Aquí el gobierno promovió cuarentenas, quedarse en las casas, cerrar negocios y limitar la libre circulación en vehículos. Como consecuencia, han dado lugar a que los trabajadores sólo pudieran laborar medio tiempo o que fueran despedidos. En contraste, ningún funcionario del gobierno ahora está obligado a trabajar medio tiempo o nada del todo. ¿Por qué será?

NECESITAMOS CERRARLOS

Por Robert E. Wright

American Institute for Economic Research
2 de mayo del 2020


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede verlo en https://www.aier.org/article/we-need-to-shut-them-down/

Necesitamos cerrarlos. A los gobiernos, eso es. Al menos aquellos que no pueden pagar sus cuentas debido a órdenes innecesarias de cuarentena económica.

He intentado casi todo en estas páginas para inducir a los políticos a que vean que están prosiguiendo las peores políticas (worst policies) desde, al menos, el Nuevo Trato y que no van a ser reelectos (reelected) si continúan con sus políticas de cierres, que podrían terminar en una revuelta sangrienta, si el poder u otro sistema esencial se apaga (if the power or another essential system goes out).

También he tratado de inducir a los estadounidenses para que presenten litigios en favor de su libertad, tanto en los ámbitos civil (civil ) como constitucional (Constitutional ). También, he tratado de sacudir su patriotismo (patriotism), y de avergonzarlos para que se sobrepongan al estatus de sujetos de pruebas (test subjects) sin mente o de campesinos medievales (medieval peasants). He tratado de que los “Progresistas” vean que ellos pueden tener simultáneamente (simultaneously) tanto la Seguridad Social como un seguro de salud gubernamental, sin aumentar la probabilidad de fiascos futuros.

También he propuesto dos formas diferentes de salir de este enredo, una de ellas hace poco implícitamente endosada por Elon Musk, y otra (another) que un científico social que se respete a sí mismo no podría disputar. Y he sugerido que un seguro de vida por el COVID-19 (COVID-19 life insurance) les ayudaría a los estadounidenses a enfrentar la muerte más que como sus valientes ancestros, o que ellos mismos más jóvenes, lo hicieron en Woodstock.

Pero, oh, ¡por los poderes existentes, ya sean una ballena poderosa que llaman Leviatán, con el poder mágico de crear algo de la nada o, más bien, como el Mago de Oz, que aparece como creando algo de la nada! Así, el dinero sale disparado por hueco soplador de la ballena en explosiones poderosas, para mitigar y calmar a aquellos que pueden desear lo malo. Y eso hasta el momento ha funcionado.

Para que la bestia de nuevo pueda disparar otra vez, algunos gobiernos estatales y locales se quejan de desastres pecuniarios (pecuniary distress). Pero, saciar su ambición por el poder y lucrar será nuestra perdición. Lo mejor que el capitán de nuestro navío, Ishmael Trump, puede hacer ahora mismo, es dejar claro que los gobiernos estatales y locales que permanecen bajo cuarentena, nunca oirán “¡A través de ella sopla!”

El penúltimo poder, antes de recurrir al arpón, está en el poder del bolsillo, una vieja expresión no tanto acerca del dinero per se, sino sobre los recursos reales que el dinero puede adquirir. Típicamente, los tiranos tratan de apoderarse de los recursos para fortalecer su tiranía. Hoy, estamos enfrentados a tiranos que están deliberadamente destruyendo nuestros recursos, a pesar de una amplia evidencia desde Suecia (Sweden) y los cinco estados libres, de que ellos no necesitan hacerlo para detener exitosamente la expansión del novel coronavirus.

De hecho, como predije (as I predicted) en el New York Times-Columbia, el modelo de “a todos nos va a dar COVID y moriremos” ha fallado mucho, incluso en los cinco estados libres. Por ejemplo, los casos y muertes de Dakota del Sur son cerca de un 7 por ciento de aquellos pronosticados y algunos condados que se esperaban serían avasallados, al momento no habían reportado caso alguno, habiendo ocurrido la mayoría en los condados de Minnehaha y Lincoln, que comparten porciones de Sioux Falls, la metrópolis del este del estado de 190.000 habitantes. Una buena porción de esos casos vino de la infame, pero super esencial (essential), planta de procesamiento de cerdos de Smithfield.

No tengo una explicación rápida de por qué a lugares que impusieron restricciones exigidas menos extremas, les ha ido bien tanto acerca de “aplanar la curva,” al igual que a aquellos que han cerrado. Podría ser una autoselección, pero Estocolmo y Omaha son ciudades de verdad, no aldeas con una sola señal de alto, e inclusive allí las infecciones y las muertes nos han sido rampantes (have not run rampant).

Podría ser que está en juego algo así como el Efecto Peltzman (the Peltzman Effect), dando a entender que la gente en las áreas libres asumen menos riesgos innecesarios, pues sabe que ella puede estar interactuando con gente infectada, mientras que las pobres almas de áreas bajo cuarentena asumen, a menudo equivocadamente, que se pueden agolpar en un Walmart pues todo mundo está en cuarentena y el gobierno está “haciendo algo,” aún si ese algo es totalmente irracional, como mantener abiertas las playas a la vez que cierran los sitios de estacionamiento de las playas (beach parking lots). Ese pedacito de brillantez hizo que muchos floridanos se estacionaran en los sitios de negocios cerrados al otro lado de la carretera A1 y ¡luego congregarse en los pocos cruces peatonales!

