Woodstock no sólo es un buen recuerdo para muchos de nosotros aficionados al rock, sino que es un ejemplo de cómo una pandemia no tiene por qué paralizar a un país.

WOODSTOCK OCURRIÓ EN MEDIO DE UNA PANDEMIA

Por Jeffrey A. Tucker

American Institute for Economic Research
1 de mayo del 2020


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede verlo en https://www.aier.org/article/woodsto...of-a-pandemic/

Durante mi vida, ocurrió otra epidemia de gripe mortal en Estados Unidos. La gripe se expandió desde Hong Kong a los Estados Unidos, llegando en diciembre de 1968 y logrando su pico un año más tarde. En última instancia, mató a 100.000 personas en Estados Unidos, principalmente mayores de 65 años, y a un millón en todo el mundo.

En esos días, la expectativa de vida en Estados Unidos era de 70 años, en tanto que hoy es de 78. La población era de 200 millones, comparados con 328 millones hoy. También era una población más sana, con baja obesidad (low obesity). Si fuera posible extrapolar los datos de muertes basados en la población y la demografía, hoy podríamos estar viendo un cuarto de millón de muertes provenientes de este virus. Así que, en términos de letalidad, fue tan mortal y aterrador como el COVID-19, sino es que más, aunque todavía tenemos que esperar para verlo.

“En 1968,” dice (says) Nathaniel L. Moir en National Interest, “la pandemia del H3N2 mató más individuos en Estados Unidos que el número total combinado de las muertes tanto de la Guerra de Vietnam, como la de Corea.”

Y eso sucedió durante las vidas de todos los estadounidenses mayores a 52 años de edad.

Yo tenía 5 años de edad y del todo no tengo memoria de ello. Mi madre recuerda vagamente ser cuidadosa y lavar superficies, y estimular a su mamá y a su papá para que tuvieran cuidado. Por lo demás, hoy casi todo está olvidado. ¿Por qué es así?

Nada se cerró. Las escuelas primordialmente permanecieron abiertas. También lo hicieron todos los negocios. Usted podía ir al cine. Podía ir a bares y restaurantes. John Fund tiene un amigo que reporta (reports) haber asistido a un concierto con Grateful Dead. De hecho, la gente no tiene memoria o consciencia de que el famoso concierto de Woodstock en agosto de 1969 -planeado en enero, durante el peor período de muertes- ocurrió en realidad durante una pandemia mortal de influenza en Estados Unidos, que sólo hizo su pico global seis meses más tarde. No hubo pensamiento que se otorgara al virus que, como el nuestro hoy, era principalmente peligroso para la demografía de aquellos que no iban a conciertos.

[NOTA: una versión previa de este artículo dijo que no se cerraron escuelas. Pero, un lector me señaló que un artículo académico (academic article) dice que “23 [estados] enfrentaron cierres en escuelas y universidades,” pero implica que eso se debió al ausentismo. Esto subraya aún más qué tan consciente era la gente en la época de la enfermedad; la práctica de que se mantuviera abierto fue una elección deliberada.]

Los mercados accionarios no se desplomaron. El Congreso no pasó leyes. La Reserva Federal no hizo nada. Ni un solo gobernador actuó para obligar el distanciamiento social, aplastar la curva (aún cuando cientos de miles de personas fueron hospitalizadas), o una prohibición de aglomeraciones. Ninguna madre fue arrestada por llevar a sus hijos a otros hogares. No hubo surfistas arrestados. No se cerraron centros de cuido infantil, aunque hubo muchas más muertes de infantes con este virus, que con el que ahora estamos experimentando. No hubo suicidios, no se dio desempleo, ni sobredosis de drogas.

Los medios cubrieron la pandemia, pero nunca llegó a ser un gran tema.

Un ejemplo de esa cobertura se encuentra en https://www.aier.org/article/woodsto...of-a-pandemic/

Como lo indica (points) Bojan Pancevsky en el Wall Street Journal, “Entre 1968 y 1970, los medios dedicaron una atención superficial al virus, al tiempo que dirigían sus lentes a otros acontecimientos, tales como el aterrizaje en la luna y la Guerra de Vietnam, y el levantamiento cultural de los movimientos de derechos civiles, protestas estudiantiles y la revolución sexual.”

