Podemos aprender mucho de la experiencia sueca. Lástima que aquí en nuestro país la información no es lo suficientemente clara como para hacerla comparable.

EL DESEMPEÑO ECONÓMICO DEL CORONAVIRUS EN SUECIA

Por Joakim Book

American Institute for Economic Research
29 de julio del 2020


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede verlo en https://www.aier.org/article/the-eco...avirus-sweden/

Hace cuatro meses, escribí por primera vez acerca de la pandemia y Suecia (pandemic and Sweden). Mucho ha pasado desde ese entonces ̶ y, al mismo tiempo, casi nada ha cambiado. En aquel momento, el caos era todo financiero: mercados accionarios (stock markets) derrumbándose, precios del petróleo (oil prices) enloquecidos, bancos centrales (central banks) agregando ceros más rápidamente de lo que alguien pensó vez alguna que fuera posible.

Lentamente, se estableció una nueva normalidad, cuando la enfermedad se extendía hacia más países y las prohibiciones a viajar -para trabajar y al extranjero- prácticamente terminaron. Discutimos acerca de las causas, de los daños (spoils), acerca de cómo mantener los ingresos de la gente despedida inocentemente y de cómo asegurar que los negocios pudieran apuntalarse por encima de su revés temporal. Y, naturalmente, acerca de proteger a los trabajadores del cuido de la salud y proteger del daño a aquellos infectados. Entre tanto, los ancianos siguieron muriendo.

Y, luego, allí estaban Suecia (e Islandia e, inicialmente, el Reino Unido) rehusándose a obedecer las medidas gubernamentales invasivas que restringieran la libertad (restrict freedom), prominentes en todas partes. A mediados de marzo, el Reino Unido dejó de lado su estrategia y adoptó las mismas medidas restrictivas que dominaban en otros países, aparentemente en vano, pues las tasas de mortalidad en Gran Bretaña continuaron aumentando (kept rising), sin importar cuántas libertades fueron quitadas.

El lunes, Jonathan Sumption, en The Telegraph, preguntó provocativamente si ¿también íbamos “a entregar igualmente nuestra humanidad?” Según parecía no había un fin para la pesada mano del control gubernamental (government control). Rayando en una hipérbole, Simon Dolan escribió a principios de mes, acerca de la experiencia del Reino Unido con la cuarentena:

“Pues no sólo esta semana marca 100 días desde que se robaron nuestras libertades, también marca 10 días de desigualdades crecientes, incontables muertes evitables y la ruina de una generación.”

En Islandia (Iceland), políticas agresivas de seguimiento y localización, una cuarentena efectiva y un cierre de las fronteras, tuvieron su pico de infección en el país a principios de abril. Pronto, todo se olvidó acerca de ellas y de sus muertes de un sólo dígito.

Por el contrario, Suecia se convirtió en la oveja negra. La terca atípica mantuvo a su sociedad comparativamente abierta. Los negocios y los cafés y los sitios de trabajo introdujeron algunos cambios, como poner pantallas entre clientes y trabajadores de los negocios. La nación escandinava apalancó su elevada accesibilidad por internet para que se trabajara desde las casas, y la política y las personalidades públicas, ambas, apelaron al comportamiento de sentido común ̶ como quedarse en casa si se estaba enfermo, mantener la distancia física y usar desinfectante (aunque no tan religiosamente como los islandeses).

Mientras que los comentaristas de cualquier persuasión ideológica se alinearon para defenderla (defend it) o para atacarla, los ancianos suecos siguieron muriendo. La estrategia enfocada en la apertura, se nos dijo, era la responsable (blame) directa de que los hogares de ancianos no fueron capaces de proteger a sus residentes vulnerables.

Excepto que, así resultó, los ancianos y aquellos en asilos de mayores (nursing homes) estaban igualmente muriendo en todas partes: en Nueva York, en Inglaterra, en Italia, en Nueva Orleans, con o sin restricciones gubernamentales estrictas (stringent).

El gráfico que muestra las Nuevas Muertes Diarias en Suecia puede verse en https://www.aier.org/article/the-eco...avirus-sweden/

Desde ese entonces, la novedad de la manía acerca del coronavirus se ha debilitado, pero la controversia sigue siendo la misma. Menos acerca de si los hospitales y los gobiernos podían obtener mascarillas, más acerca de cómo dividir el dinero gratis (free money) que emanaba tanto de gobiernos como de bancos centrales.

