Fueron políticos los que ordenaron eso. La siguiente frase del gobernador Cuomo resume la atrocidad cometida: “Esa es la regla, y esa es la regulación y ellos están obligados a cumplirla.” Obedecer, aunque sea una barbaridad…

CÓMO LOS ESTADOS CONVIRTIERON ASILOS DE ANCIANOS EN “MATADEROS,” AL OBLIGARLOS A ADMITIR A PACIENTES DESCARTADOS DE COVID-19

Por John Miltimore

Fundación para la Educación Económica
Jueves 7 de mayo del 2020


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, con letras en rojo y entre paréntesis, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/how-states-...d-19-patients/

¿Por qué los estados ordenaron a los asilos de ancianos admitir residentes infectados con el COVID-19? La idea de “arrogancia fatal” de F.A. Hayek puede explicar la respuesta.

En una conferencia de prensa del 23 de abril, el gobernador Mario Cuomo mostró indignación cuando un reportero le preguntó si él objetaba la política de Nueva York de obligar a los asilos de ancianos a admitir pacientes recientemente dados de alta del COVID-19.

“Ellos no tienen derecho a objetarlo,” respondió (answered) Cuomo antes que el reportero terminara su pregunta. “Esa es la regla, y esa es la regulación y ellos están obligados a cumplirla.”

Nueva York no es el único estado en adoptar una política que ordena a las instalaciones de cuido a largo plazo, admitir a pacientes infectado por el COVID-19 liberados por los hospitales. Nueva Jersey, Massachusetts y California -tres estados particularmente golpeados por el novel coronavirus- aprobaron políticas similares (passed similar policies) para dejar libres camas de hospitales para que dar campo a pacientes más enfermos.

La práctica ha estado sujeta a un escrutinio incrementado por parte de expertos de la salud y por familiares de pacientes fallecidos, quienes dicen que innecesariamente las órdenes pusieron en riesgo a las poblaciones más susceptibles.

“Toda la cosa ha sido manejada horrendamente… por todos en relación con los asilos de ancianos,” dijo Kathleen Cole, una enfermera que recientemente perdió a su madre de 89 años de edad, quien vivía en Ferncliff Nursing Home en Rhinebeck, Nueva York. “Es como un matadero en esos lugares.”

Cole, quien compartió su historia con el Bucks County Courier Times (shared her story with the Bucks County Courier Times), le dijo al periódico que su madre, Dolores McGoldrick, se infectó con el COVID-19 el 2 de abril, después de que Ferncliff readmitiera a un residente que había sido dado de alta a fines de marzo. Dos semanas después, su madre, previamente una maestra de escuela, estaba muerta.

McGoldrick es una de las casi cinco mil víctimas del COVID-19 que murió en asilos de ancianos de Nueva York, según nuevos datos (new figures) de The New York Times. El alto número de muertes en asilos de ancianos de Nueva York no es un caso extraordinario.
Recientemente, California publicó datos (released data) que muestran que, alrededor del 40 por ciento de las fatalidades por el COVID-19 en California, provenía de asilos de ancianos. En Pennsylvania, los asilos de ancianos dan cuenta (account) de un 65 por ciento de muertes por el COVID-19. Ambos estados, como Nueva York, tenían órdenes que requerían que los asilos de ancianos admitieran a pacientes recientemente liberados por el COVID-19.

Para algunos, estos resultados no sorprenden. Tempranamente, expertos de la salud y asociaciones comerciales habían advertido que, obligar a los asilos de ancianos a recibir pacientes recientemente dados de alta por el COVID-19, era una receta para el desastre, haciendo ver que tales instalaciones no tenían la habilidad para que los infectados tuvieran la cuarentena apropiada.

“Este enfoque introducirá un virus altamente contagioso en más asilos de ancianos. Habrá más hospitalizaciones para residentes de los asilos de ancianos que necesitan el cuido por un ventilador y, en última instancia, un número mayor de muertes. Emitir tal orden es un error y hay una mejor solución,” anunció (announced) el presidente y gerente de la Asociación Estadounidense del Cuido de la Salud, Mark Parkinson, en marzo, después de que entrara en efecto la orden de Nueva York.

David Grabowski, un profesor de políticas de salud en la Escuela de Medicina de Harvard, sonaba incrédulo al preguntársele acerca de la política.

“Los asilos de ancianos están trabajando tan duro para mantener alejado el virus y ¿ahora vamos a estar introduciendo nuevos pacientes positivos del COVID?” le dijo Grabowski a la NBC (told NBC).

