En ocasiones, cuando los economistas (no todos, en justicia, pero sí muchos) callan, dan espacio para que imperen concepciones erradas de no economistas acerca de lo que hacen los economistas, conduciendo a graves daños por decisiones que se toman con base en ideas equivocadas. Ojalá, y en especial en la circunstancia actual, no permanezcan en silencio, pues ese será el equivalente al “silencio de los inocentes.”

SÍ, HAY CONCESIONES MUTUAS ENTRE PREVENCIÓN DE ENFERMEDADES Y DESTRUCCIÓN ECONÓMICA

Por Claus Wiemann Frølund

Fundación para la Educación Económica
Martes 14 de abril del 2010


Lo que muchos economistas están implorando es que, quienes toman decisiones, no pongan ciegamente todas las fichas en la mitad de la mesa del COVID-19, sin preocuparse por otros fines valiosos.

La pandemia del COVID-19 realmente ha destacado qué tan diferente piensan los economistas y los no economistas. Alrededor de todo el mundo, han tomado lugar variaciones de la misma discusión durante la semana previa, más o menos. Se da así. Un economista discute el costo de las respuestas gubernamentales a la pandemia y es rápidamente enfrentado con acusaciones de que trata cínicamente de “ponerle un precio a una vida.” El campo del economista trata de explicar su razonamiento, mientras que el campo del no economista se horroriza porque alguien “deje que los ancianos mueran para proteger a los ricos” o que “priorizan a la economía sobre la salud.”

CONCESIONES MUTUAS A LA LUZ DE LA ESCASEZ

Lo que en realidad está pasando aquí es que los economistas y los no economistas tienen modos de pensar diferentes. Los economistas constantemente están pensando en concesiones mutuas. Es absolutamente natural. Yace en la propia esencia de la economía. Todos los problemas que los economistas intentan resolver involucran diversas alternativas posibles y encontrar la que sea óptima.

Esto se basa en el entendimiento de que vivimos en un mundo de escasez. Todos los medios son escasos, así que, asignarlos para servir cientos fines, necesariamente debe dejar otros fines sin que sean satisfechos. Los economistas intentan asegurarse que los recursos escasos se usan eficientemente. Esto no es tan simple como poner dos números en una hoja de papel y escoger el más alto. Todas las escogencias suceden bajo incertidumbre. Nosotros no tenemos conocimiento pleno y, por ende, siempre existe la posibilidad de hacer la elección equivocada.

El concepto de costos de oportunidad es una de las primeras cosas que se les enseña a los economistas novatos. El beneficio de cada acción debe ser ponderado por el beneficio dejado de percibir de la acción que no se tomó. Los costos de oportunidad son, por definición, no vistos y, por ello, fácilmente pueden pasarse por alto.

Note que, deliberadamente, el concepto de prioridades no ha sido introducido en este momento. Los economistas y los no economistas, por igual, generalmente están buscando elecciones que les brinden la cantidad más alta de bienestar humano, ahora y en el futuro. En este caso, los economistas están cuestionando si las extensas acciones tomadas por los gobiernos para limitar la diseminación del COVID-19, están dañando demasiado a la economía.

Ahor bien, esto no es porque los economistas estén preocupados por las cuentas bancarias de la gente más rica del mundo, sino porque las depresiones económicas traen una plétora de malos efectos y porque limitan nuestras opciones futuras. Está muy bien establecido que las depresiones económicas conducen a más muertes y suicidios relacionados con el estrés. Pero, usar nuestros recursos para luchar contra el COVID-19 a toda costa, sacrificando así nuestro bienestar económico y limitando nuestro crecimiento futuro, también significa que seremos relativamente más pobres en el futuro y que, en ese entonces, seremos incapaces de salvar tantas vidas, como con un escenario alternativo, en donde no usamos esas medidas drásticas contra la pandemia.

TOMA DE DECISIONES ANTE EL COVID-19

Básicamente, esto equivale al problema del tren, el experimento mental ético en donde un tren desenfrenado está a punto de atropellar a cinco personas. La única forma de salvarlas es si se desvía al tren de forma activa hacia una línea paralela, matando a otra persona en el proceso de hacerlo. Esto, por supuesto, representa un conflicto entre el utilitarismo y la deontología, como en el Kantismo.

Parece que los no economistas, enfrentados con discusiones acerca de las concesiones mutuas en la respuesta al COVID-19, involuntariamente se rehúsan a reconocer las limitaciones del problema del tren. “Debemos salvar a todos ̶ ¡hoy y mañana! Pero, al igual que como no podemos hacer que el tren vuele y evitemos así cualquiera de los resultados planteados, no podemos, al mismo tiempo, dedicar todos nuestros recursos a fines múltiples. Simplemente tiene que haber una concesión mutua. No es menos ley de la naturaleza que la de la gravedad.

Lo que en estos días muchos economistas están implorando es que, quienes toman decisiones, recuerden esto y no pongan ciegamente todas las fichas en la mitad de la mesa del COVID-19, sin preocuparse por otros fines valiosos. Si ellos evalúan el beneficio de los esfuerzos actuales y encuentran que, en efecto, sobrepasan el costo, incluyendo el costo de oportunidad no visto, entonces, ¡grandioso! Compartir el análisis con el público muy posiblemente ayudará a convencer a los escépticos, de que el curso actual es el correcto.

Para concluir: no, los economistas no son unos bastardos cínicos que están tan ciegamente obsesionados con el mercado de valores, que a ellos no les importa si su abuelita se muere. Ellos, como todos los demás, quieren maximizar el bienestar humano. En general, cuando encaran una opinión que parece ser una locura, hay dos opciones: tratar de entender el argumento o suponer que la otra persona es estúpida o malvada. En estos días, mucha gente está escogiendo la última.

Claus Wiemann Frølund es profesor asistente de Empresariedad e Innovación en la Universidad del Sureste de Noruega. Él se educó en la Escuela de Negocios de Copenhague. Descubrir la Economía Austriaca fue algo más que una relevación para él, pues le ayudó a que muchas de sus creencias tuvieran sentido, muchas de las cuales se alejan de aquellas de la corriente principal de Escandinavia.