CUENTOS DEL SOCIALISMO

Por David Henderson

Library of Economics and Liberty
6 de febrero del 2020


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra en azul y subrayada, si es de su interés puede verlo en https://www.econlib.org/tales-of-socialism/

Supongo que muchos de los jóvenes en Estados Unidos no han oído cuentos verdaderos del socialismo, que gente de mi edad escuchó como adulta. Así que, vale la pena contarlos. He aquí cuatro historias, no en orden cronológico sino de certeza. Estoy muy seguro de los dos primeros. De los otros dos más o menos es lo que recuerdo.

Cuento No. 1: El presidente de Rusia, Boris Yeltsin, al visitar un supermercado de los Estados Unidos, en Clear Lake, Texas, un suburbio de Houston.

“Compradores y empleados le detuvieron para darle la mano y saludarle. En 1989, no todo mundo andaba con un teléfono y una cámara en sus bolsillos, así que “selfis” con Yeltsin no eran la moda en ese momento.

Yeltsin les preguntó a los clientes qué era lo que estaban comprando y cuánto costaba, preguntándole luego al administrador del supermercado si uno necesitaba de una educación especial para administrar un negocio. En las fotos del Chronicle, usted lo puede ver, maravillándose en la sección de vegetales, en la de pescado fresco y en las cajas. Miró especialmente excitado a la sección de los helados.
‘Ni siquiera el Politburó tienen tanto en donde escoger. Ni siquiera el Sr. Gorbachev,’ dijo él.

El hecho que negocios como este había en casi cada calle esquinera de los Estados Unidos, le dejó asombrado. Ellos incluso le ofrecieron quesos para que los probara. De acuerdo con Asin, Yeltsin no salió con las manos vacías, al dársele una bolsa pequeña de golosinas para que las disfrutara durante su viaje.

Cerca de un año después de que el líder ruso dejó el cargo, posteriormente un biógrafo de Yeltsin escribió (Yeltsin biographer later wrote) que, en el viaje en avión al siguiente destino de Yeltsin, se sintió desanimado. No podía dejar de pensar acerca de la comida en abundancia en el supermercado y en lo que sus compatriotas tenían para subsistir en Rusia.”

Esto es tomado de Craig Hlavaty, “When Boris Yeltsin went grocery shopping in Clear Lake,” blog.chron.com, 7 de abril del 2014.

Cuento No. 2: Bill Meckling habla con su “contraparte” en la Unión Soviética.

Mi jefe, y decano, en la Escuela de Graduados en Administración (hoy Simon School) en la Universidad de Rochester, entre 1975 y 1979, fue el desaparecido William H. Meckling. Él fue uno de mis tres jefes favoritos y, de hecho, fue uno de mis héroes, por su papel en ayudar a terminar con la conscripción militar en Estados Unidos.

En cierto momento durante mis 4 años allá, Bill me contó la siguiente historia, fresca de su viaje a la Unión Soviética. Él estaba hablando con una persona estando en ella, quien era una especie de su contraparte: un decano, aunque no creo que se le llamara así, de una escuela de negocios soviética. El tipo le preguntó a Meckling “¿Quién en los Estados Unidos decide cuánta gente al año obtiene sus maestrías en administración de negocios (MBA)?” Meckling le respondió, “Nadie decide.” El individuo se acercó y le dijo, “No se preocupe. No se lo diré a nadie. Usted puede contarme.” Meckling le respondió, “Nadie decide. Yo, con el insumo de mi facultad, decido por nuestra escuela y asumo que otros decanos hacen lo mismo.” El tipo no le creyó.

Cuento No. 3: Un almirante estadounidense lleva a un almirante soviético a una super tienda estadounidenses. (Recuerde que de esta tengo una memoria vaga. La razón por la cual básicamente la creo, es por ser plausible.)

Después de la caída del Muro de Berlín, las relaciones entre oficiales militares estadounidenses de alto nivel y sus contrapartes soviéticas, fueron mucho menos frías. Creo que fue un almirante de los Estados Unidos, quien visitó la Escuela de Postgrado Naval, en donde yo enseñaba, quien contó esta historia.

El almirante estadounidense era anfitrión de un almirante soviético, quien quería ver adónde era que la gente hacía las compras. Así que, el almirante estadounidense le llevó a Walmart. El almirante soviético, al ver la abundancia, le dijo al almirante estadounidense, “Muy bien, sé que usted me está mostrando algo que lo había planeado con anterioridad. No creo que esto sea lo que los estadounidenses normales pueden comprar.” (Me imagino que él estaba murmurando “Pueblo Potemkin” en voz baja [Nota del Traductor: Se llama Pueblo Potemkin a la descripción de algo que se ve muy bien presentado, pero que, por debajo, su estado verdadero es un desastre].

Así que el almirante estadounidense le dijo, “Bueno. Dígame en qué dirección quiere que manejemos, por unas 20 millas e iremos en esa dirección. Nos detendremos en la primera super tienda que veamos.” Eso satisfizo al almirante soviético. Si me acuerdo bien, la siguiente tienda fue un Costco o un K-Mart. El almirante soviético estaba adecuadamente impresionado.

Cuento No. 4: Un almirante soviético ve un estacionamiento para carros en una base naval típica estadounidense.

Creo que este fue contado por un almirante estadounidense que visitó la Escuela de Postgrado Naval. Cuando el almirante soviético vio todos los carros en el estacionamiento, le preguntó al almirante estadounidense, que quiénes eran los dueños de ellos. El almirante de los Estados Unidos le respondió que los funcionarios navales de los Estados Unidos y los enlistados, principalmente estos últimos, eran los dueños. Entonces, el almirante soviético preguntó, “¿Cómo hace que los enlistados vengan a trabajar después del fin de semana?”

No me acuerdo que le respondió el almirante estadounidense. Una buena respuesta, algo sarcástica y engañosa, podía haber sido “Ellos los debe, ellos los deben, así que para pagarlo van a trabajar.”

Si usted en realidad quiere “captar” el socialismo, lea Red Plenty [Abundancia Roja, de Francis Spufford), que comenté extensivamente aquí (here).

David Henderson es investigador del Instituto Hoover de la Universidad Stanford y profesor de economía en la Escuela de Postgrado en Negocios y Política Pública de la Escuela Naval de Postgrado en Monterrey, California. Es editor de The Concise Encyclopedia of Economics (Liberty Fund) y bloguea en econlib.org.