RODEADA POR EL FRACASO DEL GOBIERNO, ¿POR QUÉ LA GENTE TODAVÍA CREE EN ÉL?

Por Veronique de Rugy

American Institute for Economic Research
27 de junio del 2020


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede verlo en https://www.aier.org/article/surroun...still-believe/

Siempre me asombro de la fe que la gente tiene en el gobierno. Busque en el periódico de cualquier día de la semana y leerá historias que tienen que ver con los múltiples fracasos de los gobiernos o agencias federales, estatales y locales, y acerca de su habilidad estupenda de cometer los mismos errores una y otra vez. Aun así, estas agencias son a las que la gente acude en tiempos de problemas o necesidades.

Asombroso.

Vea la edición del 26 de junio del Wall Street Journal. Ahí encontrará una pieza acerca de cómo el programa de Ayuda a los Pequeños Negocios (Small Business Aid program) posee un riesgo significativo de fraude, según la Government Accountability Office (GAO por sus siglas en inglés) [Contraloría de la República]. Ello es desafortunado para un programa lleno de problemas de puesta en práctica, que dejan a muchos negocios pequeños sin capacidad de hacer una solicitud (many small businesses unable to apply), mientras que muchas de las grandes (many large ones) no tuvieron problemas para obtener uno de los préstamos disponibles para pequeñas empresas.

Y, después, aparece el reportaje de cómo el IRS [Tributación Directa] pagó $1.4 miles de millones en pagos de estímulos a personas muertas. Está en lo correcto: personas muertas. Según el reporte, “El IRS, que estaba tratando de sacar rápidamente esos fondos, no usó los certificados de defunción de la Administración de Seguridad Social, como un filtro computarizado en las primeras tres rondas de pagos, según la GAO (according to GAO).”

Una reacción en común a estas dos historias es que el Congreso se estaba apurando, todo mundo estaba en pánico, y los comentaristas estaban clamando, que debemos hacernos más grandes o incluso más grandes que grande, Pero, si ese es el problema, ¿cómo explicar los pagos impropios por $137 miles de millones hechos en el 2018? Que quede constancia, este asombroso nivel de pagos impropios sucede todos los años. Y, además, está el hecho de que ni siquiera podemos medir cuántos pagos impropios se dan en el Departamento de la Defensa (many improper payments take place in the Department of Defense), pues la agencia falla regularmente en sus auditorías ̶ por tanto, nadie sabe en realidad adónde va a dar todo el dinero. Aun así, aquí estamos siempre confiando en que el mismo gobierno, la próxima vez, sí lo hará mejor.

En esa misma página del Journal usted también puede leer como “Battered U.S Wine Importers Brace for Higher Tariffs.” [“Cómo importadores estadounidenses de vino se preparan para aranceles más altos.”] Como lo reporta el Journal, “La oficina del Representante Comercial de Estados Unidos, que impuso aranceles del 25% a los vinos (imposed 25% tariffs on wine), quesos, aceitunas y otros productos de la Unión Europea en octubre, ahora está considerando elevar los aranceles al 100%, citando una ausencia de progreso en negociar una solución y eliminar el subsidio para Airbus SE.” No importa que, finalmente, el presidente haya dado indicaciones de que conoce bastante bien que los estadounidenses -los mismos estadounidenses que no tienen nada que ver con la disputa de Boeing y Airbus- son quienes están pagando los aranceles.

Sí, el presidente Trump, y casi que todos en el Partido Demócrata, felizmente contribuyen a esta nueva onda proteccionista. Triste pero predeciblemente, si acaso hay alguien en el Partido Republicano que está luchando contra el presidente y sus compañeros proteccionistas, Peter Navarro, Robert Lighthizer y Wilbur Ross.

Hurgando en la parte baja de la página del reporte en el Wall Street Journal, usted aprende (learn) que, gracias a los cierres impuestos por el gobierno, “140.000 negocios que Aparecen en la Lista de Yelp todavía están Cerrados Debido a la Pandemia del Covid-19.” Tristemente, usted lee, “Una gran mayoría de ese conjunto, un 41%, ha cerrado de forma definitiva, según Yelp.”

Esto no sorprende: las empresas no pueden mantenerse cerradas durante meses y, luego, sobrevivir no habiendo hecho nada. Aun así, muchos estados no han reabierto a plenitud para permitir que las empresas sobrevivan reorganizando sus actividades, para mantener seguros a consumidores y empleados.

Esto, a pesar de la evidencia académica de que las cuarentenas fueron un error (lockdowns were a mistake). En efecto, al escuchar que el número de casos -que, como lo explica (points out) Don Boudreaux, es muy diferente al número de muertes- está creciendo, algunos estados están anunciando que ellos harán una pausa en la reapertura.

