Apenas para los “hermanos del alma” que Bernie tiene por aquí…

LO SIENTO HERMANOS DE BERNIE, PERO LOS PAÍSES NÓRDICOS NO SON SOCIALISTAS

Por Jeffrey Dorfman

Forbes
8 de julio del 2018


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra en azul, si es de su interés puede verlo en https://www.forbes.com/sites/jeffreydorfman/2018/07/08/

Ciertamente es verdad que Suecia, Noruega, Finlandia y Dinamarca son éxitos económicos notorios. Lo falso es que esos países sean particularmente socialistas.

Tal vez un nombre mejor para lo que practican los países nórdicos sería un capitalismo compasivo.

Cuando la izquierda estadounidense abraza una plataforma que continúa luciendo más y más como un sueño socialista, es común que, aquellos a la derecha, salgan en su contra con el ejemplo de Venezuela, como una pesadilla del socialismo en la realidad. Una respuesta común de la izquierda es que el socialismo (o socialismo democrático) funciona bien en Suecia, Noruega y Dinamarca.

El mito del socialismo nórdico es parcialmente creado por una confusión entre socialismo, que significa el gobierno ejerciendo control o propiedad de las empresas, y el estado de bienestar, en la forma de una red de programas de seguridad social provistos por el gobierno. Sin embargo, el abrazo al socialismo de la izquierda no es sólo un caso de redefinir la palabra. Tan sólo vea la afinidad a largo plazo de los izquierdistas con dictadores en Cuba, Nicaragua y Venezuela, como prueba de que la izquierda anhela el socialismo verdadero.

En el grado en que la izquierda quiere señalar como un ejemplo de socialismo exitoso, no sólo a estados asistenciales generosos, los países nórdicos son, en realidad, un caso pobre para citar. Independientemente de la percepción, la verdad es que los países nórdicos practican básicamente una economía de libre mercado, a la par de altos impuestos que se intercambian por programas gubernamentales generosos de asistencia.

En primer lugar, vale la pena notar (noting) que los países nórdicos eran economías exitosas antes que edificaran sus estados de bienestar. Esas economías productivas, generadoras de buenos ingresos para los trabajadores, permitieron a los gobernantes elevar los ingresos tributarios necesarios para pagar por los beneficios sociales. No fueron los beneficios sociales los que crearon la riqueza, sino que la riqueza permitió el lujo de tener tales programas gubernamentales generosos.

En segundo término, como evidencia de la ausencia de interferencia gubernamental en asuntos empresariales, está el hecho de que ninguno de esos países tiene leyes de salarios mínimos (none of these countries have minimum wage laws). Los sindicatos son razonablemente poderosos en muchas industrias y negocian contratos, pero, el gobierno no hace nada para asegurar un resultado en particular, proveniente de esas negociaciones. A los trabajadores se les paga lo que valen, no con base en la percepción del gobierno de qué es lo justo.

Un tercer ejemplo del compromiso nórdico con los mercados libres se puede encontrar en Suecia, que tiene la posibilidad total de escoger la escuela que uno desea (school choice). El gobierno les da a las familias bonos para gastarlos en la educación de los hijos. Estos bonos se pueden usar para asistir a las escuelas públicas regulares, a escuelas subvencionadas manejadas por el gobierno o a escuelas privadas con fines de lucro. Claramente, el uso de fondos gubernamentales para pagar por escuelas privadas con fines de lucro, es lo opuesto al socialismo.

También, podemos confirmar estos hechos aislados mirando una medida comprensiva del capitalismo con respecto al socialismo. El Instituto Fraser, basado en Vancouver, Canadá, es un centro de pensamiento pro libre mercado, que compila una clasificación global de países, llamada índice de libertad económica. Su sitio en la red (website) explica que esta calificación “es un esfuerzo por identificar qué tan cercanamente las instituciones y políticas de un país se corresponden con un gobierno limitado ideal, en donde el gobierno protege los derechos de propiedad y organiza la provisión de un conjunto limitado de “bienes públicos,” tales como la defensa nacional y el acceso a un dinero de valor sólido, pero poco más allá de esas funciones esenciales.” Claramente, un país socialista calificaría mal en cualquier evaluación basada en estos principios.

A pesar de lo mencionado, encontramos que los países nórdicos califican bastante alto (Nordic countries rank quite high ) en este índice de libertad económica. En efecto, mientras que Hong Kong y Singapur encabezan la lista y los Estados Unidos aparecen con el número 12, podemos hallar a los países nórdicos con calificaciones bastante respetables. Dinamarca aparece con el número 15, Finlandia con el 17, Noruega con el 25 y Suecia con el 27. Para mayor comparación, Corea del Sur y Japón, ambos considerados bastante pro libre mercado, califican en el 32 y el 39, respectivamente.

El socialismo puede asumir la forma de un gobierno que controla o interfiere con los mercados libres, que nacionaliza industrias y subsidia a algunas favorecidas (¿energía verde alguien?). Los países nórdicos en la realidad no hacen muchas de esas cosas. Sí, ellos ofrecen el cuido de la salud pagado por el gobierno, en algunos casos educaciones universitarias sin pago de colegiatura y redes de seguridad social algo generosas, todos financiados con altos impuestos. Sin embargo, es posible hacer esas cosas sin interferir con el sector privado más de lo requerido. Es permitir que las empresas sean productivas, lo que produce los altos ingresos corporativos y personales que respaldan las recaudaciones tributarias que hacen viables los beneficios gubernamentales. Los países nórdicos son lo suficientemente inteligentes como para no matar a la gallina que pone los huevos de oro.

No se puede impedir si la izquierda insiste en llamar socialismo democrático a un sistema de beneficios gubernamentales generosos combinado con un mercado libre. Eso parece ser innecesariamente confuso, pues el gobierno en la realidad no está administrando otras industrias distintas de la educación (y metiéndose, en algún grado, con el cuido de la salud). De hecho, la única razón por la que la mayoría de esos países puede pagar por esos beneficios, es que sus economías de mercado son tan productivas que pueden cubrir las expensas de la generosidad gubernamental. Tal vez, un mejor nombre para la práctica de los países nórdicos sería capitalismo compasivo.

Jeffrey Dorfman es profesor de economía de la Universidad de Georgia y consultor de asuntos económicos para una variedad de empresas y gobiernos locales. Asumiendo generalmente una perspectiva de libre mercado, libertaria, uso la economía como un lente para analizar las políticas gubernamentales desde el nivel local hasta el internacional. Me enfoco particularmente en políticas gubernamentales que buscan redistribuir el ingreso o la riqueza ya sea en una forma abierta o indirecta. Muchos de esos pensamientos se encuentran recolectados en mi e-book, Ending the Era of the Free Lunch.