¿DE DÓNDE SALEN LOS RECURSOS?

Por Jorge Corrales Quesada


Sin duda que incómodo, en una reciente conferencia de prensa, el ministro de Salud dijo que “Lo que eso representa [los muertos y fallecidos por el COVID-19 en el Istmo] no se le puede poner un precio determinado …porque sabemos que la vida de las personas no tiene un precio determinado. Nadie puede decir que esas cargas comerciales valen más que la vida de las personas que están en juego en esta pandemia…” y enfatiza luego, “…cualquier transacción comercial no puede estar por encima de la vida de ninguna persona…”

Soy economista y no me meto en asuntos médicos que desconozco, pero veo que el ministro ignora totalmente cómo funciona y significa una economía, ante lo cual tengo algunas pocas preguntas y comentarios respetuosos, dado que ahora él nos habla de economía.

1. La idea de que la vida no tiene precio, que sin duda atrae a muchas buenas personas y que es un llamado a la sensibilidad humana, no es válida, pues, si fuera cierto que la vida tiene un valor incalculable, nosotros, los seres humanos, entonces, lógicamente dedicaríamos todos nuestros recursos y haberes a combatir la muerte, como en hospitales, medicinas, servicios médicos y un largo etcétera. Pero, a la vez, también dedicamos recursos a otras cosas que consideramos importantes en la vida, como alimentos, educación, diversión, traslados, y un mucho más largo etcétera. Los seres humanos tenemos muy diversas necesidades y deseos, que inclusive a veces entran en conflicto entre muchos de nosotros, las cuales debemos satisfacer, pero no sólo en salud, si bien es importante. De acuerdo con nuestras valoraciones de las diferentes preferencias y necesidades es como usamos (gastamos) nuestros recursos, según sean los costos de satisfacerlas. Es por tal razón que no gastamos todo en salud, como sería si tuviera un valor por encima de todas las otras cosas en la vida, sino que lo hacemos en muchas diversas otras cosas. De hecho, según datos del 2016, los costarricenses gastamos en salud un 7.6% del PIB en salud y no un 100%, si su valor fuera incalculablemente alto.

2. No existe tal cosa como una contraposición entre salud y economía. Como todo en la vida, cuando de elegir se trata, hay concesiones mutuas de por medio. La gente necesita tener salud, pero también necesita tener medios para ganarse la vida. Necesita tanto salvar vidas como salvar el sustento para poder vivir con su familia. Por eso, es indispensable no tomar una posición extrema como si una cosa excluyera la otra, tal como lo hace el ministro. Necesitamos una economía pujante para seguir salvando vidas.

3. Si se hunde la economía (más de lo que ya está), ¿de dónde saldrían los recursos necesarios para seguir cuidando nuestra salud? ¿De dónde provendrá la plata para poder financiar la Caja de Seguro Social o el ministerio de Salud? ¿De dónde vendrán los fondos para tener los médicos y personal adjunto indispensable en esta lucha contra la enfermedad? ¿De qué fuente vendrá el salario del ministro de Salud o del presidente ejecutivo de la Caja o del médico X o la enfermera Y? ¿Cuál es la fuente que generará los recursos necesarios para tener los hospitales equipados apropiadamente, las mascarillas, las camas, las unidades de cuidados intensivos, los ventiladores, las ambulancias, y un larguísimo etcétera?

4. ¿No vendrán esos recursos de la economía? Y, si nos centramos en recursos fiscales para el cuido de la salud, diremos que ellos vendrán de los impuestos pagados por los trabajadores, por las empresas, por los consumidores, por toda la gente que participa de la economía. Por eso, una economía mala es sinónimo de pobreza y de menos recursos para muchas cosas, entre ellas la salud pública. Pero, también, sin una economía progresista y floreciente no habrá fondos para que, aunque lo quiera, una persona pueda acudir a un médico privado o a una farmacia a comprar las medicinas que necesita (no todas las da la Caja).

5. Si la economía se hunde y se acude al endeudamiento externo para financiar el gasto gubernamental en salud que, como intermediario, suple el estado, siempre eso deberá ser pagado. Se trata de pasarle la factura a las generaciones futuras de lo gastado por las generaciones actuales. Pero, si la economía se estanca, si deja de crecer y más bien se hunde, posiblemente no habrá los fondos necesarios para pagar aquella deuda.
6. Y, si el ministro considera que, ante una economía en quiebra, se podría emitir dinero a un costo muy bajo y así pagar el “cuido de la salud”, no dudo que será recordado por saber de medicina, pero de desconocer los efectos inflacionarios de esa medida, la cual terminará arruinando las economías reales de los hogares.

7. Si la persona, como ahora en algún grado, ya no depende de su esfuerzo propio para llevar los ingresos a sus familias y se introduce la práctica de que el gobierno les de los fondos para que les permita seguir viviendo, no sólo debemos pensar en la indignidad de la dependencia, para poder vivir, de seres productivos capaces de generar riqueza, en manos de políticos. Pero, aún así, pronto al gobierno no le entrarán los recursos necesarios para financiar todos esos programas asistenciales, si la economía se paraliza y se hunde.

8. Si no hay ingresos por la parálisis de la economía, en el afán loable de ciertas medidas que se tomaron para combatir la epidemia, disminuirán los ahorros de las personas y de la sociedad como un todo, lo que hace que no se puedan tener fondos para invertir en el desarrollo futuro de los cuidados médicos, como hospitales, equipo, entrenamiento y capacitación de los médicos y personal, etcétera. Eso significa que, a futuro, habrá menos posibilidades de recibir el cuidado médico apropiado y, no dude, esa mayor pobreza se reflejará en un mayor número de muertes.

9. En la actualidad, ante las restricciones impuestas a la economía, se deja de lado el impacto que tienen en los hogares, no sólo desde el punto de vista de su situación económica, el hecho de que la cabeza de hogar no pueda llevar ingresos. No sólo hay una carga emocional fuerte en quien ha asumido la función de proveer en los hogares, sino que puede conducir a situaciones totalmente indeseables, como la propia muerte, no sólo por hambre, sino por desesperación.

10. Por tanto, no olvide que el mejor antídoto contra la pandemia, que el mejor proveedor de recursos para luchar contra ella, que las mayores posibilidades actuales y futuras de salud, sólo provienen de una economía creciente, fuerte y libre. Si hay un curso de Medicina Básica o de Principios de Medicina, o algo similar, también lo hay de Economía Básica o de Fundamentos de Economía, en donde se demuestra que en la vida económica siempre hay que escoger entre alternativas, dada la escasez natural de recursos. Que nada es gratuito. Y que las consecuencias no previstas, inclusive de medidas bien intencionadas, deben tomarse seriamente en cuenta, para no causar un daño no deseado.

Publicado en mis sitios de Facebook, Jorge Corrales Quesada y Jcorralesq Libertad, el 22 de mayo del 2020.