BREVE REFLEXIÓN

Por Jorge Corrales Quesada


Cuando Gran Bretaña le entregó la antigua colonia de Hong Kong a China continental en 1997, lo hizo a cambio de la garantía china de que la nueva situación política se basaría en un sistema de “un país, dos sistemas,” asegurando así que las libertades civiles y económicas y gobierno propio que venía gozando Hong Kong hasta aquel momento, se conservarían con el traspaso y estarían vigentes durante al menos 50 años más. Se garantizaba el disfrute de todas las libertades, la regla de la ley y de una sociedad abierta.

Aún vigente esa promesa acordada, recientemente, el Parlamente chino, controlado por el Partido Comunista, aprobó una ley de seguridad nacional para Hong Kong que de hecho cercena aquellas libertades garantizadas con su traspaso en 1997. Fue aprobada para frenar las protestas en Hong Kong a favor de las libertades garantizadas en su acuerdo original.

Así, desaparece Hong Kong como lo conocimos: como un bastión de libertades y una muy exitosa economía de mercado que generó enorme prosperidad a su pueblo, sin parangón en el sureste de Asia.

La primera lección que podemos derivar de estos acontecimientos es que los acuerdos con poderes socialistas totalitarios no se firman para ser hechos una realidad, sino para obtener una ganancia de corto plazo, pues, apenas surge la oportunidad, la parte totalitaria abroga los derechos acordados. Acuerdos así no son confiables. Cuando los estados totalitarios socialistas firman un acuerdo, sepan que muy posiblemente apenas tengan la oportunidad, si eso sirve sus intereses imperiales, ellos se los pasan por el trasero.

Una segunda consideración me lleva a un terreno igualmente incómodo. Si bien me acuerdo, me parece que mi siempre admirado Milton Friedman alabó la apertura económica al mercado de la antigua China comunista y su integración al orden económico internacional, diciendo que la libertad económica se derivaría, más tarde o más temprano, en una libertad política del pueblo chino. Lo cierto es que el éxito y progreso económico que China ha obtenido gracias a su participación en el comercio global, no se han reflejado un ápice en una mayor libertad política, dejando por el suelo aquella ilusión liberal. No me imagino que es lo que vendrá en este conflictivo orden comercial internacional, pero me parece que la realpolitik determinará más el comercio internacional a partir de ello, que un buen deseo e ilusión de que la libertad siempre triunfa. Ojalá que estoy equivocado.

Pero, no hay duda que el temor del tirano Xi Jianping, de que el éxito de Hong Kong en lo económico y la garantía de libertades ni disponibles en la China continental, pudieran ser más contagioso que su propio virus de Wuchan, poniendo en riesgo su sueño imperial, haya movido al totalitario Partido Comunista a tomar esas medidas restrictivas. Tal vez es que ellos se dan cuenta de que, muy en el fondo, podría darse lo que auguró Friedman.

Bien lo pone Chris Patten, el último gobernador británico de Hong Kong, en un artículo suyo titulado “Todos somos Hong Kong,” “La ciudad [Hong Kong] representa todo lo que el régimen de Xi [Xi Jianping] detesta sobre la democracia liberal, razón por la cual lo que está sucediendo allí no es solo un inmenso desafío para Hong Kong y su pueblo, sino también una amenaza directa para las sociedades abiertas en todas partes. El mundo, simplemente, no puede confiar en este régimen chino. Las democracias liberales y los amigos de Hong Kong en todas partes deben dejar en claro que respaldarán a esta ciudad grandiosa, libre y dinámica.”

TODOS SOMOS HONG KONG.

Publicado en mis sitios de Facebook, Jorge Corrales Quesada y Jcorralesq Libertad, el 1 de junio del 2020.