Aun así, el hecho de que el número de casos aumentara al reabrirse la economía, era plenamente esperado, pues, como porción de la población, poca gente ha estado expuesta, en la realidad, al virus. Si un número creciente de casos es razón suficiente para detener todo -razón suficiente, de nuevo, para coaccionar la economía y la vida hacia un congelamiento- en tanto que esperamos que una vacuna que, puede o no, arribar rápidamente, ¿que cree usted que va a pasar?

Los gobernadores alrededor del país deberían terminar con la cuarentena y darles a los negocios un estímulo para que salven sus negocios, al reinventar algunas de las formas en que ellos sirven a sus clientes. Por supuesto, una reapertura plena no es garantía de que todos los consumidores regresarán rápidamente.

Datos nuevos (New data) confirman lo que ya sabíamos; esto es, que mucha gente no esperó a que los gobiernos cerraran la economía, para quedarse en casa y refugiarse en ella. Ese comportamiento, basado en el temor, contribuyó en mucho al colapso económico. Esto significa que la mayoría de los consumidores tendrán cuidado y estarán atentos a su salud y a la de otros, sin decretos gubernamentales que también, en esta ocasión, les digan qué hacer. Pero, al menos les da una oportunidad a consumidores y empresas para ver qué es lo que funciona para ellos, una vez que la economía se reabra.

Concluyo con un reportaje del Washington Post. Uno es acerca de la negativa de Trump a estimular que la gente use mascarillas. Esto, por supuesto, viene en la cola de la admisión del Dr. Fauci de que él, intencionalmente, indujo al público al error acerca de la utilidad de usar mascarillas, de forma que ellas pudieran ser direccionadas hacia profesionales del cuido de la salud.

Y aquí (And here) está Fauci explicando cómo y por qué mintió: “Él también reconoció que, inicialmente, las mascarillas no se recomendaron al público en general, para que los primeros en intervenir [ante la pandemia; por ejemplo, en hospitales] no sintieran la presión de las escasez de Equipo de Protección para el Personal (EPP).” Él explicó que los expertos en salud pública “estaban preocupados por la salud pública de la comunidad, y mucha gente estaba diciéndolo, que estaban preocupados de que fuera en un momento en donde el equipo para la protección del personal, incluyendo las mascarillas N95 y las mascarillas quirúrgicas, era sumamente escaso.”

Es interesante que los estadounidenses empezaron a usar mascarillas hechas en casa antes de esa admisión de Fauci, mostrando que tal vez ellos estaban comprándolas. No obstante, en su mayor parte, los estadounidenses continúan (continue) confiando en Fauci. Pero, David Henderson, no.

En serio, leer el periódico diariamente debería hacer que todos cuestionáramos la intervención gubernamental en nuestras vidas. Pero no lo hacen, basados en el apoyo a ambos, un proteccionista del Partido Republicano como Trump y su oponente del Partido Demócrata a la presidencia, Joe Biden. Entonces, ¿qué debemos hacer?

Creo que deberíamos continuar luchando en la batalla de las ideas, pues, cuando estamos profundamente en este enredo que ambos partidos, y las ideologías subyacentes, están creando, alguna gente buscará respuestas y soluciones lejos del estado. Como lo dijera Milton Friedman en una ocasión, “Esa, creo yo, es nuestra función esencial: desarrollar alternativas a políticas existentes, para mantenerlas vivas y disponibles, hasta que lo políticamente imposible se convierte en lo políticamente inevitable.”

Yo asumo seriamente esa tarea.

Finalmente, en verdad me siento obligada hacia los intelectuales del pasado, quienes lucharon por nuestras libertades en lo que probablemente fueron inclusive tiempos más deprimentes. Por esta razón, dediqué mi vida professional al llamado a la acción de Friedrich Hayek, de que

“Debemos hacer que la construcción de una sociedad libre, sea una vez más una aventura intelectual, un acto de coraje… A no ser que nosotros podamos hacer que los fundamentos filosóficos de una sociedad libre sean una vez más una cuestión intelectual viviente, y su implementación una tarea que pone a prueba el ingenio y la imaginación de nuestras mentes más animadas. Pero, si podemos recuperar esa fe en el poder de las ideas que fue la marca del liberalismo en su mejor momento, la batalla no está perdida.”

Esta, creo, es la razón por la cual continuamos luchando.

Veronique de Rugy es compañera sénior del American Institute for Economic Research también lo es en el Mercatus Center de la Universidad George Mason y es una columnista de alcance nacional. Sus intereses de investigación primarios incluyen la economía de los Estados Unidos, el presupuesto federal, la seguridad doméstica, impuestos, competencia tributaria y privacidad financiera. Ella recibió su Maestría en Artes de la Universidad Dauphine, París y su doctorado en economía de la Universidad Pantheon-Sorbonne.