Buena información acerca del reciclaje y de su situación actual. Desconocía totalmente ese papel desempeñado por China, que resulta casi increíble, así como algo de historia del reciclaje de la humanidad.

EL SISTEMA MUNDIAL DE RECICLAJE EN EL MUNDO SE ESTÁ DESMORONANDO. ¿QUÉ ESTÁ PASANDO?

Por Walter Donway

Fundación para la Educación Económica
Domingo 29 de diciembre del 2019


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra en roja y subrayada, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/the-worlds-...hats-going-on/

Todo el reciclaje en la historia, en todas sus variantes innovadoras -y en niveles que van desde recolectores individuales de deshechos hasta industrias que conservan energía- había sido económico. ¿Qué ha pasado?

El reciclaje fue una de esas grandes ideas de los años setentas, ¿correcto?

¿Uno de los primeros grandes movimientos para salvar a la tierra del agotamiento de recursos y a la tierra y los mares de los desechos de humanos?

¿Y, ahora, quién siquiera podría haberse imaginado una nación moderna sin depósitos para reciclaje, plantas de reciclaje y envases para yogurt hechos de materiales reciclados? ¿Y todo mundo, siempre, separando lo que solía llamarse su “basura,” ahora sus “reciclables,” para participar en la renovación eterna de los recursos de la tierra?

Medioambientalistas y, como siempre los medios de comunicación -y gobiernos ansiosos de hacer un nuevo trabajo- usaron todo recurso de propaganda para plantar la idea de que el reciclaje era sólo una buena ciudadanía terrestre.

E inseparable de la parábola estaba que, cualquier cosa de tal importancia, tenía que ser asunto de leyes, responsabilidad del gobierno. El reciclaje era tan bueno que la gente tenía que ser obligada a hacerlo. Necesitábamos nuevas leyes en todos los niveles de gobiernos. No se podía depender de las acciones privadas de los ciudadanos privados, empresa e industria ̶ no sin coacción.

EL RECICLAJE SIEMPRE HABÍA SIDO PARTE DE LA ECONOMÍA

En efecto, por supuesto, argumentos en favor del reciclaje pueden encontrarse en los escritos de Platón, según nada menos que la fuente Wikipedia. Atenas (Athens) lanzó el primer programa de vertedero municipal en el mundo occidental, con leyes que requerían que los ciudadanos dispusieran de sus desechos al menos a una milla en las afueras de los muros de la ciudad (nada de recolección en las acercas). La historia registra todas las variantes de recuperación de la basura por la gente ̶ y, en su momento, de empresas edificadas en torno al reciclaje.

Durante épocas previas a que se llevaran registros de tales asuntos, los arqueólogos descubrieron que, lo que era lanzado a los vertederos, difería marcadamente con el paso del tiempo. Capas correspondientes a períodos de escasez y dureza económica tendían a ser despojadas de todo lo que fuera reutilizable; las capas correspondientes a períodos de abundancia y prosperidad económica eran mucho menos recogidas.

Al arraigarse la Revolución Industrial en Europa, y que bienes de todo tipo fluyeran de nuevas fábricas, minas y talleres -y que llegara de todo el mundo en barcos de flotas comerciales- los empresarios empezaron a desarrollar procesos y plantas para reciclar incluso harapos (lana virgen vuelta a tejer, para producir un nuevo material llamado, sin pretensiones, “deficiente” [“shoddy”]).

En guerra con el Imperio Británico en 1776, los estadounidenses se dedicaron a recuperar y reutilizar tanto para pelear las guerras, como también para extender el uso de todos los bienes manufacturados que compraron de Inglaterra.

Las ciudades en Europa y Estados Unidos engendraron ejércitos de miles de recolectores de basura reciclable valiosa, como hierro, aluminio, estaño y cobre. En Inglaterra, en 1865, el nuevo Ejército de Salvación los organizó. Los ferrocarriles, por su parte, se dedicaron a la actividad suplementario de recuperar el hierro.

