POR QUÉ NECESITAMOS MERCADOS LIBRES PARA LUCHAR CONTRA LA PANDEMIA

Por Matthew Tanous

Mises Institute
23 de marzo del 2020


La respuesta natural a la luz de una pandemia como la que hoy estamos experimentando con el COVID-19, es tomar una acción inmediata y directa para frenar la crisis. Se nos ha dicho que necesitamos de extensas cuarentenas, cierre de ciudades, y órdenes de quedarse en los lugares. Supuestamente necesitamos limitar el número de bienes que la gente puede comprar, de forma que ellos no los acaparen y, definitivamente, mantener los precios existentes para que la gente pueda comprar lo que necesita. Los hospitales y las clínicas deben cancelar cirugías y nuevos planes de tratamiento, para asegurar que estén preparados ante las oleadas de pacientes con la enfermedad. Los restaurantes necesitan ¡cambiar a modelos de servicio sólo para llevar! Las tiendas necesitan cambiar a sólo ventas en línea, cerrar sus establecimientos al menudeo y ¡priorizar envíos importantes! El gobierno necesita asegurarse que todos hagan lo que deberían ¡para garantizar que todos salgamos con vida!

Pero, ¿qué si yo les dijera que nada de eso es cierto? ¿Qué si les dijera que todo lo que ustedes necesitan en esta situación es lo que usted necesita diariamente en una sociedad libre: precios que puedan rápida y fácilmente ajustarse ante cambios en la oferta y la demanda?

Casi que puedo oír dientes rechinar y puños sacudiéndose como respuesta, con exclamaciones de que debe ser que a mí no me importan mis semejantes. Pero, escúchenme al caminar por los efectos que tendrían tales precios.

Empecemos con lo que hasta el momento ha ocurrido. La gente ha abarrotado las tiendas de alimentos para llenarse con todo, desde bienes enlatados hasta papel higiénico, en el proceso vaciando los anaqueles. Los hospitales y clínicas “en línea con los lineamientos de la CDC” [Siglas en inglés de” Centers for Disease Control and Prevention del gobierno de los Estados Unidos] (aquella frase es omnipresente), cancelaron diversas citas y tratamientos o cirugías planeadas. Amazon ha limitado envíos de terceros a sus almacenes a artículos de “alta demanda.” Un teletrabajo incrementado ha dañado a servicios de coordinación remota. En todas partes, el gobierno se ha involucrado en diversos niveles de cuarentena obligatoria y cerrado numerosos negocios o formas ordinarias de llevarlos a cabo.

Ninguno de estos efectos o enfoques de mitigación y evitación constituyen un problema per se. Mucho de eso sería naturalmente hecho en respuesta a una pandemia y los efectos sobre la demanda serían similares. Pero, lo que se puede decir es que esas medidas son tomadas tosca y principalmente a ciegas, en ausencia de precios libres.

Los anaqueles vacíos no serían tan prevalentes si se permitiera que los precios subieran, en contradicción a las leyes gubernamentales contra la “manipulación de precios.” Tal resultado conduciría a un racionamiento natural de parte de los consumidores e incentivaría un incremento de la producción de bienes de alta demanda. A los precios actuales, es cierto que algunas compañías potencialmente podrían soportar pérdidas en el corto plazo para incrementar la producción como un esfuerzo caritativo. No obstante, los productores marginales (e incluso los no marginales al continuar la crisis) sólo podrán elevar la producción, incluso temporalmente, si los precios aumentan.

Un aumento en los precios informa a los productores de cambios en la demanda relativa. Que, hipotéticamente el precio de la leche no aumente tanto como el precio de los huevos o de los frijoles en lata, es una pieza de información vitalmente importante que no puede transmitirse sólo por anaqueles vacíos. Precios crecientes inducirían a los productores de los últimos bienes citados, para que expandan la producción mucho más que los productores de los primeros, y también ellos estimularían a los nuevos entrantes a la producción, a que prioricen de acuerdo con ellos.

