Los impactos de la introducción de instituciones y prácticas capitalistas en la antigua China comunista, han generado un progreso enorme.

“AQUÍ EN CHINA, DIFÍCILMENTE ALGUIEN TODAVÍA CREE EN LAS IDEAS DE KARL MARX.”: DIARIO DE UN VIAJE

Por Rainer Zitelmann

Fundación para la Educación Económica
Miércoles 4 de marzo del 2020


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra en roja y subrayada, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/here-in-chi...-a-travelogue/

El Dr. Rainer Zitelmann, autor e historiador alemán, visitó recientemente varias ciudades en China. Él encontró que, acerca del tema de la libertad económica, los chinos desbordan confianza.

La provincia costera de Guangdong, con su capital Guangzhou, tradicionalmente ha sido pionera de las reformas de mercado en China. Guangdong tiene un clima subtropical húmedo, lo que significa que el clima varía de tibio a caliente en todo el año. Es también la provincia más populosa de China, hogar de más de 110 millones de personas, y famosa por su único espíritu de innovación y de empresariedad.

Deng Xiaoping, el principal arquitecto de las reformas económicas de China, visitó en enero de 1992, la Zona Económica Especial de Shenzhen en la parte central de la costa de la provincia sureña de Guangdong. Las entrevistas que dio atrajeron la atención de toda China.
Deng, quien se convirtió en el líder supremo de China no mucho tiempo después de la muerte del presidente Mao Zedong en 1976, pasó cinco días en Shenzhen y se asombró al ver cuánto había cambiado la ciudad desde su última visita en 1984. A él le impresionaron los grandes bulevares, los rascacielos de vidrio, las bulliciosas calles comerciales y el número interminable de fábricas. La gente vestía a la última moda, usaba elegantes relojes de pulsera, tenía las cámaras más modernas y otros bienes de consumo más caros.

Los ingresos en Shenzhen eran tres veces más elevados que en el resto de China. El viaje demostrativo al Sur de Deng pasó a la historia y generó una enorme cobertura en los medios chinos, que rápidamente reportaron la crítica inflexible a la oposición interna contraria a sus reformas. Al día siguiente del regreso de Deng a Beijing, el People’s Daily [Diario del Pueblo] publicó un aclamado editorial bajo el encabezado “Sea Más Atrevido en la Reforma.”

Mi editor chino, quien ha publicado cuatro de mis libros en China, me invitó a visitar Guangdong en diciembre. Esa fue la primera vez que había estado de regreso a la provincia desde agosto del 2018. Durante este viaje, pude hablar con representantes de un centro de pensamiento privado. La cabeza del centro de pensamiento es un profesor que no es miembro del Partido Comunista o de alguno de los otros ocho “partidos” políticos en China.

“Tal vez seremos los últimos defensores del capitalismo,” hizo ver en cierto momento. Él se encuentra muy desconcertado cuando las ideas socialistas están experimentando un renacimiento en Europa y los Estados Unidos, al igual que lo está ante la histeria climática que está barriendo a Alemania: “Aquí en China, difícilmente alguien todavía cree en las ideas de Karl Marx.”

En ningún instante, durante mi viaje de diez días a China, escuché a alguien hablar acerca del cambio climático, con la excepción de una estudiante de 21 años de edad, quien es vegana, pues ella quiere hacer su parte en favor del bienestar de los animales y contra el cambio climático. Siendo yo vegetariano, me sorprendió la gran cantidad de restaurantes vegetarianos excepcionales, algunos de los cuales incluso habían recibido las apreciadas estrellas de Michelin. Aquí no hay histeria climática, pero hay más carros eléctricos y patinetas eléctricas que las que he visto vez alguna en cualquier ciudad en Alemania. Como peatón, me tomó algún tiempo acostumbrarme a esta oleada de patinetas completamente silenciosas. Fácilmente, usted puede encontrarse en una situación peligrosa si está acostumbrado a ser alertado por los ruidos de los motores de vehículos que se mueven rápido.

China está llena de contradicciones: visité el Centro de Innovación y Empresariedad en Shenzhen, en donde jóvenes empresarios trabajan con robots de punta de lanza y otras tecnologías de vanguardia, financiados por empresas de capital de riesgo y apoyados por el estado.

Al ingresar al centro, usted es bienvenido con la pregunta, “¿Qué VIENE ahora?” escrita en letras enormes ̶ una devolución de la llamada a la compañía que Steve Jobs fundó después de dejar a Apple. El vestíbulo del salón despliega una exhibición de fotografías y películas como testamento del espíritu empresarial, junto con una foto de Karl Marx y del Manifiesto Comunista.

Me impresionó profundamente el espíritu empresarial y el hambre por progresar y acumular riqueza que encontré en China. En una ocasión, fui invitado a hablar en la Escuela de Negocios HSBC de la Universidad de Pekín en Shenzhen. La programación de mi charla era menos que ideal: viernes en la noche a las 7:30 p.m. No obstante, la habitación estaba repleta con más de 800 estudiantes (la escuela tenía matriculados a 1.000 estudiantes). Incluso algunos miembros de la audiencia tuvieron que estar de pie o sentarse en los linteles de las ventanas alrededor del salón de conferencias, debido a que todos los asientos estaban tomados.

Mi charla fue acerca del tema de “The Seven Most Important Factors In Getting Rich” (Los Siete Factores Más Importantes para Enriquecerse.”) ¿Cuántos estudiantes en las universidades de Occidente pasarían casi tres horas en una noche del viernes, en una charla acerca de cómo hacerse rico? Me sospecho que las universidades en Europa y los Estados Unidos estarían más entusiasmados organizando charlas acerca de los males del capitalismo, un tema que, a su vez, parecería ser tan quijotesco para sus compañeros chinos.

