LA CRISIS DEL COVID PODRÍA LANZAR A 100 MILLONES A LA POBREZA EXTREMA SEGÚN NUEVO ESTUDIO DEL BANCO MUNDIAL

Por Jon Miltimore

Fundación para la Educación Económica
Miércoles 1 de julio del 2020


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, con letras en rojo y entre paréntesis, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/covid-crisi...nk-study-says/

El surgimiento de la pobreza extrema global sería el primer incremento desde 1998.

Las consecuencias económicas de los cierres por el COVID-19 están bien documentadas.

En Estados Unidos, más de 100.000 empresas (100,000 businesses) han desaparecido. Más de 40 millones de empleo (40 million jobs) se acabaron. La deuda federal ha subido a $26.3 (surged ) millones de millones.

Estas son cifras abrumadoras y problemas serios. Pero, de algunas formas, ellas no son la peor parte de la historia. Después de todo, Estados Unidos es una nación increíblemente rica. La vasta mayoría de los pobres entre nosotros aún está comparativamente bien desde una perspectiva material, con acceso a abrigo, agua potable, comida y otras comodidades y formas de asistencia. Es un hecho a menudo no mencionado que los condados más pobres de Estados Unidos luchan contra la obesidad (struggle with obesity).

La obesidad es un asunto serio, pero muchas partes del mundo luchan contra una forma más severa de mala nutrición: el hambre. Tristemente, muchas de las partes del mundo económicamente más deprimidas están en una posición de ver a decenas de millones de más personas, deslizándose en la pobreza extrema, dice un nuevo estudio del Banco Mundial (a new World Bank study says).

“Las proyecciones de pobreza (Poverty) sugieren que los impactos económicos y sociales de la crisis es posible que sean muy significativos,” afirma el reporte. “Estimaciones basadas en proyecciones de crecimiento provenientes del reporte del 20 de junio Prospectos Económicos Globales, muestran que, cuando se compara con estimaciones precrisis, el COVID-19 podría lanzar a 71 millones de personas a una pobreza extrema en el 2020, según el escenario básico, y a 100 millones, bajo el escenario negativo.”

El mayor aumento ocurrirá en lugares que ya sufren de pobreza y hambre elevadas. Las proyecciones muestran que, más o menos, la mitad de los individuos que caen en pobreza extrema -que el Banco Mundial define como “viviendo con $1.25 o menos al día- viven en el Sur de Asia, mientras que más de un tercio proviene del África Subsahariana.

Hoy el Sur de Asia y África Subsahariana son las regiones más pobres del mundo. En efecto, un reporte separado del Banco Mundial muestra (shows ) que los cinco países más populosos de esas regiones -India, la República Democrática del Congo, Etiopía y Bangladesh- equivalen a la mitad de los extremamente pobres del mundo.

Las cifras nuevas incluso son peores que las de un análisis previo del Banco Mundial (a previous World Bank analysis), publicado en abril, que proyectó que la crisis del COVID-19 lanzaría a la pobreza extrema a alrededor de 50 millones de personas.

Que el total termine siendo 50 millones o 100 millones, el aumento en la pobreza extrema global sería el primer aumento desde 1998.
Algunos pueden argüir que 100 millones de personas lanzadas a la pobreza extrema es simplemente un daño colateral en la guerra más importante contra el COVID-19. Sin embargo, las pandemias no son guerras. Ellas no pueden ser derrotadas, sólo sobrellevada y, en el mejor de los casos, mitigadas.

El Banco Mundial es cuidadoso al decir que la repercusión económica se deriva de la “crisis del COVID,” pero eso es un poco eufemístico. La repercusión económica se deriva principalmente de la reacción global ante el COVID -cierres económicos masivos- no del virus en sí.

Sabemos esto porque podemos comparar la carnicería económica con pandemias del pasado. Ello mediante Ryan McMaken at Mises Wire:

“Específicamente, podemos ver la pandemia de 1957-58, que fue más mortal de lo que hasta el momento ha sido la pandemia del COVID-19. También podemos ver la pandemia de 1918-19. No obstante, veremos que ninguna de ellas produjo la carnicería económica en la escala que hoy vemos, como resultado de las cuarentenas obligatorias del gobierno.

