POR QUÉ SÍ IMPORTA LA ALABANZA DE BERNIE SANDERS A FIDEL CASTRO

Por David Harsanyi

National Review
25 de febrero del 2020


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra en rojo, si es de su interés puede verlo en https://www.nationalreview.com/2020/...why-it-matters

Durante los últimos 50 años, él ha defendido virtualmente a todo tirano comunista acerca del cual se le ha preguntado.

¿Sabía usted que el infame nazi Hermann Göring era un gran amante de los animales, protector de las aves y encabezaba el servicio forestal en Alemania? A menos que usted sea un aficionado a la historia, probablemente no lo sabía. Después de todo, casi nadie siente la necesidad de hacer un prefacio a sus comentarios acerca del Tercer Reich, con un “Cierto, el autoritarismo era muy malo, pero, muchachos, ¡ese Göring era un tremendo ambientalista!”

Sin embargo, a las elites occidentales les gusta emplear este tipo de criterio siempre que hablan acerca del socialismo, ignorando sus vastos fracasos y alabando sus insignificantes y supuestos éxitos ̶ usted sabe, “Dinamarca,” pero no Argelia, Albania, Bangladesh, Bulgaria, Birmania, Camboya, China, El Congo, Alemania Oriental, Etiopía, Letonia, Mongolia, Rumanía, Somalia, Venezuela, Vietnam, Yugoeslavia, y un largo etcétera.

Y, a diferencia de muchos progresistas modernos, Bernie Sanders es de la vieja escuela, aún con el hábito de alabar a viejos camaradas. “Cuando Fidel Castro llegó al poder, ¿saben ustedes qué hizo? Tuvo un masivo programa de alfabetización. ¿Es eso malo?” dijo Bernie en el programa de televisión 60 Minutos (told 60 Minutes) este pasado fin de semana, en reacción a críticas por su casi total alabanza del dictador que hiciera allá en los años ochenta.

La respuesta es: , programas masivos de alfabetización usando la maquinaria de una tiranía son, en efecto, algo malo. Por una razón, usted puede instituir programas masivos de alfabetización sin autoritarismo, tal como usted puede construir carreteras impresionantes sin fascismo o aliviar la mayor parte de la pobreza sin colectivismo. Tan sólo pregúntele a los Estados Unidos o a cualquier otra nación capitalista con riqueza y altas tasas de alfabetización.

Aun así, Sanders está regurgitando propaganda comunista. Cuba ya, antes de la revolución, tenía la más alta tasa de alfabetización en América Latina y, básicamente, se mantuvo en la misma dirección al igual que todas las otras naciones de la región. Cuando Castro entró triunfalmente en La Habana en 1958, él no trajo consigo camiones cargados de libros; él ordenó miles de arrestos y ejecuciones sumarias. Cuando Castro “llegó al poder,” él canceló las elecciones, acabó con la prensa libre y convirtió a Cuba en una isla prisión que hoy todavía existe.

Los cubanos no han podido leer libremente acerca de su propia opresión desde que Castro tomó el poder. (Sin embargo, Cuba casi que ha erradicado el azote de la “desigualdad,” con la mayoría de las personas ganando alrededor de 20 dólares (around 20 bucks) al mes.) Y, la única razón posible por la que un estadounidense sentiría la necesidad de defender los programas del dictador -Sanders dijo en una ocasión que Castro “educó a los niños, les dio el cuido de la salud”- es porque simpatizan con la causa.

Lo que podría ser “útil” para explicar “los detalles de los puntos de vista [de Sanders] acerca de la Unión Soviética & la izquierda internacional, sería un título de alfabetismo acerca de aquellos por parte de comentaristas,” como recientemente lo hizo ver (noted) Andrew Kaczynski de CNN. Bernie, después de todo, “siempre fue crítico del autoritarismo en la Unión Soviética.”

¿Puede usted imaginarse este tipo de benevolencia hacia alguien que ha pasado 50 años alabando regímenes fascistas? Esto es verdaderamente impensable. La Unión Soviética era autoritarismo ̶ no tenía otro camino para existir. Cuando Sanders estaba pasando su luna de miel en Moscú, los “refuseniks” -judíos como él, acerca de quienes no pensó lo suficiente como para mencionarlos una vez entre cánticos y bebidas (singing and drinking)- todavía estaban rogando para que les dejara salir del lugar.

Pero, bueno, concedamos, en aras del argumento, que Bernie estaba genuinamente impresionado por algunas de las ideas de reforma más liberales de los comisarios. Sanders proclamó que los estadounidenses podían aprender mucho de la Unión Soviética. Así que, ¿cuáles de estas ideas detalladas admiró Sanders? ¿Todavía las admira? Es una vergüenza que nadie en CNN que tiene acceso al candidato, pueda hacer estas preguntas.

Cuando Ezra Klein, del sitio Vox, se unió al esfuerzo de reconvertir la imagen (effort to reimagine) de Sanders como un idealista inocuo, afirmó que el ahora favorito del Partido Demócrata, en realidad no está corriendo con base en ideas económicas socialistas (altamente debatible), sino, más bien, de una “ética socialista,” “una creencia profunda y estimulante de que nuestro sistema político y económico es injusto,” inadvertidamente aquel tropezó con una verdad horrible.

Hay pocas dudas de que Bernie cree que el colectivismo -para empezar, descartando los derechos de propiedad- ofrece una opción más equitativa y decente que el capitalismo. La carrera de Bernie nunca ha sido impulsada por políticas, la mayoría de ellas aquí indefendibles, sino, más bien, por la guerra de clases.

Y, los votantes más jóvenes son, y siempre han sido, más susceptibles a la “ética” del socialismo. En este punto de la historia, ellos no han visto la inviabilidad económica de esas ideas, muchos de los desastres masivos generadas por ellas, o la coerción que inevitablemente se requiere para hacer que ellas “funcionen.”

O, tal vez, a ellos eso no les importa.

Un número de gente -alguna de la derecha, quienes están crecientemente cómodos con ideas económicas estatistas- me ha dicho que nadie quiere volver a litigar los años sesenta o las viejas opiniones de Bernie. Los votantes, dicen ellos, no están interesados en las viejas acciones o posiciones de décadas atrás de un candidato.

Me sospecho que todavía hay unos cuantos miles de personas en Florida a quienes todavía les importa mucho el totalitarismo cubano y quienes podrían estar en desacuerdo. Vale la pena, también, recordar que Bernie defendió a un dictador comunista este fin de semana ̶ un dictador cuyo hermano todavía mantiene a millones de personas como rehenes. Bernie nunca se ha echado para atrás en sus posiciones.

No, Bernie no es Stalin, pero, tampoco, él no es un inocente estudiante universitario de primer año, encumbrado al leer su primer escrito largo y aburrido de Chomsky. Bernie es un socialista. Durante toda su vida ha sido un defensor de autoritarios. Estamos debatiendo sus posiciones. Si fuera en realidad acerca de “Dinamarca,” Bernie no habría tenido que defender (defended) prácticamente a cada tirano comunista de quien alguna vez se le haya preguntado durante los últimos 50 años. Ese es quien él fue, y más importante, eso es lo que es en este mismo momento.

David Harsanyi es escritor sénior del National Review y autor de First Freedom: A Ride through America’s Enduring History with the Gun.