NO ME TRAGO EL CUENTO

Por Jorge Corrales Quesada


Recordarán ustedes que hace poco el gobierno aclaró que el transporte de combustibles sí pagaría el IVA, pero, además, dijo que eso no afectaría el precio final de los productos a los consumidores.

Como parte de la reacción esperable ante la medida, hubo una reunión entre distribuidores de combustibles y funcionarios de gobierno (por supuesto, no había, como sucede siempre, representantes de los consumidores) y de ella salió un anunciado acuerdo, al menos en televisión, de que el gobierno garantizaría un precio único de los combustibles en el país; esto es, que costarían igual para los consumidores en cualquier lado.

Claro, era una preocupación lógica del gremio de los transportistas de combustibles, pues, a mayor distancia hay un mayor costo, que es la base para el IVA, lo que podría incidir más en los consumidores lejanos (me imagino que de los centros de distribución) que en los que hipotéticamente estarían muy cerca.

Sin duda que eso era causa de un enredo burocrático, por el simple hecho de que no hay sólo un centro de referencia, sino que hay diversos lugares de distribución “centralizada,” además de que, sería de esperar, si hay precios diferentes según distancias, los consumidores tenderán a comprar más combustibles en donde sea más barata. Igual que como lo hace cuando llega más allá de la frontera de Panamá o Nicaragua, en donde los combustibles son más baratos y, por tanto “fulean” hasta el cogote a sus vehículos para ahorrar algo de dinero. ¡Lógico!

Pero, en donde no me trago el cuento es que se ha dado la impresión, por los gremios y el gobierno, de que el IVA sobre el transporte del combustible no afectará a los consumidores finales. Tengamos presente que una cosa muy diferente es que, por el IVA al transporte, no se aumentará el precio de los combustibles a los consumidores, y otra que ese aumento si se traslada en los precios a los consumidores, uniformemente en todo el país.

Pensemos por un momento que significa ese IVA en el transporte del combustible: que, sea como sea, significa que el costo aumenta para el transportista, en comparación con la situación previa de inexistencia de ese impuesto.

Ante ello, el transportista puede hacer dos cosas, una de ellas es poco posible, cual es que acepte una disminución de sus utilidades netas y, la otra, que acuda al organismo regulador de esos precios, la ARESEP, para que, en la próxima fijación de precios, basados en costos más cierto margen, se les reconozca ese aumento en los costos. Note, el análisis se refiere sólo a la transmisión del impuesto, sin tomar en cuenta otras posibles causas de aumentos en los costos, como podría ser, por ejemplo, un alza en los precios internacionales de los derivados de petróleo que importamos.

No hay de otra: o las empresas distribuidoras aceptan una reducción en sus márgenes de ganancias o a los consumidores se nos terminarán aumentando los precios que tenemos que pagar. Piense, por un momento, si es posible que, ante la aseveración de los funcionarios del gobierno, no si se cobrarán los combustibles diferenciadamente según distancia, pues no es relevante para el análisis, pero sí en un intento de confundirnos, diciéndonos que los combustibles no aumentarán de precio por el IVA.

Bueno, hay una probabilidad de que RECOPE sea la que asuma ese costo, lo que sería si la ARESEP no lo incorporara de manera alguna en los precios finales a los consumidores de combustibles. Eso, por supuesto, significa, ante el monopolio, que se reducirán las llamadas utilidades netas de RECOPE. Y, francamente, no creo que eso es lo que vaya a suceder, así limpiamente y con claridad ante el ciudadano. Esto porque las ganancias del monopolista estatal son parte de los recursos que el gobierno dispone para su gasto total.

Me temo que pasará lo siguiente: RECOPE tendrá que pedir aumentos por distintas razones en los próximos tiempos, como lo es por el simple hecho de, por ejemplo, una variación en los precios internacionales de los combustibles (entre otros ajustes de precios que usualmente realiza con la aprobación de la ARESEP). Si, por ejemplo, disminuyera el precio internacional, pediría una rebaja en los precios para los consumidores, pero no en su totalidad, sino en algo menos de lo correspondiente, para así, disimuladamente, trasladar aquel IVA a los consumidores. Y si hubiera un alza en el precio internacional, trasladaría un aumento proporcional mayor en los precios a los consumidores que incorporaría, disimuladamente, el IVA citado.

Así funcionan las cosas en el estado. Transparencia a medias; intentos de ocultar a profundidad las cosas y, ante un monopolio, la incapacidad de los consumidores de comprar en donde sea más barato (excepto saliendo de las fronteras) pues los precios se aumentan y el consumidor está sujeto a ellos. Lo primordial para el gobierno es su gasto: tener fondos para demandar recursos escasos, para los propósitos de los gobernantes.

Publicado en mis sitios de Facebook, Jorge Corrales Quesada y Jcorralesq Libertad, el 30 de enero del 2020.