Recordando el episodio conocido como la Primavera de Praga, que fuera sofocada sangrientamente por la vieja Unión Soviética y por el Pacto de Varsovia. En homenaje a Vaclav Havel, Jan Palach y Alexander Dubcek, quienes sostuvieron la libertad de sus pueblos.

CÓMO LA PRIMAVERA DE PRAGA CONDUJO A LA CAÍDA DEL COMUNISMO

Doug Bandow

Fundación para la Educación Económica
Domingo 19 de enero del 2020


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra en roja y subrayada, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/how-the-pra...-of-communism/

En 1987, Mikhail Gorbachev admitió que su “glasnost” y su “perestroika” reflejaron la influencia de la primavera de Praga.

En enero de 1968, la primavera llegó temprano. El 5 de enero, Alexander Dubcek fue electo Primer Secretario del Partido Comunista de Checoeslovaquia. Después de dos décadas de un gobierno comunista despiadado, florecieron las esperanzas del cambio.

Checoeslovaquia fue la primera víctima del nazismo, la cual perdió sus defensas geográficas externas en la conferencia de Múnich en 1938 y fue totalmente absorbida pocos meses después por Adolfo Hitler. Al correr la guerra hacia su conclusión catastrófica, los alemanes trataron a Checoeslovaquia como un reducto final. Praga sufrió la última batalla importante del conflicto y cayó tan sólo a principios de mayo. En efecto, algo de lucha interna continuó luego de la rendición de Alemania el 8 de mayo.

Por desgracia, la “liberación” condujo a más tiranía. Tomó poco esfuerzo extra para que la Unión Soviética impusiera un gobierno comunista impopular sobre el país de la Europa Central, después de terminar la Segunda Guerra Mundial. La URSS logró alguna ventaja de su percepción como un liberador, pero, más importante fue la carrera implacable por el poder del Partido Comunista local, que terminó en un coup d’etat en 1948 (coup d’etat in 1948). Se eliminaron el libre pensamiento y la libre acción cuando los de línea dura expandieron su control. En Checoeslovaquia, en contraste con la Unión Soviética, el estalinismo sobrevivió a Stalin.

LA DESCENTRALIZACIÓN Y LIBERALIZACIÓN DE DUBCEK

No obstante, los apparatchiks [funcionarios de tiempo completo] del Partido Comunista eran mucho mejores en encarcelar gente, que en crear prosperidad. La economía se estancó, conduciendo a presiones para el cambio. En 1965, el partido adoptó el Nuevo Modelo Económico, el cual aflojaba el control sobre la economía. También, se introdujeron reformas políticas modestas, si bien la vieja guardia se resistió a cambios serios. A fines de 1967, un reformista eslovaco, quien había estudiado en la URSS, Alexander Dubcek, desafió a Antonin Novotny, cabeza tanto del partido como del estado. Poco más de dos meses después, Dubcek estaba a cargo.

Dubcek y quienes le apoyaban impulsaron (pushed) tanto la descentralización como la liberalización. El país se dividió entre las repúblicas socialistas Checa y Eslovaca. Se garantizó mayor libertad de prensa y de expresión. También las restricciones a viajar se aflojaron. Agricultores y miembros de los sindicatos obtuvieron libertades que, hasta el momento, se limitaban a Occidente. A los miembros del Partido Comunista se les permitió que actuaran “de acuerdo con sus consciencias,” incluso para desafiar la política oficial.

Dubcek dijo (said) que su objetivo era “construir una sociedad socialista avanzada, sobre una base económica sólida” y “un socialismo que corresponda con las tradiciones democráticas históricas de Checoeslovaquia.” Emitió un “Programa de Acción” en abril, el cual preveía un movimiento de diez años para elecciones y la creación de un socialismo democrático.

Consciente de lo que había pasado en Hungría poco menos de una década atrás, Dubcek enfatizó mantener buenas relaciones con Moscú y sus otros satélites. Checoeslovaquia permanecería dentro del Pacto de Varsovia. Aún más, el Programa de Acción trataba al historial del comunismo con gentileza: Sólo sugería que políticas colectivistas previas eran anticuadas y ya no más necesarias. Felizmente, el socialismo había triunfado.

