A sabiendas de los múltiples admiradores del escritor Matt Ridley, particularmente en mi muro, con sumo gusto doy a conocer acerca de su último libro publicado (junto con el historiador Stephen Davis), el cual ya está disponible, al menos en Amazon.

¿CUÁNTAS BOMBILLAS DE LUZ SE REQUIEREN PARA CAMBIAR AL MUNDO?

Por Matt Ridley y Stephen Davies

Institute of Economic Affairs
29 de noviembre del 2019


Nota del traductor: Estas son algunas de las ideas contenidas en un nuevo libro del reconocido escritor y pensador Matt Ridley (How many light bulbs does it take to change the world?), que acaba de publicar el centro de pensamiento inglés, el Instituto de Estudios Económicos (IEA). La obra se basa en la conferencia que Ridley diera en ocasión de la Conferencia en Memoria de Hayek del 2018 de la IEA.

La innovación es fuente muy importante de crecimiento económico. Aumenta la productividad y crea riqueza al liberar recursos para ser usados en otra actividad y, por tanto, logra una mayor producción. A pesar de su importancia económica, la innovación aún no se entiende a plenitud y es difícil de predecirla.

En sociedades pre modernas, las instituciones y las prácticas operaron contra la innovación. Su principal objetivo era hacer la vida más predecible y estable y minimizar los efectos del cambio, pero ellas obstaculizaron o del todo impidieron el tipo de innovación sostenida, que conduce a una salida de la jaula malthusiana.

La innovación es el resultado natural e inevitable del comercio y del intercambio. Cuando la gente se reúne, no sólo comercia bienes materiales, sino que, a la vez, intercambia ideas y conocimiento, que luego pueden combinarse de formas inesperadas. La reunión de mentes no es sólo una figura retórica, sino una expresión de cómo surgen las nuevas ideas y son examinadas colectivamente.

La innovación tecnológica en un fenómeno de abajo hacia arriba, que emerge por prueba y error entre las ideas de gente ordinaria, no es un deus ex machina que desciende entre unas pocas mentes brillantes. Descansa en el conocimiento disperso que no es asequible a planificadores centrales.

Escoger ganadores es un error. Los gobiernos que intentan apoyar nuevas tecnologías tienen un largo historial de fracasos. En vez de tratar de encontrar una forma mágica de crear innovaciones, los gobiernos deberían enfocarse en remover cosas que las frenan.

Las compañías grandes y las burocracias estatales a menudo intentan reprimir la innovación para impedir la competencia y mantener sus posiciones de privilegio. La propiedad intelectual, los permisos estatales para poder trabajar y el favoritismo gubernamental son formas de mantener fuera a los innovadores.

Las patentes y los derechos de autor han llegado a ser formas para defender a los monopolios contra la disrupción, obstaculizando la innovación que toma su lugar a través de copiar y mejorar la tecnología existente. Ellas han creado una clase de rentistas que logra riqueza e ingreso no mediante la innovación, sino por el monopolio que les ha concedido el estado. La propiedad intelectual socava crecientemente los verdaderos derechos de propiedad de bienes físicos existentes, al limitar, en todo tipo de formas intrusivas, el uso que sus propietarios pueden hacer de ellos.

Si bien es sensato preocuparse por las consecuencias no previstas de la innovación, el “principio de precaución” se usa por activistas para impedir que nuevas tecnologías se puedan iniciar, aun si son demostrablemente más seguras y mejores que tecnologías existentes. Tanto la acción como la inacción crean cierto riesgo. Interponerse en el camino de una innovación que puede hacer el bien, causa un daño real.

La regulación de la Unión Europea ha obstaculizado la innovación, al introducir una excesiva regulación de precaución, incertidumbre legal, inconsistencia con otras regulaciones, leyes prescriptivas sobre tecnología, requisitos gravosos de empaque y altos costos de cumplimiento. El gobierno del Reino Unido, Post Brexit, podría decidir adoptar el “principio de innovación” para balancear el principio de precaución. En esencia, esto significa repensar las políticas si se encuentra evidencia de que ellas van a impedir la innovación.

La armonización de la regulación mediante “acuerdos comerciales” y por regímenes transnacionales, como la Unión Europea, al asfixiar la política de competencia amenazan con socavar la innovación. Los incentivos de las elites gobernantes para frenar la innovación son extremamente poderosos si ellas ya no necesitan más temer a la competencia, como lo hacen los gobernantes de estados más pequeños. La tendencia actual de crear un orden regulatorio global amenaza para en seco a la innovación.

Los libros de Matt Ridley se han vendido por millones de copias, se han traducido a 31 idiomas y han ganado varios premios. Aquellos incluyen The Red Queen, Genome [Genoma, La autobiografía de una especie en 23 capítulos], The Rational Optimist [El Optimista Racional: Tiene límites la capacidad de progreso de la especie humana] y The Evolution of Everything. Matt se unió a la Cámara de los Lores en febrero del 2013 y ha servicio en el comité selecto de ciencia y tecnología y en el comité de inteligencia artificial. Es presidente fundador del Centro Internacional de la Vida en Newcastle. También creó la columna Mind and Matter en el Wall Street Journal en el 2010 y fue columnista del Times entre el 2013 y el 2018. Matt ganó el Premio de la Libre Empresa del Instituto de Asuntos Económicos en el 2014. Es miembro de la Real Sociedad de Literatura y de la Academia de Ciencias Médicas, y es miembro extranjero honorario de la Academia Estadounidense de Artes y Ciencias. Posee una granja en Northumberland.