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A LOS ANTICAPITALISTAS NO LES IMPORTA EL DESTINO DE LOS PAÍSES MÁS POBRES DEL MUNDO

Por Rainer Zitelmann

Institute of Institute Affairs
Jueves 20 de noviembre del 2019


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, con letras en azul, si es de su interés puede verlo en https://iea.org.uk/anti-capitalists-...est-countries/

En una primera impresión, la afirmación en el titulo de este artículo puede parecer injusta. Después de todo, ¿no son los activistas anticapitalistas ampliamente considerados como los promotores más comprometidos con los “países explotados del Tercer Mundo”? ¿No son los anticapitalistas, los que están particularmente interesados en el destino de los más pobres entre los pobres y quienes trabajan incansablemente por aumentar los flujos de ayuda para el desarrollo? Y, ¿No son los críticos izquierdistas del capitalismo los que repetidamente apelan a las consciencias culpables de los estadounidenses y los europeos, cuya prosperidad supuestamente se ha basado en el colonialismo e incluso la esclavitud?

Por supuesto, tales tópicos todavía desempeñan un rol en la argumentación de los anticapitalistas, pero han sido crecientemente opacados por otros temas; en específico,

1. quejas acerca de una desigualdad creciente, y

2. esfuerzos por combatir el cambio climático.

¿HA CRECIDO LA DESIGUALDAD?

Siempre que los anticapitalistas se quejan acerca de una desigualdad creciente, se refieren a una desigualdad a lo interno de los países; es decir, en Estados Unidos o Europa. Citan cifras acerca de la desigualdad en un intento por probar que, en los países capitalistas, se ha ampliado el “bache entre ricos y pobres” ̶ que los ricos se están enriqueciendo más y dejando aún más rezagadas a las clases medias y bajas.
Que si es esta o no la situación es un asunto para otro día (is a subject for another day). Aún si los salarios se hubieran estancado durante un período largo en países como Estados Unidos o Alemania, es claro que, en años recientes, han vuelto a crecer significativamente. Pero aquí ese no es el punto.

Es mucho más importante considerar el desarrollo de la desigualdad desde una perspectiva global, en vez de concentrarse sólo en el desarrollo de Estados Unidos y Europa. Y es innegable que la desigualdad global ha disminuido (global inequality has declined). En lo que solían ser países muy pobres -especialmente China e India- más de mil millones de personas han sido liberadas de la pobreza extrema.
Este es un hecho que ni siquiera los críticos más ardientes del capitalismo pueden negar.

En una discusión acerca de este mismo tema, un vocero de Oxfam recientemente destacó la declinación en la pobreza global, como evidencia de que la ayuda para el desarrollo ha tenido un impacto positivo enorme. Por tanto, según Oxfam, los países Occidentales deberían aumentar la cantidad de dinero que asignen para la ayuda externa. Sin embargo, los alegatos de Oxfam simplemente no se sostienen. Un continente ha recibido mucha más ayuda para el desarrollo que cualquier otro: África. Aun así, el hambre y la pobreza en ningún lado de África han disminuido ni siquiera cercano a lo que ha pasado en Asia, la que ha recibido significativamente mucho menos ayuda para el desarrollo. No es la ayuda para el desarrollo el responsable de la reducción global de la pobreza, sino la expansión global del capitalismo. Es el crecimiento económico el que más ha contribuido a reducir la pobreza en China, en donde el porcentaje de gente que vive en pobreza extrema ha caído desde un 88% en 1981 a menos de 1% hoy. Tales asombrosas declinaciones en la pobreza extrema no han sido logradas porque China haya recibido cantidades enormes de ayuda para el desarrollo. No, se debe a que, en los años después de la muerte de Mao Zedong, se introdujeron los derechos privados a la propiedad y se limitó el papel del (todavía poderoso) estado. China debe su progreso económico no a las empresas propiedad del estado, sino a empresas privadas, manejadas por capitalistas y por el fortalecimiento de las fuerzas del mercado contra la influencia todopoderosa del estado.

Los anticapitalistas se quejan de que la desigualdad ha aumentado desde los años ochenta, pero todas las cifras que mencionan para probar esto se refieren a Europa y Estados Unidos. Puede ser que, como resultado de la globalización capitalista, 100 estadounidenses de la clase media han abandonado la clase media del país, mientras que un número pequeño de empresarios muy ricos se han enriquecido aún más. Pero, al mismo tiempo, como resultado del mismo desarrollo, 1.000 chinos se han elevado de la pobreza para unirse a la clase media del país. Sólo una perspectiva estrecha eurocéntrica o centrada en los Estados Unidos -una actitud que, alternativamente, los anticapitalistas del ala izquierda critican tan fuertemente- podría ignorar estos avances alrededor de todo el mundo.

EL CAMBIO CLIMÁTICO

Además de enfocarse en a desigualdad y en el “bache entre ricos y pobres,” los anticapitalistas también han abrazado al cambio climático como una de sus principales críticas al capitalismo. Para ellos, el capitalismo es la causa de la destrucción ambiental y del cambio climático. Ellos dicen que “nosotros” necesitamos ejercer una restricción mayor de nuestro consumo y que “nosotros” deberíamos, ideal y completamente, refrenarnos de volar y manejar y, en general, producir y consumir menos. El crecimiento económico se considera como la raíz de todo mal y su demanda central es que la economía ya no debería crecer más, en vista de que los recursos son finitos y a “límites planetarios.”

Aquí, también, su eurocentrismo y el centrismo en los Estados Unidos sale de nuevo a la luz. La gente en China, India o África tienen poco tiempo para satisfacer las demandas anticapitalistas de Occidente de “terminar con el crecimiento.” Para la gente que vive en países en desarrollo, el crecimiento es la única forma en que puede escapar de la pobreza. Por ejemplo, Alemania está cerrando sus centrales nucleares y las plantas de energía movidas por el carbón y le gustaría abolir la máquina de combustión en el futuro cercano. Pero, ¿es este un prospecto realista para África o China? Es absurdo pensar que esos países seguirían el ejemplo de Alemania.

Las alternativas ofrecidas por los críticos izquierdistas del capitalismo tienen un denominador en común: más estado y menos mercado. Ignoran el hecho de que, a lo largo del siglo XX, todo sistema basado en la planificación estatal (every system that was based on state planning) no sólo fracasó económicamente, sino que condujo a la destrucción medioambiental mucho más allá de la escala jamás vista en países capitalistas.

En particular, los anticapitalistas del ala izquierda solían argüir desde una perspectiva global y se consideraban a sí mismos como defensores de los países pobres del “Tercer Mundo.” En la actualidad, al argüir desde la perspectiva de los países ricos del “Primer Mundo,” es como si se hubieran hecho totalmente indiferentes ante el destino de la gente en el mundo en desarrollo.

El Dr. Rainer Zitelmann es un historiador y sociólogo basado en Berlín. También es un autor mundialmente reconocido, un empresario exitoso y un inversionista en bienes raíces. Su libro, The Power of Capitalism (http://the-power-of-capitalism.com/), fue publicado en el 2019.