Pensemos nada más, por un momento, cuántos hechos contradictorios se nos han dicho en esta pandemia, e incluso cuántas veces se ha hablado de que son “ciencia” o de “expertos”, que terminan equivocados, pues al final de cuentas errare humanun est (no son dioses sino frágiles humanos). Peor aún, en cuántas ocasiones se nos dice que es verdad lo que cierto político nos dice, cuando en realidad la situación es diferente, pero se presiona a la gente para que crea que ese político sólo dice la verdad. O cuando se cree que unos políticos planificadores centrales saben más que la totalidad de los individuos en las sociedades y, al fin de cuentas, terminan en la fatalidad de la arrogancia. Por ello les recomiendo la lectura de este comentario del profesor Brownstein.

POR QUÉ LOS HECHOS NO LE IMPORTAN A LA GENTE

Por Barry Brownstein

American Institute for Economic Research
24 de junio del 2020


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede verlo en https://www.aier.org/article/why-fac...ter-to-people/

Frustrado por las restricciones a la vida diaria por el COVID-19, me dijo un amigo, “¿Sólo quiero saber la verdad?”

Como mucha gente, mi exasperado amigo, y otros que conozco, están mesmerizados y asustados ante las noticias diarias que reportan el número de casos de COVID-19. Usted puede citar todos los datos que quiera, como estos (these) acerca de los Estados Unidos:

Dos gráficos, uno acerca del número de casos registrados por exámenes y otro acerca de hospitalización en Estados Unidos, se hayan en https://www.aier.org/article/why-fac...ter-to-people/

Son buenas noticias. Pero, si usted prende la televisión, recibe un mensaje diferente. A la gente le preocupa mandar a sus hijos a la escuela en este otoño. Algunos despliegan puntos de vista autoritarios al excusar a políticos por errores destructivos, simplemente porque ellos mostraron un “fuerte liderazgo.”

Si usted está pensando por qué tantas personas no ven el mundo de la forma en que usted lo vislumbra, involúcrelas en una conversación. Usted encontrará que ellas son tan bien intencionadas como lo es usted, pero que están viendo en otra dirección. Bajo sus opiniones y temores, las creencias les están dando forma a cómo ellos ven al mundo.

Debido a creencias distintas, sus villanos pueden ser sus héroes. Ellos pueden mirar al mundo de los efectos, a la vez que usted está viendo a las causas. Ellos mantienen la esperanza de que un mejor líder llegue al poder, mientras que usted está considerando cómo la presidencia llegó a ser tan poderosa y destructiva.

No es sino hasta que sus creencias cambien, que ellos nunca tomarán en cuenta cómo políticos y expertos, con demasiado poder, convirtieron una pandemia en un desastre. Como lo dijo Einstein (As Einstein put it), “Que usted observe o no una cosa depende de la teoría que usted usa. Es la teoría la que decide qué puede observarse.”

El alegato de los políticos de la “orientación clara” (“clear guidance”) de que se prescinda y “la verdad” que mi amigo quiere aprender, no se sustentan en los principios del progreso humano. Mi amigo está esperando que un funcionario del gobierno suene un pito, dando la orden de que todo está bien. Mi amigo no quiere creer que los expertos son tan falibles como lo es él, y que el consenso político prevaleciente puede ser falso. Que yo le explique por qué “definir el riesgo es un ejercicio del poder” (“defining risk is an exercise in power”), provocaría una mirada en blanco de incredulidad.

CUANDO LA ÚNICA VERDAD ES LA DE LOS LÍDERES

En su libro, Without You, There is No Us (Sin Ti No Hay Nosotros), Suki Kim cuenta la historia de enseñar el inglés a una élite de estudiantes, todos varones, de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Pyongyang, Corea del Norte. Kim, quien nació en Seúl, Corea del Sur, emigró a Estados Unidos con su familia cuando ella tenía 13.

En su salón de clases en Corea del Norte, las conversaciones eran furtivas. Cualesquiera de las palabras en una frase podían ser causa de deportación para un instructor. Las consecuencias de una discusión abierta eran peores para los estudiantes; prisión en uno de los campamentos de muerte en Corea del Norte o la ejecución le esperaban a un estudiante con ideas contrarrevolucionarias.
A pesar de lo anterior, había encuentros durante las comidas en la Universidad, en donde había alguna sinceridad.

Un día, un estudiante le preguntó a Kim, qué pensaba de “La Canción del General Kim-Jong-Il (The Song of General Kim-Jong-il). La canción era un himno nacional no oficial en Corea del Norte y le hacía un homenaje al padre del déspota actual de ese país.

Las letras de esta cancioncilla incluían: “Todo florecimiento en esta tierra cuenta su amor, amplio y tibio… Él es el protector de la rectitud… Brillante y amado sea el nombre de nuestro General.”

Suki Kim no podía compartir sus sentimientos genuinos acerca de la canción, de forma que musitó unas vagas palabras de respeto.

