CÓMO LOS FANÁTICOS SECUESTRAN NUESTRA MENTES (Y CÓMO NOSOTROS LOS DEJAMOS)

Por Barry Brownstein

Intellectual Takeout
27 de abril del 2020


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, subrayado y con letra en azul, si es de su interés puede verlo en https://www.intellectualtakeout.org/...y-we-let-them/

En su libro de 1841, Extraordinary Popular Delusions and the Madness of Crowds [Delirios populares extraordinarios y la locura de las masas], Charles MacKay escribió, “Durante períodos de gran pestilencia, a menudo los hombres han creído en las profecías de fanáticos enloquecidos, que el final del mundo se avecinaba. La credulidad es siempre mayor en épocas de calamidades.”

Durante la crisis del COVID-19, no ha habido escasez de “fanáticos enloquecidos.”

En una entrevista reciente, Bill Gates aseveró (Bill Gates claimed) que “la normalidad sólo regresará cuando hayamos vacunado a toda la población del globo.” Reconociendo que el “golpe económico” será inmenso, proclamó, “pero [nosotros] no tenemos opción.” Esto es, ninguna alternativa, excepto sumirnos en el camino que Gates prescribe.

Luego, para desviar la crítica ante su camino prescrito, Gates monta un oponente testaferro místico que quiere “ignorar qué es lo que está pasando aquí.”

El Dr. Ezekiel Emanuel fue un arquitecto del Obamacare. También Emanuel proclamó (Emanuel too proclaimed), “no podremos regresar a la normalidad sino hasta que encontremos una vacuna o medicinas efectivas.”

Retóricamente, Emanuel preguntó, “¿Cómo se supone que la gente va a encontrar empleo si esto sigue de la misma forma por un año y medio más? ¿Vale todo ese dolor económico tratar de detener el COVID-19?”

Emanuel no invitó a un diálogo en torno a sus preguntas. Él respondió sus preguntas con el grito de cualquier otro fanático, “La verdad es que no tenemos opción.”

Los fanáticos proclaman que su camino es la única vía hacia adelante y quiere hacernos creer que “no tenemos opción.”

Note usted, Gates y Emanuel presentan un dilema falso, dos alternativas: cierren la economía por muchos meses de aquí en adelante o no hagan nada. O usted apoya la cuarentena o usted es una amenaza a la salud pública.

Gates y Emanuel se rehúsan a reconocer otras posibilidades. Fallan en ver las posibilidades ilimitadas que surgen de los ajustes voluntarios de empresas e individuos.

A través de esta crisis del COVID-19, los fanáticos han convertido en arma la equivocada falacia del dilema lógico, a fin de obscurecer el “debate racional y honesto” (obscure “rational, honest debate.”) “Esta táctica insidiosa tiene la apariencia de ser un argumento lógico, pero, bajo un escrutinio estrecho, se hace evidente que hay más posibilidades que la elección de uno o lo otro que se presenta.”

Usted puede reconocer esta táctica en varias otras formas. Usted quiere que aumente el gasto gubernamental para la educación, o usted está en contra de la educación. Usted quiere mayores impuestos a los “ricos,” o usted quiere que el pobre viva sin el cuido de la salud.

ZORRAS Y ERIZOS

Aquellos que usan la táctica del falso dilema y piensan en términos de blanco o negro, tienen los peores récords como pronosticadores. En su libro Enlightenment Now [En defensa de la ilustración], Steven Pinker reporta acerca de la investigación del profesor de la Universidad de Pennsylvania, Philip Tetlock, quien entrevistó a 284 pronosticadores, a fin de entender el formato de un pronosticador exacto entre los muchos más que están “a menudo equivocados, pero nunca con dudas.”

Metafóricamente, Tetlock se basó en el poeta griego Arquíloco, quien escribió, “La zorra sabe muchas cosas, pero el erizo sabe una cosa importante.” El erizo es más como la gente de la idea grandiosa, más decisiva,” hace ver Tetlock (Tetlock observes). Para los pronosticadores, la decisión no es una buena cualidad. No descanse en las predicciones de los erizos.

Un médico con la mentalidad de erizo puede remover sus glándulas para curar dolores de garganta repetidos. Los erizos médicos no sabrían acerca de cambios en la dieta y estilo de vida que podrían apoyar su salud.