Durante mi viaje a China, fui invitado a hablar en las ciudades de Shanghai, Shenzhen y Guangzhou. Una de las características más impactantes de mis compromisos como orador fue la gran proporción de mujeres en la audiencia. Siempre que hablo de asuntos económicos y financieros en Alemania, mis audiencias son abrumadoramente masculinas. En China, es diferente. Sabemos, por encuestas en Europa y los Estados Unidos, que es menos posible que las mujeres de Occidente aspiren a enriquecerse que sus contrapartes masculinas. No he visto encuestas comparables de China, pero, basado en mi propia experiencia, parecería que, al menos, tantas mujeres como hombres se interesan en aprender más acerca del éxito y la riqueza.

Con frecuencia se afirma que los asiáticos tienen una mentalidad colectivista, mientras que nosotros en Occidente somos comúnmente descritos como individualistas. Pero, tales alegatos pintan sólo una parte del cuadro. En algunos aspectos, en realidad la gente china es hoy más individualista: las mujeres chinas, por ejemplo, no están tratando de mejorar su situación demandando cuotas o reformas políticas, sino a través de luchas para tener éxito, educación y riqueza.

También hablé con algunos periodistas mientras estaba en China y ninguno de ellos cuestionó si la riqueza era un objetivo legítimo por perseguir, o insinuó que los ricos eran vacíos y superficiales. En todos los lugares a los que fui, la gente sólo quería saber cómo enriquecerse. No encontré alguien que arrugara sus narices ante el empresariado y la búsqueda de riqueza.

De hecho, empresarios como Steve Jobs y Jack Ma son venerados; en la oficina de un centro de pensamiento privado, las paredes estaban llenas con fotos enormes de Jobs y Ma.

Una de las cosas que más me sorprendió fue qué tan mal la mayoría de los chinos habla el inglés, a pesar de la apertura creciente del país hacia el mundo externo. En la oficina de la recepción del hotel Hampton de Hilton, ningún empleado hablaba inglés, ni tampoco lo hacían los choferes de taxis. Así que, un viaje en taxi fácilmente se convierte en su propia pequeña aventura pues, del todo, es imposible comunicarse con el chofer. Incluso en aeropuertos internacionales y hoteles de lujo, muchos empleados chinos no hablaban inglés o lo hablaban poco. Fue sólo en hoteles como el impresionante Four Seasons de Guangzhou, en donde los empleados se podían comunicar fluentemente en inglés. Y, aun así, incluso en el Hilton en Shenzhen, la mayoría de los recepcionistas hablaban poco más que un inglés resquebrajado. Y muchos de los jóvenes empresarios chinos hablaban poco o ningún inglés, pues están tan fuertemente enfocados en su mercado doméstico.

A pesar de lo anterior, la situación no era del todo tan diferente durante mi juventud en Alemania ̶ si es que, en algún grado, las habilidades generales para hablar inglés sólo han mejorado, en realidad, durante la última o las dos últimas décadas.

Con numerosos interlocutores, pude involucrarme en discusiones honestas y críticas acerca de la ausencia de libertad política y los límites a la libertad de opinión en la China moderna. Uno de los científicos con quien me encontré, había vivido varios años en Estados Unidos y admitió que en China había límites muy estrechos a la libertad de expresión ̶ en especial, cuando se trata de criticar al sistema político o los líderes del país. Por otra parte, él estaba igualmente preocupado por la extensa corrección política que había encontrado en las universidades estadounidenses, en donde una única expresión “equivocada,” rápidamente podía interpretarse como sexista o racista y conducir potencialmente a terminar de inmediato con la carrera de una persona.

Sin embargo, acerca del tema de la libertad económica, los chinos desbordan confianza. Varios de los expertos con quienes hablé, me dijeron que, cualquier comparación acerca del estado de la regulación en Estados Unidos y en el área de Guangdong, probablemente se reduciría a favor de Guangdong. Desafortunadamente, sólo un puñado de personas bien informadas conoce lo suficiente de ambos sistemas como para apreciar esto. La mayoría de los estudiantes, como se hizo evidente en las discusiones que siguieron a mis charlas, sobreestima el grado de libertad económica en Estados Unidos y Europa, así como los estadounidenses y europeos sobreestiman la influencia del estado en la economía china.

De acuerdo con un artículo (a paper) publicado por el Foro Económico Mundial:

“El sector privado de China -el cual ha estado despertando desde la crisis financiera global- está sirviendo ahora de principal motor del crecimiento económico de China. La combinación de números 60/70/80/90 se usa con frecuencia para describir la contribución del sector privado a la economía china: este contribuye con el 60% del PIB de China, y es responsable del 70% de la innovación, el 80% del empleo urbano y proveen el 90% de los empleos nuevos. También, la riqueza privada es responsable del 70% de la inversión y del 90% de las exportaciones.”

Así que, siempre que los políticos de Occidente citan al surgimiento de China como un argumento para depender más del estado en Estados Unidos o en Europa, su línea de razonamiento no es nada menos que algo absurdo.

El Dr. Rainer Zitelmann es un historiador y sociólogo. También es un autor mundialmente reconocido, un empresario exitoso y un inversionista en bienes raíces. Su libro más reciente, The Power of Capitalism (http://the-power-of-capitalism.com/), fue publicado en el 2019.