UN ENGAÑO Y UN ABSURDO NUEVO

Por Jorge Corrales Quesada


Cuando lo escuché ayer por la televisión no podía creerlo. Pero, hoy me lo confirma el artículo de La Nación, “Costosa póliza y test covid-19 encarecen turismo extranjero.”

De hecho, desde mediados de marzo nuestros hoteles están sujetos a una estricta cuarentena, en mucho por la prohibición de que turistas extranjeros viajen por vía aérea al país. Después del enorme daño que esa prohibición le ocasionó a la nación, arruinando a la floreciente industria turística dependiente del extranjero, han pasado muchos meses y, por fin, hace más o menos un mes, el gobierno anunció que el país reabriría el aeropuerto Juan Santamaría para el turismo externo, inicialmente a partir de mediados de julio y, luego, desde el primero de agosto.

Los empresarios tendrían así un pequeño respiro pues, aunque nadie esperaba la oleada de turistas de años previos, se vislumbraba que su situación podría mejorar en algo. Pero, nunca contaron con el engaño perpetrado por el gobierno. Los vacilaron, pues, aunque era claro que debían tomar las medidas usuales sanitarias que rigen para las distintas actividades económicas que reabren, medidas por muchos ya conocidas y practicadas hasta en hoteles, que ahora medio sobreviven con el turismo nacional.

Pero, no contaron con la mano burda del estado, caracterizada por dañar las relaciones libres y productivas entre personas. Por debajo de la mesa se había cuajado la trampa, sí, pues parece ser una trampa que haría caer a empresarios y ciudadanos en la idea de que, de nuevo, se abriría el país a la llegada de turistas. Pero la realidad era otra.

Uno no entiende en qué mente puede pasar una decisión como la tomada, de exigirle a todo turista que llegue al país dos condiciones que elevan significativamente su costo de venir. Por una parte, todo turista tendría que mostrar a su ingreso una prueba negativa de un examen por covid-19. Se estima que ese costo adicional le costará a cada turista entre $150 y $200, pero, en el escenario histérico en que se nos tiene sumidos, una persona bien intencionada podría pensar que eso sirve de algo para impedir contagios en el país y, así, puede ser considerado como aceptable.

La segunda parte se las trae. De a callado, pues diseñar de la nada una nueva póliza toma su tiempo y su técnica, en las oficinas del INS y no dudo que, con el conocimiento pleno de las autoridades del gobierno central, se inventaron la creación de una póliza exigida para el turista que llegue al país, que cubra cualquier gasto derivado del covid mientras esté aquí. No sólo, de hecho, ese cobro es una llamada de atención al turista que considera venir al país, de que la enfermedad corre rampante aquí, aun cuando esperaría que en los hoteles adonde iría, se tendrían las usuales medidas preventivas del contagio.

Pero, hasta ahí no llega el absurdo. Esa póliza es obligatoria adquirirla cuando ingresa al país y sólo por medio del INS. No sólo es un desaguisado, sino la creación de un monopolio más: el consumidor está obligado a adquirir esa póliza sólo en el INS, aunque pueda tener todas las pólizas del mundo para viajar y cuidar de la salud mientras viaja.

Esta póliza no es barata -es sabido que un monopolista siempre le aumenta el precio al consumidor cautivo- sino que eso reitera la señal de que en Costa Rica hay un alto riesgo para el turista de sufrir daños en el país por el covid, pues, de no ser así, la póliza sería barata. Me imagino que el gobierno pensó que esta brillante idea sería una fuente de nuevos ingresos, para ayudarle en su desmadre fiscal.

Vean los costos de esta medida, usando como ejemplo a viajeros que permanezcan un promedio de dos semanas aquí y para diferentes edades. El medio desglosa todos estos costos adicionales, que incluyen, además del impuesto por salir del país de $29, también el costo más bajo estimado de $150 por tener que hacerse el examen del covid en el extranjero, a lo cual hay que agregarle el nuevo seguro obligatorio en el INS, que varía según la edad.

Los cálculos de los costos extras son, según edades, los siguientes:

Menores de 18 años: $454
De 18 a 45 años: $478
De 46 a 70 años: $760
Más de 70 años: $1.144

Es muy posible que esos costos adicionales equivalgan entre un 100% más para los mayores de edad con un costo estimado de $1.144 por el tiquete de ida y vuelta, y casi un 40% más del costo estimado de ese mismo tiquete para un menor de 18 años.

Este es un aumento enorme en el costo de ir de vacaciones a Costa Rica. Si antes se esperaba que la apertura de vuelos significaría un alivio, si bien mínimo, a la industria hotelera, ahora, con este mayor costo, el alivio será mucho menor. ¡Qué vacilada les dieron! Sólo los turistas muy ricos o los pagados por empresas podrán venir aquí.

Pero, tampoco así terminan las cosas. El turista tiene otras opciones en dónde vacacionar. Sabemos que el mercado del turismo es muy competido, que hay innumerables alternativas, si bien reducidas en la actualidad, que están aún vigentes. ¿Cancún? ¿República Dominicana? ¿los mismos Estados Unidos? ¿en otras partes de Europa para los europeos? Y ¡allí no tienen ese nuevo impuesto que aquí brillantemente se les ocurrió!

Todos aquellos quienes, de una u otra manera, viven gracias al turismo internacional, se van quedar “desvestidos y alborotados” ante la burla, producto de la estupidez en las políticas gubernamentales. Si a la gente le duele cuando la agarran de mona, más le ha de doler cuando lo que verdaderamente está en juego es la supervivencia de sus ingresos, de sus familias, de sus empleos, ocupaciones e inversiones, de su modo de vida…

Publicado en mis sitios de Facebook, Jorge Corrales Quesada y Jcorralesq Libertad, el 31 de julio del 2020.