Pinker advierte, aquellos “con Ideas Grandiosas -del ala izquierda o del ala derecha- que ellos mantuvieron con una confianza inspiradora (pero mal dirigida)” fueron los peores pronosticadores. Al tener un enfoque estrecho, los erizos no pueden ver el panorama general más allá de su especialización. En palabras del premio Nobel Daniel Kahneman, ellos operan bajo “una ilusión ampliada de su capacidad.” Sus pronósticos, agrega Kahneman, “producen predicciones peores que los monos que lanzan dardos, los cuales habrían distribuido sus elecciones uniformemente entre las opciones.”

El pensamiento de blanco o negro de esos pobres pronosticadores emana de su deseo de “comprimir problemas complejos en los modelos preferidos de causa-efecto.” Las ideas y evidencia que no calzan dentro de sus teorías se tratan como “distracciones irrelevantes.”

La fama conduce a la arrogancia. Escribe Kahneman, “Entre más famoso es el pronosticador, más extravagantes los pronósticos.” Indica Tetlock, “Los expertos muy solicitados tenían un mayor exceso de confianza que sus colegas que intentan que sus existencias estén alejadas del protagonismo.”

Pinker agrega que los pobres pronosticadores son alérgicos a las ambigüedades de la vida y a las “respuestas vagas.” En vez de buscar por evidencia que contradiga su posición, acumulan “razones por las que ellos estaban en lo correcto y, otros, equivocados.” Esos expertos “eran inusualmente confiados y más probable que declaren cosas como ‘imposibles’ o ‘ciertas.’ Comprometidos con sus conclusiones, no estaban dispuestos a cambiar sus mentes incluso cuando sus predicciones fallaron claramente. Nos dirían, ‘Sólo esperen.’”

Ya escuchamos la amenaza de “sólo esperen” de expertos que nos aseguran que, si no nos mantenemos siguiendo su consejo, inevitablemente la segunda ola del COVID-19 será aún peor (far more dire) y el “brote potencialmente abrumador” (potentially overwhelming outbreak).

Las zorras son los “super pronosticadores.” Pinker nos instruye que ellas “no necesariamente son brillantes,” pero “tienen rasgos personales que los psicólogos llaman ‘abiertos a la experiencia’ (curiosidad intelectual y un gusto por la variedad), ‘necesidad de conocer’ (un placer por la actividad intelectual) y una ‘complejidad integradora’ (aprecio por la incertidumbre y ver diversos lados).”

Los super pronosticadores están activamente buscando por sus sesgos mentales. Pinker escribe acerca de los mejores pronosticadores, “Ellos constantemente se preguntan, ‘¿hay huecos en este razonamiento? ¿Debería estar buscando algo más para llenarlo? ¿Me convencería esto si fuera alguien más?

Los políticos y los planificadores centrales escuchan a los erizos fanáticos, quienes insisten en que sus caminos son el único camino. El erizo puede ser decisivo, pero sus predicciones, a menudo, son espectacularmente erradas.

POR QUÉ LA HISTERIA ES CONTAGIOSA

Jonathan Sumption, antiguo Juez de la Corte Suprema del Reino Unido, advirtió recientemente (recently warned), “Cuando las sociedades humanas pierden sus libertades, usualmente no es porque tiranos se las hayan quitado. Usualmente es porque la gente voluntariamente entrega su libertad a cambio de protección contra alguna amenaza externa.”

Sumption responsabiliza al público por demandar acciones draconianas. La mayoría “no hace una pausa para preguntar si la acción funcionará. Ella no se pregunta si el costo valdrá la pena pagarlo.”

Debido al comportamiento en manada, “la histeria es infecciosa.”

Si a usted se le dieran dos tarjetas con líneas en cada una de ellas, una claramente más corta que la otra, ¿podría usted decir cuál es la diferencia? Si usted piensa que es una pregunta ridícula, piénselo de nuevo.

En uno de los experimentos más famosos de la psicología, Salomon Asch mostró que, si usted está en un grupo y la mayoría del grupo dice que la línea más corta es más larga, usted simplemente va a estar de acuerdo. En su libro You Are Not So Smart [No eres tan inteligente], David McRaney señala que, “En los experimentos de Asch, el 75 por ciento de los sujetos cedió en, al menos, una pregunta [acerca del largo de las líneas]. Ellos miraron las líneas, sabían que la respuesta en la que la mayoría estaba de acuerdo era la equivocada, y, de todas formas, estuvieron de acuerdo en ello.”

Tal vez, aún peor, aquellos que cambiaron sus respuestas correctas para estar de acuerdo con otros, “parecían ser inconscientes de su propio conformismo. Cuando quienes hacían el experimento les decían que ellos habían cometido un error, vinieron con excusas de por qué ellos cometieron el error, en vez de culpar a los otros.”

