GAVIN NEWSOM, GRETCHEN WHITMER Y LOS LÍMITES DE LA CIENCIA

Por Dan Hugger

Acton Institute
4 de mayo del 2020

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, con letras en rojo y entre paréntesis, si es de su interés puede verlo en https://blog.acton.org/archives/1160...f-science.html

Han existido muchas respuestas a la pandemia del COVID-19 de todas las esferas de la vida, desde empresas (businesses), instituciones educativas (educational institutions), iglesias (churches) y dentro de relaciones humanas íntimas (intimate human relationships). La mayoría de esas respuestas han surgido espontáneamente (arisen spontaneously) al ser obvios para la gente sus deberes para protegerse ella misma y para otros, tanto individuos como comunidades. También los gobiernos en todos los niveles han actuado, imponiendo una serie de restricciones, algunas veces necesarias, pero, a menudo, arbitrarias y caprichosas (arbitrary and capricious restrictions), sobre la vida económica y social. Desde Michigan a California han surgido protestas de ciudadanos preocupados por el impacto económico y social de esas restricciones. Las preocupaciones de los manifestantes son diversas y, como con cualquier movimiento de masas, algunas son más razonables que otras. La gobernadora Gretchen Whitmer, demócrata de Michigan (Gov. Gretchen Whitmer, D-Mich.) y el gobernador Gavin Newsom (Gov. Gavin Newsom), demócrata de California, ambos, han aseverado que las restricciones impuestas de alguna forma están más allá de la política y que son asuntos de “ciencia.”

¿QUE ES CIENCIA, EN REALIDAD?

La creencia de que los asuntos de política pública deberían ser decididos por la “ciencia” delata un profundo mal entendimiento, tanto de la ciencia, como de la política.

Como lo dijo en una ocasión el economista Henry Hazlitt, la ciencia es “nada más que una solución organizada a un número de problemas relacionados.” La política, como tal, es una ciencia; de ahí la disciplina de la ciencia política. Al enfrentar entre sí a la política y la ciencia, tanto Whitmer, como Newsom, están formulando el argumento de que las ciencias naturales deberían ser privilegiadas ante las ciencias sociales.
Pero, ¿pueden las ciencias naturales “guiarnos” de la forma en que los políticos creen que ellas pueden?

El desaparecido ganador del Premio Nobel, el físico teórico estadounidense Richard Feynman, llega al fondo del asunto acerca de qué son las ciencias naturales, y qué pueden y qué no pueden hacer ellas, en su deliciosa conferencia “What is Science?” [¿Qué es Ciencia?]. Feynman empieza con un examen de las definiciones estándares de ciencia natural encontradas en los libros de texto y qué es lo que fallan en apreciar:

“Ahí encontrarán la quinta esencia diluida y deformada de las ideas de Francis Bacon; ideas que, en la época; es decir, hace varios siglos, pasaban por el non plus ultra de la filosofía de la ciencia. Sin embargo, uno de los más grandes experimentadores de la época, William Harvey, decía que la ciencia vista por Bacon no era más que la ciencia del ministro que este era. Pues Bacon, quien hablaba sin cesar de las observaciones que había que hacer, olvidaba una sola cosa, a pesar de ser esta esencial: la necesidad de elaborar primero un juicio acerca de lo que vale o no la pena de ser observado, sobre aquello a lo cual hay que prestarle atención.”

La ciencia natural no es simplemente algo “que está allí afuera,” que nos dirige a nosotros, sino algo que es hecho ciencia al involucrar la investigación y el juicio humano:

“Y qué es ciencia: el resultado del descubrimiento, que es valioso volverlo a comprobar mediante nueva experiencia directa, y no necesariamente confiar en las experiencias pasadas de la raza [humana]. Así lo veo y es mi mejor definición.”

Las ciencias naturales emplean un método científico específico de investigación, adecuado para brindar soluciones a un número de problemas relacionados. No es una autoridad a la cual apelar par que sirva de guía para la acción:

“La ciencia es el convencimiento de la ignorancia de los expertos.

Cuando alguien dice, ‘La ciencia nos enseña tal o cual cosa,’ él está usando la palabra incorrectamente. La ciencia no enseña nada; la experiencia es la que enseña. Si ellos le dicen, ‘La ciencia ha demostrado tal y cual cosa,’ usted puede preguntar, ‘¿Cómo es que la ciencia lo demuestra? ¿Cómo es que los científicos averiguan? ¿Cómo? ¿Qué? ¿Adónde?’

No debería ser ‘la ciencia ha demostrado’ sino ‘este experimente, este efecto, ha demostrado.’”