Podemos observar el mismo mecanismo en operación cuando cae el precio, que normalmente se permite que suceda. La demanda disminuida de ciertos bienes, como tiquetes para actividades, vuelos, restaurantes llenos, es una señal para que esas industrias busquen alternativas. Estas pueden incluir restaurantes que cambien a un modelo para llevar, que cierren sus principales áreas de comida en lo que dure la crisis, como ya ha ocurrido en algunos lugares, o convirtiendo esas áreas para comer en bodegas temporales para bienes necesarios (aunque esta opción se ve eliminada al congelarse los precios, que desincentiva la producción adicional que haría que esa opción fuera útil). También, las empresas pueden, temporalmente, cerrar sus puertas y enviar a sus trabajadores a la fuerza de trabajo, como empleados potenciales temporales en áreas que los necesitan para producir cosas necesarias vitales. (En vez de ello, el enfoque del gobierno ha sido proponer rescates financieros y dar cheques de ingreso universal, a la vez que, en ciertos casos, ordena un claro desperdicio de recursos.)

Los cambios en los precios también difieren según sea la localización, que estimula naturalmente al mercado a enfocarse en las áreas más fuertemente golpeadas. Una pandemia no golpeará a todo el país en un cierto momento, y, aun cuando puede parecer obvio (particularmente al inicio) cuáles áreas están peor, la información que los precios transmiten es vital para determinar cuáles son las necesidades verdaderas. Puede ser que, en este momento, Seattle y Nueva York sean las más golpeadas, pero eso, por sí sólo, no le dice a usted que, en realidad, Seattle está necesitando ventiladores mientras que Nueva York está escaso de enfermeras.

Dejar que los precios funcionen en el cuido de salud es una de las necesidades más vitales. En vez de la estrategia burda de cancelar el cuido de la salud considerada no “urgente,” a la vez que se almacenan recursos en preparación para lo peor, es mejor permitir, por la vía del mecanismo de los precios, que los recursos se dirijan hacia más se necesitan. Deberían suspenderse (o, mejor, repelidas) las regulaciones que restringen el suministro del cuido de la salud, incluyendo la construcción de nuevas instalaciones, permisos para las existentes y el número de personas permitidas a obtener su licencia. Precios altos debido a la emergencia del cuido por coronavirus, particularmente si se permite en las regiones que están peor, induciría a que profesionales de la medicina temporalmente cambien de especialización y se muevan hacia áreas en donde pueden hacer el mayor bien. Aceptar gente de negocios cerrados con un entrenamiento mínimo, puede ser capaz de brindar cuidado y monitoreo básico, permitiendo así que aquellos con un entrenamiento más especializado prioricen el cuido que más lo necesitan.

Las empresas de seguros, que enfrentan estos altos costos de emergencia, serían fuertemente incentivadas para que vengan con formas adicionales de mitigar el riesgo de expansión de la enfermedad. Por ejemplo, exámenes que la gente puede hacerse en sus hogares y dejarlos en ciertos puntos de recolección, puede lograr que el examen se haga sin largas filas de gente potencialmente enferma, que casi con seguridad estará enferma al terminar. Incluso sería posible hacer pagos (y posiblemente el envío de artículos necesarios) a pacientes en riesgo para incentivar la auto cuarentena. Y, más importante, posiblemente haya muchas más posibilidades que yo, como persona sola, no haya podido e incluso no puedo ni siquiera idear. Este tipo de innovación y adaptación solo puede manejarse óptimamente por empresarios que responden a precios cambiantes, no por planificadores centrales, sin importar qué tan inteligentes, conocedores y bien intencionados sean.

El sistema de precios de libre mercado permite la reasignación rápida e intensa de recursos que es necesaria en un escenario de crisis, como lo es una pandemia. Lo que se necesita que se haga en tal crisis no es un intento de dirigir al mercado para asegurarse que provea lo que se necesita (este enfoque casi que ha garantizado que empeora la situación más de lo que tiene que ser), sino dejarlo en libertad para que haga lo que siempre hace: empatar los objetivos de los productores empresariales con las necesidades del pueblo.

Originalmente publicado en disinthrallment.com.

Matthew Tanous es un desarrollador professional de software con un interés auténtico en economía, historia, filosofía y ciencia. Es el contribuyente principal del blog Disinthrallment.