El “antagonismo de clases” había sido suprimido. El conflicto de clases fue eliminado, todo lo cual justificaba la reforma.

“SOCIALISMO CON UN ROSTRO HUMANO”

Así que Dubcek impulsó cambios que parecían estar claramente fuera de sincronización con el comunismo ̶ con mayor franqueza, que enviarían a los grandes del comunismo, Marx, Lenin, Stalin y Trotsky, así como a millones de otros verdaderos creyentes, a dar vueltas en sus tumbas. Habló de un “socialismo con un rostro humano (human face)” y planeó el Décimo Cuarto Congreso del Partido para setiembre, en que se adoptaría el Programa de Acción, se aprobarían nuevas leyes y se elegiría un nuevo Comité Central.

Aunque Dubcek fue cuidadoso en su crítica, su relajamiento de la censura permitió a otros atacar los crímenes del comunismo. La democracia podría no haber llegado aún, pero emergieron clubes políticos independientes y los Socialdemócratas empezaron a organizarse.

Sin que fuera una sorpresa, la Unión Soviética estaba preocupada, en el momento de entrar en la era de estancamiento bajo el Secretario General Leonid Brezhnev, quien había dirigido el derrocamiento del errático Nikita Khrushchev. Igual lo estaban los satélites de Moscú, siendo criticados algunos de ellos por los checos y eslovacos recién liberados. Una reunión tomó lugar a fines de julio entre los liderazgos soviético y checoeslovaco. Dubcek hizo todas las concesiones en apariencia necesarias: Aseguró lealtad al Pacto de Varsovia, estuvo de acuerdo en frenar el renacimiento de los Socialdemócratas, prometió el control de los medios y juró limitar las tendencias “anti socialistas.”

Un par de días después, los líderes de Checoeslovaquia se reunieron con sus contrapartes del Pacto de Varsovia y firmaron la Declaración de Bratislava. Todo mundo se oponía al sistema “burgués” y a los actores “anti socialistas,” juraron una “lealtad inquebrantable al marxismo-leninismo,” y respaldaron “fortalecer y promover la cooperación fraternal entre los Estados socialistas.”

“EL SOCIALISMO SOVIÉTICO CON UN ROSTRO INHUMANO”

Después, la Unión Soviética retiró sus tropas de Checoeslovaquia, pero, en una repetición de Hungría, las dejó a lo largo de la frontera checoeslovaca. El 20 de agosto, los tanques y soldados soviéticos, respaldados por fuerzas de Bulgaria, Hungría y Polonia invadieron (invaded) a Checoeslovaquia, con una fuerza que, en última instancia, alcanzó a ser de medio millón de hombres y 2.000 tanques. (Los militares de Alemania del Este se mantuvieron en casa, reacios a volver a despertar recuerdos desagradables de tres décadas antes).

Los invasores rodearon el ejército checoeslovaco en sus cuarteles, ocuparon el aeropuerto y llenaron las calles. Dubcek le ordenó al público no luchar, explicando que “presentar una defensa militar había significado exponer a los pueblos checo y eslovaco a un baño de sangre sin sentido.” Sin embargo, hubo una resistencia esporádica y 137 checoeslovacos perdieron sus vidas al resistirse. Cientos más fueron heridos.
Moscú justificó su acción basada en una petición del partido de asistencia militar. Varios líderes autoritarios del partido checoeslovaco pidieron esa intervención soviética, pero, eso era empujar sobre una puerta ya abierta. El embajador de la URSS en las Naciones Unidas, Jacob Malik, defendió la “asistencia fraternal” para combatir a “fuerzas antisociales.” Brezhnev explicó que:

“Cuando las fuerzas que son hostiles con el socialismo tratan de cambiar el desarrollo hacia el socialismo de algún país socialista, se convierte no sólo en un problema del país involucrado, sino un problema y preocupación en común de todos los países socialistas.”

