Refutaciones a cierta histeria medioambientalista, con base en fuentes exactas, que creo que deben ser leídas con toda atención y aprecio por los hechos.

LOS TEMORES DE CAMBIO CLIMÁTICO DE UNA JOVEN ACTIVISTA NO TIENEN BASES EMPÍRICAS

Por James D. Agresti

Intellectual Takeout
18 de octubre del 2019


NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, con letras subrayadas, si es de su interés puede verlo en https://www.intellectualtakeout.org/...cally-baseless

En una reciente conferencia organizada por las Naciones Unidas, la activista de 16 años de edad, Greta Thunberg, alegó (claimed) que la Tierra está al borde de la destrucción y que las generaciones mayores están traicionando a las más jóvenes, al no hacer lo suficiente para detener el cambio climático. Los medios han amplificado estos alegatos al darles una cobertura amplia y entusiasta (broad, glowing), pero los temores que ella expresó no están basados en la realidad.

¿EL FIN DE LA HUMANIDAD?

Dice Thunberg que ella es “una de las afortunadas” que no está lista a “morir” por el calentamiento global y alega que, con los “niveles de las emisiones de hoy, nuestro presupuesto remanente de CO2 se acabará en menos de 8.5 años.” A ella le preocupa que, si excedemos este así llamado presupuesto, arriesgamos “desatar reacciones en cadena irreversibles más allá del control humano.”

Tales creencias apocalípticas son comunes entre jóvenes. Una encuesta reciente de Scott Rasmussen/HarrisX, encontró (found) que un 51 por ciento de los votantes de Estados Unidos menores de 35, cree que es “un tanto probable” o “muy probable” que “la tierra ser hará inhabitable y que la humanidad será borrada” en “los próximos 10 a 15 años.”

Thunberg dice que sus temores se justifican por “más de 30 años” de ciencia “clara como un cristal,” pero, como se detalla más abajo, lo opuesto es la verdad. En contra de las predicciones hechas hace tres décadas, un amplio rango de indicadores de bienestar ambiental y humano, relacionados con los efectos del cambio climático, han permanecido iguales o han mejorado. No obstante, según una estratagema publicada a inicios de aquel período, mucha gente no se ha dado cuenta de ello.

“LOGRAR MONTONES DE COBERTURA MEDIÁTICA”

Exactamente hace 30 años, en 1989, el climatólogo Stephen Schneider -creador de la revista Climatic Change y uno de los miembros fundadores del Panel Intergubernamental de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (IPCC)- le contó a la revista Discover que, para “reducir el riesgo de un cambio climático potencialmente desastroso”:

“tenemos que obtener un apoyo ampliamente basado, para capturar la imaginación del público. Eso, por supuesto, requiere lograr montones de cobertura mediática. Así que tenemos que ofrecer escenarios atemorizantes, hacer declaraciones simplificadas y dramáticas, y hacer poca mención de cualesquiera dudas que se puedan tener. Esta “doble atadura ética” en que nos encontramos con frecuencia no puede resolverse con fórmula alguna. Cada uno de nosotros debe decidir cuál es el balance correcto entre ser efectivo y ser honesto. Espero que eso signifique ser ambas cosas.”

A pesar de su disposición a decir medias verdades y comprometer la honestidad en aras de “ser efectivo,” a Schneider, junto con sus colegas en el IPCC y Al Gore, se les otorgó un premio Nóbel de la Paz en el 2007, por los “esfuerzos por construir y diseminar un mayor conocimiento sobre el cambio climático causado por el hombre…”

En 1989, el mismo año en que Schneider formuló su plan, y cuando Thunberg dice que empezó el registro científico claro, un alto funcionario de Naciones Unidad y científicos de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de los Estados Unidos, predijeron efectos ruinosos provenientes del cambio climático, a menos que se tomaran acciones a tiempo para prevenirlo. Estas incluyen proyecciones acerca de plantas, selvas, extinciones, agricultura, inundaciones, lluvias, huracanes y salud humana. Comparar estas predicciones con los resultados reales -o una ciencia clara como el cristal- resulta ser revelador.

LA VIDA DE LAS PLANTAS

En 1989, William H. Mansfield III, subdirector ejecutivo del Programa Ambiental de las Naciones Unidas, escribió (wrote) que “el calentamiento global puede ser el desafío más grande que enfrenta la humanidad,” y que “cualquier cambio de temperatura, lluvia y nivel del mar de la magnitud ahora anticipada, será destructivo para los sistemas naturales” como la vida de las “plantas.”