De hecho, en retrospectiva, un 99 por ciento de todos los que se quedan 3 semanas en casa (excepto contactos humanos con pacientes del COVID-19 y los primeros intervinientes), por alguna razón, excepto una emergencia urgente (y no doy a entender al perrito que necesita defecar), habría sido preferible a lo que ha evolucionado. Una simple ley de moratoria posponiendo todas las deudas por tres semanas habría sido mucho más preferible que los aparentemente interminables rescates financieros.

Ese enfoque también habría sido inconstitucional, y gente habría muerto, pero los Estados Unidos se habrían deshecho del COVID-19 a principios de abril y, de ahí en adelante, podría haberse concentrado en controles fronterizos y en examinar y trazar a la Corea del Sur en busca de nuevos brotes. La economía habría experimentado un golpe, pero uno del cual ya estaría rebotando debido a la certeza de la política. Esa opción “nuclear” ahora ya no está puesta sobre la mesa cuando estamos demasiado débiles como para sufrir ahora tal golpe.

Por la razón que sea, muchos gobiernos persisten en destruir recursos y libertades fundamentales con base en un desprestigiado modelo epidemiológico (debunked epidemiological model). El gobierno nacional debería interceder activamente, como lo hizo para proteger los derechos de los estadounidenses durante la Guerra Civil y el Movimiento de Derechos Civiles, ninguno de los cuales fue muy civil. Pero, aún si hoy no quiere intervenir con los derechos de los estados, bajo ninguna circunstancia debería FONDEAR su opresión. En verdad, creo que cualquier intento de hacerlo conducirá a una revuelta tributaria, probablemente de la variedad calmada, al principio. En realidad no hay forma de que los estadounidenses en los estados libres vayan a fondear la subyugación continua de sus compatriotas estadounidenses en California, Michigan, y en todas partes, que esencialmente han sido invadidos y ocupados por sus propios gobiernos (by their own governments).

Pero, entonces, ¿que deberían hacer los pobres gobiernos estatales y municipales? Obviamente, necesitan levantar la mayoría de las restricciones económicas, de forma que, de nuevo, vuelvan a fluir los impuestos. Y ellos también necesitan recortar sus trabajadores “no esenciales,” que en esencia son la mayoría de ellos. En todo caso, en el corto plazo, necesitamos las cortes y los oficiales de policía y otros primeros intervinientes. (En última instancia, no necesitamos de ninguno de ellos, pero no es el momento de lo novedoso, aún si tenemos ejemplos comparativos ricos e históricos (rich comparative and historical) de los cuales aprender). Pero, los maestros, los registradores, los fotonotarios y todo tipo de otros burócratas, necesitan ser despedidos de inmediato. (Si usted piensa que, entonces, muchos de ellos se unirían a las filas de los manifestantes, usted empieza a entender ¡el poder del bolsillo! Ellos pueden arrestar a algunos manifestantes (some protestors), pero no a todos ellos, en especial cuando sus presupuestos son tan limitados.)

Tampoco hay razón para no excluir del despido a los empleados del gobierno. Los rescates financieros y otras formas de dinero para silenciar que ya ha, sido desembolsados tienen que repagarse de alguna manera, por medio de mayores impuestos o menores gastos. ¿Por qué necesitamos partes de la Comisión de Intercambio de Valores (SEC por sus siglas en inglés) si no hay empresas emitiendo valores? ¿De qué sirve la Agencia de Protección del Ambiente (EPA por sus siglas en inglés) si las fábricas están cerradas? ¿El Ministerio de Agricultura de Estados Unidos (USDA por sus siglas en inglés) si las procesadoras de carne están cerradas? ¿Qué hace el Ministerio de Educación incluso en tiempos normales? Ciertamente, la mayoría del Ministerio del Interior puede cerrarse.

¿Es el despido de un 75 por ciento de los trabajadores del gobierno una sugerencia draconiana? En lo absoluto, pero, ¿por qué no deberían los empleados del gobierno sufrir junto con el resto de nosotros? Usted no puede esperar que los civiles carguen con todo el peso de aplastar una curva ya bastante plana indefinidamente. Además, a diferencia del sector privado, que es todo “esencial” pues, de no ser así, no existiría, sabemos que, a partir de los cierres del gobierno por batallas de presupuestos, gran parte del gobierno nacional no es esencial. La vida continúa, y algunos piensan que, sin él, mejoran.

La no partisana Oficina de Presupuesto del Congreso (OMB por sus siglas en inglés) estimó la pérdida irrecuperable de eficiencia del cierre parcial de 35 días del gobierno federal a principios del 2019, en sólo $3 mil millones (only $3 billion). Tendremos suerte si salimos del enredo actual con $3 millones de millones de pérdida irrecuperable de eficiencia (in deadweight losses).

Los gobiernos lo estropearon echando a perder los exámenes, luego, no deteniendo la expansión del virus cuando todavía era manejable, luego, lo hizo de nuevo, cuando cerró mucha de la economía durante mucho tiempo, para cubrir su incompetencia y, ahora, quieren ser recompensados con un continuo empleo no esencial, y ¿la redistribución obligada de riqueza de todos los ciudadanos hacia gobiernos estatales que aplastan la Constitución? ¿Adónde está lo que hará que el vaso rebose?

Robert E. Wright tiene la silla Familia Nef de Economía Política en Augustana University en Sioux Falls, Dakota del Sur. Es autor de 18 libros, incluyendo un nuevo libro acerca de exclusión financiera (a new book on financial exclusion ) publicado por el AIER.