Sin ser una sorpresa, el control soviético significaba el retorno al socialismo con un rostro inhumano. Primero, Dubcek y otros funcionarios fueron enviados por avión a Moscú y se les entregaron sus órdenes de despido. Se les obligó (forced) a revertir el curso, deshaciendo lentamente sus reformas previas. Pronto Dubcek fue reemplazado por Gustav Husak y después expulsado del partido, luego de ello fue enviado al Servicio Forestal. Husak y el partido, respaldado por los soviets, instituyeron un período de “normalización,” lo que significaba revertir la Primavera de Praga en virtualmente todo. Alrededor de 300.000 checos huyeron antes de que se cerraran las puertas de la nación. Las protestas más dramáticas se dieron el 16 de enero de 1969, cuando el estudiante Jan Palach se prendió fuego. Vivió por tres días, incluso dando entrevistas antes de sucumbir a sus heridas.

La voluntad para aplastar el más mínimo destello de humanidad en Europa Oriental, de lo que después Ronald Reagan llamó el Imperio del Mal, significó no sólo una derrota amarga para los checoeslovacos, sino también para aquellos en todo el Bloque del Este, quienes cultivaban la chispa de libertad. La esperanza de un futuro mejor parecía más desolada, siendo las crueldades comunistas una realidad permanente

LA PRIMAVERA DE PRAGA

A pesar de lo anterior, no todo estaba perdido. Resultó que un soviet en ascenso observaba la experiencia checoeslovaca. En 1987, Mikhail Gorbachev admitió que su “glasnost” [“apertura”] y su “perestroika” [“reconstrucción, reestructuración”] reflejaron la influencia de la Primavera de Praga. Para el ciudadano promedio checo y eslovaco, esos 19 años pueden haber parecido una eternidad. Sin embargo, la mayoría de aquellos que disfrutaron del gusto de una mayor libertad en 1968, participó en la Revolución de Terciopelo, una frase acreditada a una disidente (y después embajadora checa en Estados Unidos), Rita Klimova, en 1989. La diferencia crítica con la última es que la liberalización empezó en el centro, en vez de la periferia, del Imperio del Mal. Moscú ya no más impediría que sus satélites fueran libres.

En 1989, Polonia llevó a cabo sus primeras elecciones. Hungría abrió un enorme hueco en la Cortina de Hierro, cuando el régimen reformista derribó la barrera fronteriza con Austria. El 9 de noviembre, cayó el Muro de Berlín y la llamada República Democrática de Alemania se fue tambaleando al basurero de la historia. El 20 de noviembre, medio millón de checos y eslovacos llenaron las calles de Praga. Ocho días más tarde, los funcionarios a tiempo completo y los que era por pasar el tiempo y que llenaban al Partido Comunista, incapaces ya fuera de confiar en los militares de la nación o de voltearse hacia el Ejército Rojo, anunciaron que cederían el poder.

El escritor de obras de teatro, disidente y activista de la oposición, Vaclav Havel, terminó siendo presidente de la nueva república democrática. Aunque el tiempo que Dubcek había pasado, desde que sus compatriotas ya no más estaban interesados en reformar al comunismo, él no fue olvidado. Se presentó con Havel al ir llegando las protestas a su clímax y terminó como presidente de la Asamblea General checa y después como cabeza del Partido Social Democrático de Eslovaquia. Murió en un accidente de tránsito a la edad de 70, en 1992, pero, al menos, vio la culminación final de su sueño. Como Gorbachev, él descubrió que un gobierno con un rostro humano no podía ser comunista.

El desaliento fue una respuesta frecuente a la invasión dirigida por los soviéticos en 1968. Sin embargo, sin la Primavera de Praga (Prague Spring), el milagro de 1989 podría no haber ocurrido. Como lo demostraron tanto Hungría como Checoeslovaquia, la clave para la libertad de Europa del Este fue la moderación militar de la Unión Soviética. Y fue Gorbachev, que había sido inspirado por las reformas de Dubcek, quien terminó como Secretario General de la Unión Soviética, en una posición para hacer cumplir aquello que, con ironía, sus funcionarios se referían como la “Doctrina Sinatra;” esto es, permitir a los europeos orientales a hacerlo a su manera. A partir de este sencillo principio, emergió la fuerza popular que derribó los dominós comunistas e hizo caer al Muro ̶ y, en última instancia, obligó a la Unión Soviética a disolverse a sí misma.

Doug Bandow es compañero senior del Instituto Cato y autor de numerosos libros acerca de economía y política. Él escribe regularmente acerca de la no intervención militar.