MÁS PERSONAS CARECEN DEL SEGURO DE SALUD DE LA CAJA

Por Jorge Corrales Quesada


Realmente me llamó la atención un artículo recientemente publicado en La Nación del 4 de diciembre, titulado “800.000 personas carecen de seguro de salud de la CCSS.” Más que todo, me afligió ver que cada vez menos gente está dejando de tener acceso a ese servicio de la Caja, pero bien podría deberse a varios factores posibles.

Uno de ellos, que la gente se sale de esa esfera al considerar que el costo de ser afiliado no compensa los servicios que se reciben, lo que me parece una decisión lógica de una persona para no ser parte de la Caja, pues, tal vez, tienen formas alternativas de cuido de la salud independiente del que reciben en la Caja. Esa decisión es lógica si el servicio es malo (no lo considero así en muchos casos, pero alguien podría pensar lo contrario), o porque considera que goza de buena salud (que inevitablemente dejará de serlo al llegar a cierta edad) o porque le parece que, para recibir el servicio, tiene que sobrepasar obstáculos muy grandes, como disponibilidad de servicios y, una muy importante, que sea expedito y sabemos que, en diversos casos, la tardanza es tal, que los afectados han acudido, con éxito, a la Sala Constitucional, para obligar a que se dé rápidamente.

Otro es que las personas no disponen de los ingresos suficientes (siempre en la vida los ingresos son insuficientes) para pagar las cuotas de la Caja, a veces al tener que pagar otros gastos tal vez más esenciales que una cobertura de salud. Aquí, el estado, mediante el FODESAF, traspasa recursos a la Caja -que siempre serán insuficientes- para cubrir los gastos de la atención de salud en casos de emergencia y, con base en principios constitucionalmente establecidos de solidaridad y universalidad, de las personas de escasos recursos a los que la Caja les da esos servicios.

Según el medio, “entre el 2012 y el 2018, la cantidad de no asegurados por la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) aumentó en 118.000 habitantes, al pasar de 686.000 a 804.000.” Eso equivale, en el 2018, a un 16% de la población del país. La población no asegurada creció en un 17%, mientras que la población nacional lo hizo en un 7%. Sencillamente, la cosa no pinta bien desde el punto de vista de que toda una población tenga acceso al cuido de la salud en la Caja.

Lo interesante es que, según el medio y con base en información obtenida en la Caja, de aquellas 800.000 personas, “la mitad corresponde a pobres y la otra mitad a no pobres,” pero son estos últimos quienes más han crecido, pues pasaron de 284.000 a 399.000 en el lapso citado.

Se indica que los fondos estatales de FODESAF para cuido de la salud de pobres, “alcanzan para subsidiar a 297.000 personas.” O sea, para efectos de la Caja, de los 400.000 pobres, ella, de alguna forma y dada la determinación constitucional de dar el servicio a pobres, está cubriendo con recursos propios a poco más 100.000 personas.

Por su parte, el grupo de no pobres (alrededor de 400.000), según el medio “está compuesto por ciudadanos que no se hallan por debajo de la línea de pobreza,” si bien “carecen de los recursos suficientes para costear un seguro.” Lo aclara el medio, diciendo que, por ejemplo, “son ciudadanos que tienen ingresos para cubrir sus necesidades básicas, pero no les alcanza para pagarle a la Caja por aseguramiento.” Otras se deben a que quedaron desempleadas y perdieron su seguro.

Lo sorprendente es que el medio indica que “actualmente, el monto mínimo para pagar la cotización de un seguro de salud es de unos ¢12.500 mensuales, equivalentes al 4.33% de la base mínima de cotización por un seguro de salud, que es de ¢287.350.”

Uno pensaría que mucha gente de recursos limitados no acude a ese seguro pues el costo es prohibitivo ante otros gastos esenciales en sus vidas, pero, la cifra señalada de ¢12.500 mensuales no parece ser tan alta, como para, alternativamente, proponer una reducción en la cuota para que puedan acudir al seguro social cotizando lo así requerido. Por supuesto, siempre está presente el incentivo de que puede recibirse el servicio sin pago alguno. El problema puede estar en que ese monto de ¢12.500 mínimo -esto es, un 4.33% de la base de la cotización- se convierte en un monto “más pesado” conforme se elevan los ingresos que sirven como base. La posibilidad de reducir ese costo debe ser considerada.

Al igual que lo expresa el crecimiento en los últimos años de la economía subterránea, debido a los costos tan elevados de la formalidad, que van desde altos impuestos locales y nacionales, los costos de la Caja, precios de la electricidad altos, costos asociados con permisos de todo tipo en el estado, patentes, llevar libros contables y tener contador, costos legales, entre otros, se debe pensar en cómo incentivar que las personas pasen de la economía informal a la formal, beneficiándose así con cosas como contratar con el estado, tener acceso al crédito, entre otras, que sólo son posibles en la formalidad.

Otro problema serio que enfrenta la Caja es el riesgo moral de que personas demanden más servicios de lo que se demandarían si ellos les costaran (y que el beneficio superara al costo para el contribuyente). Esto se debe a que la gente está obligada a cotizar un monto X mensualmente, úselo poco o mucho, por lo que usarlo no tiene un costo adicional (pues ya fue incurrido de todas maneras) como para que la persona no abuse de su demanda, pues considera que ya pagó. Ir mucho al servicio de salud, tal vez hasta por pasar un rato, o estar en compañía o por lo que fuere, implica un costo para la Caja, pero no significativamente adicional para el individuo que lo usa (digo significativamente, pues incurre en costos como traslado, pasar tiempo haciendo filas, etcétera).

Son problemas consustanciales a un sistema de salud como el nuestro, en donde no hay una relación entre el costo de la salud del individuo y lo que está dispuesto a pagar por él. Y, también, porque no son sólo gente de recursos económicos limitados (los 399.000) quienes no tienen seguro, sino otros 400.000 que son “no pobres,” quienes muy posiblemente siempre harán uso de los servicios de la Caja, sin cotizar nada.

Publicado en mis sitios de Facebook, Jorge Corrales Quesada y Jcorralesq Libertad, el 27 de diciembre del 2019.