Sigo traduciendo artículos que les pueden ser útiles para entender todo esto de la pandemia, incluso con análisis y datos que a algunos no les gustan, pues cuestionan el mantra usual de quienes planifican centralmente las cosas: que nunca se equivocan y que saben más que todos los demás en sociedad.

¿IMPUSIERON LOS ESTADOS UNIDOS MUY TARDE SU CUARENTENA Y ABRIÓ MUY RÁPIDO?

Por Phillip W. Magness

American Institute for Economic Research
20 de julio del 2020


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede verlo en https://www.aier.org/article/did-the...open-too-soon/

Al experimentar los Estados Unidos un alza en los brotes de COVID-19, con la mayoría de ella concentrada en regiones que evitaron una ola previa que golpeó al Noreste allá en marzo y abril, los medios han adoptado una nueva explicación para continuar su racionalización, de mucho tiempo, de los cierres generalizados de la sociedad.

Dice el argumento que la mayoría de las naciones europeas (incluyendo aquellas que fueron golpeadas más fuertemente que Estados Unidos ( harder hit than the US)) siguieron un patrón “responsable” para anular el virus por medio de cuarentenas fuertes y órdenes de quedarse en casa, y que sólo empezaron el proceso de reapertura cuando sus modelos, guiados por datos, dijeron que era seguro hacerlo. En contraste, los Estados Unidos supuestamente esperaron mucho tiempo para imponer las cuarentenas, lo hicieron ineficientemente y se “apuraron a reabrir” (rushed to reopen) antes que el virus estuviera bajo control.

Es una narrativa conveniente para justificar la reimposición de cuarentenas, así como para castigar políticamente a cualquiera que, en primer lugar, cuestionó su eficacia. Pero, ¿se basa en alguna evidencia?

Para ayudarnos a responder la pregunta, debemos acudir a una herramienta útil creada por la Escuela de Gobierno Blavatnik de la Universidad de Oxford (University of Oxford’s Blavatnik School of Government), que permite hacer comparaciones entre países de políticas de respuesta al COVID. Entre la información que se traza, hay un “índice de severidad” que “registra que tan severas son las políticas ‘tipo cuarentena’ que primordialmente restringen el comportamiento de la gente.”

Como se le describe en el sitio en la red del proyecto, el índice de severidad asigna valores en una escala de puntaje de 0 a 100 para capturar la severidad de las respuestas de un país. Los puntos se otorgan para el grupo familiar de políticas de intervenciones no farmacéuticas, adoptadas en nombre de contraatacar al COVID. Incluyen cierres de escuelas y negocios, cancelaciones de actividades, restricciones a reuniones de muchas personas, restricciones al viaje interno y externo, e intentos de confinar en sus hogares a los residentes, mediante órdenes o cuarentenas.

También, el índice de severidad sigue cómo estas políticas cambian en el tiempo, cuando países imponen mayores restricciones o empiezan a reabrir su previo estado de cuarentena.

Así que, ¿cómo se comparan los Estados Unidos con otros países desarrollados que practicaron cuarentenas? ¿Estuvimos atrasados en responder al COVID o abrimos demasiado pronto, como alega la narrativa actual de los medios?

Usted puede ver el “Índice de Severidad de la Respuesta Gubernamental al COVID-19” en https://www.aier.org/article/did-the...open-too-soon/

Muy sencillo, no existe evidencia en el índice para algunas de esas afirmaciones. Al contrario, Estados Unidos cerró casi al mismo momento exacto que la mayoría de Europa Occidental.

La respuesta de Estados Unidos en el índice general de severidad pasó de 8.33/100 el primero de marzo a 52.31/100 el 16 de marzo, el día en que el presidente Trump abrazó las cuarentenas (the day that President Trump embraced lockdowns), a partir del consejo del ahora desacreditado modelo del Colegio Imperial ( now-discredited Imperial College) de Neil Ferguson. Durante los siguientes pocos días, alrededor de 43 de los 50 estados impusieron políticas de cuarentena. Las excepciones provinieron de estados rurales ligeramente poblados, que no experimentaron brotes masivos, así que, de hecho, la mayoría de la población del país estaba bajo plena cuarentena. Para el 21 de marzo, el índice de severidad de Estados Unidos se elevó a 72.69, en donde, más o menos, permaneció durante los dos meses siguientes.

En su máximo, el índice de severidad de Estados Unidos arribó a niveles comparables con los de Gran Bretaña (75.93), Bélgica (81.48), Holanda (79.63), Alemania (73.15), Noruega (79.63), Dinamarca (72.22) y Suiza (73.15). Entre países desarrollados comparables sólo Italia, Francia e Irlanda superaron la marca de 90 puntos en el índice.