En realidad, un artículo del 2016 (2016 paper) en la revista Nature Climate Change examinó conjuntos de datos de largo plazo de satélites y encontró “un aumento persistente y amplio” en “el reverdecimiento” o crecimiento de las plantas “de alrededor de un 25% a un 50% del área vegetal del globo” entre 1982 y el 2015, “mientras que menos de un 4% del globo” tenía un reverdecimiento menor en ese período.”

Estos datos apoyan y actualizan un artículo del 2003 (2003 paper) en la revista Science, que encontró que una medición importante de la productividad de la vegetación en todo el mundo, aumentó en un 6.2 por ciento entre 1982 y 1999. Los autores hacen ver que eso ocurrió en un período en que la población mundial creció en un 37 por ciento, el nivel de CO2 de la atmósfera aumentó un 9 por ciento y la Tierra “tuvo dos de las décadas más tibias registradas por instrumentos.”

LAS SELVAS Y LOS ÁRBOLES

En el mismo artículo de 1989 (1989 article), Mansfield alegó que “las selvas serían adversamente afectadas” por el calentamiento global.
En contraste, reportes publicados por la Organización para los Alimentos y la Agricultura de las Naciones Unidas entre el 2015 y 2018, encontraron que (found that) la masa por encima del suelo de materiales de plantas orgánicos en las selvas “se ha mantenido estable desde los noventas” y que “la mayoría de las regiones del mundo están experimentando cambios, ya sea positivo o de pequeños a nada, en el área forestal o en la biomasa por encima del suelo.”

Más significativamente, la revista Nature publicó un estudio (a study) en el 2018, que analizó datos satelitales para obtener “un registro comprensivo de la dinámica global de cambio en la tierra” entre 1982 y el 2016. Encontró que la cobertura arbórea aumentó en un 7.1 por ciento durante ese lapso, con márgenes de error que oscilan desde un 2.9 por ciento a 10.8 por ciento, con una confianza del 90 por ciento.

LAS EXTINCIONES

En 1989, Sandra Henderson, una biogeógrafa del Laboratorio de Investigación Ambiental de la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA), escribió (wrote) que los “científicos están advirtiendo acerca de una posible pérdida del 20 por ciento de las especies de la tierra antes de fin de siglo,” y que “un factor importante en esta extinción moderna de especies puede ser nuestra alteración del clima de la tierra: el calentamiento global debido a concentraciones más elevadas de gases de invernadero.”

Dado que, aproximadamente, se han catalogado 1.2 millones de especies (1.2 million species) una pérdida de un 20 por ciento sería de 240.000 especies.

A pesar de ello, en el período 1984-2004, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza registró (recorded) 27 extinciones confirmadas de especies. Esa no es una cifra exacta, pues el reporte señala que otras extinciones puede haber ocurrido, como “ocho especies de aves.” Independientemente del número exacto, la pérdida actual fue de órdenes de magnitud por debajo la que se proyectó y una que está en línea con la tasa promedio de extinción histórica (historical extinction rate).

De la misma forma, un artículo del 2011 (2011 paper) en la revista Diversity and Distributions expone que las extinciones ocurrieron principalmente en islas en donde los poblaciones eran pequeñas y sumamente restringidas por límites físicos. Así, el artículo analizó las extinciones continentales y halló sólo seis extinciones confirmadas de aves continentales y tres extinciones confirmadas de mamíferos continentales desde el año 1500. Estas cifras equivalen a un 0.08 por ciento de los mamíferos continentales y a un 0.062 por ciento de las aves continentales.

A pesar de estos hechos, la gente ha conducido a Thunberg a creer (to believe) que “ecosistemas enteros están colapsando,” y que “estamos en el inicio de una extinción masiva.”

LA AGRICULTURA

Mansfield también escribió (wrote) en 1989 que “los suministros de alimentos” serían fuertemente impactados y que “cambios en los patrones de lluvias deteriorarían la agricultura.”

En realidad, la Organización para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas reportó (reported) en el 2003 que el consumo per cápita de alimentos se incrementó, entre mediados de los setentas y fines de los noventas, en un 15 por ciento en todo el mundo y en un 25 por ciento en los países en desarrollo.