Si usted está seguro que iría contra la corriente, considere esto: “El porcentaje de personas que estuvo de acuerdo, creció proporcionalmente con el número de personas que se unió en consenso contra ellas.”

Imagínese que usted está en una reunión, y que se va tomar una decisión significativa. Usted piensa que el plan de su administrador es obtuso. Usted está a punto de decirlo cuando usted ve a todos los demás en la reunión estar de acuerdo con su administrador. ¿Se comportaría usted como un ratón y también estaría de acuerdo? Si usted alguna vez a estado de acuerdo con una decisión pobre, usted no se da golpes a sí mismo; es muy duro ir contra la manada.

Tal vez, usted piensa que los experimentos de Asch simplemente muestran que no existe razón para disputar con la multitud cuando la situación es trivial. Tristemente, la investigación muestra que, cuando algo importante está en discusión, menos gente se opondrá a la manada.

En su libro The Science of Fear, Dan Gardner reporta acerca de experimentos de los psicólogos Robert Baron, Joseph Vandello, y Bethany, quienes hallaron que la conformidad aumenta “en el tanto en que los juicios son difíciles o ambiguos, y en que los agentes influyentes están unidos y tienen confianza.”

Gardner se preguntó si evidencia nueva ¿haría que dudáramos de nuestras opiniones? La respuesta que Gardner encontró es que “Una vez que hayamos dado forma a un punto de vista, abrazamos la información que apoya esa visión, a la vez que ignoramos, rechazamos y escudriñamos fuertemente la información que lanza duda acerca de aquel.” El sesgo de la confirmación nos estropea cambiar nuestra mente.

La última evidencia sugiere que el COVID-19 no es un riesgo lo alto que inicialmente se pensó. Si usted piensa que dicha evidencia convencerá a sus vecinos o a sus amigos de Facebook, de que es hora de terminar con las cuarentenas, usted se verá interminablemente frustrado. A nuestros vecinos les importa lo que otros piensan. Si usted vive en un área en donde el apoyo por los cierres es amplio, es muy posible que su amigo esté de acuerdo. Recuerde, entre más detallado es un asunto, y entre más crítico el problema, mayor es el deseo de estar de acuerdo.

Estamos viviendo a través, tanto de una pandemia, como de una locura contagiosa de proporciones globales.

Los políticos, que nos condujeron hacia el fondo en este cierre destructivo, no estarán cambiando sus puntos de vista sino hasta que su “solución” sea políticamente insostenible.

En su conclusión a The Road to Serfdom [Camino de Servidumbre], Hayek advierte, “No podremos ganar sabiduría en tanto no comprendamos que mucho de lo que hicimos fueron verdaderas locuras.” Para ganar sabiduría, necesitamos primero “liberarnos nosotros mismos” de una mentalidad que obscurece nuestros errores Continuaremos cometiendo errores en el tanto en que continuemos creyendo “que cuanto hemos hecho en el pasado reciente era, o acertado, o inevitable.”

Nos hemos convertido en una nación de víctimas profesionales. No somos victimizados por el coronavirus o por los políticos y los “expertos.” Somos víctimas de nuestra propia elección de estar de acuerdo en apoyar sus políticas. Stephen Covey ha observado (Stephen Covey has observed), que “Es fácil asumir la responsabilidad por las cosas buenas en nuestras vidas, pero la prueba verdadera viene cuando las cosas no están yendo bien.”

Hoy, podemos asumir la responsabilidad de cambiar nuestras mentes. Cada uno de nosotros es 100 por ciento responsable de cómo elegimos interpretar nuestra experiencia de vida. En su libro eterno, The Discovery of Freedom [El Descubrimiento de la Libertad], Rose Wilder Lane explicó por qué algunos prefieren entregar su responsabilidad a la autoridad. Cuando algo falla, ellos proclaman yo soy una víctima inocente de fuerzas más allá de mi control. Pretender que somos inocentes es un precio elevado que pagamos por perder nuestra libertad.

Escribe MacKay, “Hombres, se ha dicho muy bien, pensad en los rebaños; se verá que se vuelven locos en manadas, mientras que sólo recuperan sus sentidos lentamente, y uno por uno."

Cuando escogemos ver más allá de la mentalidad de “no tenemos opción,” empezaran a observarse soluciones ilimitadas. El futuro de Estados Unidos depende, no de rescates financieros o de una vacuna obtenida rápidamente, sino depende de individuos que escogieron recuperar sus sentidos.

Este artículo (article) se ha reimpreso con el permiso del American Institute for Economic Research.

[Crédito por la imagen: Pixabay]

Barry Brownstein es contribuyente sénior.