BAJAMOS EN COMPETITIVIDAD

Por Jorge Corrales Quesada


Recientemente se publicó el Informe de Competitividad Global 2019, el cual hace un ranqueo de las naciones del mundo, en relación con ciertas características de su economía que promueven, en diferentes grados, la capacidad competitiva de cada una.

En esta oportunidad, el país descendió del lugar 55 en el 2018, al lugar 62 en el 2019; esto es, una caída en el ranqueo de 7 lugares.

Antes de señalar algunas de las razones de ello, es bueno señalar que Costa Rica en el 2014 ocupó el lugar 52, en el 2015 mejoró ligeramente al pasar al 51, cayendo en el 2016 hasta la posición 54 y en el 2017 había mostrado una recuperación, ocupando la casilla 47. Esto es, se había venido mejorando en su posicionamiento.

Ahora bien, en el 2018 se cambió la metodología previa utilizada, incorporando indicadores relacionados con la llamada cuarta revolución industrial: básicamente la incorporación al proceso productivo en sus distintas etapas de la producción a “tecnologías digitales, inteligencia artificial, robotización y automatización,” según se explica en el artículo “País cae 7 puestos en Informe de Competitividad Global 2019,” de La Nación del 9 de octubre.

Según se indica, la disminución de nuestro país se relaciona con factores tales como “pocas suscripciones a Internet de fibra óptica y banda ancha (de lo que he podido comparar con otros países, aquí es relativamente cara); el rezago en la capacidad de innovación… debido al poco reconocimiento de las instituciones de investigación y publicaciones científicas (que aquí casi que sólo lo vemos en el TEC), y por el bajo nivel de financiamiento para las pymes.” Asimismo, en lo financiero, a “una baja disponibilidad de capital de riesgo y un limitado desarrollo de los mercados de capitales.”

Todas estas razones envían un poderoso mensaje a un gobierno que dice estar haciendo esfuerzos por recuperar el crecimiento de la economía, pero esos resultados desnudan la realidad de nuestro país, al menos en el área de la cuarta revolución industrial. Pero, al mismo tiempo que somos conscientes de que tenemos otros serios problemas competitivos mantenidos a lo largo de los años, como son las malas carreteras y el elevado costo de la electricidad, para citar sólo un par de esos elementos, debemos reconocer algún grado de avance en infraestructura, particularmente de vías. Pero, ese esfuerzo debe mantenerse y ampliarse a otros sectores de la economía.

Es interesante la conclusión que señala un funcionario del INCAE basado en este informe, cual es que “la pérdida de posiciones se debe a que otras naciones se mueven más rápido.” Eso nos indica nuestra lentitud en proceder acorde con las necesidades de la economía para mejorar su capacidad. Ojalá el gobierno entendiera esto.

En América Latina, Costa Rica tiene el quinto lugar en competitividad (lugar 62), después del primero, Chile, (con el lugar 33) (si no es que los disturbios actuales en ese país no lo conducen al retraso del pasado), seguido por México (en el 48) (no dudo que, en mucho, se debe a su actitud tan abierta a la inversión extranjera con tecnologías modernas); tercero aparece Uruguay (en el 54) y, luego, por Colombia (posición 57).

En el mundo, Singapur tomó el primer lugar, desplazando a Estados Unidos, seguido de Hong Kong, Holanda y Suiza. Como notan, todos estos son países con economías sumamente libres abiertas al mundo (incluido Hong Kong, una parte especial de China, que le ha permitido esencialmente conservar su sociedad de libre mercado y que ojalá el acuerdo se sostenga por más tiempo, aunque el totalitarismo le amenaza).

Publicado en mis sitios de Facebook, Jorge Corrales Quesada y Jcorralesq Libertad, el 23 de noviembre del 2019.