Luego, el estudiante le preguntó cómo funcionaba el sistema de gobierno estadounidense. Nosotros aprobamos leyes, le dijo ella, cuando el presidente y el Congreso “trabajan en conjunto.”

El estudiante de Kim estaba incrédulo. “Pienso que el presidente es aquel quien debería tomar las decisiones. Él tiene el poder, ¿no es así?” Este estudiante había crecido en una sociedad en donde sólo un punto de vista podía expresarse. “Pensar era peligroso,” escribe Kim. Incluso para Kim, “algunas veces sentí como si ‘yo’ no existiera,” lo que la condujo a experimentar sentimientos “profundamente claustrofóbicos y, algunas veces, casi insoportables.”

Los estudiantes fervientemente creían en mentiras, como que Corea del Norte es la “más poderosa y próspera [nación] del planeta.” Ellos también mentían constantemente acerca de asuntos básicos de sus vidas cotidianas. Escribe Kim, “La mentira y el secreto eran todo lo que ellos siempre habían conocido.” Ella pregunta, “En un país en donde el gobierno inventa su propia verdad, ¿cómo podría esperarse que ellos fueran de otra forma?”

Kim estaba en una encrucijada en cuanto a si seguir conversando con su estudiante. ¿Era el estudiante un espía tratando de tenderle una trampa o, incluso peor, terminaría el estudiante en el gulag por tan sólo discutir los límites del poder? Kim respondió: “Nuestro país no es para el presidente, sino para el pueblo. El presidente es sólo su cara, el símbolo, pero, el poder real pertenece al pueblo. El pueblo es quien toma las decisiones.”

Si tan sólo fuera cierto lo que dijo Kim. ¿Ha notado usted cuántos estadounidenses están pensado como los norcoreanos? Ellos se sienten tranquilos y aliviados cuando sus políticos favoritos se comportan como cuando los déspotas norcoreanos emiten “orientación in situ.”

Cuando el déspota de Corea del Norte, Kim Jong-un, visita una fábrica o una granja, él hace pronunciamientos acerca de mejoras. Tales pronunciamientos se llaman “orientación in situ” o “guía en el lugar” (“on-the-spot guidance.”) No importa que tanto sinsentido tengan, los pronunciamientos del déspota son reverenciados y obedecidos.

En Corea del Norte, no hay paso hacia adelante que no empiece con un 100% de obediencia. No hay nada por ser descubierto, sólo órdenes para obedecerlas. Servir al déspota es el único fin en la vida de los norcoreanos.

Andrew Cuomo es un político querido, a pesar de haber emitido “orientación in situ” al enviar a miles de residentes de asilos de ancianos a sus muertes (sending thousands of nursing home residents to their deaths). Incluso en mayo, después de que eran ampliamente conocidas las noticias de sus desastrosas órdenes a los asilos de ancianos, su calificación de aprobación era del 81% (his approval rating was at 81%.)
Actualmente, las voces en oposición a la orientación en el sitio de políticos y expertos, todavía se hacen escuchar. Pero, no lo dé por sentado; se está encogiendo la tolerancia para comunicar puntos de vista en contrario.

En una encuesta a estadounidenses en marzo del 2020 (A March 2020 poll of Americans) 3.000 que la respondieron mostraron un fuerte apoyo bipartidista para criminalizar la expresión. Alrededor de un 70% de aquellos encuestados apoyó que el gobierno “restringiera la habilidad de la gente de decir cosas” consideradas como desinformación. Casi un 80% endosó la conscripción de profesionales del cuido de la salud. Un 58% apoyó la incautación de empresas y propiedades. Más del 70% apoyó la detención de pacientes del COVID-19 en instalaciones gubernamentales. La mayoría de aquellos encuestados no cambió su opinión cuando se les dijo que sus posiciones violaban la Constitución.

A MENUDO LOS HECHOS NO IMPORTAN

Es tentador presentarle más hechos a aquellos que no ven el mundo tal como usted lo ve. No obstante, todos hemos experimentado la verdad de la famosa observación (famous observation) de John Kenneth Galbraith: “Enfrentado a elegir entre cambiar la mente de uno y probar que no hay necesidad de ello, casi siempre todo mundo se ocupa de la prueba.”

Debido al sesgo de confirmación (confirmation bias), “abrazamos la información que confirma [nuestro] punto de vista, a la vez que se ignora o rechaza información que causa dudas acerca de él.” Aquellos quienes creen que expertos y políticos deberían conducir el camino, no cuestionan su creencia, sin importar qué datos alternativos acerca del COVID-19 se les presentan.

En su artículo “Confirmation Bias: A Ubiquitous Phenomenon in Many Guises” [“El Sesgo de Confirmación: Un Fenómeno Ubicuo bajo Muchos Disfraces”], el profesor de psicología Raymond Nickerson hace la observación de que “una fracción importante de las disputas, altercados y malos entendimientos que ocurren entre individuos, grupos y naciones,” se debe al sesgo de confirmación.