Continuando con esta tendencia, los datos de Naciones Unidas, desde el 2000 al 2015, muestran (shows) que la porción de la población mundial que estaba desnutrida descendió de un 15 por ciento a un 11 por ciento:

Los datos de la prevalencia global de desnutrición se presenta en https://www.intellectualtakeout.org/...cally-baseless

Aún más, la severidad en la desnutrición de los malnutridos ha descendido. Entre 1992 y el 2016, mientras que la población global creció en un 36 por ciento, el número promedio de calorías necesarias para alejar de esa condición (out of that condition) a toda la gente malnutrida del mundo, descendió de 172 a 88 calorías por persona:

Los datos de la profundidad global de la desnutrición entre los malnutridos se presenta en https://www.intellectualtakeout.org/...cally-baseless

LAS INUNDACIONES

En 1989, la Prensa Asociada reportó (reported) que “un funcionario ambiental de alto nivel de las Naciones Unidas dice que naciones internas serían barridas de la superficie de la Tierra por niveles crecientes de los mares, si la tendencia global hacia el calentamiento no es revertida para el año 2000. Las inundaciones de las costas y los fracasos de las cosechas crearían un éxodo de ‘eco-refugiados,’ amenazando con el caos político, dijo Noel Brown, director de la oficina en Nueva York del Programa Ambiental de las Naciones Unidas.”

Igualmente, Mansfield escribió (wrote) en 1989 que “El alza en los niveles de los mares como consecuencia del calentamiento global amenazaría inmediatamente a esa gran fracción del globo que vive a orillas del nivel del mar… La mayoría de las grandes ciudades portuarias del mundo se verían en peligro: Nueva Orleans, Amsterdam, Shanghái, Cairo. Algunos países -como las Islas Maldivas en el Océano Índico, islas en el Pacífico- serían inundadas. Áreas costeras fuertemente pobladas, como aquellas en Bangladesh y en Egipto, en donde grandes poblaciones ocupan áreas de niveles bajos, sufrirían un trastorno extremo.”

En la realidad, un estudio (a study) de datos satelitales, publicados en el 2016 por la revista Nature Climate Change, encontró que, entre 1985 y el 2015, la cantidad neta (net amount) de área terrestre de la Tierra creció en alrededor de 22.400 millas cuadradas y que la cantidad neta de tierra costera creció en alrededor de 5.200 millas cuadradas.

Los incrementos en el área de tierra o de la población humana también han ocurrido en lugares que se considera como altamente vulnerables a niveles crecientes del mar. Estos incluyen a naciones isleñas en el Pacífico, como Kiribati y Tuvalu, Bangladesh y las áreas costeras de Florida.

No se está diciendo que el nivel global promedio del mar no esté aumentando. Esto ha estado sucediendo (been happening) desde 1860 o antes, que es 45 años antes que las temperaturas de la superficie empezaran a elevarse y 75 años antes que las emisiones de dióxido de carbono emitidas por el hombre llegaran a ser un uno por ciento de las emisiones naturales. Sin embargo, las tendencias y los efectos no han sido nada de lo que los agoreros climáticos habían predicho.

LAS LLUVIAS

De nuevo en 1989, el Dr. David Rind, un científico de la atmósfera en el Instituto Goddard de Estudios Espaciales y “connotado investigador” sobre el calentamiento global, escribió (wrote) que la predicción del “modelo de su agencia para los siguientes 50 años” dice que la temperatura global promedio se incrementará en “3.6ºF para el año 2020.Como resultado, dijo, “los patrones de lluvias posiblemente se verían alterados sustancialmente, constituyendo una amenaza de perturbaciones en gran escala en la productividad agrícola y económica, y escasez de agua en algunas áreas.”

Resultó que la temperatura (temperature) promedio global de la Tierra se elevó en alrededor de 0.7 ºF entre los ochentas y la década del 2010; o sea, una quinta parte de aquella proyección.

En lo que respecta a las lluvias, un artículo del 2015 (2015 paper) en el Journal of Hydrology examinó las mediciones de lluvias “hechas en casi 1.000 estaciones ubicadas en 114 países” y encontró que “no había cambio significativo en la precipitación global entre 1850 y el presente.” Este artículo hace ver que estudios previos habían analizado marcos de tiempo más pequeños y encontró cambios en las lluvias que alguna gente habría atribuido al calentamiento global, pero, esos resultados no eran estadísticamente significativos y “no totalmente sorprendentes, dado que la precipitación varía considerablemente en escalas de tiempo de décadas.”