Fue durante la Primera Guerra Mundial cuando el reciclaje tuvo su mayor impulso en todas las partes en guerra. De nuevo, en parte fueron individuos y familias los impulsados por las escaseces para reclamar y reutilizar los desechos; en parte, fue una recolección de individuos, algunas veces organizados por gobiernos, para recoger materiales de guerra necesitados desesperadamente. En Inglaterra y Escocia, vallas y puertas de hierro grandes y viejas fueron derretidas para hacer municiones, construir barcos y otras armas.

Un punto de inflexión en la historia fue la enorme aceleración de la intervención gubernamental durante la Segunda Guerra Mundial, en virtualmente casi todas las áreas de la vida. Tal vez imaginando las décadas de los sesentas y setentas, el reciclaje se convirtió en un deber patriótico, una estrategia en el frente interno ganadora de la guerra. La presión social aumentó en todas partes para reclamar y reutilizar los recursos. En la actualidad, los militares de los Estados Unidos continúan reciclando ciertos materiales escasos, incluyendo uranio reducido para proyectiles de artillería.

Un ímpetu para el reciclaje en todo el país, antes de convertirse en una parábola de salvación de la Tierra, fueron los ahorros de energía que se lograría al reciclar metales, papel y, en un grado mucho menor, los plásticos. Dependiendo del material, con metales como el aluminio siendo el mejor, requiere significativamente de menos energía producir un material utilizable al reciclar, que del mineral en bruto o de otros recursos. Reciclar el aluminio usa sólo un 5 por ciento de la energía que requiere la producción virgen. Los ahorros en vidrio y papel son menores, pero muy significativos (very significant). Eso hizo que la crisis energética de los setentas fuera un motivador importante del reciclaje.

Todo reciclaje en la historia, en todos sus variantes innovadoras -y en todos los niveles, desde recolectores de chatarra hasta industrias que conservan energía- tiene que ser económico. Han sido actividades justificables por el cálculo económico, por generar utilidades ̶ incluyendo recoger la basura en tiempo de guerra, llevado a cabo tan sólo porque era la fuente económica asequible para lo que se necesitaba. Había poco o ningún mandato para reciclar mediante leyes o regulaciones; todo eso simplemente se hizo porque tuvo sentido económico en un contexto dado. Al pasar el tiempo y crecer las economías, más producción significó más deshechos. De acuerdo con eso, las fuerzas económicas impulsaron más investigación e innovación, y el reciclaje creció.

EL NACIMIENTO DE GEMELOS: LOS “LÍMITES AL CRECIMIENTO” Y EL RECICLAJE OBLIGATORIO

El impulso intervencionista en los Estados Unidos, que se aceleró en las décadas de los sesentas y setentas, produjo los argumentos usuales para que el gobierno absorbiera el reciclaje ̶ porque debe ser universal y porque puede no ser rentable. Una justificación ideológica primaria la suplió el movimiento de los “límites al crecimiento” del Club de Roma y de otros, al tomar ventaja del miedo provocado por la crisis energética de 1974, para aseverar que todos los recursos naturales necesarios en la tierra se estaban acabando rápidamente. Las economías quebrarían y las poblaciones pasarían hambre, se quedarían congeladas y en la oscuridad, si no se frenaba drásticamente el crecimiento económico (traducción: frenar los mercados libres, el crecimiento económico y el “consumismo”) …y sin un reciclaje urgente exigido. “Casi de la noche al día, parecía, el reciclaje fue abrazado por el público como una especie, para todos los propósitos, de absolución de nuestros pecados ambientales,” lo hizo ver (noted) en el 2008 la revista Popular Mechanics.

Desde ese entonces, el movimiento y la ideología de los “límites al crecimiento” se han desvanecido, cuando los recursos, como el petróleo -y, también, todos los otros- se han producido y demostrado que están disponibles en grandes cantidades, gracias a nuevas tecnologías, como la fracturación, nueva tecnología minera y nuevas formas de producir recursos hasta el momento desperdiciados, como el gas natural.

