Léalo y entenderá muchas cosas.

¿POR QUÉ ESA CARITA TRISTE?

Por Matt Ridley

Economic Affairs Magazine
Número 14, 2019


¿Se ha casi duplicado, casi reducido a la mitad o ha permanecido igual durante los últimos 20 años, la población del mundo que vive en pobreza extrema?

Cuando el estadístico y experto en salud pública sueco Hans Rosling empezó a hacerle esa pregunta a la gente en el 2013, se asombró con sus respuestas.

Sólo un 5% de 1.005 estadounidenses dio la respuesta correcta: La pobreza extrema se ha reducido casi a la mitad. Un chimpancé lo habría hecho mucho mejor, señaló él pícaramente, al escoger una respuesta al azar. Así que la gente es peor que ignorante: cree que conoce muchas cosas terribles acerca del mundo que, en verdad, no son ciertas.

Antes de su muerte prematura en el 2017, Rosling (junto con su hijo y nuera como coautores) publicó un libro magnífico argumentando contra tal pesimismo reflexivo. Su título lo dice todo: Factfulness: Ten Reasons We’re Wrong About the World and Why Things Are Better Than You Think [Factfulness: Diez razones por las que estamos equivocados sobre el mundo. Y por qué las cosas están mejor de lo que piensas]

Como autor del libro titulado El Optimista Racional, me siento muy contento de incluirme a mí mismo en su pelotón, que también incorpora a escritores como Steven Pinker, Bjorn Lomborg, Michael Shermer y Gregg Easterbrook.

Sin embargo, para nosotros, los Nuevos Optimistas, es una batalla cuesta arriba. No importa qué tan persuasiva es nuestra evidencia, rutinariamente encontramos la incredulidad e incluso la hostilidad, como si acentuar lo positivo fuera una crueldad. La gente se aferra a su pesimismo acerca del estado del mundo.

John Stuart Mill resumió claramente esta tendencia, tan atrás como 1828: “He observado no al hombre que tiene esperanzas en tanto que otros están desanimados, sino que, el hombre que se desanima cuando otros tienen esperanzas, es admirado como sabio por una clase amplia de personas.” Es muy atractivo ser pesimista.

Estudios consistentemente hallan que la gente en sociedades desarrolladas tiende a ser pesimista acerca de su país y del mundo, pero son optimistas acerca de sus propias vidas. Esperan ganar más y permanecer casados durante un tiempo mayor de como lo hacen generalmente. La encuesta Eurobarómetro encuentra que los europeos esperarían el doble que sus propios prospectos económicos mejoren en los próximos años, en comparación con que empeoren, mientras que, al mismo tiempo, es más posible que esperen que las perspectivas de sus propios países empeoren en, vez de mejorar.

El psicólogo Martin Seligman de la Universidad de Pennsylvania sugiere una razón de ello: Pensamos que estamos en control de nuestras propias fortunas, pero no aquellas de la sociedad más amplia.

Ciertamente, en el mundo actual hay muchas razones para preocuparse, desde el terrorismo a la obesidad hasta problemas medioambientales, pero, la persistencia de pesimismo acerca del planeta requiere de una explicación que va más allá de los hechos como tales. Adjunto algunas pocas sugerencias:

La mala noticia es más súbita que la buena noticia, que usualmente es gradual. Por tanto, la mala noticia tiene más valor noticioso. Batallas, bombardeos, accidentes, asesinatos, tormentas, inundaciones, escándalos y desastres de todos los tipos, tienden a dominar las noticias. “Si hay sangre, hay protagonismo,” se solía decir en los negocios periodísticos.

En contraste, la reducción gradual de la pobreza en el mundo rara vez causa un revuelo súbito. Como lo indica Rosling, “En los medios, los acontecimientos ‘que valen la pena ser noticia’ exageran lo inusual y se enfocan en los cambios rápidos.”

Gradualmente, los accidentes de aviación se han hecho más escasos, pero cada uno recibe una cobertura vastamente mayor.

Esto es parte de lo que los psicólogos llaman el “sesgo de la disponibilidad,” un capricho del conocimiento humano primeramente observado por Amos Tversky y Daniel Kahneman en los años setenta. La gente sobreestima vastamente la frecuencia del crimen, debido a que domina desproporcionadamente en las noticias. Pero, la violencia al azar se constituye en noticia pues es escasa, mientras que la bondad rutinaria no llega a ser noticia pues es demasiado común.

LA MALA NOTICIA USUALMENTE IMPORTA; LA BUENA NOTICIA PUEDE QUE NO

En el pasado prehistórico, tenía mucho más sentido preocuparse acerca de los riesgos -podría ayudarle a evitar ser asesinado por un león- que celebrar el éxito. Tal vez, esta es la razón por la que la gente tiene un “sesgo hacia la negatividad.”