Desde el inicio, los defensores de la libertad levantaron sus brazos en desconsuelo, apuntando hacia el absurdo de cerrar la sociedad por una enfermedad que daña a relativamente pocos ̶ y que era un grupo selecto que podíamos y debíamos haber protegido. Aun así, dijimos que la respuesta pública alrededor del mundo básicamente se exageró: por un virus de este bajo calibre no vale la pena congelar a la sociedad.

Dijimos que las penas económicas de decenas y cientos de millones no podían servir para justificar el daño a la salud de decenas de miles. En todo caso, una economía en hibernación sólo podía sobrevivir por un cierto tiempo, con o sin cheques del gobierno. Apuntamos hacia los peligros fatales (fatal dangers) de una sociedad trastornada, durante el caos que emergía de la ruina económica (economic ruin).

Lentamente están apareciendo los indicadores económicos. Para Suecia, ya en abril, los gastos usando tarjetas sugerían que la caída en el gasto del consumidor era sorpresivamente modesta. Un factor crítico fue un ambiente en donde las industrias no tuvieron un recorte de su fuerza de trabajo, en que la vida principalmente continuó de la forma usual, en donde las escuelas se mantuvieron abiertas (schools were kept open), tal que los padres podían ir a sus empleos, en vez de convertirse inesperadamente en niñeras. Los centros comerciales se mantuvieron abiertos, para delicia de los ciudadanos de Dinamarca, cuya sociedad cerrada hacía que ellos cruzaran felizmente (happily cross) el Öresund [Nota de traductor: Puente-túnel de casi 8 kilómetros que une la isla danesa de Selandia con la provincia sueca de Escania] para hacer en Suecia las compras del sábado en la tarde.

Capital Economics, una consultora macroeconómica, reportó este mes que algunos de sus rastreadores económicos (economic trackers) para Suecia estaban casi en la misma posición que previo a la crisis. Ellos predicen una caída en el crecimiento del PIB en el año de -1.5%, una hazaña asombrosa en un mundo que, por lo demás, entró en pausa durante unos pocos meses. Si bien sumamente optimista (en especial entre voces contrarias (contrarian voices)), la misma firma ubica a Dinamarca y Noruega con un -3% en el año. La imagen de Suecia como un éxito económico, considerando todas las cosas, lentamente se está desarrollando.

En junio, el resumen bianual Economic Outlook que hace la OCDE, ubica el crecimiento del PIB de Suecia para el año completo, entre -7.8% y -6.7%, dependiendo de la severidad de una segunda ola potencial. Pone a Dinamarca ligeramente mejor con entre -7.1% y -5.8%, con estimaciones notoriamente peores para el Reino Unido (entre -14% y -11%) y Estados Unidos (-8.5% o -7.3%).

La Comisión Europea (European Commission) es ligeramente menos sombría, estimando una declinación del PIB de la Eurozona, para el año, de 8.7%, pero para Suecia (-5.3%) y Dinamarca (5.25%) como la segunda y tercera nación en desempeño, detrás de Polonia (-4.5%).

Cifras recientes de Statistics Sweden reportan que el consumo de los hogares ha caído en cerca de un 4.5% anual (over 10%) a la fecha ̶ un número catastrófico en cualquier otro año. En contraste, para el lapso marzo-abril, el consumo de las familias en Estados Unidos cayó en más de un 10%, comparado con el mismo período del último año.

Al principio de esta primavera, el Riksbank [Banco Central de Suecia] invocó enormes incertidumbres acerca del futuro económico y ofreció dos predicciones, en vez de la usual de un año: pérdidas en el PIB para el 2020 del 6.9% en el caso más optimista y, alternativamente, una declinación del 9.7%. En julio, mucho tiempo después de que alguien con una mentalidad inclinada al desastre hubiera dejado de escuchar, silenciosamente el banco actualizó su proyección (its projection).

Los dos nuevos escenarios proyectados ahora son de -4% y -5.7% de crecimiento del PIB para todo el año ̶ considerablemente por debajo de lo que están esperando la mayoría de otros países ricos. El PIB de Estados Unidos cayó en el primer trimestre en más de un 5%, en tanto que Suecia reportó en el primer trimestre un crecimiento (growth) minúsculo, que gira alrededor de cero (zero). En términos macroeconómicos ese es un mundo de diferencia. Para los Estados Unidos tendremos cifras el jueves, cuando el Bureau of Economic Analysis revele su estimación adelantada del PIB para el segundo trimestre y actualice sus estimaciones para el primer trimestre.

En contraste, la tasa de desempleo estadounidense de más de un 14% en mayo, se compara muy desfavorablemente con la experiencia sueca, que apenas se ha estabilizado por encima del 9%. Por un margen amplio, menos trabajadores suecos reportan que ellos hayan visto recortar sus horas laborales (working hours) durante la pandemia, que en cualquier otra parte.