Pero, eso ha sido el logro triunfante de mercados semi libres -que tienen éxito a pesar de todos los obstáculos creados por la regulación- y por el avance de la tecnología. Por contraste, el gemelo ideológico del movimiento de límites al crecimiento -el reciclaje- se convirtió en dominio predominante del gobierno y las leyes. Por tanto, ha estado más o menos sujeto a cualquier “prueba de mercado” de beneficios versus costos. Impulsado por la ideología, el análisis del reciclaje ha sido plagado por un “sesgo de confirmación” y por el argumento, ofrecido para todo lo que el gobierno hace, de que “Aún si no es rentable, es una cosa buena y tenemos que llevarla a cabo.”

Allá en el 2008, un artículo típico era uno como aquel de Popular Mechanics, que prometía ”algunas respuestas verdaderas” acerca del reciclaje. Reportó que:

“Para resolver el debate medioambiental… los expertos han empezado a conducir análisis detallado del ciclo de vida de bienes reciclados, calculando la energía consumida desde el momento en que se recogen en camiones de reciclaje, hasta que se procesen en productos totalmente nuevos. Cuando se compara con la cantidad de energía requerida para enviar los mismos bienes a rellenos sanitarios o incineradores y hacer nuevos productos desde el principio, los resultados varían dramáticamente, dependiendo del material.”

Pero, por supuesto, toda la historia de recuperación y reciclaje como una actividad normal, ha sido guiada tan sólo por consideraciones de costos versus beneficios.

Sin embargo, de hecho, el curso seguido por la intervención gubernamental en el reciclaje era predecible desde el inicio. Tomados fuera del contexto de la economía de mercado, de forma que el cálculo económico de precios y ganancias ya no es más posible, los beneficios versus los costos de un proceso como el reciclaje, no pueden ser conocidos. Bibliotecas de libros y artículos han reportado estudios, argumentos en pro y en contra, y los esfuerzos más esotéricos por identificar “externalidades” y hacer comparaciones entre países y, hoy en día, no sabemos más que hace 50 años, si el reciclaje es “bueno” o “malo.”

Argumentos esenciales a favor del reciclaje, como el pánico acerca de disponibilidad de rellenos, se quedaron en el camino. Según un cálculo, toda la basura producida en Estados Unidos en los próximos mil años podría caber en un relleno con una profundidad de 100 yardas y 35 millas cruzando a cada lado ̶ algo no tan grande (a menos que pase que usted viva en la vecindad). Puesto de otra forma, tomaría otros 20 años gastar todos los rellenos que ya los Estados Unidos han construido. Así que, la noción de que nos estamos quedando sin espacio para rellenos -el ímpetu original para el auge del reciclaje- resulta haber sido una cortina de humo.

EL BASURERO MUNDIAL CHINO

Lo que sabemos es que la mezcla compleja de programas gubernamentales, contratistas privados, ganancias y subsidios, propaganda mediática y las realidades evidentes, ha llegado ahora al punto del colapso. Durante décadas, el crecimiento económico de China comunista creó una demanda voraz de todo recurso, introdujo tasas de salarios a una fracción de aquellas en los países desarrollados, y mostró una disposición para aceptar alguna contaminación y desperdicio como el precio por el crecimiento económico.

En un grado casi inimaginable, el mundo desarrollado literalmente “recicló” miles de millones de toneladas de desperdicio a lo largo de décadas -metales, plásticos, papel, madera- enviándolas a la República Popular China, en barcos chinos que regresaban de transportar bienes chinos para la venta en países desarrollados. China lo aceptó todo, pagó por ello y usó su enorme y dispuesta fuerza de trabajo -pagada incluso a menos de una décima parte de la mano de obra comparable en Estados Unidos- para transformar cualquier cosa que fuera realmente reciclable, en materiales para su potencia industrial, manufacturera y de construcción.

En efecto, sin embargo, como hora lo sabemos, entre un 30 y un 50 por ciento de lo que fue promiscuamente enviado desde las economías desarrolladas para ser “reciclado” fue, en realidad, fue vertido por China por inutilizable, en rellenos y océanos del Sureste de Asia, en donde se ha convertido en una causa importante y ejemplo modélico de los medioambientalistas, de una “isla” (algunas veces) o un “mar” de desperdicio plástico flotante.

