¡No subestimen a los consumidores! Ya han visto el anuncio de la “economista” del MEIC anunciando que se fijarán los precios de una serie de bienes esenciales en estos días para combatir el coronavirus. Saben que, si se fijan precios topes a esos productos, van a escasear y, por ello, lógicamente, se apresuran a comprar ahora más de ellos, pues saben que después no podrán encontrarlos. Esa es una consecuencia no prevista de un política económica mala, por más bien intencionada que se nos diga.

DEJEN QUE LOS PRECIOS AUMENTEN PARA COMBATIR EL CORONAVIRUS

Por Mitchell Harvey

Fundación para la Educación Económica
Lunes 16 de marzo del 2020


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, con letras en rojo y entre paréntesis, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/let-prices-...e-coronavirus/

La naturaleza de abajo hacia arriba del sistema de precios puede tomar en cuenta a millones de consumidores y el vasto conjunto de restricciones a los productores, sin necesidad de alguna supervisión desde arriba hacia abajo.

Confrontados por la amenaza inminente del coronavirus, los australianos están empezando a comprar los alimentos esenciales por el pánico y los supermercados se están quedando sin inventarios. En otras palabras, ha habido un aumento en la demanda de productos básicos. Sin una intervención externa, veremos a corto plazo un aumento en los precios. No obstante, las leyes del Consumidor Australiano es posible que prevengan que eso pase.

¿Por qué? Porque eso puede ser manipulación de precios (price gouging), lo que es ilegal.

La manipulación de precios (Price gouging) es la práctica de aumentar los precios de una forma considerada explotadora. ¿Qué es lo que hace que sea explotadora? Depende la Comisión de la Competencia y del Consumidor de Australia (ACCC por sus siglas en inglés) y por las cortes. Pero, la idea básica es que la práctica “explotadora” de elevar los precios a la luz de una emergencia, es considerada como moralmente reprensible y que deberá detenerse.

A pesar de lo anterior, prevenir la así llamada manipulación de precios sería un error.

Hablando en términos generales, los mercados desempeñan una buena tarea asignando los recursos escasos. Las utilidades recompensan a las empresas que eficientemente producen las cosas que queremos, mientras que las pérdidas penalizan a aquellas empresas que producen despilfarradamente o que no producen lo que nosotros queremos. En el tanto exista la libre entrada y salida, los empresarios tenderán a buscar las ganancias y alejarse de las pérdidas, minimizando el desperdicio y brindando la autorregulación de la competencia.

Simultáneamente, el proceso competitivo descansa en precios (prices) veraces y se asegura que las inexactitudes en los precios sean autocorregidas: Si un negocio fija sus precios demasiado altos, no habrá clientes. Demasiado bajos y ellos pueden sufrir pérdidas o quedarse sin inventarios. En un mercado libre, una firma rentable que puede fijar precios altos, eventualmente enfrenta la amenaza de nuevos entrantes, copiándolos con precios menores (como DiDi y Lyft copiando a Uber, el que, como tal, desafió el monopolio de los taxis protegido legalmente).

Así que, cuando hay un cambio súbito en la demanda, es importante que dejemos que el precio se eleve. ¿Por qué? Porque los precios más altos estimulan que los supermercados aumenten sus suministros y se aseguren de que los inventarios sean reabastecidos. Crucialmente, también recompensa a los supermercados por mantener abiertos los negocios, cuando las cadenas internacionales de oferta se ven seriamente afectadas por los coronavirus, elevando los costos. También estimula que los empresarios y otros negocios produzcan los bienes de consumo que queremos y necesitamos en este momento.

También, el amento en el precio es importante para asegurar que los consumidores estén comportándose eficientemente. El aumento en el precio de los productos enlatados les dice a los consumidores que ahorren sus bienes enlatados para el futuro, en vez de abrirlos a la ligera cuando no pueden ser incomodados con cocinar. El aumento en el precio de las toallas de papel significa que usted puede limpiar sus regueros con una hoja, en vez de tres.

La sencilla brillantez del sistema de precios significa que toda esta administración de recursos sucede automáticamente. Ningún sabio burócrata necesita venir con un plan, ningún político burdo tiene que involucrarse, no se necesita una intervención de mano dura.

Mucha gente descarta esta línea de razonamiento. “Todo está bien y sirve para la pizarra de la clase, pero, ¡el mundo real es más complicado que este sinsentido idealizado!””

Desafortunadamente, de hecho, el mundo real es más complejo. En efecto, es tan complejo que nuestros esfuerzos por “sobrepasar el desempeño” del duro de corazón sistema de precios, inevitablemente terminan en un desastre. Leyes de un salario mínimo excesivo (Excessive minimum wage laws) han devastado a comunidades pobres (devastated poor), controles de alquileres crean escaseces monstruosas de vivienda (create monstrous housing shortages) y topes obligatorios a los precios conducen a escaseces duraderas de productos esenciales (lasting shortages of necessities) y a mercados negros.

¿Nos hemos olvidado ya del impacto de los controles de precios durante el escasez de combustibles en Estados Unidos en los años setenta (1970s US gas shortage)? La naturaleza de abajo hacia arriba del sistema de precios puede tomar en cuenta a millones de consumidores y el vasto conjunto de restricciones a los productores, sin necesidad de alguna supervisión desde arriba hacia abajo.

Si las leyes contra la manipulación de precios impiden que los precios aumenten, nos arriesgamos a escaseces pronunciadas, dando lugar a filas y racionamiento, que no sólo son fenomenalmente despilfarradoras, sino que, también, incentivan los mercados negros, el comportamiento criminal e incluso la violencia.

Aun cuando los controles de precios a menudo se ponen en marcha en nombre de la protección de los pobres y los vulnerables, pocos disputarían que tienden a ser los pobres y los vulnerables quienes son desproporcionadamente dañados por las escaseces y los racionamientos.

El racionamiento tiende a favorecer al rico (por medio de mercados negros), a los más informados o a aquellos que son los suficientemente afortunados con tener las conexiones correctas. Mejor que terminemos rápidamente la escasez mediante el aumento en los precios, que extender la miseria con escaseces prolongadas. Sin precios relativamente más altos, los empresarios no obtienen incentivos para arriesgar su tiempo y dinero en la eliminación de esos riesgos.

En efecto, la comunidad estaría mucho mejor si el gobierno diera donativos asistenciales puntuales a los pobres y dejar que los precios aumenten, en vez de inhibir el crecimiento en el precio. El cambio en los precios es lo que genera el cambio en el comportamiento del productor, y eso es lo que necesitamos ver que suceda.

Mitchell Harvey es Profesor Asociado y Asistente de Investigación en el Departamento de Economía de la Universidad Monash.