Richard Mollot, director ejecutivo de Long Term Care Community Coalition en New York, se hizo eco de ese sentimiento.

“Tener una orden de que los asilos de ancianos acepten pacientes del COVID-19 ha puesto en peligro grave a mucha gente,” le dijo (told) al Bucks County Courier Times.

Por supuesto, la pregunta es por qué los estados empezaron a ordenar a los asilos de ancianos que recibiera residentes infectados con el COVID-19. La única cosa que sabemos acerca del COVID-19, y que la hemos sabido desde un principio, es que el virus es particularmente mortal para ancianos y personas con sistemas de inmunidad comprometidos.

Líderes estatales tendrán que responder esa pregunta. Pero, una respuesta puede ser que la planificación centralizada es inherentemente irracional.

El economista ganador del premio Nobel F.A. Hayek hizo la observación (observed) de que el problema al tratar de planificar centralizadamente a las economías y a otros órdenes sociales complejos, es que no hay posibilidad de que los planificadores centrales tengan acceso, comprendan y ponderen, a la vasta cantidad de información relevante para sus decisiones radicales.

La única forma de encarar este “problema del conocimiento,” es incorporando el conocimiento especial que cada individuo tiene acerca de los asuntos con los cuales él o ella están familiarizados. Y eso sólo puede suceder a través de procesos descentralizados, como el sistema de precios del mercado.
Esta lección la han perdido muchos, pero, en particular, políticos y burócratas quienes se imaginan que poseen el conocimiento para diseñar un orden social más perfecto. Como lo explicara famosamente Hayek en The Fatal Conceit [La Arrogancia Fatal]:

“El curioso cometido de la ciencia económica es demostrar lo poco que se sabe de muchas de las realidades que, pese a ello, el hombre sigue intentando controlar. Para la mente ingenua, que sólo es capaz de concebir el orden como resultado de un arreglo deliberado, quizá parezca absurdo que, ante condiciones especialmente complejas, tanto el orden como su adaptación a lo desconocido, puedan garantizarse más eficazmente a través de la decisión descentralizada; y también que la pluralidad de centros decisorios permite, de hecho, hacer uso de superiores cuotas de información.”

Esta es la razón por las que los individuos son tomadores de decisiones más competentes (more competent decision-makers) acerca de sus propios asuntos, que lo son los gobiernos. Por esta razón, una sociedad que remueve la toma de decisiones de los individuos y las ubica en manos de planificadores centrales, invita al desorden y al peligro, ha señalado el economista Thomas Sowell.

“Es difícil imaginar una forma más estúpida o más peligrosa de tomar decisiones, que colocando esas decisiones en las manos de gente que no paga un precio por estar equivocada,” escribió (wrote ) Sowell.

Los medios rápidamente describieron (were quick to describe) la tragedia de los asilos de ancianos como un “fracaso del mercado,” apuntando que un 70 por ciento de los asilos de ancianos en Estados Unidos tiene fines de lucro. Sin embargo, difícilmente este es un fallo del mercado. Las instalaciones de cuido a largo plazo vieron el peligro y advirtieron a los funcionarios públicos acerca de lo que sucedería.

¿Qué fue lo que se les dijo”

“Esa es la regla, y esa es la regulación (regulation),” les dijo Cuomo, “y ellos están obligados a cumplirla.”

El gobernador Cuomo y otros funcionarios responsables de estas políticas son culpables de la arrogancia fatal de Hayek. En su arrogancia, presumieron saber lo suficiente como para centralmente planificar una respuesta compleja de la sociedad a una pandemia compleja, y saber más que los individuos con conocimiento local, experticia en la industria y carne propia en juego, como los expertos en el cuido de los mayores y empresarios que trataron de advertir a los hacedores de políticas, acerca de los efectos desastrosos que tendría la política.

Esta osadía puede emanar de otro tipo de arrogancia: la arrogancia dictatorial mostrada cuando Cuomo, indignantemente, insistió en que una obediencia sin cuestionamientos era la única respuesta apropiada a su mandato.

Trágicamente, esa arrogancia fue literalmente fatal para muchos de los miembros más vulnerables de la sociedad.

Jonathan Miltimore es editor administrativo de la FEE.org. Sus reportajes y artículos han aparecido en la revista TIME, el Wall Street Journal, CNN, Forbes y Fox News.