos … Esta es la razón por la que los adultos están en capacidad de montar una respuesta de inmunidad a patógenos previamente encontrados, pero, también, de por qué ellos pueden tener problemas al luchar contra uno nuevo. Enfermedades como la rubeola y la varicela por diversas razones son, también, más severas en adultos que en niños.”
Los Centros para el Control de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC por sus siglas en inglés) hacen eco a esta afirmación de que los niños tienen un riesgo menor ante el COVID-19, no sólo en su tasa de mortalidad, la que es extremamente rara, sino también en la tasa de infección. Todavía hay más, la educación en línea en su estado actual nunca brindaría los mismos resultados que una experiencia en persona. Si se pretende que las escuelas permanezcan cerradas por algún tiempo sustancial, eso podría ser increíblemente perjudicial para los estudiantes jóvenes.
El profesor Collignon escribe (writes) que,
“Es posible que muchos pierdan con más de seis meses sin clases. Si bien puede estar disponible el aprendizaje en línea, es poco posible que sea tan efectivo como una enseñanza cara a cara y aquellos con menos recursos serán desproporcionadamente desprotegidos. Una mezcla mínima o ninguna con sus amigos y otros niños durante más de seis meses, también tendrá efectos nocivos.”
Muchos maestros tendrán desde poca a ninguna aptitud para manejar efectivamente las clases en línea. Estudiantes desfavorecidos, como aquellos con familias en problemas o con un estatus económico bajo, serán los más afectados por el cierre de la escuela. En particular, muchos padres necesitarán tomar tiempo libre de sus trabajos para cuidar a sus niños. Para muchos, eso sería imposible.

OBLIGACIONES DE CUIDO INFANTIL DISMINUIRÁN LA EFECTIVIDAD DEL SECTOR DE CUIDO DE LA SALUD Y POTENCIALMENTE AUMENTARÁN LAS MUERTES
Cuando se consideran las necesidades de cuido infantil de los trabajadores del cuido de la salud, cerrar las escuelas puede, en realidad, conducir a un aumento en las tasas de mortalidad, no sólo de pacientes por el COVID, sino de individuos enfermos, más ampliamente. Congruente con la observación del American Institute for Economic Research (AIER’s observation) de que la conversación acerca del COVID-19 parece ser totalmente ciega ante las compensaciones mutuas de medidas de cuarentena, Jude Bayham and Eli Fenichel escriben que,
“Los cierres de escuelas vienen con muchas concesiones mutuas [Nota del traductor: dar o ceder en algo a cambio de algo]. Dejando de lado a los costos económicos, los cierres de escuelas puestos en marcha para reducir la diseminación del COVID-19, crean obligaciones de cuido infantil no previstas, que son particularmente importantes en ocupaciones de cuido de la salud.”
De acuerdo con sus datos en bruto, sólo para citar a algunos pocos, alrededor de un 15% de las enfermeras registradas, un 19,14% de técnicos y tecnólogos relacionados con Diagnosis, así como un 14.45% de los técnicos médicos en Emergencias y paramédicos, no podrá cumplir con sus obligaciones de cuido infantil con la ayuda de un adulto o un hermano que no trabaja. Al igual que con todos los modelos y cálculos, no es seguro el verdadero porcentaje total de profesionales de la salud que se verán forzados a tomar tiempo libre de su trabajo. Sin embargo, de lo que sí podemos estar seguros es que cerrar las escuelas impondrá obligaciones de cuido infantil a trabajadores del cuido de la salud, que conducirán a una reducción del equipo médico en general.
Los inconvenientes de tal decisión, siendo el más importante un aumento en las tasas de mortalidad debido a la carencia de profesionales médicos, sólo puede estimarse con modelos. Estos modelos, como muchos de esos usados por epidemiólogos para predecir muertes por el COVID-19 y su diseminación, deben descansar en valores supuestos y ecuaciones que buscan imitar a la realidad. Como resultado, no podemos estar seguros de si el resultado será más o menos severo.
De lo que podemos estar seguros es que cerrar las escuelas resultará en una reducción del equipo médico. También, podemos estar seguros de que esa reducción del equipo aumentará el riesgo de mortalidad, no sólo por el COVID-19, que comparativamente es una enfermedad benigna, sino de quienes sufren de enfermedades incluso más serias. Si será un aumento ligero que puede justificarse por una reducción general en las infecciones, como dirían algunos, o enviar ondas catastróficas debido a consecuencias no previstas, como un cierre de la economía, en estos momentos no puede predecirse con confianza.
Un artículo acerca de epidemiología (epidemiology ) escrito por Profesionales Británicos de Cuido de la Salud, concluye advirtiendo que,
“Otras implicaciones del cierre escolar (por ejemplo, consideraciones éticas y económicas) y propiedades de los virus, como la virulencia, deben considerarse en las decisiones de políticas.”
Vale la pena hacer ver que los autores del artículo concluyen que los cierres de escuelas serían efectivos para combatir la influenza. En el caso del COVID-19, en que los niños son un riesgo menor, no es claro acerca de si los cierres de escuelas serían tan útiles o no en ralentizar las infecciones. De lo que sí podemos estar seguros es que habrá un conjunto de consecuencias no previstas. Estas incluyen de todo, desde una caída en la dotación de personal de cuido de la salud, hasta un disturbio económico adicional, por encima de la actual calamidad financiera generada por las cuarentenas.