En un artículo del 2014, investigadores de la Universidad McGill examinaron qué historias noticiosas escogieron sus sujetos para leer aquello que pensaron era un experimento de rastreo ocular. Resultó que, incluso cuando la gente dijo que quería ver más noticias buenas, está más interesada en las malas noticias: “Independientemente de lo que dicen los participantes, exhiben una preferencia por contenido de noticias negativas,” concluyeron los autores Mark Trussler y Stuart Soroka.

LA GENTE PIENSA EN TÉRMINOS RELATIVOS, NO ABSOLUTOS

Lo que importa es qué tan bien lo está usted haciendo comparado con otra gente, pues eso es lo que determina el éxito en una competencia por recursos (y parejas) en la edad de piedra.

Que se les diga que otros lo están haciendo bien es, por tanto, una forma de malas noticias. Cuando las circunstancias mejoran, la gente toma esas mejoras por descontadas y restablece sus expectativas.

Tal comportamiento relativista afecta incluso nuestras relaciones más íntimas. Un estudio ingenioso del 2016 por David Buss y colegas de la Universidad de Texas en Austin, encontró que “los participantes de menor valor de apareo que sus parejas, generalmente estaban satisfechos independientemente del grupo de parejas potenciales; participantes de mayor valor de apareo que sus parejas se volvieron crecientemente insatisfechos con sus relaciones cuando mejores parejas estuvieron disponibles.” ¡Ay!

AL MEJORAR EL MUNDO, LA GENTE EXPANDE SU DEFINICIÓN DE MALAS NOTICIAS

Un estudio reciente de los psicólogos de Harvard, David Levari y Daniel Gilbert, conocido como el “cambio de concepto inducido por la prevalencia,” sugiere que, entre más escaso se haga algo, más ampliamente redefinimos el concepto.

En un experimento, encontraron que, entre más raros fueron los puntos azules que hicieron, más posible fue que la gente llamara “azules” a puntos púrpuras y, entre más raras fueron las caras amenazadoras que hicieron, mayor posibilidad había de que la gente describiera una cara como amenazante.

“Desde un color de baja percepción hasta un nivel más alto de juicios éticos,” escriben ellos, “hay una tendencia robusta a que estándares de percepción y de enjuiciamiento se ‘deslicen’ cuando no deberían hacerlo.”

Considere el viaje aéreo: Los accidentes de aviones constantemente se han estado haciendo más escasos -2017 fue el primer año en que del todo no hubo accidentes de aviones comerciales de pasajeros, a pesar de cuatro mil millones de personas en el aire- pero, cada uno, ahora recibe vastamente más cobertura. Mucha gente todavía considera a los aviones como un modo arriesgado de transporte.

Incluso somos capaces de mostrarnos inquietos ante el botín de prosperidad, cuando “Weird Al” Jankovic destaca en su astuta canción, First World Problems” [“Problemas del Primer Mundo”] que: “La medición de hebras en estas sábanas de algodón me han provocado picazón/Mi casa es tan grande, que no puedo recibir el Wi-Fi en mi cocina.”

Sheena Iyengar de la Escuela de Negocios de Columbia, se convirtió en estrella TED por su investigación acerca de la moderna enfermedad debilitante conocida como “problema de la sobrecarga de elegir” ̶ esto es, paralizarse al tener uno que escoger entre muchas, digamos, docenas de tipos de aceite de oliva o de jalea que están en oferta en el supermercado. Los norcoreanos, los sirios, los congoleños y los haitianos generalmente tienen cosas más importantes acerca de qué preocuparse.

También operan otros efectos psicológicos. Hay una tendencia a recordar las cosas buenas del pasado y a olvidar lo malo, un fenómeno conocido como “bache de reminiscencia”: La gente tiene una nostalgia rosácea acerca de los días de su juventud, cualquier cosa que haya sido en la realidad. También están los intereses creados que grupos de presión tienen de vendernos malas noticias a cambio de donaciones.

Finalmente, está lo que llamo “inflexionitis.” Esta es la tendencia a pensar que las cosas pueden haber mejorado en el pasado, pero que ya no lo harán más en el futuro, debido a que nos encontramos en un punto de inflexión en la historia.

Es cierto, como dicen los corredores de bolsa, que el desempeño del pasado no es guía para el desempeño futuro. Pero, como escribió el historiador Lord Macaulay, hace casi dos siglos, “¿Bajo qué principio es que, con nada más sino mejoras detrás nuestro, debemos esperar nada sino deterioro adelante nuestro?”

Así que alégrese. El mundo está mejor que lo que usted piensa.

Este artículo apareció originalmente en el Wall Street Journal.

Usted puede leer más de Matt Ridley en www.rationaloptimist.com

Y usted puede estar atento al próximo libro del Institute of Economic Affairs de Matt, HOW MANY LIGHTBULBS DOES IT TAKE TO CHANGE THE WORLD? [¿CUÁNTOS BOMBILLOS DE LUZ SE REQUIEREN PARA CAMBIAR AL MUNDO?]