Dado que ya por aquí están pensando en la imposición de muy diversas medidas económicas para enfrentar la pandemia del coronavirus, debe tenerse muy presente que muchas de ellas posiblemente no tengan, en el mejor de los casos, ningún efecto positivo y en otros efectos claramente negativos. La economía, como disciplina científica, debe servir para no cometer errores, que después no haya que lamentar. Siempre hay que tener presentes las consecuencias no previstas. De no se así, los costos podrían terminar siendo mucho mayores.

LO SIENTO, PERO LAS POLÍTICAS DE ESTÍMULO NO FUNCIONARÁN

Por Veronique de Rugy

American Institute for Economic Research
13 de marzo del 2020


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, subrayado y con letra en azul, si es de su interés puede verlo en https://www.aier.org/article/sorry-b...will-not-work/

Gracias a la crisis del coronavirus, en estos días está de moda hablar de estímulos. La fuerte declinación en el mercado de valores y las numerosas predicciones de una fuerte desaceleración económica, son suficientes para activar a todos aquellos que todavía sufren desorden por estrés postraumático, como resultado de la Gran Recesión.

La esfera del Twitter, la blogósfera y las páginas de opinión rebozan con un volumen elevado de recomendaciones acerca de lo que el gobierno debería y no debería hacer para impulsar la economía.

Sin embargo, la pregunta que da vueltas en mi mente, es esta: Qué puede realmente hacer el Tío Sam cuando la razón principal por la que la gente está reduciendo sus compras no es la carencia de ingresos -el desempleo permanece siendo muy elevado- sino, más bien, que desea evitar el contacto físico con otros que pueden tener, o pueden llegar a tener, el virus.

Como otros, no tengo ni idea de como será la trayectoria de esta epidemia. No soy médico ̶ al menos no el tipo de médico que es útil durante una crisis de salud pública. Pero, puedo decirle que conozco algo acerca de las opciones que hoy son más populares para estimular la economía. Y que, en su mayor parte, no funcionarán.

MORATORIA DEL IMPUESTO A LA PLANILLA

En una presentación televisada del 11 de marzo dirigida a la nación, el presidente Trump urgió al Congreso para que considerara apoyar la economía con un alivio en el impuesto a la planilla. La idea tiene muchos adherentes. Sin embargo, hay razones serias por las cuales ser muy escéptico de una moratoria en el impuesto a la planilla como estímulo fiscal útil. Tal escepticismo es siempre apropiado, pero es en especial apropiado ahora mismo.

Por una razón -como Milton Friedman lo dejó claro ( Milton Friedman made clear)- nunca debemos esperar mucho de cualesquiera medidas tributarias temporales. La Tax Foundation acaba de publicar un artículo ( put out a paper) que analiza reducciones temporales previas del impuesto a la planilla, y créditos contra las obligaciones del pago del impuesto a la planilla, como aquellas que se intentaron en el 2011 y el 2012, y encuentra que esas manipulaciones fiscales tuvieron resultados muy mezclados.

Hay otras razones adicionales para ser escépticos en esta ocasión. Un recorte al impuesto a la planilla del empleado puede poner más dinero en los bolsillos de los trabajadores, pero es poco posible que aumente significativamente la demanda agregada. La razón es que este efectivo adicional no hará mucho por convencer a los consumidores para que vayan a sitios como restaurantes, supermercados, aeropuertos y negocios de ventas de autos, cuando la epidemia todavía está embravecida.

Tampoco tendría sentido sería un alivio tributario -o préstamos subsidiados- a los empleadores. Sí, durante la crisis muchas firmas esencialmente saludables pueden encontrar desafíos de liquidez. Sin embargo, esas empresas no tendrían problema pidiendo prestada en bancos y otras fuentes de capital la liquidez que necesitan. Suplir esa liquidez es parte de las funciones básicas de los mercados de capitales. Nada acerca de la crisis del coronavirus hace que los mercados de capital no sean capaces de realizar esa valiosa función.

ESTÍMULO MEDIANTE EL GASTO GUBERNAMENTAL

La semana pasada, la administración aprobó aproximadamente $8 mil millones como gasto de emergencia ($8 billion emergency spending) para desarrollar tratamientos médicos e impedir nuevas infecciones. Hasta el momento, la administración Trump se ha alejado de pedir algún apoyo gubernamental adicional como forma de apoyar la economía. Eso es bueno.

Según la literatura económica, aún si uno concede que el gasto gubernamental puede disparar un crecimiento económico sostenible en épocas de crisis, la forma en que se gasta el dinero es clave. Para que el gasto gubernamental fortalezca la economía, el gasto deberá ser en el momento oportuno, bien dirigido y temporal. Para mala suerte, en la vida real, esto no sucede. Tome la American Recovery and Reinvestment Act (ARRA) del 2009. Esa ley de estímulo dirigió $831 mil millones en gasto para, entre otros fines, crear empleos mediante proyectos de construcción de infraestructura.

Según la teoría keynesiana, para que el gasto sea dirigido, el dinero debería inyectarse en la economía de forma que las empresas que reciben los fondos contratarán más trabajadores desempleados, no sólo para ponerlos de regreso al trabajo, sino también darles ingresos para gastar. No obstante, eso no es lo que sucedió en el 2009.

Los datos también muestran que el dinero (money) no se dirigió hacia aquellas áreas con las tasas de desempleo más altas. En efecto, una mayoría del gasto se usó para robarse trabajadores de empleos existentes, en empresas en donde ellos podrían no ser reemplazados.