CERRAR ESCUELAS EXACERBARÁ LA CALAMIDAD ECONÓMICA EXISTENTE
Un reporte publicado por la Institución Brookings (Brookings Institution) afirma que,
“Encontramos que cerrar por cuatro semanas a todas las escuelas de Estados Unidos costaría entre $10 y $47 miles de millones de dólares (sic) (entre el 0.1 y el 0.3% del PIB) y conducir a una reducción del 6% al 19% en personal clave del cuido de la salud. Estas deberían considerarse como estimaciones económicas conservadoras (esto es, bajas) en los que las ganancias, en vez de la compensación total, se usan para calcular los costos.”
Esto es sólo suponiendo que las escuelas permanecerán cerradas durante cuatro semanas, no hasta el 2021, que muchos, ya sea lo proponen, o ya lo han hecho. Al igual que cerrar la economía y calificar a algunos negocios como “no esenciales” ha desatado una gama amplia de consecuencias previstas, así como no previstas, podemos estar seguros de que cerrar las escuelas provocará lo mismo.
Por generaciones, enviar los niños a escuelas ha sido un componente básico de la vida socioeconómica de los estadounidenses. Un cese súbito deja a millones de niños en las casas, en un sistema económico que virtualmente se construye bajo el supuesto de que sus padres no tienen que cuidarlos durante el día. Sólo podemos imaginar qué tan destructivo sería el cierre.
Más generalmente, tal vez, una de las consecuencias más dejadas de ver por el cierre de escuelas y cuarentenas se debe a que es difícil medir la esperanza. Aunque podemos medir los descensos en el cuido de la salud de la fuerza de trabajo y el retroceso económico, no podemos fácilmente medir el optimismo. En este momento, el optimismo es crítico. Un artículo de la Universidad de Chicago (University of Chicago) estima que el 60% de la crisis económica actual se debe a los sentimientos de los consumidores; esto es, tener temor de vivir sus vidas a causa del COVID-19.
Hay certeza de que la crisis económica continuará debido no sólo por el cierre físico de las escuelas, sino por una reducción de la esperanza y una ansiedad incrementada. Los efectos serán imposibles de medir hasta que sucedan. Es el mismo caso con los aumentos en las tasas de suicidios (suicide rates), violencia doméstica, abuso de drogas (domestic violence, substance abuse), etcétera. Estas son consecuencias no previstas y concesiones mutuas adicionales resultantes de las cuarentenas. No es absurdo pensar que ellas tan sólo empeorarán ante el cierre de las escuelas.

¿VALEN LA PENA LAS CONCESIONES MUTUAS?
Al aproximarse el año académico 2020-2021, está en las mentes de muchos cerrar escuelas y colegios y cambiar hacia un aprendizaje remoto. Quienes impulsan esta decisión deben aceptar una cantidad importante de concesiones mutuas que vienen con ello. Algunas de estas concesiones mutuas son más evidentes que otras.
Cerrar las escuelas ciertamente será dañino para la educación y las necesidades sociales de una generación de niños.
Para algunos, la escuela podría, en la realidad, ser el lugar más seguro de estar e incontables padres trabajadores necesitan que sus hijos estén allí. Aún más importante, el sector del cuido de la salud necesita todas las manos a bordo, no sólo para administrar la pandemia, sino para servir a pacientes con enfermedades mucho más mortales que el COVID-19.

Obligar a profesionales del cuido de la salud a quedarse en casa a cuidar a sus hijos, muy posiblemente resultará en una tasa de mortalidad más elevada. Cerrar las escuelas inevitablemente empeorará la crisis económica causada por la cuarentena existente, en formas que sólo podemos empezar a imaginarlas.

Médicos expertos que apoyan los cierres de escuelas muy generalmente aclaran que esos son una herramienta a considerarse al inicio de una pandemia, no siete meses después de estar en vigencia. Finalmente, el COVID-19 significa un riesgo mucho menor para los niños, tanto de muerte como de infección. Posiblemente, cerrar las escuelas libra de la infección a cierto número de escolares. Si eso es suficiente para justificar lo que podemos tener que sacrificar, es del todo otro tema.

Ethan Yang se unió al American Institute for Economic Affairs (AIER) en el 2020 como pasante en la parte editorial y es graduado del Trinity College. Recibió un BA en Ciencia Política junto con una materia secundaria en Estudios Legales y Organizaciones Formales. Sirve actualmente como Coordinador de la Región Noreste de Estudiantes por la Libertad y como director del Centro para el Estudio de la Libertad Humana en el Trinity College. Previo a unirse al AIER, fue pasante en organizaciones como el American Legislative Exchange Council, en el Senado del estado de Connecticut y en el Cause of Action Institute.