SUECIA VE CRECIMIENTO ECONÓMICO EN EL PRIMER TRIMESTRE A PESAR DE LA PANDEMIA GLOBAL

Por Jon Miltimore

Fundación para la Educación Económica
Sábado 30 de mayo del 2020


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, con letras en rojo y entre paréntesis, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/sweden-sees...obal-pandemic/

El crecimiento del PIB de Suecia es un fuerte contraste con naciones que iniciaron cuarentenas de línea dura.

La cadena de televisión CNBC reporta (reports ) que Suecia, que ha evitado una cuarentena de línea dura durante la pandemia del COVID-19, vio a su economía crecer durante el primer trimestre.

“La economía sueca se expandió a una tasa muy superior a la de muchas de sus contrapartes europeas, durante los primeros tres meses de este año, datos publicados el viernes lo indican, al seguir la decisión del gobierno de no imponer una cuarentena total para contener la expansión del coronavirus.

La oficina de estadísticas del país nórdico reportó (reported ) que el producto doméstico bruto (GDP), la medida más amplia de salud económica, creció a una tasa anual de 0.4% en el primer trimestre.

El PDB de Suecia aumentó en un 0.1% en el primer trimestre, cuando se ajusta estacionalmente y se compara con los últimos tres meses del 2019. Las predicciones de la mediana en una encuesta de Reuters a economistas, habían estimado ver una contracción del 0.6% en una base trimestral.”

Presumiblemente, los resultados son una sorpresa para muchos.

Tanto críticos como quienes apoyan la política sueca de un “toque más liviano,” han señalado que, aunque su tasa de mortalidad es mejor que la de muchos de sus vecinos europeos (is better than many of its European neighbors⁠) -Francia, Bélgica, Italia, España y Reino Unido- a pesar de ello, los suecos esperaban ver una contracción económica en el primer trimestre.

Una encuesta de Reuters a economistas había proyectado (had projected) una contracción del 0.6% en el primer trimestre y las proyecciones anuales eran peores. Tan recientemente como el 30 de abril, el banco central de Suecia, el Riksbank, estaba prediciendo una contracción económica de entre 6.9 y 9.7 por ciento para el 2020. Entre tanto, el Instituto Nacional de Investigación Económica (NIER por sus siglas en inglés), dijo que creía que la economía sueca se reduciría en un 7 por ciento (would shrink by 7 percent).

Para estar seguros, falta mucho trecho. Suecia bien puede ver una declinación en su PDB en el segundo trimestre y más allá. Sin embargo, los datos muestran un fuerte contraste entre los suecos y naciones que iniciaron cuarentenas de línea dura.

Francia ya entrado oficialmente en una recesión (officially entered a recession), viendo una caída del 5.8 por ciento en su PDB en el primer trimestre, después de encogerse un 0.1 por ciento en el trimestre final del 2019.

Los Estados Unidos vieron una contracción del 5 por ciento (a contraction of 5 percent) en el primer trimestre. La economía italiana cayó (tumbled) en un 4.7 por ciento. La economía de España colapsó en un 5.2 por ciento (collapsed by 5.2 percent).

Por supuesto que las consecuencias de estas contracciones económicas serán devastadoras. Pero, lo que tal vez vale la pena notar más, es el coro de voces que sugiere que la devastación podría haber sido innecesaria.

Este mes, la directora de la agencia de salud pública de Noruega, Camilla Stoltenberg, dio una entrevista en donde dijo que las cuarentenas no eran necesarias (lockdowns were not necessary) para frenar la expansión del COVID-19.

“Nuestra evaluación actual, y pienso que hay un consenso amplio en relación con la reapertura, era que uno probablemente podría haber logrado el mismo efecto -y evitar parte de las repercusiones desafortunadas- no cerrando,” dijo (said ) Stoltenberg. “Pero, en vez de ello, manteniendo abierto con precauciones para detener la diseminación.”

Lo que Stoltenberg está diciendo es que la evidencia sugiere que el distanciamiento social puede lograrse sin cuarentenas. Eso es precisamente lo que los suecos hicieron.

Anders Tegnell, el mayor experto en enfermedades infecciosas de Suecia y arquitecto de su estrategia ante el COVID, señaló que en Suecia el tráfico a pie y el tráfico en tren fueron el 10 por ciento y el 20 por ciento, respectivamente, de los niveles normales.

“En realidad hicimos una comparación con nuestros vecinos nórdicos, y los patrones de viajes de Suecia había cambiado casi tanto como los de nuestros vecinos nórdicos, a pesar de que ellos tenían muchas más cuarentenas locales que las que nosotros tenemos,” señaló (pointed out) Tegnell, en un entrevista en mayo.

En otras palabras, Suecia practicó el distanciamiento social. Sólo que ellos lo practicaron de manera diferente, estimulando a sus ciudadanos a comportarse responsablemente e iniciando intervenciones menos intrusivas (y menos dañinas) que sus vecinos, lo que permitió continuar la mayoría de los aspectos de la vida diaria. Como resultado, Suecia evitó muchas de las “repercusiones desafortunadas” a las que se refirió Stoltenberg. (Debe señalarse que la tasa de mortalidad del COVID en Suecia es también más alta que las de sus vecinos nórdicos (is also higher than its Nordic neighbors), aunque más baja que las de muchas otras naciones europeas.)

No hay duda que las cuarentenas fueron bien intencionadas. Se diseñaron para proteger a la gente de un virus mortal. Sin embargo, como lo indiqué esta semana, también son históricamente sin precedentes (historically unprecedented).

Debido a esto, no teníamos un conocimiento empírico acerca de cuáles serían los costos de cuarentenas masivas. Finalmente, estamos empezando a ver esos costos con mayor claridad: la recesión económica, el desempleo masivo, cientos de miles de negocios borrados y un creciente gasto gubernamental.

El daño psicológico de la angustia económica y del aislamiento social es también severo. El aumento en suicidios (Surging suicide) es un componente, pero el extenso daño emocional es otro.

De acuerdo con un par de psicólogos que escribieron en The Conversation, nuevas estadísticas gubernamentales muestran que los estadounidenses están empezando a hacer grietas bajo la tensión.

“Cuando se les compara con una encuesta del 2018, ahora los adultos estadounidenses son ocho veces más posible que reúnan el criterio de un daño mental serio,” escriben los autores (authors write). “Una tercera parte de los estadounidenses reporta síntomas clínicamente significativos de ansiedad o depresión clínica, según datos puestos a fines de mayo del 2020 por la Oficina del Censo.”

Como suelen decir los economistas, es importante juzgar las políticas por sus resultados, no por sus intenciones.

Los resultados de las cuarentenas masivas se están aclarando: han sido desastrosos.

Jonathan Miltimore es editor administrativo de la FEE.org. Sus reportajes y artículos han aparecido en la revista TIME, el Wall Street Journal, CNN, Forbes, Fox News y el Star Tribune.

Otros: El Washington Times, MSN.com, El Washington Examiner, el Daily Caller, el Federalist, el Epoch Times.