Otra alerta para los ingenuos que creen que el socialismo asegura el paraíso en la Tierra. Pero, “por sus frutos los conoceréis”: el socialismo no funciona.

BAJO EL SOCIALISMO LOS PEORES LLEGAN A LO MÁS ALTO

Por Barry Brownstein

Intellectual Takeout
6 de noviembre del 2019


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y con letras subrayadas, si es de su interés puede verlo en https://www.intellectualtakeout.org/...-worst-get-top

Una nueva encuesta de la Fundación en Memoria de las Víctimas del Comunismo (Victims of Communism Memorial Foundation) revela que “un 70% de los miembros de la generación de los mileniales, dice que ellos, al menos, en algún grado posible, votarían por un candidato socialista.”

Asombrosamente, el comunismo y el marxismo son vistos favorablemente por alrededor de un tercio de los milenarios.

En apoyo de sus sueños comunistas, “alrededor de uno de cada cinco de los milenarios piensa que la sociedad estaría mejor si toda la propiedad privada se aboliera.”

Si todo esto no asusta, considere que “sólo el 57% de los miembros de los milenarios cree que la Declaración de Independencia ‘garantiza la libertad y la igualdad’ mejor que el Manifiesto Comunista.”

Sesenta y tres por ciento de los estadounidenses cree que “quienes ganan más no están pagando la porción justa.” Entre tanto, un 47 por ciento está listo para un “cambio completo de nuestro sistema económico.”

Aquellos que apoyan al socialismo y al comunismo son compañeros de trabajo y vecinos nuestros. Muchos ignoran la historia. La encuesta revela que los milenarios creen que Donald Trump y el presidente chino, Xi Jinping, son responsables de más muertes que Hitler y Stalin.

Señala el gran educador Lawrence Reed (Lawrence Reed points out), que estos utópicos ingenuos “por siempre quedarán desilusionados por el resultado socialista.” Cuando el socialismo fracasa, ellos culpan a “personas en vez del sistema.”

Reed brinda una definición útil de un estatista: “Alguien que nada aprende de la naturaleza humana, de la economía o de la experiencia, y que repite los mismos errores una y otra vez, sin preocuparse de los derechos y las vidas de la gente que él aplasta con sus buenas intenciones.”

Brian Hyde, transmitiendo en Loving Liberty Radio (Bryan Hyde broadcasting at Loving Liberty Radio) compartió las experiencias de vida de un rumano quien “creció” bajo el comunismo y que “huyó al Reino Unido.” “Vivir con el comunismo” es como tener a la “peor persona” que uno conoce “empoderada para controlar cada aspecto de la vida [de uno].” Sólo la peor gente “podría y haría las cosas necesarias para vivir dentro de la estructura comunista ̶ y, entre más alto estén… más despiadados y corruptos han de ser.”

El colectivista, advierte el expatriado rumano, es “no un montón de niños pequeños compartiendo alegremente los juguetes en un jardín maternal ̶ es una prisión al aire libre.”

El ingenuo puede descartar ese testimonio como anecdótico. En su libro de 1944, Camino de Servidumbre (The Road to Serfdom), el premio Nobel Friedrich Hayek explicó claramente “por qué los peores llegan a lo más alto” en un gobierno socialista.

Dado que la planificación centralizada nunca puede funcionar, escribe Hayek, “el estadista democrático que se dispone a planificar la vida económica, pronto se verá confrontado con la alternativa, ya sea de asumir poderes dictatoriales, o de abandonar sus planes.”

Piense acerca de los candidatos socialistas de la actualidad, tronando contra los ricos. Hayek señala que “parece ser casi una ley de la naturaleza humana, que es más fácil que la gente se ponga de acuerdo en un programa negativo -en el odio de un enemigo o en la envidia de aquellos que están mejor- que en una tarea positiva.”

Culpar a un enemigo está en el manual de jugadas de todos aquellos con tendencias totalitarias. Escribe Hayek:

“La contraposición del ‘nosotros’ y el ‘ellos’, la lucha contra los ajenos al grupo, parece ser un ingrediente esencial de todo credo que enlace sólidamente a un grupo para la acción común. Por consecuencia, lo han empleado siempre aquellos que buscan no sólo el apoyo para una política, sino la ciega confianza de ingentes masas.”

Note la retórica de los socialistas de hoy. Sanders ha despotricado contra (railed against) “financistas extremamente avariciosos y egoístas.”
También Elizabeth Warren vilipendia contra la “avaricia corporativa” (rails against “corporate greed.”)

Hayek advirtió que los colectivistas clamarán que su “sistema es suprior a uno en el cual los intereses ‘egoístas’ del individuo se permite que obstruyan la realización plena de los fines que la comunidad persigue.”

En contra de buenas intenciones profesadas, empiezan los horrores de los regímenes colectivistas. Escribe Hayek, “una vez que admitimos que el individuo es meramente un medio para servir los fines de una entidad más elevada, llamada la sociedad o la nación, la mayor parte de los caracteres de los regímenes totalitarios que nos horripilan sigue por necesidad."

Para aquellos que mantienen objetivos “nobles” auto profesados, los derechos de los individuos no importan. Lo explica Hayek,

“Ante los ojos del colectivista hay siempre un objetivo superior a cuya consecución sirven estos actos y que los justifican para aquél, porque la prosecución del fin común de la sociedad no puede someterse a limitaciones por respeto a ningún derecho o valor individual.”

La explicación de Hayek de por qué los peores llegan a lo más alto, apoya el testimonio de la perversidad de aquellos que llevan a cabo las órdenes de los líderes colectivistas:

“Para ser útil en la dirección de un estado totalitario, no basta con que el individuo tenga que estar preparado para justificar cualquier acción canallesca, él mismo tiene que estar dispuesto a quebrantar toda regla moral que él siempre ha conocido, si eso parece ser necesario para alcanzar los fines que se le han asignado.”

He aquí una poderosa advertencia final de Hayek para aquellos que piensan que puede haber un socialismo más bondadoso, más moderado:
“La probabilidad de que quienes están en el mando sean individuos que aborrezcan la posesión y el ejercicio del poder, es del mismo orden que la probabilidad de que una persona extraordinariamente bondadosa se hiciese cargo del látigo en una plantación de esclavos.”

Los estadounidenses que apoyan al socialismo y al comunismo quieren que nosotros creamos que la próxima vez será diferente ̶ que la planificación central tendrá éxito y que las libertades fundamentales permanecerán intactas. Los “utópicos ingenuos” piensan que su tipo de socialismo será más bondadoso. Tanto la historia como la economía dicen que ellos están equivocados.

[Image Credit: Flickr-Charles Edward Miller, CC BY-SA 2.0]

Barry Brownstein es profesor emérito de economía y liderazgo en la Universidad de Baltimore. Es autor de The Inner-Work of Leadership [The Inner-Work of Leadership]. Para recibir los ensayos de Barry, suscríbase en Mindset Shifts.