En la actualidad, sabemos de eso con mayor detalle y sabemos que el mundo desarrollado nunca encaró realmente la “economía” del reciclaje ̶ imposible sin el sistema de precios del mercado. Lo sabemos ahora, desde el primer día del 2018, porque China le anunció al mundo su “Política de la Espada Nacional.”

“ESTE CENTRO DE RECICLAJE (BASURERO) AHORA ESTÁ CERRADO”

Ya no más China aceptaría y pagaría por los cientos de millones de toneladas de una basura, a menudo no reciclable, proveniente del mundo desarrollado, basura que llegaba a China tan incurablemente mezclada, sucia y cargada con impurezas, que China estaba contaminando a su propio país y también sus aguas costeras. China terminó con este acuerdo. De aquí en adelante, los “reciclables” enviados a China deberán ser 99.5 por ciento puros o, puesto de otra forma, limitados a una mitad del 1 por ciento en cuanto a impurezas. Las importaciones de plástico en China se han derrumbado en un 99 por ciento.

La acción de China bien puede haber sido disparada por la decisión de programas de reciclaje de facilitar el reciclaje en los hogares, haciendo un cambio de “basura escogida a lo que se le llama “corriente única.” Esto incrementó enormemente el número de gente que recicla ̶ pues no estaba reciclando.

Hoy en día, alrededor del 25 por ciento de todo lo que consumidores dispuestos a reciclar colocan en sus contenedores de reciclaje, no puede ser reciclado por los programas que los recolectan. Por ejemplo: desperdicios de comida, mangueras de hule, alambres, plásticos de un grado bajo ̶ todos lanzados en recipientes por recicladores sobre esperanzados. Ellos desperdician transporte, maquinaria de reciclaje que se traba, contaminan lo que es valioso y son peligrosos para trabajadores de las plantas de reciclaje. China ha estado tomando todo esto en cuenta de los Estados Unidos en lo que se refiere a “procesar,” pero en realidad lo ha estado botando ̶ de ahí la nueva política agresiva de la “Espada China.” China ha manejado casi la mitad de todo el desperdicio supuestamente reciclable del mundo, al menos durante un cuarto de siglo.

En el período a partir del dramático anuncio de China, el sistema de “reciclaje” del mundo desarrollado se ha desmoronado. En muchos estados y municipalidades, la basura todavía se recolecta en recipientes azules y trasladada, pero los medios empezaron a mostrar historias como aquella del The New York Times: “Your Recycling Gets Recycled, Right? Maybe or Maybe Not.” [“Su reciclaje es reciclado, ¿correcto? Tal vez sí o tal vez no.”]

O en el Stanford Magazine: “How Much of Recycling Actually Gets Recycled?” [“¿Qué tanto de su reciclaje en realidad se recicla?”]

O en The Guardian: “'Plastic Recycling Is a Myth’: What Really Happens to Your Plastic?” [“’El reciclaje del plástico es un mito’: ¿Qué pasa en realidad con su plástico?”]

O en Forbes: “These Three Plastic Recycling Myths Will Blow Your Mind.”[“Estos tres mitos de reciclaje del plástico harán volar su mente.”]

O en Wired: “The World’s Recycling Is in Chaos. What Has to Happen?” [“El mundo del reciclaje está en un caos. ¿Qué ha sucedido?”]

La basura reciclada aún ha estado siendo recolectada, incluyendo plásticos -entre los materiales más problemáticos, menos rentables, para reciclar- pero estaban siendo lanzados en rellenos, como en los viejos tiempos, o están siendo enviados a incineradores. Reportó Wired:

“Globalmente, más plásticos están ahora terminando en rellenos, incineradores o posiblemente como basura en el ambiente, al crecientemente hacer no rentable la práctica de transportar materiales reciclables ante costos crecientes. En Inglaterra, más de medio millón de toneladas adicionales de plásticos y otra basura de los hogares, fue incinerada el año pasado.”

