APRENDIENDO DE HORRORES CON LA PANDEMIA DEL COVID-19

Por Jorge Corrales Quesada


Hoy quedé horrorizado cuando leí en un artículo de la Nación, “Hogares de ancianos atenderían enfermos de covid-19 sin más recursos,” que “el Ministerio de Salud les informó [a los hogares de ancianos] de que deberían acondicionar las instalaciones para atender a los residentes que presentaran casos menos complejos de covid-19.”

Por supuesto, “casos menos complejos” no significa que no tengan el virus, sino que, tal vez, que no se requiera de un tratamiento médico-hospitalario complejo, pero, que esos residentes potenciales tienen el virus, bien que lo tienen. Y creo que en tal estado de salud es casi criminal que a un asilo de ancianos se le pida recibir y alojar a enfermos que tienen el COVID-19.

No puedo imaginarme que nuestras autoridades del ministerio de Salud no hayan sabido de las experiencias con hogares de ancianos sucedidas en Estados Unidos, en donde en ciertos estados se les exigió a esas instalaciones para ancianos, recibir viejitos con el virus, el cual se diseminó pronto y causó una verdadera carnicería dentro de los asilos.

En al menos cuatro estados de Estados Unidos -Nueva York, Pennsylvania, Massachusetts y California- las autoridades gubernamentales de ellos impusieron esa obligación de recibir enfermos del virus a los asilos de ancianos, a fin de no abarrotar los hospitales y poder atender casos más urgentes. Se ha estimado que esa práctica en Nueva York provocó la muerte de alrededor de 6.000 ancianos. En el caso de California, en cierto momento las muertes por tales circunstancias se aproximaron a 600, equivaliendo a un 40% de todos los fallecidos por el virus. En Pennsylvania, la estimación fue de un 65%. Afortunadamente, los gobiernos que habían impuesto esa práctica obligada, si bien lerdos y ya hecho el daño, echaron para atrás aquella medida tan horrenda.

Uno no entiende, si ya es evidente que la principal cohorte de víctimas mortales por el COVID-19 es la de adultos mayores de 65 años de edad y que para el resto de la población la tasa de mortalidad es significativamente mucho menor, lo que diría que el esfuerzo preventivo de las autoridades debería centrarse en aquella población, que se les ocurra en nuestro país a las autoridades de Salud informarle a las congregaciones de adultos mayores en asilos de ancianos, a otros enfermos del virus, que deben acondicionar sus instalaciones para atender a ancianos enfermos con el COVID-19. A sabiendas de la relativamente alta transmisibilidad de ese virus, es como lanzar un lobo hambriento en una manada de ovejas.

No me pasa por mi mente que esos funcionarios del ministerio de Salud puedan mandar una orden como esa, por más que digan que les darán recursos para cumplirla. Eso es jugar con fuego. Ojalá que esa medida se detenga de inmediato, y que, de no hacerlo, y si se pone en práctica ante la orden, si hay muertes debido al virus en esos asilos por la transmisión de enfermos obligados a atenderlos, la ley considere el caso como un asesinato y que los funcionarios que tomaron la decisión sean responsables con su peculio ante tribunales por esas muertes.

Tal vez así hagan lo lógico y detengan esa locura. Ruego a Dios que la información de la Nación que consigna esa orden del ministerio de Salud sea falsa.

Publicado en mis sitios de Facebook, Jorge Corrales Quesada y Jcorralesq Libertad, el 11 de junio del 2020.