Las únicas acciones que los gobiernos llevaron a cabo fueron recolectar datos, esperar y esperar, estimular los exámenes y las vacunas, etcétera. La comunidad médica asumió la responsabilidad primaria de mitigar la enfermedad, tal como uno lo esperaría, Se asumió ampliamente que la enfermedad requería de respuesta médica, no política.

No es que tuviéremos gobiernos que no estaban dispuestos a intervenir en otros asuntos. Teníamos la Guerra de Vietnam, el bienestar social, la vivienda pública, la renovación urbana y el surgimiento del Medicare y del Medicaid. Tuvimos un presidente que juró curar toda pobreza, analfabetismo y enfermedad. El gobierno era tan intrusivo como nunca antes en la historia. Pero, por alguna razón, no se pensó en los cierres.

Lo cual plantea la pregunta: ¿Por qué fue diferente? Pasaríamos décadas tratando de figurárnoslo.

¿Fue la diferencia que tenemos medios masivos que invaden nuestras vidas con notificaciones interminables estallando en nuestros bolsillos? ¿Hubo algún cambio en la filosofía, tal que ahora pensamos que la política es responsable de todos los aspectos existentes de la vida? ¿Hubo aquí un elemento político que los medios ampliaron tan salvajemente fuera de proporciones, como venganza contra Trump y sus deplorables? O ¿nuestra adoración excesiva por los modelos predictivos se descontroló, al punto de que dejamos que un médico (let a physicist) con modelos ridículos, asustara a los gobiernos del mundo como para que violaran los derechos humanos de miles de millones de personas?

Tal vez, todos estos fueron factores. O, quizás, hay algo más obscuro e infame en operación, tal como les gustaría a los teóricos de la conspiración.

A pesar de lo anterior, todos tiene algo por explicar.

Por cierto, como recuerdo personal, mis propios madre y padre eran parte de una generación que creía que ellos habían desarrollado puntos de vista sofisticados acerca de los virus. Entendieron que gente menos vulnerable que los adquiría, no sólo fortalecía los sistemas de inmunidad, sino que contribuían a la mitigación de la enfermedad al lograr la “inmunidad grupal.” Tenían todo un protocolo para hacer que un niño se sintiera mejor cuando estaba enfermo. Yo tuve un “juguete para el enfermo,” una cantidad ilimitada de helados, frotes con Vicks en mi pecho, un humidificador en mi cuarto, etcétera.

Ellos me felicitarían constantemente en la construcción de inmunidad. Hicieron lo mejor posible para que estuviera contento con mi virus, a la vez que hacían lo mejor para que me sobrepusiera.

Si en aquel entonces hubiéramos usado cierres gubernamentales tal como los usamos ahora, Woodstock (que cambió por siempre a la música y aún hoy resuena) nunca hubiera sucedido. ¿Cuánta prosperidad, cultura, tecnología, etcétera, estamos perdiendo en esta calamidad?

¿Qué pasó entre aquel entonces y ahora? ¿Hubo alguna especie de conocimiento perdido, como sucedió con el escorbuto (happened with scurvy), cuando en una ocasión tuvimos sofisticación y, luego, el conocimiento se perdió y tuvo que ser vuelto a encontrar? Para el COVID-19, regresamos al entendimiento y políticas de estilo medieval, incluso estando en el siglo XXI. Todo es muy extraño.

El contraste entre 1968 y el 2020 no puede ser más impactante. Ellos fueron inteligentes. Nosotros somos tontos. O, al menos, lo son nuestros gobiernos.

[Note que una versión previa de este artículo puso una foto que no era de Woodstock 1969. Esta foto es de un montaje en el Atlantic.]

Jeffrey A. Tucker es director editorial del American Institute for Economic Research. Es autor de muchos miles de artículos en la prensa académica y popular y de ocho libros en 5 idiomas, siendo el más reciente The Market Loves You. También es editor de The Best of Mises. Es conferenciante habitual en temas de economía, tecnología, filosofía social y cultura.