El programa de noticias australiano 60 Minutes se lamentó en abril de este año: “Cuando usted bota todo este material en el recipiente de reciclaje en su hogar, tal vez le gustaría pensarlo de nuevo…” Australia, por sí sola, ha descargado alrededor de 71.000 toneladas de plástico en Malasia, tan sólo el año pasado. Allí, las montañas de plástico de desperdicio tienden a terminar en facilidades y chatarreras de procesamiento ilegal.

La Unión Europea ha invertido vastas sumas en plantas de reciclaje de todos los tipos, y, en la Unión Europea (por supuesto), el reciclaje es el más intenso del mundo, con los mandatos legales más estrictos. Pero, los países de la Unión Europea están transportando pacas de desperdicios “reciclados” a Malasia, Tailandia, Corea del Sur y otras naciones del Sureste de Asia, que solían ir a China ̶ que estaban dispuestas a comprarlas, ¿aún si China no lo estaba? Reportes recientes son de que algunos países están siendo pagados por tomarla y, dado que, en realidad, no pueden ser reciclados, la tiran al océano.

Y ASÍ LA INTERVENCIÓN CUMPLE UN (RE)CICLO COMPLETO

El gobierno toma el control de una actividad económica considerada “en el interés nacional.” Es demasiado importante como para dejarla a la actividad económica privada y al mercado ̶ como lo había sido a través de la historia. El gobierno codifica a la actividad en una ley y regulación. Al principio parece funcionar bien y, después de todo, es “cosa muy buena.” Los alegatos iniciales son que sus beneficios económicos son evidentes y extraordinarios.

Después, algún resto del pensamiento crítico alcanza a la propaganda. Los argumentos van de uno a otro lado, con recipientes para reciclaje llenos de estadísticas y consideraciones crecientemente complejas. Hay estudios y experimentos, pero, principalmente, muchas teorías hasta que resulta obvio que no hay formas por las que, en la realidad, los beneficios pueden compararse con los costos. Sin el cálculo económico esencial en el mercado -las decisiones e intercambios económicos radicalmente descentralizadas, de cientos de millones de individuos que calculan sus propios costos y ganancias- es imposible determinar si los recursos están siendo usados óptimamente en la satisfacción de deseos y necesidades.

Y, luego, en cierto punto, se revela que el sistema gubernamental no funciona. Por ejemplo, apuesta todo a una estrategia única de corto plazo que no puede esperarse que continúe ̶ y que falla abruptamente. No existen alternativas ni elecciones.

Lo que supuestamente ha sido un “sistema” se revela como una serie de improvisaciones ̶ ahora crecientemente desesperadas. Nadie había pensado que puede suceder luego, pues la “mente” del gobierno había dictado una única respuesta.

¿Desde aquí adónde vamos? El curso inevitable del gobierno es que, cuando falla, ya sea que se culpa al “libre mercado” o los términos del debate son abrupta y arbitrariamente cambiados.

En nuestra época, la búsqueda de la izquierda por justificar el mando y el control de la economía -una variante fascista del socialismo- ha cambiado las bases de su argumento total, hacia la “crisis” de largo plazo del calentamiento global. No es una sorpresa: el argumento en favor del reciclaje está mutando ante nuestros ojos, desde el fallido argumento de “límites al crecimiento” hacia los nuevos argumentos de cambio climático.


¿A quién se le habría ocurrido, allá atrás en los años setentas, pensar que estábamos reciclando para controlar la temperatura a largo plazo de la superficie del planeta?

Este artículo se reimprimió con el permiso de The Savvy Street.

Walter Donway fue funcionario de programa para el Commonwealth Fund, una fundación de Nueva York que apoya la investigación biomédica. Fue funcionario de programa para la Dana Foundation y editor de “Cerebrum: The Dana Forum on Brain Science.” Junto con David Kelley, estuvo involucrado en fundar lo que hoy se conoce como la “Atlas Society.” Sus libros más recientes son Not Half Free: The Myth that America is Capitalist y Donald Trump and His Enemies: How the Media Put Trump in Office.