En los últimos tres meses, la moneda sueca también ha aumentado de valor, apreciándose en un 12.5% contra el dólar y en más de un 5% contra el euro (5.5% usando el índice KIX (KIX-index) que es ponderado por el comercio). Lars Calmfors, frecuente comentarista de políticas y profesor en la Universidad de Estocolmo, a regañadientes admite que Suecia, hasta el momento, lo ha hecho mejor que la mayoría de otros lugares, pero que todavía es todavía muy temprano para decirlo concluyentemente. Si hay una nueva ola en el otoño, dice Calmfors, las ganancias que Suecia ha recogido para sí, habrán servido para nada.

Tal vez. Juzgando a partir de los datos de movilidad de Google, los suecos están de regreso a unos niveles pre corona en cuanto a movimientos, pero, aun así, las nuevas infecciones están en niveles de dos dígitos diarias -a la par con la Dinamarca (Denmark) exitosa en cuanto a salud- y ahora las muertes por el COVID son sólo un puñado a la semana (handful a week). Tal vez eso sea solo un efecto estacional, y tendremos que esperar hasta el otoño.

El uso selectivo de algunas predicciones económicas, en vez de otras, puede retratar aún a Suecia bajo una luz desfavorable. Por ejemplo, si usted compara algunas proyecciones suecas más calamitosas, con las danesas o noruegas más optimistas, el experimento sueco luce como inhumano.

Juzgando por las muertes per cápita, claramente Suecia lo ha hecho peor que los Estados Unidos. Aun así, Estocolmo, el área más golpeada de Suecia, lo ha hecho mucho mejor (much better) que la Ciudad de Nueva York, la región estadounidense más golpeada. Compare a Suecia con una Ciudad de Nueva York, Massachusetts o Nueva Jersey (NYC, Massachusetts, or New Jersey) de tamaño similar, y la oveja negra nórdica se ve mucho mejor.

También, hay opiniones más deshonestas, como esta historia (this story) en el New York Times, en que el escritor compara la proyección pre corona del Riksbank con su estimación actual de crecimiento del PIB (sin tomar en cuenta las revisiones en el ínterin) y pretende que ello tiene un peso contra la estrategia sueca hacia el virus.

La diseminación del virus y el daño económico que están causando las medidas en su contra, aún no son enteramente comprendidos. Por cada Islandia y Dinamarca y Nueva Zelandia contra las que Suecia luce mal, hay una España, un Reino Unido y una Ciudad de Nueva York contra las que luce maravillosa. Si bien el experimento sueco no ha sido un éxito indiscutible, gran parte de sus datos económicos, hasta el momento, sugieren que lo está haciendo mejor que muchos otros lugares ̶ y mucho mejor que lo que pensábamos hace sólo unos pocos meses.

Casi hacia cualquier lado que veamos, la disrupción de la vida y el comercio, la pérdida financiera y la ruina económica, han sido más pequeñas en Suecia que en cualquier otro lado: también lo dice el Fondo Monetario Internacional (International Monetary Fund). Los efectos sobre la ya prudente deuda del sector público (public-sector debt) han sido silenciados (muted).

Tal vez, “contar cuerpos” (counting coppers) sea una vileza (vile), pero hacemos eso en tiempos normales, así que, ¿por qué no en tiempos del coronavirus? Por desgracia, los datos económicos no surgen en tiempo real. Económicamente, en cuanto a lo que podemos decir, Suecia ha sido comparativamente exitosa, pero, las proyecciones entre diferentes instituciones económicas y agencias estadísticas todavía varían mucho, como para que nosotros estemos totalmente seguros de ello. En un año en que los modelos (models) y las predicciones han estado ampliamente fuera de lugar, deberíamos interpretar esto conservadoramente. En ello ̶ el profesor Calmfors está en lo correcto: la evaluación plena del experimento sueco debe esperar un rato.

Joakim Book es un escritor, investigador y editor, entre otras cosas, acerca de dinero, finanzas e historia financiera. Posee una maestría de la Universidad de Oxford y ha sido académico visitante del American Institute for Economic Research en el 2018 y el 2019. Sus escritos han aparecido en RealClearMarkets, ZeroHedge, FT Alphaville, WallStreetWindow y Capitalism Magazine, y es un escritor frecuente en Notes On Liberty. Sus trabajos se pueden encontrar en www.joakimbook.com y en el blog Life of an Econ Student.