En lo que se refiere a las sequías, un artículo del 2013 (2013 paper) en la revista Theoretical and Applied Climatology encontró que, al contrario de “modelos climáticos,” las observaciones verdaderas “no revelaban una tendencia significativa en las áreas de sequía durante las tres décadas pasadas.” El estudio sí encontró una sequía creciente sobre la tierra en el Hemisferio Sur, pero, el hemisferio es sólo un 19 por ciento de la tierra, comparado con el 39 por ciento del Hemisferio Norte. También, la tendencia se encuentra dentro de los limites de la variabilidad de corto plazo, como se muestra en este cuadro obtenido del artículo:

Los datos del % de área con sequías de moderadas a severas, se presentan en https://www.intellectualtakeout.org/...cally-baseless

LOS HURACANES

Mansfield también escribió (wrote) en 1989 que “océanos más tibios generarían huracanes y tifones más fuertes, resultando en inundaciones costeras, posiblemente inundando valiosas tierras agrícolas en todo el mundo.”

Los resultados verdaderos no muestran nada de ese tipo. Tan atrás en el tiempo en tanto haya datos confiables, la frecuencia, intensidad y duración de los huracanes, todos ellos, han sido nivelados. Conjuntos de datos globales comprensivos sobre la frecuencia e intensidad de los huracanes, que fueron publicados (published) por la revista Geophysical Research Letters en el 2011 y actualizados (updated) en el 2018, muestran tendencias más o menos planas durante las últimas cuatro a cinco décadas.

Igualmente, el IPCC reportó (reported) en el 2012: “Hay baja confianza en cualquier largo plazo observado (esto es, 40 años o más) de aumentos en la actividad tropical de ciclones (esto es, intensidad, frecuencia, duración), después de tomar en cuenta cambios pasados en las capacidades de observación.” Esto también se aplica a huracanes (hurricanes), que son ciclones tropicales con vientos que exceden de 73 millas por hora.

Destacando como la gente ha sido engañada acerca de este tema, una encuesta a científicos nacionales (national scientific survey) comisionada en el 2108 por Just Facts, encontró que el 66 por ciento de los votantes de Estados Unidos cree que, globalmente, “el número e intensidad de los huracanes y tormentas tropicales ha aumentado desde los ochentas,” incluyendo un 91 por ciento de demócratas y un 40 por ciento de republicanos.

LA SALUD HUMANA

También Mansfield escribió en 1989: “La salud humana se vería afectada. El calentamiento global ampliaría el clima tropical, trayendo con él la fiebre amarilla, la malaria y otras enfermedades.”

Las poblaciones de insectos que transportan enfermedades han crecido dramáticamente durante décadas previas, pero, como lo han mostrado múltiples estudios (multiple studies), no una evidencia confiable de que la razón sea por el cambio climático. En vez de ello, otro factor es la causa probable.

Como se documenta en un estudio del 2016 (2016 study) de poblaciones de mosquitos de las costas de Estados Unidos, en la revista Nature Communications, los aumentos en la población de mosquitos en Estados Unidos no se corresponde con las temperaturas crecientes, sino con residuos decrecientes del pesticida DDT. Esto ocurrió porque el gobierno restringió y prohibió (restricted and banned) el DDT, a petición de activistas medioambientales.

La Organización Mundial de la Salud y algunas organizaciones medioambientales ahora endosan (now endorse) usar el DDT dentro de los hogares para combatir la malaria. Otros grupos medioambientalistas todavía insisten en que daña la salud humana, aunque un artículo del 2000 (2000 article) en el British Medical Journal reportó que “ni siquiera [hay] un artículo revisado por homólogos, un estudio reproducido independientemente que ligue la exposición al DDT con algún efecto adverso sobre la salud.”

De la misma forma, un artículo del 2012 en la revista médica Lancet acerca de enfermedades transmitidas por insectos, explica que “el clima no ha cambiado consistentemente en la vía correcta, en el momento correcto y en los lugares correctos para explicar” los cambios en las enfermedades transmitidas por vectores. El artículo también señala que “se publica una corriente persistente de reseñas que alegan que el cambio climático es una fuerza impulsora primaria.” Ese reporte, que induce al error, calza con las órdenes de marchar de Schneider de “ofrecer escenarios atemorizantes, hacer declaraciones simplificadas y dramáticas, y hacer poca mención de cualesquiera dudas que se puedan tener.”

