CÓMO EL LIBRE COMERCIO AUMENTA LA INTERACCIÓN PACÍFICA ENTRE LAS NACIONES

Por James Devereaux

Fundación para la Educación Económica
Jueves 24 de octubre del 2019


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El comercio unilateral no es garantía de paz, pero la evidencia sugiere que le gana a la alternativa.

“Si los bienes no cruzan las fronteras, lo harán los soldados.” Esta cita a menudo se atribuye a Frederic Bastiat. Por desgracia, en realidad ningún documento fidedigno ha confirmado que él la haya dicho. No obstante, parece que la breve afirmación es correcta.

LA RELACIÓN ENTRE EL COMERCIO Y LA PAZ

Un estudio reciente de (recent study by) Jong-Wha Lee y Ju Hyun Pyun, ha encontrado una fuerte correlación entre comercio y paz. Examinando un conjunto de datos de un panel de 243.225 observaciones pareadas de países” durante 50 años “confirma que un aumento en la interdependencia de comercio bilateral promueve significativamente la paz.” Pero, eso no es todo lo que hallaron. Adicionalmente, y más importante, encontraron que “la apertura al comercio global promueve significativamente la paz.” Este último efecto es más sentido por países que se encuentran lejos el uno del otro, que en aquellos que comparten fronteras.

Este es un apoyo empírico significativo para quienes han mantenido que el comercio promueve la paz junto con la prosperidad. Ya sea que Bastiat lo haya dicho o no, abundancia de personas ha contemplado la naturaleza pacífica del comercio, de los incentivos alterados cuando la habilidad para tener acceso a mercados está disponible.

El economista político y sociólogo, Max Weber, escribió que una economía capitalista es “una que descansa en la expectativa de ganancia mediante el uso de las oportunidades para el intercambio; esto es, en cambios (formalmente) pacíficos de la ganancia.” Contrastó esto con su “adquisición por la fuerza,” transacción que describió como “inconveniente.” Al menos, no cuando se le compara con el intercambio pacífico.

Hacer que aumente el costo de (cost to) “transportar, hacer trueque y comerciar” eleva el atractivo relativo de tomar bienes por la fuerza o la ocupación. Desafortunadamente, nuestra retórica política y esfuerzos más recientes se han enfocado en un aumento de aranceles y una disminución del comercio, que pueden resultar en una tensión aumentada con otras naciones, en particular China. Impedir que fluyan los bienes entre naciones sirve sólo a un instinto proteccionista. Estos son bienes con externalidades pacificadoras adjuntas, que hemos rechazado.

Cualquier sea la amenaza que China le plantea a los Estados Unidos, no parece mejorar si se dificulta el comercio.

EL DULCE COMERCIO

Hay otra cosa que tomar en cuenta en la mesa de la tesis del comercio entre dos. Traducida como dulce comercio, la tesis sugiere que el comercio tiene un efecto moderador, sustituyendo a la violencia por el intercambio. La mayoría traza el origen de esta tesis a Montesquieu, quien escribió en su trabajo (wrote in his work) El Espíritu de las Leyes, que:

“El comercio extingue las preocupaciones destructoras, y es casi regla general que en todas partes donde las costumbres son dulces hay comercio, y donde quiera que hay comercio las costumbres son dulces.

No debe sorprendernos, pues, que nuestras costumbres sean menos feroces que lo eran en otro tiempo. Merced al comercio ha penetrado en todas partes el conocimiento de las costumbres de todas las naciones, y de la comparación de ellas han resultado muchos bienes.”

Esta tesis ha sido defendida tanto por economistas clásicos como por modernos, desde Adam Smith a Deirdre McCloskey. La interacción pacífica, la influencia moderadora, las costumbres gentiles, han sido consideradas parte de las ganancias de la sociedad gracias al comercio, tanto doméstica como internacionalmente, y ahora otro estudio ha indicados que eso es así. El comercio enlaza a individuos distantes y forasteros. Los coloca en una misma base; no en alguna medición de igualdad, sino que hay una igualdad inherente en la participación en el mercado, que crea un foro participativo para los individuos. Negar el acceso a los mercados tiene un efecto alienante y que crea estratos dentro de las comunidades. No es sorpresa que esta alienación se duplica a través de las fronteras, cuando los mercados se restringen.

EL COMERCIO UNILATERAL

Las políticas que conducen hacia el conflicto deberían evitarse por aquellos que promueven la apertura y la cooperación. El comercio es ese proceso cooperativo. Incurre en costos menores que lidiar con el conflicto. Las políticas que nos orientan hacia un mayor comercio a través de las fronteras crean un camino hacia la prosperidad y la paz. Es parte del proceso de mercado que genera el precio, que Ludwig von Mises llamó (called) “un proceso social.” La tentación de usar el poder estatal para impedir el comercio surge de una visión proteccionista, una que emplea el poder político para proteger a los intereses de algunos sobre los de otros.

La implicación de este estudio -y de años de historia- se resume por algo que Bastiat en efecto dijo (did in fact say):

“Estas barreras crean aislamiento, el aislamiento da lugar al odio, el odio a la guerra, la guerra a la invasión. ‘¿Qué importa?’, gritan los sofistas: ‘¿no es mejor exponernos a una posible invasión que aceptar una invasión que es real?’ Y la gente les cree y se mantienen las barreras.

Y, aun así, ¿qué analogía hay entre un intercambio y una invasión? ¿Qué posible similitud puede imaginarse entre un barco de guerra que viene a vomitar fuego y devastación en nuestros pueblos y un barco mercante que viene a ofrecer un intercambio libre voluntario de productos por productos?”

El comercio unilateral no es garantía de paz, pero la evidencia sugiere que le gana a la alternativa.

James Devereaux es abogado. Todos sus puntos de vista son propios y no representan a aquellos de los patronos o de afiliaciones. Esposo y padre de cuatro. Graduado de la Universidad Brigham Young con un bachillerato en ciencias, en Psicología, y de la Escuela de Derecho William & Mary.