LOS LÍMITES DE LA CIENCIA NATURAL EN UNA ÉPOCA DE CRISIS

Las ciencias naturales no son el único camino por el que conocemos cosas y no son los únicos medios que deberíamos usar, ya sea para descubrir la verdad acerca del mundo o para orientar nuestras acciones. Como lo observaron Gordon Smith y Jill Pell en la Revista Médica Británica, “[L]a efectividad de los paracaídas no ha sido objeto de una evaluación rigurosa usando pruebas al azar controladas.” El coronavirus (SARS- CoV-2) es un virus novedoso que tan sólo fue introducido a los humanos en el 2019. Conocemos poco pero valioso acerca del virus (precious little about the virus), aunque los científicos están empeñados en descubrir más. A principios de marzo, funcionarios de salud de los Estados Unidos les aconsejaron (advised) a los estadounidenses que no usaran mascarillas y ahora han revertido (reversed) ese consejo. Ningún experimento se realizó, ningún efecto se demostró. La política no fue cambiada debido a una aplicación rigurosa de la ciencia natural, sino por la intuición y una abundancia de precaución.

Esperar por la ciencia no es un curso de acción aconsejable en medio de una pandemia, durante la cual debemos actuar con información imperfecta. El mariscal Ferdinand Jean Marie Foch describe perfectamente la situación análoga de una guerra:

“La verdad es, ningún estudio es posible acerca del campo de batalla; uno simplemente hace lo que puede para poder aplicar lo que uno sabe. Por tanto, para poder hacer incluso un poco, uno ya tiene que saber mucho y saberlo muy bien.”

Lo que conocemos mejor que la ciencia natural relevante al COVID-19, es los límites de lo que la ciencia natural puede decirnos. La tentación de externalizar el trabajo difícil de las ciencias sociales, incluyendo la política, a las ciencias físicas -tal como los gobernadores Whitmer y Newsom están equivocados al buscar hacerlo- es muy vieja. El desaparecido laureado con el Premio Nobel Friedrich von Hayek, advirtió acerca de esta tentación en economía, en su conferencia cuando recibió en 1974 el Premio Nobel, “The Pretense of Knowledge” [“La Pretensión del Conocimiento”]:

“Al revés de lo que ocurre en las ciencias físicas, en la economía y otras disciplinas que se ocupan esencialmente de fenómenos complejos, los aspectos de los hechos que deben explicarse, acerca de los cuales podemos obtener datos cuantitativos, son necesariamente limitados y pueden no incluir los más importantes. Mientras en las ciencias físicas se supone generalmente, quizá con razón, que todo factor importante que determina los hechos observados podrá ser directamente observable y medible, en el estudio de fenómenos tan complejos como el mercado, que depende de las acciones de muchos individuos, es muy improbable que puedan conocerse o medirse por completo todas las circunstancias que determinarán el resultado de un proceso, por razones que explicaré más tarde.”

Esto es igualmente aplicable al fenómeno complejo de la política. Los ciudadanos no pueden ser devaluados y descartados por sus gobiernos en nombre de un cientificismo burdo. Su autoridad descansa en el consentimiento de los gobernados y no en lo que la “ciencia” les “está diciendo.” Deben formularse juicios prudenciales, algunas veces a la luz de la protesta y oposición de los ciudadanos, y no se puede externalizar la responsabilidad de esas decisiones difíciles.

EN DÓNDE YACE VERDADERAMENTE LA RESPONSABILIDAD

Al intentar adscribir la responsabilidad de sus juicios prudenciales a la “ciencia,” los políticos ponen en peligro el trabajo de los verdaderos científicos y su trabajo invaluable. Hayek lo explica:

“El conflicto entre lo que espera ahora el público que la ciencia logre para satisfacer las aspiraciones populares y lo que realmente puede lograr es un asunto grave porque, aun si los verdaderos científicos reconocieran las limitaciones de lo que pueden hacer en el campo de los asuntos humanos, mientras el público espere más habrá siempre alguien que pretenda, y quizá que crea honestamente, que puede lograr más para satisfacer las demandas populares. Con frecuencia resulta muy difícil para el experto, y sin duda es imposible en muchos casos para el lego, distinguir entre las pretensiones legítimas y las ilegítimas formulada en nombre de la ciencia.”

Gente de todas las vocaciones ha hecho cambios difíciles como resultado de la pandemia del COVID-19. Yo no envidio a esos en el gobierno, quienes tienen el deber de tomar decisiones difíciles. Sin embargo, esas acciones son suyas para ser tomadas en el servicio de sus votantes. Ellas son el producto de su juicio prudencial y no pueden colocarse a los pies de la ciencia. Todos los estadounidenses, aquellos en el gobierno y los ciudadanos, están sujetos y son responsables ante Dios, de quien proviene todo poder y sabiduría:

“Él cambia los tiempos y las épocas, pone y depone reyes. A los sabios da sabiduría, y a los inteligentes, discernimiento.” (Daniel 2:21).

Dan Hugger es Bibliotecario e Investigador Asociado del Acton Institute.