De estos países, casi todos impusieron sus políticas más estrictas exactamente en el mismo momento ̶ la semana alrededor del 16 de marzo, día en que se publicó el reporte del Colegio Imperial, lo que también correspondió con la declaración de pandemia por parte de la Organización Mundial de la Salud, el 11 de marzo. Sólo Italia -sitio caliente temprano- precedió esta oleada de cuarentenas, habiéndolas impuesto a fines de febrero.

En resumen, no hay evidencia de que, en u momento, Estados Unidos se rezagó detrás de Europa en imponer la cuarentena. Tampoco existe evidencia alguna de que los cierres en Estados Unidos fueron significativamente menos severos que la nación europea promedio de Europa Occidental ̶ y ello a pesar de tener una geografía y población más extensas.

Así que, ¿qué queda acerca del supuesto “apuro por reabrir” que los medios describen como la fuente de los recientes aumentos de casos?

Debido a su sistema federal descentralizado, los estados individuales de Estados Unidos reabrieron en momentos diferentes. Por ejemplo, Georgia derogó su orden de quedarse en casa el 30 de abril, y la mayoría de los otros estados de Estados Unidos empezó a aflojar sus cuarentenas entre mediados de mayo y mediados de junio (aun cuando en la mayoría de los estados que reabrieron, todavía permanecen en pie restricciones significativas de acontecimientos, escuelas y ciertos negocios).

En comparación, la mayoría de los estados europeos empezó su reapertura aproximadamente al mismo momento, principios de mayo, y buena parte de ella lo hizo a tasas significativamente más rápidas que Estados Unidos. Después de que Bélgica empezó a aflojar sus cuarentenas alrededor del 8 de junio, sólo el Reino Unidos e Irlanda permanecieron con un nivel de severidad de la cuarentena comprable con el de Estados Unidos, mostrando todos los tres puntajes superiores a 70.

Irlanda reabrió el 26 de junio, cayendo su índice de severidad hasta 38.89. Para el 4 de julio, e incluso con reaperturas lentas en proceso en la mayoría de los estados, el índice de severidad muestra que Estados Unidos (68.89), como un todo, permanecía aún bajo restricciones más fuertes (remained under heavier restrictions) que cualquier país de Europa Occidental, excepto el comparablemente cerrado Reino Unido (69.91).

El gráfico con los índices citados se puede ver en https://www.aier.org/article/did-the...open-too-soon/

Los críticos pueden responder que la diferencia en las respuestas de políticas a nivel estatal es obscurecida por el índice nacional de severidad de Oxford. Y, aún así, los focos calientes actuales de Estados Unidos no empezaron sus procesos de reapertura con mayor rapidez que los estados típicos europeos. Texas empezó a aflojar su cuarentena el 30 de abril y Florida el 4 de mayo ̶ aproximadamente en el mismo período en que el índice de severidad empezó a declinar en Holanda, Italia, Alemania, Dinamarca, Noruega, Luxemburgo y Suiza.

Tal vez, dice más su actual foco caliente California, el primer estado de Estados Unidos que impuso una cuarentena plena en todo el estado el 19 de marzo y uno de los estados más lentos en reabrir ( slowest states to reopen), habiendo sólo llegado al inicio de la “Etapa 2” de su plan, antes del brote de casos reciente.

En este momento, cualquier número de factores explica el desarrollo de la pandemia en Estados Unidos, con poca conexión con el momento de las cuarentenas allá en marzo pasado o con el proceso tibio y burocráticamente administrado de reapertura.

Notoriamente, brotes severos de COVID parecen concentrarse abrumadoramente en asilos de ancianos ( nursing homes) ̶ problema que no es significativamente enfrentado con cuarentenas, y que ni siquiera figuró en las consideraciones del modelo del Colegio Imperial ( Imperial College model) en que se basaron. También, estamos viendo las claras dimensiones geográficas de la diseminación de la pandemia. Después de arrasar al Noreste, mientras estaba en cuarentena, ahora los puntos calientes virales se han trasladado a áreas previamente no afectadas ̶ e independientemente de sus políticas de cuarentena restantes o reinstaladas, como lo muestra California.

A pesar de lo anterior, la última narrativa de los medios muestra los signos reveladores de una política de respuesta -las cuarentenas- en busca de una racionalización política. Con toda la retórica y la fanfarronería acerca del “apuro por reabrir” de Estados Unidos y del uso más responsable y efectivo de Europa en las cuarentenas, datos como el índice de severidad de Oxford muestran exactamente el patrón opuesto.
Los cierres impuestos en Estados Unidos, al mismo tiempo que en Europa, lo hicieron con niveles comparables de severidad y, en la realidad, reabrieron a una fecha posterior y a un ritmo menor que la mayoría de las naciones europeas.

Phillip Magness es investigador sénior en el American Institute for Economic Research. Es autor de numerosos trabajos acerca de historia económica, impuestos, desigualdad económica, la historia de la esclavitud y la política educativa en los Estados Unidos.