En resumen, para que usted le llegue a su amigo, debe superar la tendencia humana a filtrar e ignorar la evidencia.

DESTAPE CREENCIAS

Si los hechos no convencen a otros, ¿qué queda? En vez de hechos, considere ayudar a descubrir las creencias que están impulsando el sesgo de confirmación.

Una creencia errada frecuente, invisible al creyente, es que a los individuos se les puede confiar un poder ilimitado. Impulsado por una creencia no examinada, algunos se enfocan en tener a los individuos “correctos” en el poder.

John Adams escribió (John Adams wrote:) “Hay peligro de todos los hombres. La única máxima de un gobierno libre debería ser la de confiar en ningún hombre con el poder de poner en peligro a la libertad pública.”

Con este principio de libertad en mente, incluya en sus conversaciones la idea de que todos los humanos son falibles. El Dr. Antony Fauci, el presidente Trump, el gobernador Cuomo, y todo el resto, son falibles. Los políticos o los expertos no son ángeles (are not angels). Con los individuos, no importa qué tan bien intencionados sean (no matter how well-intentioned), no se puede contar con que sepan o hagan la cosa correcta.

En el Documento Federalista No. 48, Madison advirtió (Madison warned,) “La simple demarcación escrita de los límites constitucionales de los varios departamentos, no es una salvaguardia suficiente contra esas usurpaciones, que llevan a la concentración tiránica de todos los poderes del gobierno en las mismas manos.”

Derechos en los que la viabilidad depende de cómo la gente se sienta, no son derechos del todo. Tales derechos son promesas vacías, rápidamente quitadas por políticos autoritarios.

En su libro The Girl with Seven Names (La chica de los siete nombres), el desertor norcoreano Hyeonseo Lee, reflexionó acerca de por qué están ausentes los derechos humanos básicos en Corea del Norte:

“Empecé a pensar profundamente acerca de los derechos humanos. Una de las razones principales por las que está borrada la diferencia entre opresor y víctima en Corea del Norte, es que allí nadie tiene concepto alguno de derechos. Para saber que sus derechos están siendo abusados, o que usted abusa de los de otros, primero usted tiene que conocer que usted los posee, y cuáles son ellos.”

Como los norcoreanos, muchos estadounidenses no conocen cuáles derechos naturales tienen y, así, no saben cuándo sus derechos son violados.

Los asustados creen que algún político o experto debe decidir la política acerca del COVID-19. Ellos no vislumbran otra forma para lidiar con la amenaza y experimentan con más orden.

Lean la famosa observación de Hayek (Hayek’s famous observation) acerca del orden, reemplazando las palabras “que en condiciones especialmente complejas” con las palabras “durante una pandemia.” “Para la mente ingenua, que sólo es capaz de concebir el orden como resultado de un arreglo deliberado, quizá parezca absurdo que durante condiciones especialmente complejas [una pandemia], tanto el orden como su adaptación a lo desconocido puedan garantizarse más eficazmente a través de la decisión descentralizada.”

Con esa sencilla sustitución, exponemos una creencia esencial compartida por muchos estadounidenses. Creen que centralizando la toma de decisiones es efectiva en condiciones desconocidas, complejas, y quieren que sus políticos hagan algo. Como el Dr. Fauci, creen que el camino hacia adelante es la obediencia (the path forward is obedience).

Si este verano se lleva a cabo un juego de las ligas mayores de beisbol, los juegos serán en estadios vacíos al aire libre. A pesar del bajo riesgo, recientemente el Dr. Fauci se sintió compelido a entremeterse (interject himself) en negociaciones polémicas emitiendo guías en el sitio acerca de cuándo debería terminar el campeonato de beisbol. ¿Vendrán mejores resultados siguiendo la guía en el sitio de Fauci o las tomas de decisiones descentralizadas basadas en lo que Hayek llama (Hayek calls) “el conocimiento de las circunstancias particulares de tiempo y lugar?” Su respuesta depende de su sistema de creencias.

El COVID-19 ha forzado a muchos de nuestros bien intencionados amigos a entrar en lo que algunos llaman el espacio liminal (liminal space) ̶ “un espacio en donde usted ha dejado algo atrás, sin embargo, usted aún no está plenamente dentro de algo más.” En ese espacio, las viejas creencias se cuestionan y las nuevas creencias aún no se forman.

Aquellos que han ingresado en ese espacio no necesitan de más hechos; es probable que estén exhaustos de procesar las “verdades” efímeras y autoproclamadas de políticos y expertos. Antes de presentar más hechos, vincule a un amigo en una conversación para descubrir y apuntar hacia la verdad eterna de la libertad.

Barry Brownstein es profesor emérito de economía y liderazgo en la Universidad de Baltimore. Es contribuyente sénior en Intellectual Takeout y autor de The Inner-Work of Leadership.