MENSAJE ESPECIAL DE EDWARD STRINGHAM

American Institute for Economic Research
12 de marzo del 2020


Estos son momentos extremamente estresantes para la economía mundial, particularmente los mercados financieros, los que han caído en territorio de mercado bajista. La posibilidad de una recesión, no importa qué tan temporal, está encima nuestro. Todo mundo culpa al prospecto de una enfermedad pandémica. Ese es un diagnóstico correcto en lo que tiene que ver con el factor que la precipita. Pero, la economía y las finanzas son altamente complejas. Alguna gente piensa que, en todo caso, los mercados debían corregirse y puede haber algo de verdad en ello.

Lo que me ha preocupado durante los últimos años es cómo, quienes formulan las políticas, están tan dispuestos a tomar la regla de la ley tan a la ligera, tanto doméstica como internacionalmente. Tal vez parece que el gobierno se puede salir con la suya al imponer un arancel del 10% e incluso uno del 25% sobre las importaciones, alterando las cadenas de distribución alrededor del mundo y de gravar tan innecesariamente a los consumidores. Por un rato puede darle plata al gobierno, pero, también, introduce inestabilidad y vulnerabilidades.

Podría hacer una lista de otras mil cosas que hacen vulnerable a la economía: una deuda explosiva, regulaciones en exceso, altos impuestos, bancos y sistemas financieros atados, restricciones para viajar, sanciones, control de salarios, condiciones de empleo estipuladas, etcétera.
Cada una de esas intervenciones debilita las estructuras económicas, a menudo en formas que no son inmediatamente visibles.

Algo así como una pandemia viral puede revelar problemas que previamente no habían sido previstos.

La buena noticia es que este problema pasará con el tiempo, pero una estrategia sólida en este momento, además de la prevención individual, es liberar los mercados para hacer que la economía mundial sea menos vulnerable a perturbaciones como esta.

Lo que absolutamente no debemos hacer es empeorar las cosas, por medio de medidas coercitivas globales que provocan pánico en inversionistas, expanden la histeria pública y le prohíben a la gente tomar las mejores elecciones posibles para sus vidas. Las viejas verdades tienen que ver con tiempos normales, al igual que con tiempos de crisis: la gente en cuanto a sus propias vidas son mejores administradores que los autoritarios empleados por el gobierno, quienes no se hacen responsables del costo de sus decisiones.

Otra forma de no lidiar con esto es por medio de una disrupción artificial adicional. El Banco de la Reserva Federal no nos va a salvar. Ni lo lograrán enormes paquetes de gasto, mucho menos la ley marcial. El American Institute for Economic Research (AIER) no puede y no retrocederá en explicar estas verdades esenciales.

Deberíamos recordar que el American Institute for Economic Research fue fundado en medio de una crisis. Eso fue en 1933. Los bancos fueron cerrados a la fuerza por un edicto central. El gobierno ordenó que todo mundo entregara su oro a los bancos. Luego, el nuevo principal ejecutivo de los Estados Unidos devaluó el dólar, anuló millones de contratos y creó el caos. ¿Cuál fue la razón? En Washington, ellos sólo estaban inventando cosas.

Edward Harwood vio la necesidad de la calma, de la investigación seria, de la toma racional de decisiones, y de decir la verdad. En esto él no estaba sólo. Su fortaleza a la luz de la crisis fue única. Hizo la diferencia. Harwood le dio al pueblo estadounidense una fuente alternativa de análisis, en momentos cuando no se podía confiar en el gobierno ni en la academia. El gobierno intentó silenciarlo, no una, sino tres veces. Él prevaleció.

AIER está hoy siguiendo ese modelo en medio de la crisis. Noten qué tan poco hemos escuchado acerca de la Constitución, la Carta de Derechos, de ciencia sólida y de acción racional. La mayoría de las voces allí afuera están alimentando el pánico y eso está funcionando. Los mercados están actuando de acuerdo con ello.

Por tanto, AIER está brindando una alternativa, al reportar con datos vigentes y editoriales e investigación que han elevado a nuestro sitio en la red, al tráfico más alto de nuestra historia, por el momento. Nuestros académicos y escritores se presentan diariamente en los medios (usted verá más en las siguientes 48 horas).

Todo mundo en AIER está trabajando horas extra para correr la voz acerca de la importancia de los mercados y los derechos humanos esenciales, a la vez que se mantiene una posición objetiva sin una agenda ideológica. Nuestro objetivo es ser fuente confiable de información en momentos cuando otros entran en pánico.

Consideren las siguientes piezas que hemos puesto en nuestro sitio durante los últimos días (algunas de las cuales han sido leídas al aire por famosos comentaristas, que llegan a decenas de millones):


Más está por venir. Nuestro compromiso con usted es independiente de continuar nuestro trabajo, sin temor o favor, con un ojo puesto en nuestra tarea. Se me ha comentado en los últimos días, que gente e instituciones importantes de Wall Street y de alrededor del país han estado buscando la guía de AIER.

Tiempos como estos obligan a preguntas fundamentales en toda institución. En el caso de AIER, una vez más se nos recuerda por qué Edward Harwood fundó una institución que hoy está entre las más valiosas del mundo. Continuará siéndolo, en los buenos y malos tiempos.

Sinceramente,

Edward Peter Stringham
Presidente, American Institute for Economic Research