Esto desvirtúa totalmente los alegatos de que las cuarentenas son sólo un factor pequeño en la destrucción económica, y que el verdadero responsable es el virus como tal.

La CDC (siglas en inglés para los Centros para el Control de Enfermedades de los Estados Unidos) estima que, al 18 de mayo, este año, aproximadamente, noventa mil estadounidenses han muerto por el COVID-19. Ajustado por el tamaño de la población, eso resulta en una tasa de mortalidad de 272 por cada millón. Ella (hasta el momento) es menor que la mitad de la tasa de mortalidad de la pandemia de influenza de 1957-58. En esa pandemia, se estima que murieron tantos como 116.000 estadounidenses. Sin embargo, la población de Estados Unidos en esa época era mucho menor, totalizando sólo 175 millones. Ajustada por el tamaño de la población, la mortalidad como resultado de la pandemia de la ‘Gripe Asiática’ de 1957-58 fue de más de 660 por cada millón.

Hoy es el equivalente a 220.000 muertos en los Estados Unidos.

A pesar de lo anterior, los estadounidenses en 1957 no respondieron cerrando el comercio, obligando a la gente a ‘cuarentenas,’ o elevando el desempleo hasta niveles de la era de la Depresión. En efecto, reportes indican que los estadounidenses llevaron a cabo poca acción, más allá de las medidas usuales involucradas al tratar de disminuir la diseminación de la enfermedad: lavado de manos, quedarse en casa cuando se está enfermo, etcétera.”

La pandemia de 1957 fue incluso más mortal que el coronavirus del 2020, pero su impacto económico parece haber sido leve. Proveniente de D.S. Henderson et al. en "Public Health and Medical Responses to the 1957–58 Influenza Pandemic”:

“A pesar del gran número de casos, el brote de 1957 no parece haber tenido un impacto significativo sobre la economía de Estados Unidos. Por ejemplo, una estimación de la Oficina de Presupuesto del Congreso encontró que, una pandemia de la escala de los que ocurrió en 1957, reduciría el PIB real en aproximadamente un 1%, ‘pero probablemente no causaría una recesión y podría no ser distinguible de la variación normal de la actividad económica.’”

La Gripe Española ofrece un escenario similar. La pandemia más mortal del siglo XX “casi que no dejó marca discernible sobre la economía agregada de Estados Unidos,” escriben (write ) los economistas Efraim Benmelech y Carola Frydman. “De acuerdo con algunas estimaciones, en 1919 el producto nacional bruto real en realidad creció.”

Los costos económicos de las cuarentenas son relevantes al considerar que hay una amplia discusión acerca si, de nuevo, los Estados Unidos deberían cerrar su economía, a la luz de incrementos recientes en los casos de COVID, aún cuando las muertes continúan declinando (decline) y hay evidencia que sugiere que el COVID-19 se está debilitando (weakening).

Los impulsores de las cuarentenas dicen que los motiva la protección de vidas, lo que, sin duda, es cierto. Sin embargo, la evidencia sugiere que las cuarentenas no son particularmente efectivas para frenar la diseminación del COVID-19 ( are not particularly effective at curbing the spread of COVID-19). De hecho, los estados de Estados Unidos con cuarentenas más estrictas tienen las tasas de fatalidad más altas.

Ciertamente hay espacio para debatir acerca de la efectividad de las cuarentenas, pero, mientras se da, no deberíamos ignorar los costos de las cuarentenas ̶ tanto económicos como psicológicos, pues ambos tienen ramificaciones severas para los seres humanos.

“Uno de los mayores errores es juzgar las políticas y programas por sus intenciones, en vez de por sus resultados,” famosamente dijo (said) el economista Milton Friedman.

Si la primera ronda de cierres termina lanzando a 100 millones de personas hacia la pobreza extrema, ese es un costo demasiado severo como para ignorarlo ̶ cualesquiera que sean las intenciones de aquellos quienes los están imponiendo.

Jonathan Miltimore es editor administrativo de la FEE.org. Sus reportajes y artículos han aparecido en la revista TIME, el Wall Street Journal, CNN, Forbes, Fox News y el Star Tribune.

Otros: El Washington Times, MSN.com, El Washington Examiner, el Daily Caller, el Federalist, el Epoch Times.