También, los economistas encontraron (Economists also found) que, en vez de usar el dinero para aumentar las compras del gobierno, y financiar proyectos listos para empezar, que pondrían gente a trabajar, muchos estados escogieron cerrar sus baches presupuestarios (to close their budget gaps). Esta decisión significó que los fondos fueron a dar al mantenimiento de maestros en sus empleos y a pagar a trabajadores del sector público (public sector workers), en vez de crear empleos adicionales en el sector privado.

También, ese gasto rara vez es temporal. Parte de la razón es que los políticos usan las crisis para promover un gasto que han querido desde hace buen rato. Otra razón es que, una vez que el gasto empieza a fluir, logra que surjan intereses especiales que hacen todo lo necesario para que el gasto no se detenga. Por todas estas razones, y una pocas más, un repaso histórico de los esfuerzos de estímulo (a review of historical stimulus efforts) muestra que el estímulo “temporal” tiende a perdurar. Dos años después del estímulo inicial, un 95% del nuevo gasto se convierte en permanente.

Y olvídese acerca de ser oportuno. La última vez, tomó meses y meses para enviar el dinero para que se gastara en proyectos supuestamente listos para arrancar. Hubo muchas razones para esos retrasos. Hace poco, una razón de ellos se documentó por Eli Dourado, en una pieza que debe leerse ( must-read piece), titulada “Why are we so slow today?” [“¿Por qué ahora somos más lentos?”]. Él escribe que:

“…parte de la respuesta es la revisión medioambiental requerida. En los Estados Unidos, una ley llamada National Environmental Policy Act (NEPA) exige una revisión de las principales acciones federales ‘que afecten significativamente la calidad del ambiente humano.’ Las acciones federales incluyen la emisión de permisos o aprobaciones federales de proyectos privados, y, por tanto, el NEPA también se aplica efectivamente en estos proyectos privados. Además de la NEPA federal, al menos 20 estados y localidades tienen leyes (least 20 states and localities have statutes), conocidas como ‘Pequeñas NEPAs,’ que requieren de un análisis similar.”

Dourado mira cómo los costosos procesos de revisión afectaron el momento del estímulo en el 2009 y encuentra que:

“El estímulo del ARRA terminó estando sujeto a (ended up being subject to) a cerca de 193.000 revisiones del NEPA, incluyendo 7.200 evaluaciones medioambientales y 850 acciones del Executive Information System. Durante el tiempo en que se llevaban a cabo las revisiones, no se podían desembolsar los fondos para los proyectos y no se podían iniciar los trabajos.

El objetivo total del estímulo fiscal es inyectar fondos rápidamente en una economía que los necesita para mantener estable los niveles de gasto. Debido a que grandes porciones del estímulo no se pudieron realizar en el tiempo requerido, se hizo menos efectivo, conduciendo a una recuperación larga y dolorosa. Por tanto, las revisiones ambientales fueron parcialmente responsables de la severidad de la recesión.”

El resumen es que, aún si usted cree que, en teoría, gastando se puede estimular la economía, en la práctica, usted debería ser escéptico.

¿Y QUE NOS QUEDA?

Primero, debemos dejar de lado la fantasía de que el gobierno puede “estimular” que la economía salga de esta crisis en particular. En segundo lugar, la administración, sus asesores, comentaristas y periodistas no deberían explotar esta crisis para subsidiar intereses especiales o extender favores a aquellos que están buscando lograr objetivos políticos no relacionados con el brote. Asimismo, nadie debería tratar de poner en práctica preferencias políticas acariciadas; “estoy pensando en usted,” “Medicare para Todos,” “un aumento en la tasa concordante del Medicaid” y “pasar un programa permanente y universal de pago por ausencia laboral justificada, financiado por el gobierno.”

Lo mejor que el gobierne puede hacer ahora, si es que desea no actuar, ya sea sin sentido o destructivamente, es ayudar a los estadounidenses más vulnerables manipulando algunos de los programas de gasto vigentes. Por ejemplo, ayudar a los trabajadores de menores ingresos con un financiamiento temporal y dirigido, tal como pagar ausencias por enfermedad para los relativamente pocos trabajadores que ahora no tienen acceso a esta compensación adicional.

Además, si usted quiere impulsar el mercado de valores, un anuncio de que el presidente está quitando de inmediato todos los aranceles, dará lugar a un salto en el optimismo del inversionista. Si bien este cambio puede que no haga mucho en el corto plazo, acelerará y fortificará la recuperación, una vez que ella empiece, en especial, pues otros países es posible que sigan a los Estados Unidos y reduzcan sus aranceles.

Más básico, el paso más urgente relacionado con la salud es que los gobiernos federal y estatal remuevan todas las restricciones sobre la experimentación del sector privado al tratar de encontrar soluciones para esta epidemia. Por ejemplo, el proceso oneroso y lento de aprobación gubernamental todavía está impidiendo que laboratorios privados en Estados Unidos ( is still preventing private laboratories in the U.S.) conduzcan sus propias pruebas. Es una locura.

Supongo que lo mismo es cierto acerca de encontrar una vacuna para este virus.

Desatar la creatividad humana -guiada por los precios y las utilidades en los mercados competitivos- es nuestra mejor esperanza, no sólo para llevar esta crisis a una conclusión tan pronto como sea posible, sino, también, para construir salvaguardas que nos ayudarán a evitar o lidiar expeditamente con cualquier crisis futura de este tipo.

La compañera sénior del AIER, Veronique de Rugy, es también compañera sénior de investigación en el Mercatus Center en la Universidad George Mason y una columnista de publicaciones nacionales. Sus intereses de investigación primarios incluyen la economía de los Estados Unidos, el presupuesto federal, la seguridad doméstica, impuestos, competencia tributaria y privacidad financiera.