LOS PUNTOS DE INFLEXIÓN

A pesar del hecho de que estas predicciones de décadas atrás acerca de catástrofes climáticas aún tienen que materializarse, algunos alegan que están a la vuelta de la esquina. Por ejemplo, Thunberg dice (says) que la gente no entiende “plenamente” la “urgencia” de la situación y que “un recorte de nuestras emisiones a la mitad en 10 años sólo nos da una probabilidad del 50 por ciento de que se permanezca por debajo de 1.5ºC grados y del riesgo de desatar reacciones en cadena irreversibles más allá del control humano.”

Tales aseveraciones son impresionantemente similares a aquellas formuladas hace treinta años. La Prensa Asociada reportó (reported) en 1989 que Brown “dijo que los gobiernos tenían una ventana de oportunidad de 10 años para resolver el efecto invernadero, antes de que fuera más allá del control humano.”

No obstante, Thunberg parece no darse cuenta del registro histórico y está preocupada por los “puntos de inflexión.” Un punto de inflexión, como lo define (defined) el American Heritage Dictionary of the English Language, es “un momento crítico en una situación compleja, en donde una pequeña influencia o desarrollo produce un cambio súbito grande o irreversible.” Si bien el futuro es inherentemente incierto, la propia naturaleza del dióxido de carbono impide tal posibilidad.

Ello se debe a que el efecto invernadero de dióxido de carbono (carbon dioxide) adicional -el gas invernadero primariamente causado por el hombre- declina conforme aumenta su nivel. Este hecho científico rara vez se revela al público, pero, como el propio Stephen Schneider escribió en la revista Science in 1971: “En tanto que más CO2 se agrega a la atmósfera, aumenta la tasa de temperatura proporcionalmente menos y menos, y el incremento, más tarde o más temprano, se nivela.”

En términos técnicos, Schneider explica que “el efecto invernadero descontrolado no se da debido a la banda de 15-μm CO2, la cual es la principal fuente de absorción, ‘saturación,’ y la adición de más CO2 no incrementa sustancialmente la opacidad infrarroja de la atmósfera.”

CONCLUSIÓN

Según un artículo (article) en la revista Time, Thunberg “citó más de 30 años de evidencia científica mostrando las consecuencias de un globo que perpetuamente se calienta.” Esa es una descripción errada de sus palabras. En realidad, ella simplemente alega eso, sin presentar evidencia alguna que la apoye.

Al contrario, una serie amplia de indicadores de bienestar medioambiental y humano relacionado con el cambio climático, ha permanecido nivelada o ha mejorado en los últimos 30 años. Ella incluye resultados medibles de plantas, selvas, extinciones, agricultura, inundaciones, lluvias, huracanes y salud humana. Esta es la ciencia verdaderamente “clara como el cristal,” y contrasta con las creencias de Thunberg.

El legendario físico Richard Feynman fue un pensador extremamente creativo, quien abrió nuevas fronteras a la ciencia, pero también era un promotor ferviente de que la ciencia debe estar basada en una realidad práctica. Lo expresó de esta manera diciendo (saying): “El principio de la ciencia, la definición, casi, es el siguiente: La prueba de todo conocimiento es el experimento. El experimento es el único juez de la ‘verdad’ científica.”

Los experimentos del mundo real durante los 30 años pasados constituyen ciencia genuina, mientras que las predicciones fallidas de ciertos científicos y funcionarios medioambientales han mostrado ser la antítesis de ciencia.

En su discurso, Thunberg se enfureció porque la gente “le ha robado mis sueños y mi infancia,” lo que posiblemente es cierto. Sin embargo, ella culpa a los responsables equivocados. Su ansiedad y desesperación no son un fallo de adultos que actúan de acuerdo con los hechos en este tema. Los atormentadores de Thunberg son la gente que le ha indoctrinado, y a muchos otros jóvenes, con temores infundados.

Este artículo (article) se reimprime con el permiso de Just Facts Daily.
[Crédito por la imagen: Flickr-European Parliament, CC BY 2.0]

James D. Agresti es presidente de Just Facts y autor del libro Rational Conclusions. Tiene un título de Bachiller en Ciencias en Ingeniería Mecánica de la Universidad Brown y ha trabajado en diseñar motores para aviones jet, como profesional en ventas técnicas y como ingeniero principal en una empresa que personaliza helicópteros.